No mirando atrás

No mirando atrás

Prédica de Hoy: No mirando atrás

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Génesis 19:15–26

Introducción

La realidad de todo es que el campo principal de batalla en la guerra espiritual es nuestra mente. Digo esto porque al igual que todos aquí, yo sé lo difícil que es controlar nuestros pensamientos y emociones. Y es por eso que en ciertas ocasiones permitimos que nuestros pensamientos y emociones dicten de la manera que nos comportamos y como procedemos, y una vez que esto sucede, en casi toda ocasión le faltamos a Dios. ¿Cómo le faltamos a Dios?

Le faltamos a Dios cuando cedemos al pecado. Ahora pregunto: ¿qué dirían ustedes que es la mayor razón por la que los creyentes caen nuevamente en una vida de pecado?

Una pregunta bastante interesante, ¿verdad? Para encontrar la respuesta a nuestra pregunta, hoy estaremos explorando un acontecimiento histórico; hoy vamos a explorar lo que sucedió en Sodoma y Gomorra.

Estaremos explorando éste evento en particular porque en él encontraremos la razón principal por la que muchos en vez de avanzar hacia el nuevo futuro que Dios le ha proporcionado, retroceden a la condición espiritual de la que fueron liberados. Pasemos ahora a la Palabra de Dios.

La mujer de Lot mirando atrás

No creo que exista una persona en éste lugar que no conozca acerca de éste acontecimiento histórico; estoy seguro que todos aquí estamos familiarizados con lo que sucedió en Sodoma y Gomorra. Pero ahora pregunto: ¿Cuántos han tomado el tiempo de meditar en éste evento, y lo han usado para evaluar la condición espiritual de muchos en éste mundo?

Lo más obvio acerca de Sodoma y Gomorra es que ambas ciudades estaban completamente entregadas al pecado, y que las oraciones de los justos habían alcanzado los oídos de Dios y que ellos ahora experimentarían Su ira y justicia.

Pero les digo que éste evento histórico es una buena reflexión de lo que sucedió en nuestra vida una vez que aceptamos a Jesucristo como nuestro Rey y Salvador. Examinemos lo que sucedió aquí con más detalle para que puedan entender bien lo que les digo.

Salgan de la ciudad no mirando atrás

Lo primero que encontramos aquí es que los ángeles del Señor le urgían a Lot y a su familia que salieran de la ciudad. Ellos le urgían porque la ira de Dios pronto descendería en ambas ciudades. Ahora detengámonos aquí por un breve momento para analizar una palabra clave usada en ésta porción de las escrituras.

Quiero que examinemos la definición de la palabra: “ángel”. Normalmente cuando las personas hablan de los ángeles, lo primero que viene a la mente de muchos son los Querubines, Serafines, Arcángeles, y todo los demás ángeles que habitan en el cielo con Dios. Sin embargo, aunque la palabra “ángel” puede ser, y es usada para describir los seres celestiales, ésta palabra también puede ser usada para describir un mensajero de Dios. Digo esto porque la palabra “ángel” origina de la palabra Griega “aggello» [1], y su traducción literal es un mensajero de Dios.

Así que, cuando usamos la traducción literal de ésta palabra, podemos decir confiadamente que un ángel no es solamente un ser celestial; un ángel también es un mensajero de Dios, y esto nos provee una nueva revelación acerca del contenido de éste evento. ¿Qué nueva revelación recibimos?

La nueva revelación que recibimos es que cuando llevamos a otros el mensaje de salvación, en realidad estamos actuando como un ángel del Señor. ¿Cómo puede ser eso posible? Permítanme aclarar ésta porción de la predica usando el libro de Apocalipsis.

Cuando leemos el libro de Apocalipsis, y estudiamos las cartas que el Señor le escribió a las iglesias, pronto encontramos que todas comienzan con: “Escribe al ángel de la iglesia…» ¿Qué quiere decir esto? ¿Quiere decir esto que el Señor había puesto a cargo de las iglesias a seres celestiales? La respuesta es ¡NO!

Estas cartas no estaban dirigidas a seres celestiales; estas cartas estaban dirigidas a los pastores, ministros, diáconos, y a todos aquellos que proclamaban la Palabra de Dios. ¿Por qué he tomado el tiempo de examinar todo esto con tanto detalle?

No mirando atrás huimos de nuestro Sodoma y Gomorra

La razón por lo que lo hice es porque deseo que todos estemos muy conscientes del hecho de que la única razón por la que nosotros huimos de nuestro Sodoma y Gomorra, en otras palabras de una vida entregada al pecado, fue porque al igual que sucedió con Lot, un mensajero de Dios nos trajo Su Palabra. Un mensajero de Dios nos habló de la gracia, misericordia, y amor de Dios; un mensajero de Dios nos habló acerca del perfecto sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario.

Dios uso a uno de Sus mensajeros para invitarnos a la iglesia; Dios usó a uno de Sus mensajeros para proveernos el llamado a aceptar a Jesucristo como nuestro Rey y Salvador. Dios uso a uno de Sus mensajeros para urgirnos a abandonar esa vida de pecado que una vez conducíamos.

Dios uso a uno de Sus mensajeros para advertirnos que la paga del pecado es muerte. Para evitar que nuestra alma se perdiese para siempre en las tinieblas, Dios uso a uno de Sus mensajeros a decirnos lo que encontramos en Hechos 4:11-12 cuando leemos: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Dile a la persona que tienes a tu lado: somos mensajeros de Dios.

Escapa por tu vida no mirando atrás

Continuando con nuestro estudio deseo que examinemos con más detalle lo que los ángeles le dijeron a Lot. Quiero que prestemos atención a éste detalle porque los ángeles no solo le urgieron a que abandonase la ciudad; los ángeles le dieron instrucciones especificas. Dile a la persona que tienes a tu lado: hay instrucciones específicas a seguir.

Fíjense bien en lo que ellos le dijeron: “Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura.” En ésta instrucción específica reside la respuesta a nuestra pregunta inicial.

En ésta instrucción específica encontramos la razón por la que muchos no proceden hacia el futuro que Dios le ha proporcionado, y regresan al lugar de perdición de donde Dios le había liberado.  ¿Qué quiero decir con esto?

Como todos sabemos el principio básico de nuestra fe es que una vez que aceptamos a Jesucristo como nuestro Rey y Salvador, Él hace morada en nosotros y los poderes de las tinieblas ya no tienen autoridad en nuestra vida. Los poderes del enemigo no tienen autoridad en nuestra vida porque no existe poder, y nunca existirá un poder superior al poder del Señor.

Esto es algo que queda extremadamente claro en Filipenses 2:9-11 cuando leemos: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”

El problema para muchos comienza a surgir cuando dejan de valorar o darle el merito que merece éste bello regalo, y comienzan a desatender o ignorar el nuevo llamado a perseverar en una vida de santidad y devoción a Dios.

¿Cómo desatiende o ignora el creyente el nuevo llamado?

La realidad es que existen numerosas formas en la que comenzamos a desatender o a ignorar nuestro llamado; sin embargo, yo diría que el más común es cuando nos detenemos en las llanuras de las pruebas y tribulaciones, y comenzamos a mirar hacia atrás.

Nos detenemos en las llanuras de las pruebas y tribulaciones y dejamos de escuchar la Palabra de Dios, y comenzamos a enfocar nuestra atención en las cosas que una vez hacíamos que quizás produjeron un placer o gozo temporal. Pero una vez que comenzamos a caminar por éste camino, inevitablemente caeremos.

Pensemos en esto por un breve momento para determinar si lo que les digo tiene sentido o no. ¿Qué distancia creen que puedan caminar hacia delante mientras miran hacia atrás? ¿Qué distancia creen ustedes que puedan caminar cruzando una intersección bien ocupada mientras que su atención está enfocada en lo que tiene atrás?

La verdad de todo es que quizás podremos dar algunos pasos, pero si continuamos mirando hacia atrás pronto o temprano tropezaremos y caeremos, o peor aun, seremos atropellados por un camión.

La realidad de todo es que en éste mundo existen numerosas cosas que pueden causar una muralla divisora entre nosotros y Dios, y nos sería imposible citarlas todas; sin embargo, todas si pueden ser sumadas en una palabra; esa palabra es: pecado.

Lo que muchos necesitan entender completamente es que cuando quitamos nuestra atención del camino que Dios nos ha enseñado, cuando quitamos nuestra atención del Señor para enfocarnos o concentrarnos en las cosas de éste mundo, en hecho hemos interrumpido nuestra relación con Dios.

En otras palabras, hemos menospreciado la obra del Señor en la cruz del Calvario. Cuando no nos mantenemos alertas a la Palabra de Dios, cuando no buscamos fortalecer nuestra fe y comenzamos a mirar hacia atrás, entonces tarde o temprano los poderes de las tinieblas tomaran nuevamente potestad en nuestra vida, solo que ahora el ataque será mucho peor.

Fíjense bien como esto es algo que el Señor nos deja muy claro en Mateo 12:43-45 cuando leemos: “cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. 44 Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada.   45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.” Dile a la persona que tienes a tu lado: ¡atiende!

Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego

Continuando con nuestro estudio leemos: “Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; 25 y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra.” En éste instante Dios hizo llover fuego del cielo; en otras palabras Dios destruyo la obra del enemigo con un fuego consumidor. Y deseo que prestemos mucha atención a la palabra “fuego” usada aquí.

Quiero que prestemos mucha atención a ésta palabra porque a través de la Biblia podemos encontrar que Dios siempre ha usado el fuego. Por ejemplo; cuando Dios libero a la nación de Israel de la esclavitud a Egipto, Dios uso la columna de fuego para guiarles por el desierto.

También encontramos que Dios se presento a Su pueblo como fuego consumidor, y que uso el fuego para demostrar Su santidad y gloria. Y en éste instante vemos que Dios usó el fuego para manifestar su ira.

Esto son solamente algunos ejemplos de cómo Dios se ha manifestado a través del fuego, pero ahora debemos preguntarnos: ¿por qué el fuego? Para contestar esa pregunta debemos examinar brevemente lo que hace el fuego. ¿Qué hace el fuego?

El fuego purifica, el fuego limpia, y el fuego elimina toda impureza.

En el caso de Lot, Dios destruyó la obra del enemigo con fuego, y en nuestro caso Él ha eliminado la obra de nuestro enemigo con un fuego aun más potente. Dios destruyó la obra del enemigo de nuestra vida con el fuego del Espíritu Santo. Estamos hablando del fuego consumidor que habita en nosotros que destruye todo lo que desagrada a Dios.

Cuando tomamos el tiempo de meditar en la Palabra de Dios encontramos que en Éxodo 19:16-18 Dios confirmo las leyes del Antiguo Testamento con fuego, y que en el día de Pentecostés, Él confirmó Su promesa a nosotros con fuego también.

Sin embargo, aunque Dios confirmó Su promesa a nosotros en el día de Pentecostés con fuego, Él lo hizo de manera muy diferente de cómo lo había hecho en el pasado. Digo que Dios lo hizo de manera completamente diferente porque en el Monte de Sinaí el fuego descendió solamente sobre un lugar, pero en el día de Pentecostés, el fuego de Dios descendió sobre todo creyente fiel. ¿Por qué les he hecho ésta distinción?

Les he hecho ésta distinción porque quiero que todos estemos muy conscientes del hecho de que el fuego consumidor de Dios está al alcance de todos. El fuego del Espíritu Santo está presente para quemar y completamente destruir las obras del diablo en nuestra vida.

Pero debemos tener mucho cuidado de no parar en las llanuras de la depresión, tentación, y duda. Nunca podemos detenernos como hizo la mujer de Lot, porque existe un gran peligro en mirar hacia atrás. La mujer de Lot no obedeció la Palabra de Dios y sufrió una grave consecuencia.

Fíjense bien en lo que sucedió: “Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.” Esto es exactamente lo que le sucede a la mayoría de creyentes cuando dejan de prestar atención a la Palabra de Dios, y regresan a vivir en el mundo; se convierten en una estatua de sal.

En otras palabras, mueren espiritualmente porque han concentrado su atención en lo que han dejado en vez de concentrarse en el futuro que Dios le ha proporcionado. ¿Qué simboliza la mujer de Lot?

La mujer de Lot simboliza a todos aquellos que conociendo el camino a la salvación no lo usan; ella simboliza a todos aquellos que han recibido mensajes del Señor, pero que no le han dado valor.

Para concluir.

Como pastor es muy triste ver como existen tantos creyentes que profesan servir a Dios, pero que en realidad sirven al diablo. Como pastor es muy triste ver como tantos de detienen en las llanuras para contemplar su Sodoma y Gomorra.

Pero si hoy has encontrado que dentro de ti todavía existen rasgos de deseos inmundos, que en tu vida todavía existen cosas abominadas por Dios, que en ocasiones te has detenido en las llanuras para mirar hacia atrás, te invito hoy a que recibas fuego del cielo. Te invito a que permitas que el fuego del Espíritu Santo queme de ti todo lo que desagrade a Dios. Te invito a que permitas que el Espiritu renueve tu mente.

Ahora la pregunta que queda es: ¿te has parado en las llanuras para mirar hacia atrás, o te estas moviendo hacia el futuro que Dios te ha proporcionado?

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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