La práctica del ayuno
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: La práctica del ayuno
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© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Mateo 6:16-18
Introducción
Hermanos y hermanas, hoy quiero compartir con ustedes una enseñanza muy importante de nuestro Señor Jesucristo, que se encuentra en Mateo 6:16-18. Este pasaje nos habla sobre la práctica del ayuno en el Reino de Dios y cómo hacerlo de manera apropiada.
La práctica del ayuno es una disciplina espiritual que ha sido utilizada por los creyentes desde tiempos antiguos. Pero nuestra Señor Jesucristo nos enseña que, como sus seguidores, debemos ayunar de una manera diferente a cómo lo hacían los fariseos y las personas religiosas de su tiempo.
Leamos juntos Mateo 6:16-18:
«Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.«
A lo largo de este sermón, exploraremos tres aspectos importantes de este pasaje: el propósito del ayuno, la actitud correcta al ayunar y la recompensa que recibimos al practicar el ayuno de manera apropiada.
I. El propósito del ayuno (Joel 2:12)
Este es el versículo clave en referencia al ayuno. De este versículo aprendemos que el ayuno es una práctica espiritual poderosa, que implica apartarnos de nuestras necesidades físicas para buscar a Dios con todo nuestro corazón. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque ayunar tiene varios propósitos importantes en nuestra vida espiritual. ¿De qué propósitos les hablo?
a. Ayunar nos ayuda a expresar nuestra dependencia y deseo de tener una relación íntima con Dios.
Al abstenernos de alimentos u otras actividades durante un período de tiempo determinado, demostramos nuestra disposición a renunciar a lo terrenal para buscar lo celestial. El ayuno nos permite enfocarnos en la presencia de Dios y nos acerca a Él de una manera especial.
b. Ayunar nos ayuda a romper con las distracciones y las cadenas de los deseos mundanos.
A menudo, nos encontramos atrapados en las preocupaciones cotidianas, las tentaciones y las ansiedades de la vida. El ayuno nos permite apartarnos de estas distracciones y dedicar tiempo y energía a buscar a Dios. Al hacerlo, renovamos nuestra mente y fortalecemos nuestro espíritu, permitiendo que la voz de Dios sea más clara en nuestras vidas.
c. Ayunar nos ayuda a buscar la dirección divina y recibir respuesta a nuestras oraciones.
A lo largo de la Biblia, vemos ejemplos de personas que ayunaron en momentos de búsqueda de la voluntad de Dios, de búsqueda de ayuda o de necesidad de dirección. Por ejemplo:
- Esdras ayunó y oró buscando la protección y dirección de Dios al regresar a Jerusalén (Esdras 8:21-23).
- La reina Ester y el pueblo de Israel ayunaron en tiempos de peligro y crisis (Ester 4:16)
- Daniel ayunó y oró durante tres semanas buscando entendimiento y revelación de Dios (Daniel 10:2-3)
- Los discípulos ayunaron en busca de dirección divina (Hechos 13:2-3)
¿Qué les estoy tratando de decir con todo esto?
Lo que les estoy diciendo es que el ayuno sincero y humilde nos coloca en una posición de humildad ante Dios. Y es esta actitud o posición la que nos permite recibir Su dirección, revelación y respuestas a nuestras peticiones.
Además, el ayuno también puede ser una expresión de arrepentimiento y búsqueda de la misericordia de Dios como hemos visto en el vers. 12. Es un acto de rendición y entrega de nuestras vidas ante el Señor, reconociendo nuestra necesidad de su gracia y misericordia.
Así que el propósito principal del ayuno es que sirve como un recordatorio de nuestra necesidad de Dios, y a la misma vez es una forma poderosa de buscarlo con una dedicación renovada y un corazón sincero.
Así que nunca nos olvidemos que ayunar no es un fin en sí mismo, sino un medio para acercarnos a Dios y conocer mejor Su voluntad para nosotros. Recuerda que el ayunar no se trata de hacer algo para ganar puntos con Dios, o para demostrar nuestra espiritualidad a otros, sino de tener un encuentro genuino y profundo con nuestro Padre celestial.
II. La actitud correcta al ayunar (vers. 16)
En este versículo aquí nos enseña algo de suma importancia cuando dice: «Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas«. Pero, ¿qué quiere decir esto? Bueno, la palabra «austeros» se refiere a una actitud o apariencia severa, exagerada o poco natural [1].
Y cuando hace referencia a los «hipócritas», Él Señor esta hablando acerca de los religiosos de Su época. El Señor estaba haciendo referencia a los que ocupaban posiciones religiosas prominentes, como los escribas y fariseos, y que se enorgullecían de su aparente piedad y observancia de la ley.
Estos líderes religiosos eran conocidos por su hipocresía, ya que hacían alardes de su religiosidad y realizaban prácticas espirituales, como el ayuno, de manera ostentosa para ganar la admiración y el reconocimiento de los demás. Sin embargo, detrás de su apariencia piadosa, su corazón no estaba realmente comprometido con Dios, sino que buscaban principalmente elogios y estatus social [2].
Jesús los confronta y advierte a sus seguidores sobre la necesidad de evitar caer en la misma actitud hipócrita [3]. Él les enseña que el verdadero ayuno y la verdadera espiritualidad deben surgir de un corazón sincero y una relación genuina con Dios, y no deben estar motivados por la búsqueda de reconocimiento humano.
Por lo tanto, en este pasaje, Jesús denuncia la hipocresía religiosa, y nos llama a buscar una autenticidad en nuestra relación con Dios, evitando cualquier forma de exhibicionismo religioso o actitud falsa en nuestras prácticas espirituales, como el ayuno.
Así que aquí el Señor nos deja bien claro que no debemos ayunar como los hipócritas, que desfiguraban sus rostros, en otras palabras, permitían que su apariencia física se deteriorara y lucían descompuestos. Por ejemplo, con el cabello despeinado, la cara cubierta de polvo y ceniza, o incluso mostrar signos de debilidad y fatiga.
Ellos hacían esto para que los que le vieran supieran que estaban ayunando, y así recibir elogios y admiración. Pero como nos enseña el Señor, esta no es la actitud a tomar cuando ayunamos. Como nos dice claramente el Señor, la actitud correcta al ayunar es hacerlo en secreto, sin llamar la atención de los demás, y en un espíritu de humildad y sencillez.
El enfoque del ayuno
Hermanos, cuando ayunamos, no debemos buscar la aprobación de los demás ni tratar de impresionarlos con nuestra espiritualidad. Nuestro enfoque debe estar en Dios y en nuestra relación con él. Jesús nos dice que, cuando ayunemos, debemos lavar nuestro rostro y ungir nuestra cabeza, lo que significa que debemos mantener una apariencia normal, y no hacer ningún esfuerzo por llamar la atención sobre nosotros mismos.
Asi que, cuando ayunamos, en vez de buscar la aprobación de los hombres, nuestro objetivo principal tiene que ser buscar agradar a Dios, fortalecer nuestra comunión con Él y recibir Su dirección y bendición en nuestras vidas. Al ayunar en secreto, demostramos una actitud de confianza y dependencia en Dios, reconociendo que Él es el único que conoce nuestros corazones y recompensará nuestras acciones sinceras.
III. La recompensa de practicar el ayuno de manera apropiada (verss. 17-18)
Jesús nos promete que, cuando ayunamos con la actitud correcta, nuestro Padre celestial, que ve en lo secreto, y nos recompensará en público. Esto NO significa que recibiremos recompensas materiales, o que seremos bendecidos con éxito y prosperidad en esta vida.
Lo que Jesús nos está enseñando es que, cuando nos acercamos a Dios en un espíritu de humildad y sinceridad, Él nos dará la sabiduría, la paz y la dirección que necesitamos para vivir una vida que honre Su nombre.
Fijense bien en las ultimas palabras del versículo cuando Él dice: «Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.» (vers. 18b). Hermanos, con estas palabras Jesús nos recuerda la profunda conexión que tenemos con nuestro Padre celestial.
Con estas palabras, el Señor señala nuestra atención al lugar secreto [4], donde uno cultiva un temor genuino de Dios, en un mundo que frecuentemente pone énfasis en la validación y justificación externa. ¿Por qué es importante
En el lugar secreto, lejos de los ojos de los demás, encontramos consuelo, comunión y vulnerabilidad con nuestro Padre. Es en este espacio sagrado donde derramamos nuestros corazones, confesamos nuestros miedos y deseos más profundos, y buscamos Su guía. Nuestro Padre Celestial, quien ve más allá de la superficie y en las profundidades de nuestro ser, se deleita en nuestra conexión auténtica con Él.
En una sociedad impulsada por la necesidad de validación y atención, Jesús nos invita a cambiar nuestro enfoque del foco público a la cámara secreta de nuestras almas. Él nos asegura que cuando priorizamos nuestra relación con Dios por encima de buscar la aprobación de los demás, seremos abundantemente recompensados.
Las recompensas que nuestro Padre nos da pueden no siempre ser visibles a los ojos humanos o tangibles en el plano material. En cambio, son los tesoros del corazón: paz, alegría, sabiduría, guía y un profundo sentido de Su presencia en nuestras vidas. Nuestro Padre celestial conoce todas nuestras necesidades y anhela bendecirnos abundantemente [5].
En nuestro caminar cristiano nunca podemos oldidarnos de las palabras del Señor. No ignoremos o desatendamos nuestra vida de oración, sino que apartemos tiempo para ello. Busquemos el lugar secreto de comunión con nuestro Padre.
No nos dejemos consumir por el deseo de reconocimiento público, sino que estemos arraigados en el conocimiento de que nuestro Padre, quien ve en lo secreto, nos recompensará públicamente. Así que la recompensa que recibimos al practicar el ayuno de manera apropiada, es una relación más profunda e íntima con Dios, y el gozo de conocer y experimentar Su amor, gracia y misericordia en nuestras vidas.
Para concluir
La enseñanza del Señor en estos versículos nos permiten claramente entender la forma adecuada de practicar el ayuno. Como hemos visto, Él nos advierte sobre la hipocresía de los líderes religiosos de su época, quienes buscaban reconocimiento y admiración por sus demostraciones externas de piedad, para que nosotros no caigamos en la hipocresía.
Como tambien hemos podido apreciar, el propósito del ayuno es multifacético. En otras palabras, el ayuno es nos permite expresar nuestra dependencia de Dios, y nuestro deseo de tener una relación íntima con Él.
El ayuno nos ayuda a romper con las distracciones y cadenas de los deseos mundanos, permitiéndonos enfocarnos en la presencia de Dios y escuchar Su voz con mayor claridad. El ayuno también nos ayuda a buscar dirección divina y recibir respuestas a nuestras oraciones, como vimos en los ejemplos de diferente personajes bíblicos.
Además, el ayuno puede ser una expresión de arrepentimiento y búsqueda de la misericordia de Dios. Es un acto de rendición y reconocimiento de nuestra necesidad de Su gracia y perdón. Nos recuerda nuestra dependencia de Dios y nos impulsa a buscarlo de todo corazón.
Hermanos, nunca olvidemos que la recompensa por practicar el ayuno no es necesariamente material ni visible para los demás. La verdadera recompensa del ayuno es los tesoros del corazón. Les estoy hablando de la paz, la alegría, la sabiduría, la dirección y un profundo sentido de la presencia de Dios en nuestras vidas. Recordemos que nuestro Padre celestial, quien ve lo que se hace en secreto, se complace en nuestra conexión genuina con Él y desea bendecirnos abundantemente.
Por lo tanto, recordemos las enseñanzas de Jesús y busquemos el lugar secreto de comunión con nuestro Padre. Resistamos el deseo de reconocimiento público, y mantengámonos arraigados en el conocimiento de que nuestro Padre, quien ve en lo secreto, nos recompensará abiertamente.
[1] Diccionario de la Real Academia Española
[2] Isaías 29:13
[3] Mateo 15:7-9; 23:27-28; Lucas 18:11-16
[4] Mateo 6:6
[5] Mateo 6:8
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