!!Hipócrita!
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!!Hipócrita!

Bosquejos Bíblicos

Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: !!Hipócrita!

Bosquejos Bíblicos Lectura Bíblica: Mateo 7:1-6

Introducción

Es fácil confundirse y creer que todo está bien, o que tenemos las cosas “bajo control”. La verdad es que debemos estar atentos, y nuestro corazón debe estar en consonancia con la voluntad de Dios, pero no confiar en la propia. (Proverbios 3:5).

Jesús nos enseñó a no apresurarnos, a juzgar a los demás, a menudo porque la otra persona no está actuando de acuerdo con lo que creemos que es correcto.

En la oración del Texto Básico, podemos ver que una persona cree que tiene la respuesta correcta para la otra, pero no se da cuenta de que ni siquiera ve lo que él mismo necesita. ¡Entonces Jesús lo llamó hipócrita! Porque quiere que no neguemos nuestras responsabilidades, y más con respecto a nuestras propias acciones. Para no mentirte a ti mismo, debes tener en cuenta los siguientes consejos que suelen ser muy sutiles:

I. La vanagloria (Filipenses 2:3)

La vanagloria es la primera característica que debemos evitar. Es fácil engañarnos a nosotros mismos, sobre todo con este pequeño zorro en el corazón. Según la palabra de Dios en el Salmo 36:2, encontramos que se dice que somos halagados, lo que significa el producto de la alabanza excesiva de un corazón orgulloso y alejado de Dios.

El Antídoto: La humildad es lo opuesto a la vanagloria, Dios mira de lejos al soberbio, pero Dios humildemente lo nota (Salmo 36:8)

II. Esclavo de sí mismo (Gálatas 5:13)

Es una situación en la que estás bloqueado el fluir espiritual. Por lo tanto, el alimento espiritual son como cenizas, y esto es lo que considera valioso, y no es suficiente para vivir, ya que su propio corazón le engaña (Isaías 44:20).

Antídoto: El verdadero alimento espiritual es la palabra de Dios, que no únicamente es alimento espiritual (1 Pedro 2:2), sino también nuestro ejemplo diario, en el que nos enfrentamos a cambiar lo que no agrada a Dios (Santiago 1:23- 25).

III. Ser engreído (Proverbios 30:13)

Una persona así siempre cree que todo lo que hace está muy bien hecho, y lo hace por sus propios méritos. Incluso si tiene un equipo con el que trabajar, siempre es él quien quiere ser elogiado. Según la palabra de Dios, en Gálatas 6:3 (NTV), Pablo dice: «Si te crees demasiado importante para ayudar a alguien, solo te engañas a ti mismo. No eres tan importante.«

El Antídoto: Sabiendo que lo que tenemos no es de nuestra propia hechura. Pertenecemos a Dios, y Él mismo debe tomar la gloria y el honor por todo nuestro éxito. El tesoro en las vasijas de barro somos nosotros, y Él es nuestro mayor tesoro (2 Corintios 4:7)

IV. Despreocupado al escuchar e incontrolable al hablar (Lucas 6:5)

Estos lapsos son que cuando aceptamos la palabra de Dios, ignoramos la voz de nuestro Padre y hacemos lo que creemos que es correcto. Esto es lo que nos vuelve impulsivos cuando decimos algo, y pensamos que es lo correcto o “porque soy honesto” digo lo que quiero decir (Santiago 1:26).

Antídoto: Para no caer en esta situación, debemos poner en práctica la palabra de Dios en nuestra vida. No solo acumulándose en nosotros, sino transformándonos (Santiago 1:22). Es importante que pensemos que si escuchamos y practicamos la palabra de Dios, entonces hablaremos de forma muy diferente, porque con nuestras palabras podemos atar, o liberar (Proverbios 6:2).

VI. Religiosidad (Romanos 3:23)

El que cree que es muy bueno y que nunca peca. Recuerda que somos justificados por la sangre de Cristo, no por nuestras propias acciones (Efesios 2:8–9).

El antídoto: Reconocer nuestros errores diarios, arrepentirnos de ellos, y reconocer nuestra necesidad de Dios (Santiago 4:8)

Para Concluir.

Hemos nombrado las mentiras que alguna vez creímos, pero Dios es bueno para darnos una salida a estas tentaciones (1 Corintios 10:13). Es muy fácil para nuestra humanidad hacernos creer que todo está bien, que no necesitamos a nadie, ni siquiera a Dios; Dios, nuestro padre, quien vela por nosotros, y desea que pongamos toda nuestra confianza en Él.

Así que no te engañes pensando que sabemos todo acerca de Dios, recuerda que somos transformados diariamente, y mientras vivamos en este cuerpo, lo necesitamos.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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