La importancia de la oración sincera

La importancia de la oración sincera

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: La importancia de la oración sincera

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Mateo 6:9-13

Introducción:

Estaba haciendo memoria de cuando mi hija era pequeña, y me acorde de algo que deseo compartir con ustedes hoy. Me acorde que un día, estando yo sentado en mi sofá viendo un programa de televisión, mi hija llegó y se sentó en mis piernas. Me miró y comenzó a contarme cómo le había ido el día, describiendo con entusiasmo todas las cosas que había hecho. Esto es algo normal, y lo hace todos los días al llegar a casa.

A ella le encantaba compartir conmigo las divertidas experiencias que había tenido en casa de su abuela y los detalles de su rutina diaria. La realidad es que estos momentos llenaban mi vida de gran gozo.

Pero lo que realmente me sorprende son las ocurrencias espontáneas que tenía. De hecho, ese día en particular, ella me pidió que le comprara un automóvil. Imagínense mi reacción al escuchar a una niña de dos años pidiendo un carro.

Sin embargo, ella me explicó que lo necesitaba para poder ir a la iglesia, visitar a su abuelita y explorar nuevos lugares. Después de nuestra conversación, la abracé y besé, y comencé a reflexionar sobre el mensaje que había dentro de esa conversación tan inocente. ¿Cuál podría ser ese mensaje?

Hoy, quiero hablarles sobre la importancia de la oración sincera; es decir, tener una comunicación cercana con nuestro Padre Celestial.

I. No sé cómo orar: Oración sincera

Muchos de nosotros, cuando nos piden que dirijamos un grupo en oración, damos la misma excusa: «No sé cómo orar». Cuando nos encontramos frente a un grupo de personas, de repente nos quedamos sin palabras. Aunque sepamos exactamente lo que queremos decir, por alguna razón las palabras no salen de nuestra boca. ¿Alguien aquí ha experimentado este problema?

Les puedo decir con total honestidad que yo lo he experimentado. Al principio de mi caminar cristianos, cuando me pedían que orara para iniciar el servicio u otras ocasiones, me trababa y enredaba de tal manera que daba vergüenza. Esto tiene que ver con el hecho de que, aunque no lo crean, yo soy una persona tímida y no me gusta ser el centro de atención.

Así que, yo les puedo decir con toda sinceridad que yo también usaba la misma excusa. Sin embargo, todo cambió el día en que me di cuenta de algo. Leamos ahora la Palabra de Dios para descubrir si todos podemos llegar a la misma convicción que yo obtuve.

II. La comodidad de hablar con nuestro Padre Celestial: La oración sincera

Cuando leemos los primeros versículos de Mateo 6:9-13, nos encontramos con que nos enseña que nuestro Padre está en los cielos. Reflexionemos sobre esto por un momento. Esto nos indica que Dios no solo es majestuoso, sino que también se preocupa por Sus hijos.

Ahora bien, reflexionemos en mi anécdota. Mi hija me hablo sin problemas porque soy su padre. Ella no trato de impresionarme con su vocabulario ni se preocupó por cómo expresarse. Ella simplemente me dijo sus pensamientos de forma muy natural, y me hablo sin preocupaciones.

Del mismo modo, como hijos nosotros podemos hablarles a nuestros padres sin reservas. Sabemos que ellos nos darán los mejores consejos, si eso es lo que buscamos, o que seremos escuchados cuando necesitamos hablar sobre cualquier situación. Todos hacemos lo mismo. El punto aquí es que nos sentimos cómodos hablando con nuestros padres porque lo hemos hecho durante toda nuestra vida.

Sin embargo, muchos de nosotros no podemos decir lo mismo cuando se trata de nuestro Padre Celestial. ¿Por qué sucede esto?

La razón principal por la que esto le sucede a muchos es porque solemos orar únicamente en momentos de apuros o problemas, y nuestras oraciones no son completas ni enfocadas. En otras palabras, en muchas ocasiones no hacemos una oración sincera, sino que hacemos una oración de emergencia, como si estuviéramos llamando a los bomberos.

a. La importancia de la oración sincera

Lo más importante en la oración no es utilizar palabras extraordinarias, ya que Dios no se impresiona por un vocabulario elaborado. Tampoco es la razón por la cual oramos, porque Dios conoce las necesidades de cada uno de nosotros de manera individual [1].

Lo más importante acerca de la oración es que sea sincera y proceda de nuestro corazón. La oración no puede iniciarse en la mente, sino que debe fluir desde el corazón. Un ejemplo de esto que les digo lo encontramos en Mateo 15:8 donde el Señor nos dice: «Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí.»

Como podemos apreciar, este versículo destaca la importancia de la sinceridad y la autenticidad en la oración, y muestra que Dios se preocupa más por el estado del corazón de quienes oran que por las palabras superficiales que se pronuncian.

Hermanos, cuando Dios nos escucha y nos mira, Él examina nuestros corazones. Podemos pronunciar palabras preciosas y utilizar un lenguaje extenso, pero si nuestro corazón no está en el lugar correcto, no captaremos la atención plena de nuestro Padre [2].

b. El ejemplo de la oración de Jesús

Cuando examinamos la oración del Señor Jesucristo, algo es evidente: esta oración surge directamente de Su corazón. Jesucristo se dirigía al Padre con humildad, perdón y una conexión espiritual profunda. No intentaba impresionar al Padre con palabras grandilocuentes, sino que le hablaba con palabras que surgían de su corazón.

Para que entiendan bien el punto que deseo hacer, examinemos este fragmento: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo» (verss. 9-10). ¿Qué podría ser más humilde que estas palabras?

Hermanos, Jesús tenía el poder para hacer cualquier cosa que quisiera, ya que se le había dado toda la autoridad [3]. Sin embargo, con esto aquí Él le estaba expresando al Padre que reconocía Su poder y autoridad, pero necesitaba Su guía para asegurarse de que estaba cumpliendo la voluntad divina y no la suya propia.

Además, Jesús pedía al Padre que perdonara nuestras deudas y que perdonara a aquellos que nos deben. En otras palabras, no solo pedía perdón por Sus propias faltas, sino también por las ofensas cometidas contra Él por otros.

Permítanme hacerles una pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que oraron por alguien con quien no se llevan bien? ¿Cuándo fue la última vez que pidieron perdón a Dios por aquellos que les han ofendido? Si la respuesta es nunca o no pueden recordar la última vez, entonces es hora de comenzar a hacerlo.

II. La conexión espiritual y la paz en la oración sincera

a. Comunicación con nuestro Padre

Cuando oramos, nos estamos comunicando con nuestro Padre Celestial de manera similar a cómo mi hija se comunico conmigo al llegar a casa y conversar. En ese momento de oración, estamos interactuando con el Padre, y ¿dónde se encuentra Él? «Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria para siempre. Amén» (Mateo 6:13). Él está en Su Reino de los Cielos.

Por lo tanto, cuando nos dirigimos a Él, debemos hacerlo en Su Reino [4]. Tenemos que acercarnos a Dios con confianza y seguridad, reconociendo que Su trono es un lugar de gracia y misericordia.

b. Presentandole nuestras situaciones en una oración sincera

Podemos presentar nuestras necesidades, preocupaciones y deseos a Dios, sabiendo que Él está dispuesto a escucharnos y responder en el momento adecuado. Al acercarnos confiadamente a Dios, podemos encontrar el consuelo, la ayuda y el favor que necesitamos en nuestras vidas.

Ahora pregunto, ¿alguno de ustedes ha experimentado una profunda paz después de orar? ¿Han reflexionado sobre el motivo de ese sentimiento? La respuesta es sencilla: hemos estado en la presencia de nuestro Dios, sentados en Su seno, y Él nos ha escuchado atentamente.

Para concluir

Es hora de establecer una mejor comunicación con Dios. Necesitamos hablar con Él no solo cuando enfrentamos situaciones difíciles o complicadas, sino a diario. Debemos subirnos en Sus piernas, y compartir con Él cómo nos ha ido en el día.

Olvidémonos de utilizar palabras extravagantes o de tener un lenguaje complejo. Lo realmente importante es orar con todo nuestro corazón. Ahora mismo, dejemos a un lado todo lo que nos rodea, cerremos los ojos y oremos juntos desde lo más profundo de nuestro ser.

Demos gracias por todo lo que Dios ha hecho en nuestras vidas y continúa haciendo. Alabemos al Dios todopoderoso, porque Él es digno de toda alabanza.

[1] Mateo 6:8; 10:30
[2] Salmo 66:18; Proverbios 15:8
[3] Mateo 28:17
[4] Hebreos 4:16

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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