Cuidado con el enojo
Prédica de Hoy: Cuidado con el enojo
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Mensajes Cristianos
Mensajes Cristianos Lectura Bíblica: Proverbios 14:17
Introducción
Las películas de Marvel Studios se han convertido en las películas más taquilleras de todos los tiempos debido a la gran cantidad de público que atraen a las salas de cine. Todo ello especialmente porque son un grupo de películas relacionadas entre sí, cuyo tema central son Los Vengadores.
Los Vengadores, son un grupo de súper héroes que tienen el principal objetivo de salvar el universo. Entre los personajes principales de estas películas de Marvel, se encuentra Hulk.
El personaje de Hulk, surge de un accidente sufrido por un científico llamado Bruce Banner, que debido a unos experimentos con radiación, sufre de una condición en la cual su cuerpo cambia de color, sus músculos y huesos crecen exageradamente, y su fuerza se amplifica de forma exponencial, debido a un factor que desencadena todos estos cambios: el enojo. El doctor Bruce Banner es una persona calmada, pero cuando no controla su enojo, se convierte en un ser monstruoso.
El problema que este personaje ficticio enfrenta con el enojo, me hizo reflexionar con respecto a lo que nosotros hacemos cuando nos enojamos. Por esta razón escribo esta reflexión cristiana titulada: “Cuidado con el enojo”.
I. El enojo
Para comenzar este mensaje cristiano, quisiera hablarles sobre Proverbios 14:17. Este versículo de la Biblia nos dice algo que es muy cierto acerca de la ira, porque dice que una persona que se enoja fácilmente hace locuras.
Sería conveniente, hacernos una autoevaluación, y preguntarnos ¿qué cosas desagradables e incorrectas hemos hecho estando enojados? ¿De qué palabras nos arrepentimos haber dicho cuando nos dejamos llevar por el enojo? ¿Qué decisión incorrecta tomamos en un momento de ira, que no hubiésemos tomado con otro estado anímico?
Seguramente, han sido varios los hechos de los cuales nos arrepentimos al habernos dejado llevar por el enojo en alguna situación. Quizás en nuestra casa, en el lugar donde estudiamos, o en nuestro sitio de trabajo, hemos perdido la dulzura de nuestro carácter, y ha salido el Hulk que llevamos dentro.
Cuando hablamos del enojo, o la ira, llegan ciertas interrogantes a nuestra mente como ¿Enojarse es pecado? ¿Está bien enojarse por una buena razón? ¿Cuánto tiempo puedo estar enojado?
Lo bueno de estas preguntas, es que encontramos sus respuestas en la Biblia, y precisamente sobre ellas trata esta reflexión cristiana.
Cuando estudiamos la Biblia, podemos entender que enojarse no es pecado. En Efesios 4:26 encontramos algo clave con respecto al enojo, donde el apóstol Pablo nos dice “airaos pero no pequéis.” Es decir, podemos enojarnos, el problema es controlar el enojo de forma tal que no pequemos.
Generalmente, cuando nos enojamos, actuamos según nuestros instintos, y es ahí donde el pecado sale a la luz. La ira puede hacer que ataquemos a las personas verbal, física y psicológicamente, y no tiene otro nombre que el de pecado..
II. El problema no es enojarse
El problema no es enojarse, el problema es cuando el enojo nos hace pecar. Si estudiamos la vida de Jesús, hubo un momento en el cual se enojó en el templo.
En Juan 2:13-17, se nos relata la historia de como Jesús echó fuera del templo a todas las personas que iban a vender animales para los sacrificios, volcó las mesas, sacó a los animales, y les recriminó a las personas que hacían eso que no hicieran de la casa de su Padre, una casa de mercado.
Muchos pueden estar pensando “Si Jesús, el Hijo de Dios, se enojaba, ¿cuánto más nosotros?”. La gran diferencia de Jesús con respecto a nosotros, es que Jesús se enojó pero no pecó.
No habría que pensar mucho para recordar cuantas veces dijimos algo hiriente, actuamos de mala fe en contra de alguien. O incluso llegamos a la violencia física, al estar enojados, y dejar que ese sentimiento se alojara en nuestro corazón.
Si pensamos detenidamente en este asunto, con las presiones del día a día y los problemas que enfrentamos, es muy difícil no enojarse de vez en cuando, el asunto es pensar en cuánto tiempo pasamos enojados, o cuánto tiempo dura el enojo en nuestro ser. En el mismo versículo de Efesios 4:26, también nos dice que “no se ponga el sol sobre vuestro enojo”.
En otras palabras, se nos da la advertencia de lo perjudicial que puede convertirse albergar enojo durante un lapso de tiempo debido a que puede darle lugar al diablo (Efesios 4:27). Cuando dejamos que el enojo tome terreno en nuestro corazón, inevitablemente lo lamentaremos en poco tiempo.
III. Enojarnos es nuestra debilidad
Cuando enojarnos es nuestra debilidad, corremos el riesgo de acostumbrarnos a nuestro carácter, y pensar “yo soy así”, cuando en realidad nuestro objetivo es ser como nuestro Señor Jesucristo, manso y humilde de corazón (Mateo 11:29). Sin querer, puede ser que hayamos hecho del enojo y la ira, un rasgo característico de nuestra conducta, hasta tal punto que nos enojamos por muchas cosas que no lo valen.
En la Biblia, encontramos el ejemplo de Jonás, como el de una persona que se enojó mucho por algo que no lo valía. La mayoría de los creyentes conoce la historia de Jonás, quien se enojó con Dios porque el pueblo al cual el mismo le predicó, se arrepintió. Parece algo totalmente ilógico que alguien pueda molestarse por ello, pero las personas que acostumbran a enojarse, se enojan por cualquier cosa.
Podemos leer en Jonás 4:4, que Dios le preguntó a Jonás: “¿Haces bien en enojarte tanto?”. Sin duda que es una pregunta que todos los que sufren de mal humor, pueden tomarse para si mismos cuando estén en esos momentos de ira.
Para concluir
Quisiera compartir otras preguntas que podemos hacernos nosotros mismos cuando la ira quiera dominarnos:
- ¿Vale la pena molestarse tanto por eso?
- ¿Tiene arreglo esa situación?
- ¿Ayuda a resolver la situación mi ira?
- ¿Mi estado anímico es de bendición para los que están en mi entorno?
Hacernos estas preguntas pueden ayudarnos a cuidarnos del enojo.
Enojarnos no es pecado
Recordemos que enojarnos no es pecado, pero si dejamos el enojo se apropie de nosotros, seguramente terminaremos pecando. Si nos enojamos fácilmente, terminaremos haciendo locuras, y no hacemos ningún bien en enojarnos en cada momento, y por cada situación.
Dejemos que el Espíritu Santo desarrolle en nosotros el dominio propio para controlar nuestras emociones, y nuestras reacciones ante las situaciones que normalmente nos producen enojo.
Seguramente, nuestras malas vivencias relacionadas con nuestra ira, irán disminuyendo a medida que colocamos nuestro carácter en manos de Dios, para que Él como el Buen Alfarero nos moldee a la imagen de su Hijo, Jesucristo.
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