La caridad y el amor de Dios
Bosquejos Bíblicos
Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: La caridad y el amor de Dios
Introducción
La caridad es una virtud esencial de la enseñanza cristiana. No obstante, muchas personas tienen dificultad para entender lo que es la caridad. Esto porque caridad nos es solo una acción o conducta moral para una buena convivencia en sociedad. En realidad, caridad es más bien el signo del amor de Dios.
La caridad es la ley de Cristo (Mateo 5:42)
Después de ministrar el Sermón de la Montaña, Jesús nos instruyó sobre la nueva ley. Esta ley es todavía superior a de los antiguos y contiene en sí misma la verdadera justicia. Mientras la legislación de los fariseos predicaba la norma del «ojo por ojo y diente por diente», Cristo nos enseñó a ofrecer la mejilla izquierda a quien nos hirió a la derecha. En este contexto, añadió: «Dale al que te pide y no rehúses al que te pide prestado.» (Mateo 5:42).
La caridad es en primer lugar la justicia de Cristo. El fundamento de esta justicia, encontramos descrito en los Hechos de los Apóstoles, donde aprendemos que: «debemos siempre ayudar a los necesitados, teniendo presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: hay más felicidad en dar que en recibir» (Hechos 20:35).
La caridad es algo caro (Lucas 12:33-34)
Ordinariamente, entendemos por caridad un acto voluntario de donar algo a los que tienen poco o a los que no tienen absolutamente nada. Habitualmente, pensamos de inmediato en los bienes materiales, como el dinero, la comida o las ropas.
En el Evangelio de Lucas, leemos: «Vended sus posesiones y dad limosna. Haced bolsas que no queden viejas, un tesoro inagotable en los cielos, donde el ladrón no llega ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.» (Lucas 12:33-34).
Si prestamos atención en este pasaje, percibimos que no se trata simplemente de donar lo que tenemos en exceso o no utilizamos más. La caridad consiste en donar lo que también es caro para nosotros. La palabra de Lucas es muy evidente: él apunta hacia al lugar donde está «nuestro tesoro». Donar algo sin importancia no es todavía caridad.
El origen de la palabra «caridad» ya nos indica por sí solo el camino correcto. Caridad deriva del término griego káros. Algo «caro» es siempre algo de alto valor. Por esto, la caridad reside en donar lo que hay de valioso, es decir, nuestro verdadero tesoro.
Sin embargo, el significado de káros tiene aún otro sentido mucho más profundo. Káros también quiere decir «gustar». Recordemos cuando, por veces, empezamos un mensaje con la expresión «Caro Señor» o «Cara Señora». Esto es precisamente lo mismo que decir «estimado», «querido», «muy amable», entre otros. Al final de cuentas, la palabra «cariño» comparte la misma raíz. A partir de esto, podemos concluir desde ya que la caridad de Cristo tiene que ver con un tipo de gustar, con un cariño, o más bien con un amor.
La caridad es el amor de Dios (1 Juan 4:9)
En la primera Epístola de Juan encontramos tres lecciones muy importantes: cómo seguir por el camino de Cristo, cómo vivir como hijo de Dios y cómo entender las fuentes de la caridad y de la fe.
La primera y segunda lecciones nos enseñan las condiciones para una vida efectivamente cristiana. Debemos librarnos del pecado. Tenemos que seguir los mandamientos. Necesitamos preservarnos de las tentaciones del mundo. Precisamos protegernos de los anticristos.
A su vez, en la tercera lección, encontramos una valiosa orientación sobre las fuentes de la caridad y de la fe. Allí, leemos: «El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor de Dios por nosotros: Dios envió al mundo su Hijo único, para que vivamos por Él.» (1 Juan 4:8-9).
Hemos dicho anteriormente que la caridad es un tipo de amor. Pues bien, lo que pasa es que el amor de Dios es la esencia de la caridad. Además, la manifestación del amor de Dios reside en el envío de su único Hijo, esto es, de Jesús Cristo.
Al enviar su Hijo al mundo, para que viviera y sufriera en medio de los hombres, Dios se desarrolló en carne a través de su amor. En esto se asienta la caridad de Dios y este es el elemento sustancial de la caridad que tenemos que cultivar en la senda cristiana.
En otras palabras, la caridad es lo que hacemos cuando caminamos juntos con Cristo y vivimos como hijos de Dios. La caridad es sí donar lo que se tiene de valioso a los necesitados, pero también y sobre todo haciéndole mediante el amor de Dios. Para esto, tenemos que seguir libres de pecado, conforme los mandamientos y salvaguardados de las tentaciones del mundo y de los anticristos.
El himno a la caridad (1 Corintios 13:1-13)
En la primera mensaje enviada a la Iglesia de Corinto, Pablo escribió: «Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si yo no tuviera caridad, sería como el bronce que resuena o como el címbalo que retiñe» (1 Corintios 13:1). Lo que él implica en este pasaje es que, sin caridad, todo lo que uno hace es redundante y sin propósito.
Pablo prosigue en su himno a la caridad, advirtiendo que aunque que tuviera el don de la profecía, el conocimiento de todos los misterios, si no tuviera la caridad, nada sería. Igualmente, aunque tuviera también la fe necesaria para mover las montañas, si no tuviera la caridad, tampoco algo sería.
Más adelante, Pablo deja claro que la caridad no es solo donar las cosas: «Aunque que distribuyese todos mis bienes a los hambrientos, aunque entregase mi cuerpo a la llamas, si no tuviera caridad, nada sería» (1 Corintios 13:3).
Poco después, Pablo nos explica que la caridad es una virtud paciente y provechosa. Todo pasará, pero la caridad se quedará hasta el final de los tiempos. Por último, pero no menos importante, Pablo escribe: «Ahora, por tanto, permanecen tres cosas: fe, esperanza y caridad. La mayor de ellas, sin embargo, es la caridad.» (1 Corintios 13:13).
Que siempre tengamos en mente que la caridad es el amor de Dios y que sin Dios nada somos.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.