Vida cristiana práctica
Prédica de Hoy: Vida Cristiana Práctica: Aprendiendo a Vivir con Perdón, Humildad, Generosidad y Amor
Tabla de Contenido
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Introducción
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, es un privilegio estar aquí hoy hablando sobre cómo podemos aplicar la fe cristiana en nuestra vida cotidiana.
En un mundo lleno de egoísmo, individualismo y odio, es importante que como cristianos nos esforcemos por ser diferentes, viviendo una vida llena de perdón, humildad, generosidad y amor. Estas virtudes no solo son importantes para nuestra propia salvación, sino que también nos ayudan a ser una luz en la oscuridad y a llevar esperanza a aquellos que nos rodean.
Desarrollo:
I. Vida cristiana práctica: El Perdón
«Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial» (Mateo 6:14).
El perdón es una virtud esencial para cualquier persona que busque vivir una vida cristiana auténtica. Cuando perdonamos a los demás, no solo liberamos a la otra persona de nuestra ira o resentimiento, sino que también nos liberamos a nosotros mismos del peso emocional que conlleva cargar con el rencor y la amargura.
El perdón es un acto poderoso que no solo beneficia a la otra persona, sino que también nos beneficia a nosotros mismos. Cuando perdonamos a alguien que nos ha herido o ofendido, estamos liberando el resentimiento y la amargura que llevamos dentro de nosotros. En lugar de aferrarnos a los sentimientos negativos, podemos permitir que Dios sane nuestras heridas y nos dé la paz que necesitamos.
Es importante recordar que el perdón no significa olvidar lo que nos han hecho, ni tampoco significa que debemos permitir que las personas nos dañen repetidamente. Pero el perdón nos permite dejar ir el resentimiento y el deseo de venganza, y nos permite seguir adelante con nuestras vidas.
II. Vida cristiana práctica: La Humildad
«Vestíos de toda humildad para con los demás, porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes» (1 Pedro 5:5).
La humildad es una virtud que nos ayuda a poner a los demás por delante de nosotros mismos, a no buscar el reconocimiento o la fama, sino a buscar servir a Dios y a los demás de manera desinteresada.
La humildad es un valor fundamental en la vida cristiana práctica. Nos ayuda a entender que no somos perfectos y que necesitamos la ayuda de Dios y de nuestros hermanos y hermanas en Cristo para crecer en nuestra fe. La humildad nos permite reconocer que somos seres humanos frágiles y limitados que necesitamos la guía y el apoyo de nuestro Creador.
En Filipenses 2:3-4, el apóstol Pablo nos dice: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.» Estas palabras nos recuerdan que la humildad nos lleva a poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras y a trabajar juntos para el bien común.
La humildad también nos permite aceptar la corrección y el consejo de los demás, incluso cuando no estamos de acuerdo con ellos. Proverbios 12:15 nos dice: «El camino del necio es derecho en su opinión; Mas el que obedece al consejo es sabio.» Cuando somos humildes, estamos abiertos a aprender de los demás y a crecer en nuestra fe y en nuestro carácter.
La humildad también nos ayuda a ser más compasivos y misericordiosos con los demás. En Colosenses 3:12, Pablo nos exhorta a «vestirnos de humildad» y a ser compasivos, amables, pacientes y tolerantes con los demás. La humildad nos permite ver a los demás como Dios los ve: como seres humanos valiosos y amados que merecen nuestro respeto y nuestra compasión.
III. Vida cristiana práctica: La Generosidad
«Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre» (2 Corintios 9:7).
La generosidad es una de las características más importantes que debe tener todo cristiano. Como cristianos, debemos recordar que todo lo que tenemos proviene de Dios, y por lo tanto, debemos estar dispuestos a compartir con los demás lo que hemos recibido. No solo se trata de dar dinero, sino también de ofrecer nuestro tiempo, habilidades y amor a los demás.
La generosidad es un acto de amor que nos permite mostrar la bondad y misericordia de Dios a los demás. Al dar generosamente, nos acercamos más a nuestro Creador y a la forma en que Él nos ama y cuida de nosotros. Al mismo tiempo, ayudamos a construir una comunidad más unida y amorosa, en la que todos puedan encontrar apoyo y ayuda cuando lo necesiten.
Por otro lado, también es importante aprender a dar con alegría. A veces, podemos caer en la trampa de dar porque sentimos que estamos obligados a hacerlo, o porque nos sentimos presionados por las expectativas de los demás. Sin embargo, Dios nos llama a dar de manera alegre y voluntaria, sin esperar nada a cambio.
Cuando damos con alegría, nuestro corazón se llena de amor y gratitud, y nos sentimos más cerca de Dios. Al mismo tiempo, inspiramos a otros a ser generosos y agradecidos, creando una cadena de amor y compasión que puede cambiar el mundo.
IV. Vida cristiana práctica: El Amor
«Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.» (1 Corintios 13:13).
El amor es la esencia misma del cristianismo. Debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, mente y alma, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El amor no solo se trata de sentimientos, sino de acciones concretas que demuestran nuestro amor hacia los demás. El amor es la virtud que nos une como comunidad cristiana y nos ayuda a llevar esperanza a un mundo que necesita desesperadamente amor y compasión.
Conclusión
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, como hemos visto, la vida cristiana práctica implica una serie de compromisos que debemos hacer en nuestras vidas diarias. Es importante recordar que la vida cristiana no es solo una cuestión de fe, sino también de acciones. Debemos poner en práctica las enseñanzas de Cristo en nuestras vidas, no solo en nuestra iglesia, sino también en nuestras casas, trabajos y relaciones.
Debemos practicar el perdón, la humildad, la generosidad y el amor en todo momento, ya que son valores fundamentales del cristianismo. Debemos aprender a perdonar a quienes nos han ofendido, a ser humildes ante los demás y ante Dios, a ser generosos con nuestros recursos y tiempo, y a amar a los demás como a nosotros mismos.
Recordemos las palabras de Jesús en Juan 13:35: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros«. Si queremos ser verdaderos seguidores de Cristo, debemos vivir de acuerdo a sus enseñanzas y demostrar su amor en nuestras vidas.
Oremos juntos: Padre Celestial, te agradecemos por tus enseñanzas y tu guía en nuestras vidas. Ayúdanos a poner en práctica las enseñanzas de Cristo en nuestras vidas cotidianas. Ayúdanos a ser perdonadores, humildes, generosos y amorosos, y a mostrar tu amor a los demás en todo lo que hacemos. Que tu Espíritu Santo nos guíe y fortalezca en esta tarea. En el nombre de Jesús, Amén.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.