Las arterias de la iglesia
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Prédica de Hoy: Las arterias de la iglesia
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Bosquejos Bíblicos
Bosquejos Bíblicos Lectura Bíblica: «El corazón del hombre piensa su camino; Mas Jehová endereza sus pasos.» Proverbios 16:9
Introducción
La iglesia es el cuerpo de Cristo, Cristo es la cabeza de la iglesia
Esto es algo muy simple y sencillo de comprender (1 Corintios 12:12; Efesios 5:23). Algo que tampoco es difícil de comprender, son las diferentes funciones del cuerpo de Cristo. Como ya sabemos el cuerpo de Cristo esta dividido en muchas partes.
Y tal como sucede con un cuerpo humano, hay miembros vitales del cuerpo, y hay otros miembros que son igualmente útiles, pero se puede prescindir de ellos. Por ejemplo, se puede vivir sin problemas sin un dedo, no es ideal, pero no es lo mismo como vivir sin un riñón.
Tomando de referencia el cuerpo humano, quiero invitarte que te imagines conmigo el sistema cardiovascular de un cuerpo. Éste está compuesto por una red de arterias, venas que llevan la sangre por todo el cuerpo. Pensemos en esto por un momento, un hombre adulto promedio tiene entre cinco y seis litros de sangre, y todo está siendo correctamente distribuido gracias a las venas y arterias.
Las arterias de la iglesia
Me quiero enfocar en las arterias, porque éstas tienen una función sumamente interesante (sin ánimo de desestimar las venas). Las arterias son las encargadas de transportar sangre oxigenada, desde el corazón hacia todos los demás órganos, esto incluye órganos vitales, como los riñones, hígado, extremidades, etc.
La arteria, al igual que la vena tiene una parte llamada de epitelio, esta promueve que toda la sangre oxigenada, viaje sin problemas a su destino (imagínate un tobogán). Cuando el epitelio sufre una inflamación, a consecuencia de malos hábitos en el individuo tales como; tabaquismo, consumo de sal, estrés, etc. La arteria comienza a acumular el famoso “colesterol malo”, que luego causa un bloqueo arterial, que después pasa a causar un paro cardíaco.
¿Dónde está la enseñanza en todo esto?
Está en que toda congregación necesita un sistema cardiovascular que funcione a cabalidad. Especialmente las arterias que son las encargadas de oxigenar el cuerpo.
Las arterias de la iglesia son la planificación, organización y ejecución, el oxígeno es un plan. Si una organización eclesiástica no cuenta con un plan que se pueda organizar, y ejecutar, esta organización está en problemas de sufrir un paro cardíaco en cualquier momento y hay muchas que ya lo tuvieron hace rato.
Tenemos un Dios tan poderoso, tenemos todas las armas habidas y por haber para ganar la batalla, pero los evangélicos somos notorios por la falta de organización.
Lucas 14:28 lo dice claro: “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?»
No tener un plan
El no tener un plan, una meta a corto o largo plazo nos pone en un estado de hibernación, creemos que con decir: “La meta es el cielo” con eso basta. ¡NO! ¡NO ES SUFICIENTE! Dios le dio a cada uno una máquina excepcional y única llamada cerebro, úsalo, deja que Dios te revele su visión en tu corazón y formula un plan para ejecutar. El Proverbista dio a entender que Jehová endereza los planes del corazón, ¿pero si no tienes un plan, que puede Dios hacer?
Muchas veces nuestras iglesias se están muriendo, no por falta de recursos, no por falta de bendición si no por falta de estrategia.
El comenzar tarde los servicios, la improvisación y falta de preparación para hacer las cosas, la falta de discipulado y disciplina son parte de esos “malos hábitos” que causan la inflamación en las arterias, son pequeñeces, son las pequeñas zorras que echan a perder la viña. (Cantares 2:15)
¿Por qué? Porque una cosa lleva a la otra, si comienzas tarde un servicio, las visitas o el que llega temprano ya no querrá volver, es injusto y es una falta de respeto a todos especialmente a Dios.
Conclusión
Si nunca impones disciplina en la congregación, toda la vida tendrás un grupo lleno de excusas y acostumbrados a darle las sobras a Dios.
Todo es una cadena, todo se relaciona. Se entiende que hay cosas que solo Dios puede hacer y que nadie en el mundo es perfecto, pero lo que esté a tu alcance, es tu responsabilidad como líder del grupo que Dios te dio.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.