Lecciones cristianas de la mujer de Lot

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Mensajes Cristianos Predica de Hoy: Lecciones cristianas de la mujer de Lot

Mensajes Cristianos Lectura Bíblica de Hoy: Génesis 19:26

Introducción

Queridas hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes una reflexión sobre la mujer de Lot, una figura bíblica que nos enseña valiosas lecciones. La historia de la mujer de Lot, aunque breve, es profundamente significativa y nos ofrece una advertencia que resuena a través de los siglos.

Como sabemos, la historia de la mujer de Lot se encuentra en Génesis 19:26, donde se nos dice: «Pero la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.» Este versículo, aunque breve, está lleno de significado. La mujer de Lot, cuyo nombre no se menciona en la Biblia, es recordada por su acto de desobediencia al mirar atrás mientras huía de la destrucción de Sodoma y Gomorra, a pesar de las instrucciones explícitas de los ángeles de no hacerlo (Génesis 19:17).

Este acto de mirar atrás no fue simplemente una mirada curiosa o casual. Fue un acto de desobediencia y, lo que es más importante, un reflejo de su corazón. Su corazón estaba atado a la vida que dejaba atrás en Sodoma, a pesar de su maldad y corrupción. Como Jesús nos advierte en Lucas 17:32, «Acordaos de la mujer de Lot.» Esta es una advertencia para nosotras hoy en día para no anhelar o aferrarnos a las cosas de este mundo, sino mantener nuestros ojos y corazones enfocados en Dios y en su reino.

La historia de la mujer de Lot nos recuerda la importancia de la obediencia a Dios, la necesidad de desapegarnos de las cosas de este mundo y las consecuencias de nuestras decisiones. Es una lección que todavía resuena hoy y que podemos aplicar en nuestras vidas. Examinemos ahora estos tres puntos.

I. La desobediencia de la mujer de Lot

La primera lección que podemos aprender de la mujer de Lot es sobre la desobediencia. A pesar de la advertencia explícita del ángel de no mirar atrás, ella desobedeció. Esta acción nos recuerda la importancia de la obediencia a Dios y a su palabra.

La desobediencia de la mujer de Lot no fue un acto sin importancia, sino que tuvo consecuencias graves. Su desobediencia resultó en su transformación en una estatua de sal, un recordatorio eterno de su acto de rebelión. Esta historia nos sirve como una advertencia de las consecuencias de la desobediencia a Dios.

La Biblia está llena de ejemplos de las bendiciones que vienen con la obediencia a Dios y las consecuencias de la desobediencia. Como se nos dice en Deuteronomio 28:1: «Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar, para poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te pondrá alto sobre todas las naciones de la tierra.» Este versículo nos muestra la bendición de la obediencia: la elevación y la bendición de Dios.

Por otro lado, la desobediencia a Dios puede llevar a la destrucción y la muerte. Romanos 6:23 nos dice: «Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.» La desobediencia, que es una forma de pecado, lleva a la muerte, mientras que la obediencia a Dios, a través de la fe en Jesucristo, lleva a la vida eterna.

Por lo tanto, la historia de la mujer de Lot nos sirve como un recordatorio de la importancia de la obediencia a Dios y las consecuencias de la desobediencia. Nos desafía a examinar nuestras propias vidas y a preguntarnos: ¿Estamos viviendo en obediencia a Dios y a Su palabra? ¿O estamos, como la mujer de Lot, desobedeciendo a Dios y sufriendo las consecuencias de nuestras acciones?

II. La mujer de Lot y el apego al mundo

La segunda lección que podemos aprender de la mujer de Lot es sobre el apego al mundo. Cuando los ángeles advirtieron a Lot y a su familia que huyeran de Sodoma y Gomorra y que no miraran atrás (Génesis 19:15-17), la mujer de Lot no pudo resistir la tentación de mirar atrás. ¿Por qué? Porque su corazón estaba en Sodoma. A pesar de su maldad y corrupción, ella estaba apegada a la vida que había dejado atrás.

Este apego al mundo es algo que todos debemos vigilar. Como dice 1 Juan 2:15: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.» Este versículo nos advierte contra el amor al mundo y las cosas del mundo. Cuando amamos el mundo, nuestro amor por Dios se ve comprometido.

Pero, ¿qué significa amar el mundo? No significa simplemente disfrutar de las cosas buenas que Dios ha creado. Amar el mundo significa amar las cosas pecaminosas y corruptas del mundo, las cosas que están en oposición a Dios y a Sus caminos. Significa poner nuestras esperanzas, nuestros deseos y nuestros corazones en las cosas de este mundo en lugar de en Dios.

La mujer de Lot nos muestra las consecuencias de este tipo de amor por el mundo. Su apego a Sodoma, a pesar de su maldad, la llevó a desobedecer la advertencia de Dios y a mirar atrás, lo que resultó en su muerte.

Por lo tanto, la historia de la mujer de Lot nos desafía a examinar nuestros propios corazones. ¿Estamos apegadas al mundo y a las cosas del mundo? ¿O nuestro amor está centrado en Dios y en su reino? Así que nunca nos olvidemos de lo que nos dice Colosenses 3:2 cuando leemos: «Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.» Es mi oración que este sea nuestro objetivo y nuestro deseo en todo momento.

III. Las consecuencias de nuestras acciones

Finalmente, la historia de la mujer de Lot nos enseña sobre las consecuencias de nuestras acciones. Su desobediencia y apego al mundo resultaron en su trágico final. Ella se convirtió en una estatua de sal, un recordatorio eterno de las consecuencias de la desobediencia a Dios y del apego al mundo.

Este es un tema recurrente en la Biblia, y del cual mi esposo a predicado en numerosas ocasiones: nuestras acciones tienen consecuencias. Como dice Gálatas 6:7: «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.» Hermanas, si sembramos desobediencia y amor por el mundo, como lo hizo la mujer de Lot, cosecharemos las consecuencias de esas acciones.

Pero la Biblia también nos ofrece esperanza y redención. Aunque nuestras acciones pueden tener consecuencias graves, Dios nos ofrece perdón y vida a través de Jesucristo. Como encontramos en Romanos 6:23: «Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.» A pesar de nuestras fallas y pecados, podemos recibir la vida eterna a través de la fe en Jesucristo (Juan 3:16).

La historia de la mujer de Lot es una advertencia para nosotras, pero también es un recordatorio de la gracia y la misericordia de Dios. Nos desafía a vivir en obediencia a Dios, a despegarnos del mundo y a recordar que nuestras acciones tienen consecuencias. Pero también nos recuerda que, a pesar de nuestras fallas, tenemos la esperanza de la vida eterna a través de Jesucristo.

Conclusión

Hermanas, es mi oración que este mensaje acerca de la historia de la mujer de Lot nos sirva de advertencia y enseñanza. Su vida y su final trágico nos recuerdan la importancia de la obediencia a Dios, la necesidad de desapegarnos del mundo y las consecuencias de nuestras acciones.

Obedezcamos a Dios, como nos exhorta Josué 22:5: «Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma.«

No nos aferremos al mundo, como nos advierte 1 Juan 2:17: «Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.» Recordemos que nuestras acciones tienen consecuencias. Así que oremos para que Dios nos dé la fuerza para vivir de acuerdo a Su voluntad. Como dice Filipenses 4:13: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.» Que esta sea nuestra oración y nuestro compromiso.

Finalmente, hermanas, les insto a que compartan estas lecciones con otras. Como nos recuerda Mateo 28:19-20: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.» Que podamos ser fieles en compartir la verdad de Dios con otros.

© Hilda T. Hernández. Todos los derechos reservados.

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