¿Traicionamos a Jesús?
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Prédica de Hoy: ¿Traicionamos a Jesús?
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Mateo 26:14-16
Introducción
Si se acuerdan, la semana pasada toque brevemente el punto de las traiciones que Jesús sufrió durante sus últimas horas aquí en la tierra. El problema que existe es que esas mismas traiciones que hirieron el corazón de Jesús en ese momento, continúan sucediendo hoy en día.
Es por ésta razón que hoy estaremos estudiando la motivación y las acciones de los discípulos durante éstas ultimas horas; haremos esto porque en las acciones de estos hombres encontraremos revelado tres diferentes razones por las que muchos traicionan a Jesús hoy en día. Pasemos ahora a la Palabra de Dios, y hagamos un estudio cronológico de lo que sucedió poco antes de la crucifixión de nuestro Señor.
Mateo 26:14-16– Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, 15 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. 16 Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.
Cuando tomamos el tiempo de analizar la vida de éste discípulo con detalle, pronto encontraremos que no existe mucha diferencia entre como él comenzó siguiendo a Jesús, y como nosotros hemos comenzado a seguir al Señor. Digo esto porque Judas comenzó a seguir al Señor con muy buenas intenciones y de todo corazón. Ésta entrega total al Señor le condujo a que tuviese grandes privilegios.
Entre estos privilegios tenemos el hecho de que él pudo escuchar las enseñanzas de Jesús directamente, y que él fue testigo de los milagros que el Señor hizo. Pero no obstante todo esto, algo grave sucedió en la vida de Judas, y algo grave sucede en la vida de muchos creyentes.
Judas traiciono a Jesús por amor al dinero
Lo grave es que Judas traiciono a Jesús por amor al dinero. Judas traiciono a Jesús porque lo que le motivaba eran las cosas no duraderas, lo que motivaba a Judas era el dinero.
Fíjense bien como esto es algo que queda bien reflejado en Juan 12:4-6 cuando leemos: “Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: 5 ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.” Lo grave de todo esto es que hoy en día existe un buen número de creyentes que traicionan al Señor de la misma manera.
Y es por esa misma razón que en 1 Timoteo 6:10 encontramos una gran advertencia acerca de esto cuando leemos: “…porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”
La Biblia en Lenguaje Sencillo traduce éste versículo de ésta forma: “Porque todos los males comienzan cuando sólo se piensa en el dinero. Por el deseo de amontonarlo, muchos se olvidaron de obedecer a Dios, y acabaron por tener muchos problemas y sufrimientos.”
Ahora bien, deseo detenerme aquí y hacer una aclaración. Con lo que les he dicho no he implicado que el deseo de prosperar económicamente sea algo malo, o algo que traicione al Señor.
Con lo que les he dicho no he implicado que ser rico es algo malo, o que traicione al Señor. También quiero que quede extremadamente claro que con lo que les he dicho no estoy hablando acerca de las ofrendas, ya que Dios no necesita el dinero; Dios no mide lo que Él hace y está haciendo en la vida de un creyente basado en la cifra que puedas ofrendar.
Pero lo que si les estoy diciendo es que cuando cambiamos el privilegio que Él nos ha proporcionado de tener un lugar donde nos podemos reunir para juntos alabar y bendecir Su santo nombre, por ganar unos dólares más, entonces si estamos traicionando a Jesús. Lo que sucede con muchos es que no saben apreciar lo que Dios ha hecho en su vida, y solo le son fieles cuando tienen una gran necesidad.
Mientras todo marche bien se olvidan de Dios; mientras todo marche bien se olvidan de perseverar en la santidad; mientras todo marche bien ignoran lo que han aprendido; mientras todo marche bien desatienden su vida espiritual; pero cuando llegan las dificultades, todos corren a la iglesia en busca de ayuda. En otras palabras, cuando todo marcha bien vendemos al Señor por unas monedas de plata. Ahora pregunto: ¿qué valor le darás tú a Jesús?
¿Traicionaras Su Palabra por unos dólares más?
En Lucas 22:3 encontramos que se nos dice: “Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce.” ¿No es así como opera nuestro enemigo en nuestra vida?
¿Si Satanás pudo tentar triunfantemente a uno de los que habían presenciado las obras de Jesús, y había escuchado directamente de Él Palabra de Dios, no podrán los poderes de las tinieblas tentarnos a nosotros? Claro está en que si, y usará nuestro apetito por las cosas material para tratar de seducirnos a traicionar a Dios. Dile a la persona que tienes a tu lado: ¡cuidado!
Continuando con nuestro estudio pasemos ahora a la segunda traición; examinemos ahora lo que sucedió en el monte de Getsemaní. En Marcos 14:33-38 encontramos que se nos dice: “…Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. 34 Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. 35 Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. 36 Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. 37 Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? 38 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”
Aquí vemos que Jesús solo pidió una cosa de ellos, Él solo pidió que se mantuvieran alerta en oración. Quiero que notemos muy bien que Jesús no les pidió que ellos le protegiesen; Jesús no les pidió que ellos detuvieran a los que venían a arrestarlo; no se lo pidió porque eso no era lo que Él necesitaba. Lo que Jesús pidió y necesitaba de ellos era que entrasen en comunión con Dios para que fuesen fortalecidos y pudieran rechazar la tentación que pronto llegaría a ellos.
¿Qué tentación estaba a punto de llegar a ellos?
Ellos estaban a punto de ser tentados a actuar violentamente; en otras palabras estaban a punto de ser tentados a actuar de manera contraria a todo lo que ellos habían aprendido. Y debido a que no se mantuvieron alerta en comunión con Dios, cuando la tentación surgió, ellos cedieron a ella.
Fíjense bien como todo esto que les he dicho es algo que queda bien claro en Mateo 26:51-53 cuando leemos: “Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. 52 Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. 53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?” Dile a la persona que tienes a tu lado, Jesús no pidió protección, Él pidió oración.
Una gran realidad acerca del ser humano es que todos tenemos ambiciones o deseos que buscamos satisfacer. Les puedo decir que no existe nada malo en tener ambiciones o deseos, pero si existe un gran peligro cuando permitimos que nuestras ambiciones o deseos interrumpan nuestro servicio y devoción a Dios. Y es por eso que el Señor nos dice aquí: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”
Yo sé que cuando hacemos un compromiso genuino con Dios, nuestro espíritu siempre está dispuesto a agradar a Dios; pero también sé que la carne es débil, y que si NO nos mantenemos alerta en oración, no le será muy difícil al enemigo alejarnos de la voluntad de Dios.
Fíjense bien como esto es algo que queda bien reflejado en Marcos 4:19 cuando el Señor nos dice: “…pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.”
Permítanme exponerles unos ejemplos de lo que significa “el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” ¿Cuántos aquí han sentido tristeza al ver que en ocasiones la congregación está casi vacía? Esto es un ejemplo de cómo nuestro espíritu está dispuesto.
Sin embargo, ¿cuántos han dicho: hoy no voy a la iglesia porque tengo muchas cosas que hacer? ¿Cuántos han dicho: yo no puedo hablarle a nadie de Dios porque yo no sé suficiente? ¿Cuántos han dicho: hoy no voy a la iglesia porque estoy muy cansado? Estos son ejemplos de la debilidad de nuestra carne. Ahora debemos preguntarnos: ¿por qué suceden estas cosas?
¿Por qué en ocasiones somos dominados por la carne?
La razón es porque hemos desatendido nuestra vida de devoción y oración. En otras palabras hemos dejado de velar y orar como el Señor nos ha llamado a hacer.
No podemos permitir que nuestra vida de oración y servicio a Dios sean interrumpido, porque de permitir esto, eventualmente nos dejaremos guiar más por la carne que por el Espíritu Santo que ahora mora en nosotros. Así que de la tercera manera que traicionamos a Jesús, es cuando desatendemos nuestra vida de devoción y servicio a Dios, y cedemos a los deseos de la carne.
Continuando con nuestro estudio pasemos ahora a la tercera traición; examinemos ahora lo que sucedió con Pedro. En Mateo 26:73-74 encontramos que se nos dice: “Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 74 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo.” ¿Qué causo que Pedro actuara de está manera?
Lo que causó que Pedro actuara de está manera es lo mismo que causa que muchos de nosotros actuemos igual. Lo que causó que Pedro actuara de está manera fue el temor y la intimidación. Y quiero que notemos muy bien que estamos hablando acerca de un hombre que servía al Señor fielmente, y que estaba dispuesto a morir por Él.
Fíjense bien lo que encontramos en Mateo 26:35 cuando leemos: “Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.” Sin embargo, cuando llego el momento de la verdad, Pedro traiciono a Jesús negándole.
El temor y la intimidación son armas poderosas usadas por nuestro enemigo, las cuales en ocasiones nos conducen a traicionar nuestra fe. En otras palabras nos conducen a actuar de manera irracional.
Fíjense bien en lo que sucedió con uno de los que seguía al Señor en Getsemaní cuando el Señor fue arrestado como encontramos en Marcos 14:51-52 cuando leemos: “Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron; 52 mas él, dejando la sábana, huyó desnudo.”
El temor
El temor de lo que le podría suceder causo que éste joven huyera desnudo. Aunque los discípulos habían dicho que morirían por el Señor, el temor que ellos sintieron causo que huyeran.
El temor es lo que destruye y detiene las bendiciones de Dios para su pueblo. El temor a las cosas del mundo es lo que nos aleja de la presencia de Dios. No sé a cuantos le ha pasado esto, pero les voy a contar algo que a mí me pasaba cuando era nuevo en el evangelio.
En muchas ocasiones me encontraba en reuniones familiares, reuniones sociales, y hasta en reuniones en iglesias cuando se hacían cosas que yo, como creyente, sabia que desagradaban a Dios; no solo esto sino que eran cosas que iban en contra de mis propios valores y principios. ¿Qué hacía yo?
Yo simplemente me mantenía callado y pretendía entender y compartir. ¿Por qué hacia esto? La razón es porque el temor a lo que dijeran o pensaran de mi me tenía paralizado. El temor y la intimidación a lo que se pudiese pensar o decir de mi me mantenían prisionero al mundo.
Y éste mismo temor es el que detiene que muchos actúen de la manera que Dios espera y desea que actuemos. El temor de lo que se pueda pensar o decir de nosotros causa que neguemos a Jesús con nuestras acciones. El temor de lo que se pueda pensar o decir de nosotros causa que traicionemos nuestra fe, y nos conduce a huir desnudos sin la protección de Dios.
Para concluir.
Hoy hemos explorado solamente tres maneras de traicionar a Jesús. Hoy hemos visto que somos culpables de traición cuando cambiamos las bendiciones y el privilegio que Él nos ha dado por el dinero, tal como hizo Judas.
Y esto es algo que no solo se limita al creyente, sino que también incluye a todos esos supuestos líderes de Dios que se pasan la vida saqueando los bolsillos de los creyentes. Pero escuchen bien porque el Señor te dice hoy: “…Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” (Mateo 21:13).
Hoy hemos visto que somos culpables de traición cuando desatendemos nuestra vida de oración, y nos dejamos dominar por la carne. Hoy hemos visto que somos culpables de traición cuando dejamos de congregarnos para juntos y en armonía rendirle a Dios nuestra adoración y devoción.
Tenemos 168 horas a la semana; ¿es mucho pedir que le dediquemos dos horas al que entregó todo por ti y por mí? Hoy hemos visto que somos culpables de traición cuando permitimos que el temor nos domine para que no testifiquemos de la gloria, poder, misericordia, y majestad de Dios.
Nunca nos olvidemos de lo que el Señor nos dice en Marcos 14:21 cuando leemos: “A la verdad, el Hijo del hombre se irá tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.” (NVI).
Preguntémonos ahora: ¿hemos traicionado nosotros a Jesús?
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