Fortalezas espirituales
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Fortalezas espirituales: Derribando muros con la palabra de Dios
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: 2 Corintios 10:4
Introducción
Hoy vamos a explorar un tema que, aunque es frecuentemente mencionado en nuestras iglesias, a menudo se malinterpreta o se comprende de manera superficial: las fortalezas espirituales. Este concepto, aunque puede parecer abstracto o incluso intimidante, es fundamental para nuestro crecimiento y madurez espiritual.
Las fortalezas espirituales, en su esencia, son barreras o muros que nos impiden alcanzar la plenitud de nuestra relación con Dios. Estas pueden tomar muchas formas, desde hábitos pecaminosos y adicciones hasta miedos y creencias erróneas. A veces, estas fortalezas pueden ser tan sutiles que ni siquiera nos damos cuenta de que existen. Pueden estar tan arraigadas en nuestra vida que las consideramos parte de nuestra identidad.
Sin embargo, la Biblia nos enseña que estas fortalezas no son parte de la identidad que Dios ha diseñado para nosotros. En cambio, son obstáculos que nos impiden vivir la vida abundante que Dios desea para nosotros.
Pero, ¿cómo identificamos estas fortalezas en nuestras vidas? ¿Cómo las derribamos? Y, lo que es más importante, ¿cómo vivimos en la libertad que Dios desea para nosotros una vez que estas fortalezas han sido derribadas? Estas son las preguntas que exploraremos en el día de hoy.
I. Comprendiendo las fortalezas espirituales
a. ¿Qué es una fortaleza espiritual?
Una fortaleza espiritual, en su esencia, es una barrera o un muro en nuestra vida espiritual. Es cualquier cosa que tenga un fuerte control sobre nosotros, que nos impida vivir la vida abundante que Dios quiere para nosotros. Pero, ¿qué significa esto exactamente? ¿Cómo se manifiestan estas fortalezas en nuestras vidas diarias?
Las fortalezas espirituales pueden tomar muchas formas. Pueden ser hábitos que sabemos que son perjudiciales, pero que no podemos dejar de hacer. Pueden ser adicciones, ya sea a sustancias, comportamientos o incluso pensamientos y emociones.
Pueden ser miedos que nos paralizan y nos impiden avanzar en nuestra vida y en nuestra fe. Pueden ser ansiedades que nos mantienen despiertos por la noche, preocupándonos por el futuro. O pueden ser mentiras que hemos creído como verdad, mentiras sobre nosotros mismos, sobre otros, o incluso sobre Dios.
Como dice Proverbios 21:22, «El hombre sabio ataca la ciudad de los poderosos y derriba la fortaleza en la que confían«. Esto nos muestra que las fortalezas espirituales son a menudo cosas en las que confiamos, cosas que nos dan una falsa sensación de seguridad, pero que en realidad nos mantienen alejados de Dios.
Las fortalezas espirituales tienen un impacto profundo en nuestras vidas. Nos impiden vivir la vida abundante que Dios quiere para nosotros. Nos mantienen atrapados en patrones de pensamiento y comportamiento que nos dañan a nosotros mismos y a los demás. Nos impiden crecer en nuestra fe y en nuestra relación con Dios.
Pero la buena noticia es que no estamos solos en nuestra lucha contra las fortalezas espirituales. Dios nos ha dado las herramientas que necesitamos para derribar estas fortalezas y vivir en la libertad que Él ofrece.
b. ¿Cómo se forman las fortalezas espirituales?
Las fortalezas espirituales no aparecen de la nada, o de hoy para mañana. Sino que se forman a lo largo del tiempo, a menudo sin que nos demos cuenta. Pueden comenzar como pequeñas semillas de duda, miedo o descontento que, si se dejan sin controlar, pueden crecer hasta convertirse en fortalezas que dominan nuestras vidas. Si no guardamos nuestros corazones, entonces podemos estar permitiendo que se formen fortalezas [1].
Hermanos, las fortalezas espirituales se forman cuando permitimos que ciertas cosas controlen nuestras vidas. Esto puede suceder de muchas maneras. Como mencione anteriormente, puede ser que nos aferramos a un pecado o a un hábito dañino. Puede ser que creemos una mentira sobre nosotros mismos, sobre Dios o sobre el mundo que nos rodea. Puede ser que permitamos que nuestros miedos y ansiedades nos controlen, en lugar de confiar en Dios.
Este proceso de formación de fortalezas es a menudo sutil y gradual. Puede que no nos demos cuenta de que está sucediendo hasta que la fortaleza está firmemente establecida. Pero una vez que reconocemos la fortaleza, podemos tomar medidas para derribarla.
La realidad es que la formación de fortalezas espirituales subraya la importancia de la vigilancia espiritual [2]. Debemos estar atentos a las cosas que permitimos que controlen nuestras vidas. Debemos examinar nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestros comportamientos a la luz de la Palabra de Dios. Y cuando veamos signos de una fortaleza en formación, debemos tomar medidas para derribarla antes de que se arraigue.
Así que, ahora, te animo a que reflexiones sobre las áreas de tu vida que pueden estar bajo el control de una fortaleza espiritual.
II. Derribando las fortalezas espirituales
a. Reconocer la Fortaleza
El primer paso para derribar una fortaleza espiritual es reconocerla [3]. Esto puede parecer obvio, pero a menudo es el paso más difícil. Las fortalezas espirituales pueden ser engañosas. Pueden disfrazarse de hábitos inofensivos, de pensamientos que consideramos normales, o incluso de creencias que creemos que son verdaderas. Pero si queremos derribar estas fortalezas, debemos estar dispuestos a verlas por lo que realmente son: barreras que nos impiden vivir la vida abundante que Dios quiere para nosotros.
Reconocer una fortaleza espiritual requiere honestidad y humildad. Requiere que miremos profundamente en nuestros corazones y examinemos nuestras vidas a la luz de la palabra de Dios. Esto significa que debemos estar dispuestos a admitir nuestras fallas, a confesar nuestros pecados y a buscar el perdón y la limpieza de Dios.
b. La confesión es un acto poderoso
Cuando confesamos nuestros pecados, estamos reconociendo que hemos fallado, que hemos permitido que se formen fortalezas en nuestras vidas. Pero también estamos reconociendo que no podemos derribar estas fortalezas por nuestra cuenta.
Necesitamos la ayuda de Dios. Y la buena noticia es que Dios está más que dispuesto a proporcionar esa ayuda. Él es fiel y justo, y está listo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.
La Palabra de Dios es nuestra arma más poderosa contra las fortalezas espirituales [4]. Hermanos, la Palabra de Dios es la espada del espíritu [5].
Ahora pregunto: ¿Hay alguna área de tu vida que necesite la limpieza y el perdón de Dios? Si es así, te animo a que lo lleves a Dios en oración y confesión.
III. Vivir en la libertad de Dios
a. Dios nos libera de las fortalezas
Cuando usamos la palabra de Dios para derribar fortalezas espirituales, podemos vivir en la libertad que Dios quiere para nosotros. Esta es una promesa poderosa que se encuentra en las Escrituras [6]. Esta verdad no es simplemente un conjunto de hechos o doctrinas. Es una persona: Jesucristo. Él es la verdad que nos libera.
Dios nos libera de las fortalezas espirituales a través de su palabra y su Espíritu. Su palabra nos muestra la verdad sobre nosotros mismos, sobre Dios y sobre el mundo que nos rodea. Nos muestra las mentiras que hemos creído y las fortalezas que hemos permitido que se formen en nuestras vidas. Y Su Espíritu nos da el poder para derribar estas fortalezas y vivir en libertad.
Ahora bien, esta liberación no siempre es instantánea. A veces, puede ser un proceso que lleva tiempo. Pero podemos estar seguros de que Dios está trabajando en nuestras vidas, ayudándonos a derribar las fortalezas y a vivir en la libertad que Él ofrece.
Vivir en la libertad de Dios no significa que nunca enfrentaremos dificultades o tentaciones [7]. Pero significa que ya no estamos controlados por las fortalezas espirituales. Ya no estamos atrapados en patrones de pensamiento y comportamiento que nos dañan a nosotros mismos y a los demás. En cambio, somos libres para vivir la vida abundante que Dios quiere para nosotros [8].
Pero por ahora, te animo a que reflexiones sobre la libertad que Dios ofrece. ¿Hay alguna fortaleza en tu vida de la que necesites ser liberado?
b. Mantenerse libre
Una vez que Dios nos ha liberado de una fortaleza, nuestra jornada no termina allí. Debemos esforzarnos por mantener esa libertad [9]. Esto significa que debemos estar vigilantes. Debemos estar atentos a las tentaciones de volver a nuestros viejos hábitos y creencias. Debemos proteger nuestras mentes y nuestros corazones para que no se formen nuevas fortalezas.
Mantener la libertad requiere disciplina y diligencia. Requiere que continuemos sumergiéndonos en la palabra de Dios, permitiendo que moldee nuestros pensamientos y actitudes. Requiere que nos mantengamos en comunión con Dios a través de la oración, buscando su guía y fortaleza. Y requiere que nos rodeemos de otros creyentes que puedan alentarnos, desafiarnos y ayudarnos a mantenernos en el camino correcto.
Mantener la libertad también significa que debemos estar dispuestos a enfrentar y lidiar con cualquier problema o tentación que pueda surgir. No podemos ignorar estos problemas o esperar que desaparezcan por sí mismos. Debemos enfrentarlos con la verdad de la Palabra de Dios y con la ayuda del Espíritu Santo.
Aunque mantener la libertad puede ser un desafío, no estamos solos en esta lucha. Dios nos ha prometido que Él está con nosotros, que nos dará la fuerza que necesitamos para mantenernos firmes [10]. Con Dios a nuestro lado, podemos mantener la libertad que Él nos ha dado.
Como he venido diciendo, las fortalezas espirituales pueden ser poderosas, pero no son más poderosas que Dios [11]. A través de su Palabra y su Espíritu, podemos derribar estas fortalezas y vivir en la libertad que Él ofrece. Y una vez que hemos sido liberados, podemos mantener esa libertad a través de la disciplina, la diligencia y la dependencia de Dios.
Conclusión:
Las fortalezas espirituales, aunque aparenten ser muros impenetrables en nuestras vidas, no son insuperables. Con la palabra de Dios como nuestra guía y nuestra arma, podemos derribar estos muros y vivir en la libertad que Él desea para nosotros. No importa cuán fuerte pueda parecer una fortaleza, no es rival para el poder de Dios. Él tiene el poder de derribar cualquier muro, de romper cualquier cadena, de liberarnos de cualquier cosa que nos mantenga cautivos.
Así que hoy, te animo a que tomes la palabra de Dios y comiences a derribar las fortalezas en tu vida. No tienes que hacerlo solo. Dios está contigo, listo para ayudarte, para darte la fuerza que necesitas para enfrentar y derribar estas fortalezas. Él te ama y quiere que vivas en la libertad que Él ha proporcionado a través de Su Hijo, Jesucristo.
Recuerda, las fortalezas espirituales pueden ser desafiantes, pero no son insuperables.
Aplicación:
Esta semana, te animo a que reflexiones sobre las fortalezas en tu vida. ¿Hay algo que te está impidiendo vivir la vida abundante que Dios quiere para ti? Si es así, te animo a que lo lleves a Dios en oración y uses Su palabra para comenzar a derribar esa fortaleza. Recuerda, con Dios, no hay nada imposible.
[1] Proverbios 4:23
[2] 1 Pedro 5:8
[3] 1 Juan 1:9
[4] Hebreos 4:12
[5] Efesios 6:17
[6] Juan 8:32
[7] Juan 16:33
[8] Juan 10:10
[9] Gálatas 5:1
[10] Filipenses 4:13
[11] Jeremías 32:27
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