Tiempo compartido

Tiempo compartido

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: Tiempo compartido

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Salmos 127:1-2

Introducción

¿Cuántos han escuchado el término: “tiempo compartido”? En realidad no sé quien fue el creador de este concepto, pero lo que si les puedo decir es que se debe haber hecho un multimillonario. Digo esto porque el término: “tiempo compartido” se refiere a comprar un espacio de tiempo en un apartamento, normalmente de semana en semana, en un hotel o edificio de apartamentos situados en áreas para vacacionar.

Esto quiere decir que el propietario del edificio u hotel vende cada apartamento 52 veces, y el precio del tiempo compartido varía dependiendo de la temporada del año y localidad; también está el hecho de que si quieres cambiar del lugar de la compra original, tienes que pagar un precio por la transferencia.

Les puedo decir con toda confianza que nada de esto es barato. Pero esto no se detiene ahí; lo más lindo de todo es que una vez que pagues el precio original por el lugar, uses el lugar o no lo uses, de por vida tienes que pagar una mensualidad de mantenimiento.

Sin duda alguna esto tiene que ser el mejor negocio que ha existido para el propietario de un edificio u hotel.  Estoy seguro que ya muchos de ustedes deben estar pensando: bueno pastor, ¿qué tiene que ver esto con nosotros? Pero les digo en el día de hoy que el “tiempo compartido” tiene mucho que ver en la vida de un creyente fiel.

Pasemos ahora a la Palabra de Dios para explorar nuestro tema de hoy.

Si Jehová no edificare la casa

Ahora bien, quizás algunos de ustedes estén pensando que estos versículos no tienen nada que ver con lo que les acabo de explicar acerca del tiempo compartido, pero en realidad no solamente tienen que ver con la información que les proveí, sino que es lo esencial en nuestro mensaje de hoy.

Digo esto porque en estos versículos encontramos tres verdades que nos ayudan a manejar el tiempo compartido que nosotros disfrutamos aquí en la tierra, es decir, el tiempo que Dios nos da de vida. ¿Cuáles son estas tres verdades? Continuemos ahora con nuestro estudio para descubrirlas.

I. Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican.

En este primer versículo encontramos la primera verdad que nos ayuda a identificar lo primero que tenemos que hacer si verdaderamente deseamos disfrutar el tiempo que Dios nos concede aquí en la tierra.

Digo esto porque la realidad de todo es que este mundo está lleno de personas que se pasan la vida entera corriendo de un lugar a otro en busca de soluciones, pero que nunca las encuentran. Nunca encuentran las soluciones a los dolores y tristezas, problemas y situaciones porque no han edificado su vida en Dios, sino que han excluido o ignorado a Dios por completo.

El problema está en que una vez que se hace esto, no importa lo mucho que tú te esfuerces o trabajes, todo lo que hagas será en vano. Pensemos en esto por un breve momento para determinar si lo que les digo tiene sentido o no. ¿De qué le valdría a un propietario de un hotel o edificio de apartamentos convertir dicho lugar en un lugar de “tiempo compartido” si nadie estuviese interesado en compararlo?

Claro está en que no le valdría de nada, y su esfuerzo sería un fracaso. Lo mismo es la verdad para el creyente. Después de todo, ¿de qué nos vale decir que somos cristianos si no usamos la Palabra de Dios como la fundación para nuestra vida?

En Mateo 16:12-19 encontramos que Jesús les hizo dos preguntas a sus discípulos. Primero, Jesús quería saber lo que el pueblo decía de Él. Y segundo, lo que ellos pensaban acerca de Él. En las respuestas que ellos le dieron encontramos lo que todos conocemos como la confesión de Pedro, cuando él dijo: “…Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Y después de recibir esta repuesta encontramos que el Señor le respondió diciendo: “…Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” ¿Por qué les he expuesto estos versículos? La razón es porque en ellos encontramos extremadamente claro lo que les dije hace un breve momento.

En la respuesta de nuestro Señor a los discípulos encontramos extremadamente claro que cuando edificamos, es decir, cuando usamos la verdad de Dios como la fundación de nuestra vida, entonces no existe poder ni potestad que pueda destruirnos. Fíjense bien que aquí se nos dice: “…y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.

Así que la primera verdad que nos ayuda a disfrutar el tiempo que el Señor nos proporciona aquí en la tierra es que tenemos que edificar todo lo que somos sobre la verdad de Dios. La fundación de nuestra vida tiene que ser sólida para que no pueda ser destruida o debilitada por las circunstancias o situaciones que se nos presentan.

De no construir nuestra vida sobre la verdad de Dios, entonces no hemos hecho nada. Dile a la persona que tienes a tu lado: “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican”.

II. Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia

Como todos nosotros sabemos, en tiempos de antigüedad las ciudades eran muy diferentes a las ciudades de hoy. Las ciudades de antigüedad consistían de un espacio de terreno circulado de murallas altas y fuertes que eran lo que protegía a los ciudadanos de los animales salvajes, y de los ataques de los enemigos; encima de estas murallas siempre había un contingente de hombres cuya responsabilidad era vigilar los alrededores, y dar la voz de alarma cuando existiere algún peligro. No existe duda alguna que las ciudades de antigüedad eran muy diferentes a las de hoy.

Ahora debemos preguntarnos: ¿qué nos quiere decir aquí la Palabra cuando leemos: “Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia?” Primero de todo preguntémonos: ¿qué es nuestra ciudad?”

Como les explique hace un breve momento, las ciudades  de antigüedad representaban un lugar de protección, un lugar que le proveía seguridad a la población. Hoy en día nuestra ciudad es nuestro hogar, nuestra familia.

Pero si no permitimos que Dios sea quien cuide de nosotros, y quien dirija nuestra vida en todo tiempo, entonces de nada nos valdrá todo esfuerzo que podamos hacer porque por nuestra propia fuerza nunca podremos mantener nuestro hogar y familia seguros. ¿Cómo permitimos que Dios sea quien guarde nuestra ciudad?

Nosotros comenzamos a permitir que Dios sea quien guarde nuestra ciudad cuando compartimos y tomamos el tiempo para amoldar el corazón de nuestros hijos e hijas según la verdad de Dios, y no según las cosas de este mundo. Es por eso que en Proverbios 22:6 encontramos que se nos dice: “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”

En otras palabras, como padres responsables y verdaderos seguidores de Cristo, tenemos que ser el ejemplo a seguir, y dedicarle el tiempo debido a nuestros hijos. Recordemos que ser un buen padre es mucho más que proveer un techo, calzado y comida; ser un buen padre según Dios significa tomar el tiempo para instruir a nuestros hijos. Esto significa que tenemos que compartir el tiempo para enseñarles la Palabra de Dios. ¿Por qué es esto tan importante?

La respuesta a esta pregunta es fácilmente encontrada en 2 Timoteo 3:16 cuando leemos: “…Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.”

La Palabra de Dios es la que los cuidara y demostrara el camino a seguir; la Palabra de Dios es la muralla de protección que les mantendrá seguros en medio de este mundo de maldad. La Palabra de Dios es la que les ayudará a tomar las decisiones correctas cuando se vean confrontados a la presión social.

Nosotros comenzamos a permitir que Dios sea quien guarde nuestra ciudad cuando compartimos el tiempo con nuestro cónyuge. ¿Qué les quiero decir con esto?

Hace un tiempo atrás leí un artículo acerca de los divorcios, el cual decía que la mayor razón por los divorcios era que una o ambos en la pareja decían que el otro no les entendía. Y quiero que quede bien claro que no estamos hablando estrictamente de recién casados; un buen porcentaje de las estadísticas incluía a personas que llevaban largo tiempo casados. ¿Cómo puede ser que esto suceda?

La razón principal es la falta de comunicación entre ambos. En otras palabras  la falta de compartir el tiempo que Dios les ha entregado juntos.

¿Cómo pueden las parejas compartir el tiempo que Dios les ha entregado de forma que agrada a Dios?

La respuesta a esta pregunta la encontramos en Efesios 5:24-25 cuando leemos: “Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.”

Tomemos el tiempo para demostrarle a nuestra pareja lo mucho que le amamos, y necesitamos. ¿Cómo podemos lograr esto? Lo podemos lograr cuando tomamos el tiempo para compartir los momentos felices o difíciles en nuestra vida. Lo podemos lograr cuando tomamos el tiempo para conversar, para escuchar, y para disfrutar juntos y en armonía las bendiciones que Dios derrama sobre Su pueblo.

No permitas que nada te detenga de compartir el tiempo con tu pareja; toma el tiempo de conocerle mejor; toma el tiempo para aprender que es lo que le hace reír y lo que le hace llorar.

Recordemos siempre que si Dios no ocupa el primer lugar en nuestro hogar y en todo lo que somos, de nada nos valdrá todo esfuerzo que hagamos, sino que viviremos a la merced del diablo. Dile a la persona que tienes tu lado: “Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.”

III. Pues que a su amado dará Dios el sueño

Hasta ahora hemos visto la necesidad de compartir el tiempo para edificar sobre la verdad de Dios. Hasta ahora hemos visto la necesidad de compartir el tiempo para enseñar a nuestros hijos e hijas, y para disfrutar de un hogar lleno de bendiciones.

Hasta ahora hemos visto la necesidad de permitir que Dios sea quien guíe nuestros pasos en todo momento, pero ahora la pregunta que queda es: ¿a quién guía Dios? La respuesta a esta pregunta queda bien clara aquí cuando leemos: “Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño.” Las palabras claves aquí son: “…Pues que a su amado dará Dios el sueño.”

Pensemos en esto por un breve momento para determinar si lo que les digo tiene sentido o no. ¿Qué significa aquí el “sueño”? El sueño significa la paz, después de todo, ¿quién puede acostarse y dormir cuando está lleno de preocupaciones y dolores? ¿A quién guía Dios? Dios guía a su amado hijo. ¿Quién es su amado hijo? Su amado hijo somos todos nosotros que descansamos en Su poder, gloria y majestad.

Su amado hijo somos todos aquellos que confiamos absolutamente en que Él está en control de las cosas. Su amado hijo somos todos nosotros que no dudamos de Su Palabra, sino que nos fortalecemos en ella en todo momento.

Su amado hijo somos todos aquellos que compartimos el tiempo con otros para llevarles el mensaje de salvación. Su amado hijo somos todos aquellos que compartimos el tiempo con otros para demostrarles que existe una solución; que existe una esperanza; que existe una victoria, y que su nombre es Jesús. Su amado hijo somos todos nosotros que perseveramos en una vida de santidad.

Y para Su amado hijo Dios tiene una bella promesa, y la podemos encontrar en Filipenses 4:7 cuando leemos: “…Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Esta es la paz que nos permite descansar en el poder de Dios.

Esta es la paz que nos permite el sueño, pero lo triste de todo es que aun existen muchos que no logran recibir esta paz. ¿Por qué existen tantos que no logran recibir esta paz? La razón principal por la que muchos no logran recibir la paz que Dios nos ofrece, es porque muchos están tan preocupados con los afanes de este mundo, que no le dan el lugar merecido a Dios en su vida.

Esto es algo que no podemos permitir que suceda en nuestra vida, Dios tiene que ocupar el primer lugar en todo lo que somos. Como les dije al inicio, Dios tiene que ser la fundación donde edificamos. Dile a la persona que tienes a tu lado: “…Pues que a su amado dará Dios el sueño.”

Para concluir

En Salmos 34:1-3 encontramos que se nos dice: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. 2En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. 3Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre.”

¿Cómo podemos nosotros bendecir a Jehová en todo momento? Lo hacemos cuando edificamos nuestra casa, es decir, nuestro hogar en la fundación de la verdad de Dios. Cuando edificamos sobre la verdad de Dios entonces podremos resistir los ataques del enemigo. ¿Cómo podemos tener la alabanza a Dios de continuo en nuestra boca?

Podemos tener la alabanza de continuo en nuestra boca cuando permitimos que sea Él quien cuide nuestra ciudad. Podemos tener la alabanza de continuo en nuestra boca cuando compartimos el tiempo para amoldar el corazón de nuestros hijos, y para compartir con nuestro cónyuge en todo momento.

La Palabra nos dice: “En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. 3Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre.” ¿Cómo podemos nosotros lograr esto?

Lo podemos lograr cuando permitimos que Dios ocupe el primer lugar en nuestra vida. Lo podemos lograr cuando aprendemos a descansar en el amor, gloria, y misericordia de Dios. Lo podemos lograr cuando edificamos sobre la verdad de Dios.

Los sitios de “tiempo compartido” que vende el hombre son lugares lujosos y bellos. Los sitios de “tiempo compartido” que vende el hombre sólo le sirven de gran ganancia al dueño del lugar, y son bien costosos para el que se permita convencer, o se deje engañar de que está haciendo un negocio redondo al comprar dicho espacio de tiempo. Sin embargo, el “tiempo compartido” que Dios te ofrece es completamente diferente.

El tiempo compartido que Dios te ofrece te permitirá edificar sobre la fundación de Su verdad; el tiempo compartido que Dios te ofrece te ayudará a fortalecer a tus hijos, y tu hogar; el tiempo compartido que Dios te ofrece te conducirá a que recibas la paz que Él desea que tengas en tu vida. El tiempo compartido que Dios te ofrece es permanente, y no tienes que hacer transferencias.

El tiempo compartido que Dios te ofrece es perfecto en todo sentido de la palabra, y lo más bello de todo es que es completamente gratis. Dios no te pide un precio de compra costoso y Dios no demanda cargos de mantenimiento. Todo costo fue pagado por Jesucristo en la cruz.

El tiempo compartido que Dios te ofrece es en el lugar más lujoso y bello que existe en el universo; el tiempo compartido que Dios te ofrece es estar la eternidad a Su lado. ¡Y todo es COMPLETAMENTE GRATIS!

Estoy regalando un espacio de tiempo compartido en lugar más bellos y lujoso en el universo; ¿desea alguien obtenerlo?

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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