La unidad la marca distintiva de la iglesia
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Bosquejos Bíblicos
Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: La unidad la marca distintiva de la iglesia
Bosquejos Bíblicos Texto de la predicación: 1 Pedro 3:8
Introducción
¿Qué nos diferencia de los incrédulos? ¿Qué nos separa de los que no han creído en Cristo? Es verdad que como seres humanos todos tenemos cosas en común. Tenemos las mismas necesidades de comida, bebida y alimento; las mismas dificultades que compartimos como cultura o nación; e incluso, la misma naturaleza pecaminosa.
Pedro responde que el amor es la marca distintiva de la iglesia de Jesucristo. Lo que Pedro habla en este pasaje, ya lo ha mencionado anteriormente en el capítulo 1, desde el versículo 22 hasta el versículo 2 del capítulo 2. Allí Pedro dice que como hemos nacido de nuevo por la palabra de Dios, entonces debemos amarnos unos a otros. Como si el amor entre nosotros fuera un fruto del nuevo nacimiento.
Además, en el contexto, varias veces Pedro les manda a abandonar el estilo de vida que llevaban los incrédulos. Como si ellos, por su nuevo nacimiento, ya no podían vivir como lo hacían cuando eran enemigos de Dios.
Así, en la carta de Pedro el amor se vuelve una marca distintiva de aquellos que han nacido de nuevo, que los separa de los paganos. Y tan importante es este tema, que vuelve a mencionarle nuevamente aquí. Y en este pequeño versículo, encontramos cinco grandes exhortaciones que nos identifican como creyentes:
- La Armonía.
- La Compasión.
- El Amor Fraternal.
- La misericordia.
- La humildad.
Desarrollo
I. Unidad de la iglesia es ser de un mismo sentir.
a. «Sed de un mismo sentir» implica dos cosas.
La primera es que concordemos en las principales. Esto es, en las mismas creencias. No puede haber armonía, o “un mismo sentir”, cuando hay discrepancias en las cosas principales de la fe.
Sin embargo, esto hace más énfasis en la armonía que debe haber en nuestra relación unos con otros. Significa que debemos aprender a mantenernos en paz conjuntamente.
b. La unidad de la iglesia: Ampliando el concepto.
El apóstol Pablo usa una palabra parecida en Filipenses 4:2, cuando le pide a Evodia y a Síntique que sean de un mismo sentir. Al parecer, estas hermanas tenían problemas entre sí. Cuando él les dice que “sean de un mismo sentir”, lo más seguro es que no tenga en mente una unión doctrinal, como si ellas tenían diferencias confesionales.
El apóstol en un versículo más adelante dice que ellas eran compañeras de milicia, es decir, ambas eran mujeres firmes y fieles al evangelio. Lo que se presupone es que la riña que habían tenido fue tan fuerte que la paz entre ellas se había roto; por eso, cuando se les dice que sean de un mismo sentir, en realidad se les está mandando a vivir en armonía entre ellas mismas, a reconciliarse la una con la otra. La idea de Pedro, entonces, es que debemos procurar mantener la paz del cuerpo de Cristo.
c. ¿Cómo lograr la unidad de la iglesia?
Una de las formas de ser de un mismo sentir es resolver los pleitos que tenemos entre nosotros. En 1 Corintios Pablo la dice a los corintios que sean de un mismo sentir, y que dejen los conflictos entre ellos. De la misma manera, somos de un mismo sentir, cuando aprendeos a perdonarnos, amarnos, y ayudarnos. Cuando nuestro mutuo es incondicional.
II. Sean compasivos
a. Literalmente: “sean empáticos”.
Esta palabra nos llama a tener empatía por nuestros hermanos. Si alguno sufre, sufrir con él; cuando alguno llora, llorar con él; si alguno ríe, reír junto a él; y si alguno prospera, agradecer por él.
Esta palabra es usada, por ejemplo, cuando en Hebreos 4:15 se dice que Cristo es un Sumo Sacerdote que se “compadece” de nuestras debilidades. Lo que eso quiere decir es que como Cristo padeció las mismas tentaciones que nosotros puede tener empatía por todo lo que padecemos.
Esto significa, de verdad hermanos, que literalmente Dios nos está llamando a ir en contra de la corriente. El mundo sólo está interesado en su propia vida, sin importarle los demás: “mientras que no sea yo, no me interesa”. Contra este egoísmo es que el Señor nos manda a luchar.
Pero este no es el ideal de persona que Dios quiere que seamos. El Señor nos manda a ser atentos con nuestros hermanos. Los intereses de nuestros hermanos deben ser los nuestros. Las victorias de nuestros hermanos deben ser las nuestras; sus penas, hacernos llorar; su gozo, alegrarnos; y sus fracasos, ser los nuestros. Debemos tener empatía por nuestros hermanos, y dejar de ser tan indiferentes unos con otros. Para esto nos unió el Señor en un cuerpo, para que seamos compasivos unos con otros.
III. Ámense fraternalmente es parte de la unidad de la iglesia
a. Pasamos ahora a la tercera: “ámense fraternalmente”.
El amor fraternal conlleva un amor profundo, un amor verdadero, uno que perdona, consiste en tratarnos como parte de una familia.
La unidad y la relación familiar implica intimidad y confianza. Con los hermanos de sangre, uno convive, juega, pelea, llora y disfruta. Conocemos normalmente lo peor de ellos, y en el mejor de las cosas, sus virtudes.
Aunque quizás muchos no sean abiertos, la unidad de la iglesia, es decir, una buena relación familiar conlleva que los hermanos se ayuden, se cuenten las cosas, se animen, se exhorten y hasta se regañen. De allí que el término “hermano” se use con una personas con quienes se tiene mucha confianza: “amigo, tú eres como mi hermano”.
Y en este caso, “amarse fraternalmente” es amarnos como dos hermanos se amarían: apoyándonos sobre los demás en los momentos difíciles; confiándonos cosas que no haríamos con otras personas; conviviendo más de cerca unos de otros; y vivir juntos momentos alegres, tristes y penosos.
IV. Sean Misericordiosos
a. La cuarta virtud es “ser misericordiosos”.
Esta palabra aparece también en Efesios 4:32: “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.”
La palabra que se traduce como “bondadosos” es la misma palabra que aquí se traduce como “misericordiosos”. Esta palabra apunta hacia el corazón y nos enseña a tener buenos sentimientos hacia nuestros hermanos. Ser misericordiosos implica no tener amargura, ira, ni enojo contra nuestros hermanos. Ser bondadosos conlleva dejar los gritos, las calumnias y la malicia unos con otros.
Esto, entonces, puede darnos una definición clara sobre lo que Dios nos está pidiendo aquí. Ser bondadosos significa que cuando usted tenga un problema con un hermano, no va a llenarse de amargura, sino que va a perdonarlo.
No va a dejar que el odio eche raíces en su corazón, sino que la arrancará de raíz. Significa que, si no nos agrada algo, no vamos a malinterpretar las cosas, sino que con discernimiento, juzgaremos el problema; que no nos vamos a hacer una novela sobre lo que el hermano dijo o quiso decir, sólo porque nos sentimos heridos; vamos a calmarnos y analizar bien la situación, para no dar paso a los prejuicios.
V. Sean Humildes
a. Y la quinta exhortación es: “Sean humildes”.
Esta humildad de la que habla el apóstol va dirigida principalmente hacia la mente. Una traducción literal de la palabra sería: “sean de una mente humilde”. La idea es que debemos tener una consideración humilde de nosotros mismos. El punto de esta palabra es cómo nos consideramos a nosotros mismos y a los demás. Varios pasajes en el Nuevo Testamento hablan de la humildad:
- Filipenses 2:3 “No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos”. La humildad es “considerar” superior a los demás.
- Romanos 12:16 “No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes”. Literalmente esto se traduce como: “no sean de mente arrogante, sino que júntense con los humildes”.
- 1 Pedro 5:5 “Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes»”. Dios favorece a los humildes.
- 1 Timoteo 6:11 “Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso, y esmérate en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad”. Nuestro esmero debe ser seguir la humildad.
La humildad, entonces, es la virtud de la abnegación, donde el resto es más importante que nosotros. La humildad es el lugar donde la arrogancia y la soberbia tienen prohibido entrar. Es cuando sin importar lo que suceda, el bienestar de los demás es más importante que el nuestro. La humildad es la vestimenta del cristiano, el sendero de sus pies, es la marca que lo caracteriza. En la humildad están sus esfuerzos y esmeros, y es una de las virtudes más importantes en su vida. Podría decirse, incluso, que “humildad” y “cristiano” deben ser sinónimos.
Conclusión
Todas estas virtudes son necesarias para mantener la unidad del cuerpo de Cristo. Lo que diferencia a la iglesia del resto del mundo es que sus integrantes se tratan mutuamente con estas virtudes. Vivamos de esta manera.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.