La vid y el labrador
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Prédica de Hoy: La vid y el labrador
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Juan 15:1-8
Introducción
En ocasiones Dios se mueve en nuestra vida de manera que nos causa dolor. Cuando confrontamos momentos difíciles o comenzamos a experimentar situaciones dolorosas, rara vez pensamos que es porque Dios está haciendo algo en nosotros.
Cuando comenzamos a experimentar momentos difíciles o comenzamos a atravesar situaciones dolorosas, in casi todo caso le echamos la culpa al diablo, y pensamos que son un ataque maligno que trata de destruirnos; sin embargo, como pronto verán, éste no siempre es el caso.
Digo que no es siempre al caso porque Dios en su infinita misericordia obra en nosotros de muchas diferentes maneras, y algo que nos puede causar dolor, en ocasiones es evidencia de que Dios se está manifestando en nosotros para purificarnos y santificarnos. ¿Cómo puede ser esto así? Pasemos ahora a la Palabra de Dios y veamos porque les digo esto.
Juan 15:1-8 – Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
La vid y el labrador
Para tener un mejor entendimiento del mensaje de hoy, será necesario que examinemos la labor del labrador en el viñero. La responsabilidad de un labrador en el viñero es de asegurarse que la viña se mantenga saludable para que así pueda dar mucho fruto.
El labrador se levanta temprano en la mañana, e inspecciona la viña. Si ve que existe una rama que está enferma o seca, su responsabilidad es de cortarla de la vid, para de ésta forma evitar que se eche a perder el resto del árbol. El labrador también es responsable de podar las ramas que contengan fruto, ya que esto las mantiene saludables para que puedan producir aun más fruto.
Esto es algo que se hace día por día hasta que llegue el tiempo de la siega, es decir el tiempo de recoger todo el fruto. Manteniendo ésta breve descripción de la labor del labrador, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.
Jesús hablo estas palabras poco antes de ser crucificado; Él estaba a punto de morir en manos de los hombres, rodeado de aquellos que estaban a punto de traicionarle. Fíjense bien como sucedió todo. Judas le entregaría en las manos de los hombres por unas monedas de plata.
Fíjense como esto queda bien declarado en Marcos 14:10-11 cuando leemos: “Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo. 11 Ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba oportunidad para entregarle.”
Todos los discípulos desertaron y huyeron Cuando Jesús fue arrestado por los soldados y alguaciles de los principales sacerdotes y los fariseos. Esto es algo que queda bien claro en Mateo 26:56 cuando leemos: “Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.”
Y por último, el líder de los discípulos, Pedro, le negaría tres veces maldiciendo. Esto es algo que queda bien claro en Mateo 26:73-74 cuando leemos: “Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 74 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo.” ¿Por qué les he dado ésta explicación?
Les he dado toda ésta explicación porque Cuando examinamos por lo que tuvo que pasar Jesús desde un punto de vista humano, no es difícil llegar a la conclusión que todas estas traiciones le causarían un gran dolor.
Él había escogido a los discípulos, Él había compartido con ellos en todo momento, les había enseñado, y ellos habían visto la gloria y poder de Dios revelada en muchas ocasiones, pero todos ellos sin falta le abandonarían en Su hora final. Así que sin duda alguna podemos concluir que Jesús no solo sufriría la muerte más dolorosa que el hombre ha inventado, sino que también sufrió un gran dolor en su corazón.
Pero ahora la pregunta que nos debemos hacer es: ¿fue todo esto un ataque del enemigo, o fue todo por obra del Padre? La respuesta es que todo fue por obra del Padre, y esto es evidente en la explicación que Jesús nos deja aquí en estos versículos en el día de hoy.
La vid y el labrador
La Palabra aquí nos dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador”. Jesús es nuestra vid, nosotros somos las ramas, y el Padre es el labrador que cuida con celo la viña para que siempre esté saludable y produzca buen fruto.
Ahora bien, detengámonos aquí por un breve momento y examinemos más de cerca la distinción que Jesús hace aquí acerca de los creyentes. El Señor aquí nos dice: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”. Pero ¿qué significa esto? Analicemos esto aquí en dos secciones.
La vid y el labrador – Primero. ¿Qué es el pámpano que no lleva frutos?
Simplemente puesto, el pámpano o rama que no lleva fruto representa a todo aquel que profesa ser cristiano pero que solamente es cristiano de labios y nada más. Muchos de los que profesan ser cristianos, piensan que son cristianos porque se memorizan algunos versículos, o porque traen invitados a la iglesia, o porque pueden mantener una apariencia de santidad, pero la realidad es que ser cristiano es mucho más de eso.
Ser un cristiano genuino es mucho más de eso por dos razones. Número uno; todos nosotros somos capaces de aparentar ser de cierta manera; es decir podemos engañar a muchos. Pero la realidad es que a Dios no lo podemos engañar.
Esto es algo que queda bien reflejado en Gálatas 6:7 cuando leemos: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Número dos; no existe nada secreto o escondido que tarde o temprano no sea descubierto. Esto es algo que queda bien claro en la las palabras del Señor en Lucas 12:2 cuando leemos: “Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.»
Así que no se puede decir que somos cristianos al no ser que un cambio drástico suceda en nuestra vida. Pero les advierto desde ahora que cuando esto sucede, pronto seremos etiquetados como fanáticos religiosos. Para realmente ser cristiano, un cambio drástico tiene que suceder en nuestra vida. Digo esto porque cristiano genuino, una persona que verdaderamente ha experimentado un encuentro con Jesucristo es una persona completamente cambiada.
Una persona que ha hecho un compromiso genuino con Dios es una rama de la vid que no deja de llevar frutos. Pero, ¿qué es el fruto? El fruto de todo creyente genuino es nuestro testimonio. El fruto de todo creyente genuino es de la manera que nos comportamos y actuamos.
El fruto de un Cristiano genuino es tener la fortaleza para decir NO Cuando a nosotros lleguen las tentaciones. El fruto de un Cristiano genuino es el permitir que la gloria, misericordia y poder de Dios sea reflejado en todo lo que hacemos. El fruto de un cristiano genuino es cumplir con la misión que el Señor nos ha encargado.
El fruto de un Cristiano genuino es servir de luz en éste mundo de tinieblas. Pero nada de esto le es posible a una persona que solo profesa ser cristiano. Para que estas cosas sean posibles, para que podamos llevar frutos, tiene que existir un compromiso genuino con Dios. De no tener un compromiso genuino, de no mantenernos en comunicación con Dios constante, entonces sepamos que: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará”.
La vid y el labrador – Segundo.
Como les dije al inicio, existen muchas personas que no entienden por qué existen ocasiones por las que atravesamos que nos producen dolor.
Existen muchos creyentes genuinos; en otras palabras, existen muchos creyentes que dan buenos frutos pero que no comprenden porque les toca sufrir por una situación o situaciones. Si has encontrado que esto te ha pasado a ti, te digo en el día de hoy que el dolor por el que estás pasando o has pasado no es necesariamente porque tu vida está siendo atacada por los poderes de las tinieblas.
Si al examinar tu vida encuentras que has hecho un compromiso genuino con Dios y que le eres fiel, entonces regocíjate en medio del dolor. Regocíjate porque Dios esta haciendo en ti algo mayor. ¿Cómo así pastor? La respuesta la encontramos aquí cuando leemos: “y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.”
Como les dije al inicio, la obra del labrador es cuidar y mantener la viña. Dentro de ésta responsabilidad cae la tarea de cortar toda rama que no está dando fruto, y podar aquellas ramas que dan frutos para que se fortalezcan y den aun mejor fruto. Las ramas fructuosas no son cortadas, son podadas para promover mayor crecimiento y productividad.
Deseo que nos fijemos en un aspecto aquí que es de suma importancia; éste aspecto es el hecho de que el Señor nos dice que todos necesitamos ser limpiados. Todos sin excepción de uno necesitamos que Dios ponga Su mano en nuestra vida, y que pode de nosotros esas cosas que nos detienen. Fíjense bien como nos dice el Señor aquí cuando leemos: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.”
Con esto aquí Jesucristo nos deja saber que una vez que le aceptamos como nuestro Rey y Salvador, que una vez que permitimos que Su palabra penetre en nuestro corazón, Él nos redime, Él nos justifica, Él nos limpia, pero que el proceso de ser un cristiano genuino no se detiene ahí.
Recordemos que el labrador de una viña no solamente siembra la semilla; el labrador de una viña tiene que siempre estar revisando y dando un mantenimiento a la viña si desea la viña sea fructuosa. Nuestro Padre celestial en su infinita gracia y misericordia es igual.
Día tras día Él cuida de nosotros; día tras día Dios obra en nuestra vida, y va podando de nosotros esas cosas que detienen nuestro crecimiento, va podando esas cosas que nos sirven de piedra de tropiezo y corrompen nuestro testimonio. Pero esto es algo que en ocasiones nos puede causar dolor.
Digo esto porque la realidad de todo es que no es fácil perder a una amistad de muchos años; no es fácil ser repudiado por nuestros familiares; no es fácil ser repudiado por nuestros hijos; no es fácil soportar burlas y palabras ofensivas, y todo por el simple echo que ahora seguimos a Jesús.
Nada de esto es fácil, y todo es doloroso, pero recordemos que Jesús sufrió mucho más que todo esto en la cruz por ti y por mí. Pero sé que siempre nos preguntamos: ¿cómo podemos soportar todo esto? ¿Cómo podemos pasar por estas dolencias sin que nuestra fe sea afectada?
La vid y el labrador permanecer en Cristo
Para poder soportar los dolores y continuar llevando frutos existe una condición que tenemos que cumplir. La palabra aquí nos dice: «Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.«
Aquí el Señor nos dice exactamente lo que tenemos que hacer para que podamos atravesar por cualquier problema o situación y que continuemos llevando frutos. Él nos dice: “Permaneced en mí.”
Lo precioso de permanecer en Cristo es que Él nos enseña el camino que debemos tomar. Fíjense bien como esto es algo que queda bien reflejado en Mateo 7:13 Cuando Él nos dice: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella.”
Cuando hacemos un compromiso con Dios, Él nos da la visión que debemos seguir. Esto es una parte muy importante de nuestra vida Cristiana; y es por eso que la visión que Dios nos da y el camino que Él nos muestra, nunca debe ser comprometido por nada ni nadie. No podemos dejar que nada nos aparte de los caminos de Dios.
No podemos permitir que las oposiciones nos desvíen de conocer a Cristo íntimamente. Recordemos siempre que la comunión con Cristo es la fuente de todo fruto, y aparte de ésta comunión no podremos hacer nada. Una vida de fe en el Hijo de Dios es sin comparación la vida más excelente que un ser humano puede conducir.
Pero si no estamos en comunión con Cristo, entonces poco a poco, tal como las ramas enfermas en la viña, dejaremos de llevar frutos, y nos secaremos hasta el punto que seremos disciplinados fuertemente por Dios, o seremos cortados de la viña por completo.
Para concluir
Examinemos nuestra vida y reflexionemos en nuestra condición. Preguntémonos, ¿estamos llevando frutos? ¿Gozamos de una comunión genuina con Dios?
Si encontramos que nuestra respuesta ha sido NO a ambas o una de estas preguntas, entonces reconozcamos que estamos enfermos espiritualmente o quizás hemos quedados secos.
Si encontramos que éste es el caso, entonces pidámosle a Dios que ponga su mano en nuestra vida; pidámosle a Dios que pode de nuestra vida todo lo que detiene nuestro crecimiento. Pidámosle a Dios que nos pode con Su palabra.
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