Lucha por lo que quieres

Lucha por lo que quieres

Mensajes Cristianos

Confiando en Dios Predica de Hoy: Lucha por lo que quieres: Un Mensaje de Fortaleza y Fe para Mujeres Cristianas

Mensajes Cristianos Lectura Bíblica: 2 Timoteo 4:7-8

Introducción:

Queridas hermanas en Cristo, me dirijo a ustedes hoy con un mensaje que resuena en mi corazón y que espero que también resuene en el suyo. Como esposa de un pastor, he tenido la bendición de compartir muchas experiencias y lecciones de vida con mujeres maravillosas como ustedes. Hoy, quiero hablarles sobre la lucha por lo que queremos, un tema que creo que todas podemos relacionar con nuestras vidas.

En nuestra caminar con Dios, a menudo nos encontramos con desafíos y obstáculos que parecen insuperables. Pero quiero recordarles hoy las palabras de 2 Timoteo 4:7-8, «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.«

Estos versículos nos recuerdan que nuestra lucha no es en vano. Aunque puede parecer difícil en el momento, cada batalla que enfrentamos nos acerca un paso más a la corona de justicia que Dios tiene reservada para nosotros. Así que, queridas hermanas, les animo a que sigan luchando, a que sigan corriendo la carrera, porque al final, la recompensa será grande.

En las próximas secciones, exploraremos más a fondo lo que significa luchar por lo que queremos desde una perspectiva cristiana, y cómo podemos aplicar estas lecciones en nuestras vidas diarias. Espero que este mensaje les brinde aliento y fortaleza en su caminata con Dios.

I. Pelea la Buena Batalla (vers. 7a)

Primero, quiero hablarles sobre la importancia de pelear la buena batalla. Esta frase nos recuerda que la vida cristiana no es un camino fácil, sino una batalla constante. Pero no es una batalla sin sentido, es una «buena batalla». Como mujeres de fe, estamos llamadas a luchar valientemente por lo que es correcto, por nuestra fe, y por aquellos a quienes amamos.

Siguiendo con nuestro tema, Efesios 6:10-18 nos recuerda que no estamos solas en esta batalla. «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.»

Esta armadura de Dios incluye la verdad, la justicia, la preparación del evangelio de la paz, la fe, la salvación y la palabra de Dios. Cada una de estas piezas es esencial en nuestra lucha diaria.

La verdad nos protege de las mentiras y engaños del enemigo. La justicia nos mantiene en el camino correcto, guiándonos en nuestras decisiones y acciones.

La preparación del evangelio de la paz nos recuerda que somos embajadoras de Cristo, llamadas a llevar su mensaje de amor y reconciliación al mundo.

La fe es nuestro escudo, protegiéndonos de los ataques del enemigo. La salvación es nuestro casco, una constante recordatorio de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Y la palabra de Dios es nuestra espada, una herramienta poderosa para la defensa y el ataque en nuestra lucha espiritual.

Por lo tanto, no solo estamos llamadas a luchar, sino que Dios nos ha equipado con todo lo que necesitamos para la batalla. ¿Estás utilizando toda la armadura de Dios en tu vida diaria? ¿Cómo puedes fortalecerte más en el Señor y en el poder de su fuerza?

II. Termina la Carrera (vers. 7b)

La vida también se describe aquí como una carrera, una que debemos terminar. No se trata solo de empezar bien, sino de perseverar hasta el final. A veces, la carrera puede ser larga y difícil, pero debemos recordar que no corremos solas. Dios nos acompaña en cada paso del camino.

Para expandir en este punto, podemos recurrir a Hebreos 12:1-3, que nos dice: «Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.«

Estos versículos nos recuerdan que no estamos solas en nuestra carrera. Tenemos una gran nube de testigos, aquellos que han corrido la carrera antes que nosotros y han demostrado que es posible terminarla. Además, no corremos sin dirección.

Nuestros ojos están puestos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Él es nuestro ejemplo supremo de alguien que corrió la carrera con paciencia, incluso hasta el punto de sufrir en la cruz.

Por lo tanto, aunque la carrera puede ser difícil, tenemos motivos para la esperanza y la perseverancia. No solo tenemos el ejemplo de Jesús, sino también la promesa de que Él está con nosotros en cada paso del camino. Así que, queridas hermanas, sigamos corriendo con paciencia la carrera que tenemos por delante.

III. Guarda la Fe (vers. 7c)

Finalmente, el verso concluye con «he guardado la fe«. Guardar la fe puede ser el desafío más grande de todos. En un mundo lleno de distracciones y tentaciones, mantener nuestra fe requiere determinación y resistencia.

Siguiendo con el tema de guardar la fe, 1 Corintios 16:13 nos dice: «Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos«. Esta es una exhortación a mantenernos vigilantes y firmes en nuestra fe.

No es suficiente simplemente tener fe, debemos esforzarnos activamente para mantenerla y fortalecerla. Esto puede implicar estudiar la palabra de Dios, orar regularmente, y buscar la comunión con otros creyentes. También puede implicar resistir las tentaciones y las pruebas que pueden intentar sacudir nuestra fe.

Además, este versículo nos llama a ser valientes y fuertes. La fe no es para los débiles de corazón. Requiere valentía para mantenerse firme en la fe en medio de las pruebas y las adversidades. Pero podemos tener confianza en que Dios nos dará la fuerza que necesitamos para mantenernos firmes. Por lo tanto, guardar la fe no es un acto pasivo, sino un esfuerzo activo y continuo.

IV. La recompensa de guardar la fe (vers. 8)

Llamado a santidad

Finalmente, la recompensa es grande. Pero, ¿qué significa esta corona de justicia? En Hebreos 12:1-2, se nos recuerda que debemos correr con paciencia la carrera que tenemos por delante, poniendo nuestros ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Esta corona de justicia no es un premio terrenal, sino una recompensa celestial que recibiremos de manos de Jesús mismo.

Esta corona es una promesa de Dios para aquellos que le aman y esperan Su venida. Es un recordatorio de que nuestras luchas y esfuerzos en esta vida no son en vano.

Aunque a veces pueda parecer que estamos luchando solas, no es así. Dios está con nosotras en cada paso del camino, dándonos la fuerza para seguir adelante.

Por lo tanto, queridas hermanas, les animo a que sigan luchando la buena batalla, terminen la carrera y guarden la fe. No importa lo difícil que pueda ser la batalla, no importa lo larga que pueda ser la carrera, no importa lo desafiante que pueda ser guardar la fe, recuerden siempre que la corona de justicia nos espera. Y esta corona no es solo para mí, o para algunas de nosotras, sino para todas las que amamos Su venida. Así que sigamos adelante, con la certeza de que nuestras luchas y esfuerzos serán recompensados por el Señor.

Conclusión

Hermanas, la vida cristiana es una batalla, una carrera y un acto de fe. Pero no estamos solas en esta lucha. Tenemos a Dios de nuestro lado, y Él nos ha equipado con todo lo que necesitamos para pelear la buena batalla, terminar la carrera y guardar la fe.

La vida puede ser difícil, y a veces puede parecer que estamos luchando solas. Pero recuerden siempre las palabras de 2 Timoteo 4:7-8. No importa lo difícil que pueda ser la batalla, no importa lo larga que pueda ser la carrera, no importa lo desafiante que pueda ser guardar la fe, la corona de justicia nos espera.

Así que, les animo a que sigan luchando, a que sigan corriendo la carrera, a que sigan guardando la fe. No se desanimen, no se rindan. Recuerden siempre que Dios está con ustedes, dándoles la fuerza que necesitan para seguir adelante.

Y recuerden también la promesa de la corona de justicia. Esta no es una recompensa terrenal, sino una recompensa celestial que recibiremos de manos de Jesús mismo. Así que sigamos adelante, con la certeza de que nuestras luchas y esfuerzos serán recompensados por el Señor.

Finalmente, les invito a reflexionar sobre estas palabras y a aplicarlas en sus vidas. ¿Cómo pueden pelear la buena batalla en su vida diaria? ¿Cómo pueden seguir corriendo la carrera, incluso cuando el camino se vuelve difícil? ¿Cómo pueden guardar la fe en medio de las pruebas y las tentaciones?

Que Dios les bendiga y les guíe en su caminar con Él. Y recuerden siempre, la corona de justicia nos espera. ¡Sigamos adelante, con fe y confianza en Dios!

© Hilda T. Hernández. Todos los derechos reservados.

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