Sin Dios, nada
Bosquejos Biblicos
Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: Sin Dios, nada
Bosquejos Bíblicos – Base Bíblica: Salmo 127:1
Introducción
Todo proyecto de construcción necesita de un personal calificado para que dicha estructura se construya de manera exitosa. Entre arquitectos, albañiles, ingenieros, y obreros, pueden trabajar de forma organizada, para que después de un lapso de tiempo, pueda verse el fruto de su trabajo.
De forma similar, nuestra vida está llena de proyectos, sueños, metas, y objetivos que deseamos alcanzar. Hay personas que sueñan con levantar su propia empresa, otros quieren comprar un casa, a la vez que otros se dedican a trabajar para un ministerio en su congregación.
Lo primordial para que estos proyectos lleguen a buen término es que dichos proyectos, sin importar si es un proyecto laboral, personal, familiar, o ministerial, cuenten con la presencia de Dios. Podemos hacer muchísimas cosas, emprender un gran número de negocios, tener ideas extraordinarias, pero si Dios no está en el asunto, podemos estar seguros de que dicho proyecto no terminará bien.
Por esta razón, quisiera compartir este bosquejo bíblico llamado “Sin Dios, nada”
Desarrollo
Para este bosquejo biblico, utilizáremos como base bíblica Salmos 127:1, en el cual se nos expresa que si Dios no está edificando la casa, en vano trabajan los que la edifican. La primera lección que extraemos es la siguiente:
1. Estamos construyendo proyectos sin Dios.
En el salmo se nos da a entender que había personas construyendo una casa, pero sin percatarse si Dios estaba en medio de la construcción de esa casa.
Muchas veces, nosotros como cristianos, cometemos el mismo error, al comenzar un proyecto en el cual no estamos seguros de que Dios esté completamente de acuerdo con ese proyecto. Puede ser un empleo, un negocio, una relación sentimental, un ministerio, e incluso, una congregación.
Es un grave problema tratar de levantar un proyecto sin Dios, sea el proyecto que sea. El problema es que no consultamos a Dios antes de comenzar un proyecto, y es esa la razón por la cual, aun los cristianos fracasan a nivel empresarial, sentimental, ministerial, y espiritualmente.
Si nos tomáramos aunque sea un corto período de tiempo para consultar a Dios, antes de comenzar esos proyectos, seguramente tendríamos más éxito como hijos de Dios en esta sociedad.
Personas que consultaron a Dios
En la Biblia encontramos casos de personas que consultaron a Dios, y de algunos que no le consultaron. En Nehemías 1:1-4, se nos narra la historia de cómo Nehemías se enteró de que Jerusalén estaba destruida, y como lloró, hizo duelo, ayunó, y oró a Dios para que se le diese la oportunidad de ir a reparar la ciudad, y así lo hizo. Cuando Nehemías entendió que Dios le estaba abriendo las puertas, pudo estar tranquilo porque él sabía cual era el propósito que Dios tenía para él en ese lugar
En 2 Crónicas 16, encontramos la historia de Asa, rey de Judá que buscó a Dios durante gran parte de su vida, pero cuando estuvo enfermo, no le buscó sino que fue a donde estaban los médicos quienes no lo curaron (2 Crónicas 16:12). Un rey como Asa, que hizo reformas religiosas en Judá, no pudo buscar a Dios cuando su carne enfermó.
Necesitamos dejar de estar pensando en proyectos sin Dios, porque sencillamente no tendremos éxito.
El segundo punto de esta reflexión cristiana es el siguiente:
2. Sin Dios, estás trabajando en vano
Todo nuestro trabajo, empeño, fuerzas, recursos, al ser empleados en un proyecto en el cual Dios no está, sencillamente está destinado a perderse.
Por más que el proyecto tenga una noble causa, o sea de gran trascendencia, si ese proyecto no tiene la aprobación de Dios, está destinado a perderse la inversión que se hizo en él.
Sería sabio preguntarnos, si pensamos que nuestro trabajo es improductivo, o en vano, debido a que podría considerarse que ese proyecto no está del todo alineado a la voluntad de Dios, y que necesita un tiempo de oración e intimidad con nuestro Padre Celestial, para saber qué está mal, y qué está bien en nuestro proyecto
Hoy en día, trabajar en vano es un lujo que no podemos darnos. Imagínese las pérdidas que generan una construcción abandonada cuando ya se había construido en un 40%. Se hace necesario entender que nuestra vida es mucho más valiosa que cualquier proyecto, razón por la cual no debemos arriesgarnos a comenzar con algo que Dios no nos haya dicho.
La tercera y última enseñanza de esta reflexión cristiana es la siguiente:
3. Asegúrate de que Dios está metido en tus proyectos
Si queremos hacer la voluntad de Dios, necesitamos saber con certeza si Dios está metido en nuestro proyecto o no lo está. Debemos asegurarnos de que estamos obedeciendo a Dios, y estamos cumpliendo con todo lo que Él nos enseña en su palabra.
Moisés fue un caso bastante representativo sobre este punto. Moisés, luego de su vida en Egipto, y su vida con su suegro Jetro, Moisés fue nombrado por Dios para liberar a su pueblo del yugo egipcio; al hacerlo, tuvo que lidiar con la tarea más difícil: tratar con personas.
Cuando Moisés estaba en el desierto, en Éxodo 33:14-15, se nos narra una conversación entre Dios y Moisés. Dios le dice que su presencia irá con su pueblo, y les daría descanso; a lo que responde Moisés que, si la presencia de Dios no iba con él, era mejor no ir a ningún lado.
Necesitamos con urgencia la fe y el carácter de Moisés, para decirle a Dios que si el no va con nosotros, entonces nosotros no nos moveremos de aquí. Esa es una grandiosa forma de saber si contamos con el apoyo de Dios o no, porque sin el apoyo de Dios, no valdría la pena hacer nada.
Conclusión
Si de verdad queremos que el Creador del Universo se involucre en nuestros proyectos, necesitamos comprobar que no estamos comenzando sin Él. También podemos recordar que trabajar sin Dios, es una pérdida en todos los sentidos posibles.
Por último que nos cercioremos de que Dios está metido en nuestros proyectos, sin importar, si ese proyecto es un ministerio, una iglesia, un negocio, o cualquier organización. Asegurémonos que estamos haciendo la voluntad de Dios. Seamos drásticos cuando debamos ser duros y digamos que ¡Sin Dios, nada!
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.