Ella se enderezó

Ella se enderezó

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Ella se enderezó

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Lucas 13:10-17

Introducción

Una de las realidades de la vida es que a diario nosotros somos empujados o alados en diferentes direcciones. Pensemos en esto por un momento para ver si lo que les acabo de decir tiene sentido.

Todos aquí tenemos obligaciones en nuestro trabajo que nos empuja en una dirección, (más horas de trabajo, viajes, estrés diario del trabajo, etc.) Tenemos nuestras obligaciones en el hogar que nos empuja en otra dirección, (crianza de los hijos, apoyando nuestro hogar, esposa, esposo, etc.).

También tenemos las obligaciones sociales, es decir con los amigos y demás, que también nos empujan en otra dirección (cenas, reuniones sociales, intereses comunes, etc.) Tampoco podemos olvidarnos de la iglesia, es decir, nuestra fe, que nos empuja en una dirección completamente distinta que todas las otras que mencioné anteriormente.

Todas estas cosas combinadas a veces nos pueden conducir a llevar una vida llena de estrés o tensión, ya que a la mayoría de nosotros nos gustaría poder complacer a todos, pero como todos sabemos, complacer a todos es algo absolutamente imposible.

Desdichadamente, lo que le sucede a la mayoría de las personas es que las tensiones del mundo comienzan a acumularse en su vida, hasta llegar a un punto donde su fe se debilita y ni siquiera pueden mirar hacia arriba. En otras palabras, el estrés de este mundo incapacita completamente a muchos para que ellos no puedan ni tan siquiera mirar a Dios en busca de las respuestas o soluciones que necesitan.

Es por esta razón que hoy quiero explorar uno de los milagros realizados por Jesús, para determinar si nuestra fe ha sido afectada por las tensiones de este mundo, ya que como creyentes genuinos nosotros no podemos permitir que nada se interponga entre nosotros y nuestra relación con Dios. Pasemos ahora a la Palabra de Dios.

Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo

Si leemos estos versículos sin tomar el tiempo para examinar o meditar sobre lo que acabamos de leer, todo lo que podemos obtener de ellos es la descripción de uno de los milagros de nuestro Señor Jesucristo que quedaron registrados en la historia. Sin embargo, cuando tomamos el tiempo para meditar sobre ellos, rápidamente descubrimos un mensaje más profundo que una simple descripción de un acontecimiento histórico.

Digo esto porque cuando tomamos el tiempo para meditar en estos versículos, creo que todos aquí llegarán a la conclusión, de que la incapacidad física de esta mujer sirve para caracterizar la condición espiritual de muchas personas dentro de la iglesia. Exploremos estos versículos con más detalle para determinar si lo les que estoy diciendo tiene sentido.

Lo primero que encontramos aquí es: “…Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; 11 y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar…” En estos dos versículos existen tres detalles que debemos tener en cuenta, y que nos servirán para que podamos entender mejor el mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy.

Número uno; esta mujer había estado sufriendo de este mal, por un período de dieciocho años. Dile a la persona que tienes a tu lado: dieciocho años.

Número dos; esta aflicción la deshabilitaba completamente como nos dice la Palabra: «…y en ninguna manera se podía enderezar…» La Biblia no entra en detalles acerca de la enfermedad que ella padecía, pero tiene que haber sido algo que ver con la columna vertebral ya que estaba totalmente encorvada. Dile a la persona que tienes a tu lado: no se podía enderezar.

Número tres; ella amaba a Dios, como lo demuestra su presencia en la sinagoga. Dile a la persona sentada a tu lado: ella amaba a Dios. Manteniendo estos breves detalles en mente, continuemos ahora con el estudio de hoy.

Como dije hace un momento, la razón exacta de su enfermedad es completamente desconocida, pero de lo único que podemos estar seguros es de que: “…tenía espíritu de enfermedad...” Esta mujer sufría de una enfermedad física que la incapacitaba, pero les digo en el día de hoy que existen muchos creyentes que sufren de esta misma enfermedad.

Ahora, no estoy hablando de una enfermedad física que nos hace caminar encorvados físicamente como en el caso de esta mujer; sin embargo, hay muchos creyentes que si andan por este mundo completamente encorvados espiritualmente.

Hay muchos creyentes que andan con una fe encorvada, o sin fe alguna, y demás está decir que esto es algo que desagrada a Dios por completo. Esto es algo que se expresa claramente en Hebreos 11:6 cuando leemos: “…Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan…”

¿Qué causa que tantos creyentes anden en esta condición espiritual?

En realidad existe numerosas razones por las que muchos pierden su fe, o caminan con una fe encorvada, pero en el día de hoy vamos a examinar los tres espíritus más comunes responsables de afectar la fe de un buen número de creyentes. Pero antes de proceder deseo hacer una aclaración.

En el caso de esta mujer, el Señor nos dice que lo que le afectaba a ella era un espíritu inmundo, es decir un poder demoníaco. Esto es algo que todos podemos claramente apreciar cuando el Señor les dijo: “…Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?..” Pero en el día de hoy yo no he venido a hablar acerca de demonios.

Hago esta aclaración porque siempre que se habla acerca de los espíritus, la primera cosa que viene a la mente de las personas es lo que han visto en las películas de Hollywood;  es decir un poder o fuerza maligna que posee a una persona y les obliga a hacer cosas horribles. Pero aunque si existen poderes de las tinieblas, lo que vemos en las películas de Hollywood no es algo que le puede pasar a un verdadero creyente.

Digo esto porque la Palabra de Dios nos dice claramente que los poderes de las tinieblas no tienen dominio sobre nosotros. Esto es algo que está claramente declarado en 1 Juan 4:4 cuando leemos: “…Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo…” Por lo tanto, cuando hoy me refiero a los espíritus, quiero que quede bien claro que no me estoy refiriendo a una fuerza maligna o demonios que pueden influenciar a una persona.

Aunque la realidad de todo es que la definición de la palabra “espíritu” si incluye una fuerza maligna o demonio, también existen otras definiciones para ella. Así que cuando hoy les hablo acerca del espíritu, me estoy refiriendo a la otra parte de la definición de esta palabra la cual incluye: “…la parte inteligente o sensible inmaterial de una persona; el principio de activación o esencial que influyen a una persona; una actitud especial o estado de mente…” [1].

En otras palabras, hoy estaremos hablando acerca de la voluntad, el estado de ánimo, y las intenciones de las personas. Con esto en mente continuemos ahora con nuestro estudio

I. El espíritu de ansiedad o tensión

Como dije al principio, la triste realidad acerca de vivir en nuestra era moderna es que vivimos en un mundo muy estresante. Es por eso, que yo diría que el primer espíritu que a menudo afecta a la fe de muchos es la ansiedad o tensión.

Lo interesante de este espíritu o estado de ánimo es que no es algo que cae sobre nosotros repentinamente, sino que es algo que se comienza a acumular en las personas hasta que al final hay una explosión.

En uno de los muchos cursos de capacitación que recibí durante mi carrera como oficial de policía, recuerdo que una vez escuche a un psicólogo que nos dio una descripción de este estado de ánimo que considere muy buena. El psicólogo dijo que la tensión o la ansiedad son igual a cuando una persona trata de sostener un balón debajo del agua en una piscina.

Según lo que él nos explico, las personas con frecuencia no tratan directamente con las situaciones que se presentan en su vida, sino que más bien tratan de suprimirlas; es decir suprimen sus verdaderas emociones y tratan de mantenerlas por dentro. Lo malo de todo esto es que eventualmente llegara el punto de ruptura, y cualquier pequeño incidente, puede causar una gran explosión.

Usando la analogía del balón en la piscina, cuando uno suelta el balón, el balón sube con rapidez y energía y sale volando de la superficie. Es por esta misma razón que a veces se oye hablar de personas que se caen a tiros por un parqueo, o por lo que un conductor fuerza a otro conductor fuera de la carretera, y todos los demás actos de violencia que se han vuelto bastante comunes en nuestra sociedad.

Lo que conduce a las personas a actuar de esta manera no es el hecho de que el parqueo era una cuestión de vida o muerte, etc., etc. Lo que conduce a las personas a actuar de esta forma es la ansiedad y el estrés reprimido que llevan por dentro cuando finalmente estalla. Así es como los psicólogos explican estos comportamientos, pero el Señor nos dice otra cosa.

Como podemos ver aquí, Cristo no actuó de manera indiferente o insensible ante el sufrimiento de esta mujer. Cristo no ignoro el dolor y sufrimiento, el Señor la sanó. Dile a la persona que tienes a tu lado: el Señor la sanó.

El Señor quiere hacer lo mismo con cada uno de nosotros en el día de hoy.

Es por eso que en Mateo 11:28-30 Él nos dice: “…Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga…”

Como les dije previamente, la tensión y/o ansiedad son cosas que se introducen en nuestra vida poco a poco. En otras palabras, el peso de nuestras preocupaciones y obligaciones lentamente comienzan a caer sobre nuestros hombros, y si no logramos reconocer lo que está sucediendo, y no buscamos más del Señor para aliviar nuestra carga, nuestro espíritu comienza a encorvarse.

Cuando dejamos de confiar en Dios, cuando quitamos nuestra mirada del Señor, y la ponemos en el hombre en busca de la solución a nuestras preocupaciones, nuestro espíritu comienza a encorvarse. Una vez que esto ocurre, finalmente, llegará el momento en que cualquier cosa fundamental predicada nos enojara y dejaremos de asistir a la iglesia. Finalmente, llegará el momento cuando dejaremos de buscar de Dios en busca de las soluciones.

En otras palabras, nos encontraremos al igual que la mujer en este caso, encorvados e incapaces de mirar hacia arriba. Esta condición espiritual es la que conduce a que muchos piensen que Dios se ha olvidado de ellos, que Dios no escucha sus oraciones, que Dios es indiferente a los problemas que enfrentamos.

Pero algo que es muy claro en las escrituras que estamos explorando hoy, es que Cristo no es indiferente a nuestras preocupaciones, nuestro Señor quiere sanarnos para que podamos lograr a lo que fuimos llamados. ¿A qué se nos ha llamado?

La respuesta a esta pregunta la encontramos con facilidad en 1 Corintios 1:9 cuando leemos: “…Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor…” Y esto es algo que nunca podremos lograr con un espíritu encorvado, por lo tanto, dile a la persona que tienes a tu lado: enderézate.

II. El espíritu legalista

El segundo espíritu que comienza a encorvar el espíritu o estado de ánimo de las personas es el espíritu legalista. De hecho, durante Su ministerio aquí en la tierra Jesús tuvo que luchar en contra de este mismo espíritu.

Digo esto porque durante el ministerio del Señor los dos grupos más influyentes eran los fariseos y los saduceos, y ambos clamaban ser estrictos seguidores de la ley. Y porque clamaban ser estrictos seguidores de la ley, los líderes estaban completamente indignados por lo que Jesús había hecho.

Fíjense bien lo que sucedió cuando leemos: “…Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de reposo…”

Quiero que notemos algo aquí que es de suma importancia. Quiero que notemos que este hombre estaba completamente cegado por el legalismo. El espíritu legalista, o la actitud y disposición que él demostró, no le permitió que él viese el milagro que acababa se suceder ante sus ojos.

Este es el mayor problema con poseer o adoptar un espíritu legalista. El espíritu legalista nos conducirá a juzgar a otros basados en nuestras propias normas, y nos conducirá a ser indiferentes en cuanto a las necesidades de otros.

En otras palabras, si adoptamos o desarrollamos un espíritu legalista, entonces dejaremos de ser  verdaderos siervos de Dios. Con lo que les he dicho no estoy diciendo que las leyes de Dios deben ser ignoradas, o que no sirven un propósito y significado.

La verdad de todo es que sin las leyes de Dios, nosotros viviríamos en un mundo extremadamente caótico; pero lo que si estoy diciendo es que ninguno de nosotros hemos logrado nuestra salvación porque hemos sido, y porque por el resto de nuestra vida seremos estrictos seguidores de la ley. La verdad de todo es que nosotros somos salvos solo por gracia.

Esto es algo que está muy claro en Efesios 2:8-9 cuando leemos: “…Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe…” Por lo tanto, nuestra salvación no depende de normas o la ley; nuestra salvación depende de nuestra fe en Cristo.

Pero el espíritu legalista hará que la fe de muchos comience a encorvarse, y que finalmente estén más dispuestos a aceptar normas y reglamentos impuestos por hombres que tratan de manipular a la gente, en lugar de aceptar el Evangelio de Jesucristo. Dile a la persona que tienes a tu lado: el legalismo ciega.

III. Espíritu de indiferencia

El tercer espíritu o estado de ánimo que comienza a encorvar la fe de muchos es la indiferencia. Este es el espíritu que motiva a las personas a no querer compartir con sus hermanos. Este es el espíritu que conduce a que muchos sientan que no pueden ser la diferencia, y les da lo mismo una cosa que otra.

Este espíritu o estado de ánimo mueve a muchos a que piensen que la situación por la que alguien pueda estar pasando no les concierne. En otras palabras, es algo que los aleja completamente de la verdad de Dios, ya que el mismo Jesús en Mateo 5:42 nos dijo: “…Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses…

Y esta es exactamente la razón por la que como verdaderos creyentes nosotros no podemos permitir que este espíritu nos domine, después de todo, nosotros fuimos llamados a una dependencia mutua. Esto es algo que está bien ilustrado en 1 Tesalonicenses 5:11 cuando leemos: “…Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis…”

Existe una interdependencia entre los creyentes, y es por eso que no me canso de repetir acerca de la importancia de asistir a la iglesia para que unidos podamos glorificar y alabar a Dios.   Pero el espíritu de indiferencia hará que nuestra fe comience a encorvarse para que no seamos capaces de recibir esa bendición, y todas las otras las bendiciones que Dios tiene para nosotros. Dile a la persona que tienes a tu lado: la indiferencia te incapacita.

Estos son sólo tres ejemplos, pero estoy seguro de que si pensamos en el asunto, pronto nos encontraremos que existen numerosos espíritus que pueden afectar y de hecho encorvar nuestra fe.

Para concluir

Hay ocasiones en que podemos pensar que Dios se ha olvidado de nosotros, y estoy seguro de que la mujer en las Escrituras que hemos explorado hoy, en un momento u otro, consideró que éste era el caso, ya que ella había estado sufriendo de esta enfermedad que la incapacitaba por  «dieciocho años».

Sin embargo, no obstante su condición física y sufrimiento ella no dejo de genuinamente amar a Dios. Aquí está la clave de todo; el amor que sentimos por nuestro Padre celestial.

La triste realidad es que existen muchos creyentes hoy en día que se encuentran en en la misma condición espiritual que se encontraba la mujer en nuestra historia antes de ser sanada. Existe un gran número de creyentes que están sufriendo de una enfermedad que les incapacita, no es una enfermedad del cuerpo como en el caso se esta mujer, sino es una enfermedad del espíritu y la fe.

Existen muchos creyentes completamente encorvados espiritualmente; existen muchos creyentes que han sido afectados de tal manera que ni tan  siquiera pueden mirar hacia arriba para buscar de Dios y encontrar las respuestas. ¿Por qué sucede esto?

Esto ocurre porque muchos han sido seducidos a pensar que pueden seguir llevando una vida de pecado y que Dios les seguirá bendiciendo.  Pero esta es la mentira más grande que ha maquinado el diablo, así que si genuinamente deseas agradar a Dios, entonces escucha hoy que el Señor te dice: ¡enderézate! Endereza tu vida, haz lo recto ante los ojos de Dios, y Él sanara tu espíritu.

[1] Merriam Webster Dictionary

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