Tenemos que librarnos del no
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Mensajes Cristianos Predica de Hoy: Tenemos que librarnos del no
Introducción
No raro encontramos en nuestras vidas dilemas complejos y tortuosos. A menudo, tropezamos en momentos de dubitación y nos vemos ante decisiones difíciles de tomar. Muchas veces nos quedamos paralizados por la incertidumbre de los desarrollos.
Cuando esto sucede, siempre nos preguntamos algo como: “¿Intentar o no intentar?” “¿Invertir o no invertir?” Consecuentemente, pronto pensamos: “Puede ser que nuestro intento logre éxito, pero también puede ser que no.” “Puede ser que nuestra inversión vaya bien, pero todavía puede ser que no.” Y así somos acometidos por un tipo de razonamiento estadístico que más estorba que ayuda.
El miedo que nos impide avanzar vive justamente en el “no” de nuestras dudas. Este “no” aparece cuando nos olvidamos de la palabra dicha por Pablo: “Pues Dios no nos ha dado espíritu del miedo, sino un espíritu de fuerza, de amor y de sobriedad.” (2 Timoteo 1:7). Llevando esto en consideración, el mensaje del Evangelio de Hoy advierte: ¡Tenemos que librarnos del “no”!
Librarnos del no
Ante la duda, recurrir a un consejo amistoso es una práctica común. Cuando preguntamos a alguien que confiamos lo que debemos hacer, no es inusual escuchar que “en el no ya estamos”, o aún que “el no ya tenemos”.
Este dicho popular sirve para estimular en nosotros la persistencia y el coraje. Esto está de acuerdo con la máxima de sabiduría atribuida a Salomón: “Porque el justo cae siete veces y se levanta, pero los impíos tropiezan en la desgracia” (Proverbios 24:16). Además, ayúdanos a recordar el mensaje enviado por Pablo a la Iglesia de Dios en Filipo: “Todo puedo en Jesucristo que me fortalece.” (Filipenses 4:13).
Incluso, este consejo aún indica que, en la peor hipótesis, quedamos donde antes ya estábamos. Es decir, si nuestro intento no logra, tan solamente regresamos al marco inicial de la propuesta.
Está implícito allí que no hay grandes perjuicios en intentar y no debemos temer el fracaso. Todavía, el mayor de todos los perjuicios está en el hecho de que, con esto, aún nos quedemos en el no.
¿Librarnos del no, cuál es el valor del no?
Contra la antigua ley farisea del perjurio y del cumplimiento de las promesas, Jesús enseñó: “Yo, sin embargo, digo a ustedes: no juréis en ninguna hipótesis; ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el estrado de Sus pies, ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del Gran Rey, ni jures por tu cabeza, porque tú no tienes el poder de hacer un solo pelo blanco o negro.” (Mateo 5:34-36).
Aparte la advertencia sobre la falsa promesa y la jura desleal, se encuentra en la directriz de Jesucristo un principio central de la verdad de Dios. Tenemos que decir la palabra por la verdad de la propia palabra y nunca por otra cosa que no ella.
Esta misma enseñanza de Jesús termina con la siguiente sentencia: “Sea vuestro sí, sí, y el vuestro no, no. Lo que pasa de esto viene del Maligno.” (Mateo 5:37). Ahora bien, ¿por qué Jesús dijo esto?
Más allá de la honestidad, Jesucristo apunta hasta el significado auténtico del sí y del no. La esfera del sí es siempre la propiedad de la afirmación revelada. El reino del no es el lugar de la denegación oculta.
Librarnos del maligno quien es el no
Cuando seguimos por el camino de la afirmación, estamos en coherencia con lo que es pronunciado en la Biblia: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad.” (Juan 17:17). Podríamos cuestionar: ¿cuál es la palabra que es también verdad? La respuesta a esto, la encontramos en el fragmento que afirma: “Si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad, y la verdad os liberará.” (Juan 8:32).
Ahora, si elegimos seguir por la calle de la negación, caemos en la desgracia de la cual habló Jesús: “Quien, sin embargo, negarme delante de los hombres, también lo negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” (Mateo 10:33). Este es todavía el sendero del mal. Por esto leemos: “¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Jesucristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.” (1 Juan 2:22).
El Maligno viene cuando tomamos por sí el no y por no el sí. Por ejemplo, como cuando decimos algo, pero lo juramos por otra cosa cualquier. Esto es negar la verdadera palabra de Jesucristo. Allí, incidimos en el no.
El maligno del no es la voluntad
El no es lo que hace quemar en el infierno. Todavía no porque tiene algo que ver con la mentira o con la falta de coraje, sino porque lo que quema no es específicamente el fuego, pero el no.
Si me quemo con la llama de una vela, la culpa no es del calor del fuego. Más bien, la razón de mi quemadura es el calor que no tengo yo. Lo que me hiere es el no, o sea, lo que no hay en mí, lo que me falta.
El motivo por la cual nos herimos es el mismo que nos pone a sufrir con el no de nuestras dudas. Somos llevados por la falta, esto es, por lo que no tenemos y queremos. Este es el movimiento de la voluntad y ahí está el Maligno.
El problema de la voluntad es que ella tiene como centro el yo. Por esto la Biblia dice: “Mi doctrina no es mía, pero de Aquel que me envió. Si alguien quiere cumplir su voluntad, reconocerás si mi doctrina es de Dios o si hablo por mí mismo.” (Juan 7:16-17). En este sentido, hay uno y solamente uno “no” cristiano, a saber: lo que niega el yo. Como dijo Jesús: “si alguien quiere venir conmigo, se niegue a sí mismo, toma su cruz y sígueme.” (Mateo 16:24). Este es el único no que si puede aceptar en la verdad de Jesucristo: el no-yo. Todos los otros, tenemos que librarnos.
Conclusión
Ante las dudas y dilemas de nuestras vidas, el no es lo que nos aleja de Dios. El riesgo fundamental del no es lo que llamamos la voluntad. Luego, solo sufrimos porque nos dejamos llevar por nuestro querer egoísta y no por la palabra de Jesucristo. Si quieres césar la ansiedad que hace sufrir, hace de su vida una afirmación y líbrese del no.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.
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