La elección divina
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: La Elección Divina: Un Viaje desde la Eternidad hasta Hoy
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Tabla de Contenido
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Efesios 1:3-5
Introducción
Hace un par de semanas, compartí una idea que pudo haber causado cierta confusión. Afirmé que no somos nosotros quienes aceptamos a Jesús, sino que es Jesús quien nos acepta. Hoy, quiero profundizar en esa idea y explorar el poder y la sabiduría de Dios en nuestra salvación. Antes de comenzar, me gustaría que se hagan dos preguntas: ¿Cuándo fui salvo? ¿En qué punto comenzó mi salvación?
I. La Elección Divina: Un Regalo de Salvación
a. La Predestinación y la Salvación
Muchos podrían pensar que su salvación comenzó el día que aceptaron a Jesús, el día que decidieron seguir su camino, o quizás el día que fueron bautizados. Algunos, más reflexivos, podrían decir que fue hace 2000 años atrás cuando Jesús murió en la cruz por nosotros.
Sin embargo, la respuesta correcta la encontramos en Efesios 1:3-5. Este pasaje nos dice que nuestra salvación comenzó mucho antes de lo que pensamos. Nos revela que no fuimos nosotros quienes escogimos aceptar al Señor, sino que el Señor nos aceptó a nosotros. Nos aceptó mucho antes de morir en la cruz, mucho antes de que comenzara el mundo. Nos aceptó y nos predestinó a su adopción antes de la fundación de la tierra.
b. La Elección Divina y la Fe
Si nuestra salvación comenzó el día que aceptamos a Jesús, entonces, ¿qué significa Hechos 13:48? Este versículo dice: «Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.» La palabra «ordenados» viene de la palabra griega «τεταγμένοι» (pronunciación: táso) [Strong’s G5021], que significa colocar en cierto orden, disponer, asignar un lugar, designar. ¿Qué aprendemos de aquí?
Lo que aprendemos es que este versículo nos está diciendo claramente que todos oyeron el mensaje, pero solo aquellos que estaban escogidos lo recibieron.
c. La Elección Divina y la Justificación
Para más prueba, leamos Romanos 8:29-30. Estos versículos nos dejan saber que fuimos escogidos mucho antes de lo que pensábamos. Nuestro Dios soberano escogió que nosotros recibiéramos el regalo de la salvación, y esto nos hace a nosotros personas muy especiales.
Nos deja saber que los planes que Dios tiene con cada uno de nosotros no empezaron ayer, no empezaron cuando nos entregamos a Él, sino que empezaron mucho antes de la fundación del mundo.
Estos versículos nos recuerdan que Dios nos conoce a cada uno de nosotros individualmente. Él sabe lo que somos capaces de hacer, y conoce nuestros potenciales. La palabra nos dice: «Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.» (2 Timoteo 2:19)
Hermanos, Él nos conoce más bien que nosotros mismos nos conocemos. Muchas veces decimos que no podemos hacer algo, nos dejamos engañar por el diablo y nos derrotamos nosotros mismos. No tratamos por miedo a fracasar. Pero si el Señor nos ha escogido para hacer su obra aquí en la tierra, Él sabe lo que somos capaces de hacer.
Él conoce el corazón, y la resistencia de cada uno de nosotros. Estamos llamados a obrar por el Señor y hacer Su voluntad. Fuimos elegidos entre muchos para participar en los asuntos de nuestro Padre celestial. Como dice 2 Timoteo 2:19: «Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.»
II. La Elección Divina: Un Llamado a la Acción
a. La Elección Divina y Nuestro Servicio
Tenemos que dejar que el poder de Dios se refleje en todo lo que hacemos. Tenemos que dejar que Él nos use tal como Él quiera. No podemos más estar aguantados y temerosos pensando que Dios no nos puede usar, porque nuestro Dios es un Dios soberano que usa cualquier cosa o momento.
Cuando nosotros pensamos que no hay manera de que Él nos pueda usar, entonces es cuando más nos usa. En las situaciones más difíciles, ahí está Él dispuesto a derramar su gracia. Lo que Dios decide hacer con nosotros es a su disposición. Él usa a los creyentes tanto como a los no creyentes. Un ejemplo de esto lo encontramos en Romanos 9:17: «Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.«
b. La Elección Divina y Nuestra Responsabilidad
Esto fue dicho al Faraón antes de la séptima plaga. Le dijo, yo te levanté y te puse donde estás porque yo te iba a usar como ejemplo. Él nos está diciendo, yo sé dónde estás y de dónde te saqué. También tengo para ti un plan, y te utilizaré quieras o no.
Por supuesto, es mucho mejor querer servir al Señor para que nos use positivamente y no como ejemplo. Pero de lo que estamos hablando hoy, es que fuimos escogidos y una misión se nos ha dado. Fuimos escogidos desde antes de la fundación del mundo y tenemos que reconocerlo.
No podemos seguir haciendo como hacen los niños chiquitos, no podemos seguir haciendo como me hace mi hija de dos años a mí. Cada vez que le digo algo me pregunta: ¿Por qué? Hay veces que me vuelve loco, porque todo lo que le digo sé que será contestado: ¿Papá y por qué? Y muchos de nosotros hacemos lo mismo cuando llega el tiempo de obrar para el Señor. Nos ponemos a preguntar a nuestro Padre «¿Por qué?»
c. La Elección Divina y Nuestra Misión
¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? ¿Por qué, por qué, por qué? La respuesta es fácil. Porque fuiste escogido para su servicio. Fuiste elegido de entre muchos para ser un ejemplo, para llevar la palabra de Dios al mundo, para ser luz en la tinieblas.
Como dice Romanos 9:20: «Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así?» En otras palabras, fuimos elegidos y escogidos. ¿Quiénes somos nosotros para estar preguntando el por qué? Dios lo sabe y eso es todo lo que cuenta. Dios está en control y nos eligió para su obra. Es nuestra responsabilidad hacer lo que Él tiene en mente con cada uno de nosotros.
III. La Elección Divina: Nuestro Propósito
a. La Elección Divina y Nuestra Misión
¿Y qué tiene en mente? ¿Cuál es el propósito de Dios con nosotros? ¿Por qué fuimos escogidos desde antes de la fundación del mundo? La respuesta es fácil y la encontramos en Mateo 28:18-20: «Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.«
b. La Elección Divina y Nuestra Capacidad
Fuimos escogidos desde antes de la fundación del mundo porque Dios tiene un propósito con nosotros. Dios quiere utilizarnos para que llevemos Su palabra a todas las partes de la tierra. Fuimos elegidos porque Él conoce nuestros corazones y capacidades.
Él es capaz de usarnos tal como somos para que Su gloria se vista por todos. Es hora de que sepamos que somos más que vencedores y fuimos escogidos para Su obra (Romanos 8:37). Dejemos atrás nuestro temor y nuestra vagancia y hagamos lo que el Señor tiene en mente con nosotros.
Para Concluir:
Es esencial que reconozcamos y aceptemos el propósito divino que Dios ha establecido para nosotros. Fuimos elegidos desde antes de la fundación del mundo para llevar la palabra de Dios a todas las partes de la tierra. Dios nos conoce íntimamente, conoce nuestros corazones y nuestras capacidades, y está listo para usarnos tal como somos para que su gloria sea vista por todos.
Es hora de dejar atrás nuestros miedos y nuestra inacción. No podemos seguir dudando de que Dios puede usarnos. Nuestro Dios es un Dios soberano que puede usar cualquier cosa o momento para su gloria. Cuando pensamos que no hay manera de que Él pueda usarnos, es cuando más nos usa. En las situaciones más difíciles, está dispuesto a derramar Su gracia.
Finalmente, debemos estar dispuestos a cumplir la voluntad de Dios. Podemos empezar a hacer esto simplemente reconociendo que no somos nosotros los que aceptamos al Señor, sino que el Señor nos aceptó a nosotros. Somos salvos por la obra y la gracia del Señor.
Somos salvos porque Él quiso que fuéramos salvos. Somos salvos porque Él tiene un propósito con nuestras vidas. ¿Estás dispuesto a aceptar ese propósito? ¿Estás dispuesto a aceptar lo que Dios tiene para ti?
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.