La fe que conquista todo temor

La fe que conquista todo temor

Prédica de Hoy: La fe que conquista todo temor

Por: José R. Hernández, Pastor
Ministerio El Nuevo Pacto, Hialeah, FL.

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Daniel 3

Introducción

La semana pasada les hable acerca de las bendiciones, y durante esa predicación les dije que para recibir las bendiciones de Dios, tenemos que fortalecer, reparar, y/o reconstruir nuestra relación con Dios.

Como les dije la semana pasada, el enemigo tratará de influenciar la fe, utilizando todos los medios y avenidas que existen, incluyendo a nuestras amistades, familiares, y hasta a mismos cristianos, ya que nuestra fortaleza para poder resistir los ataques del enemigo, en realidad depende del nivel de nuestra relación con Dios. Pero ahora la pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo podemos fortalecer nuestra relación con Dios?

La realidad es que de la única manera que lograremos fortalecer la fe y comunión con Dios, es desarrollando una fe absoluta en Dios. Como les dije la semana pasada, no todo cristiano logra desarrollar el nivel de su relación con Dios que Él desea que tengamos, y a consecuencia, la gran mayoría de los cristianos se encuentran entrando y saliendo de su comunión con Dios.  Es por eso que en el día de hoy deseo que exploremos este tema a más profundidad.  Así que la pregunta que nos haremos en el día de hoy es: ¿qué tan fuerte es mi fe?

Cuando buscamos en la Biblia acerca de la fe, no es difícil encontrar que existen numerosos versículos que tratan con este sujeto.  ¿Por qué es esto?  Esto es porque la fe es el aspecto más importante de nuestra vida.  Es por eso que en Hebreos 11:6 encontramos que se nos dice: “…Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan…

En otras palabras sin fe es imposible creer que el Dios todopoderoso, y lleno de misericordia existe.  Sin fe es imposible confiar que Jesucristo murió por nuestros pecados, resucito, y que siempre nos acompaña y fortalece para que podamos vencer [1]. Sin fe es imposible creer y confiar que el Espíritu Santo mora en nosotros [2], y nos guía en todo momento [3].

Así que esta pequeñita palabra es el eje principal de nuestra salvación, y la esperanza de todo creyente fiel.  Pero lamentablemente, este aspecto tan imprescindible de nuestra vida en muchas ocasiones se encuentra debilitado o completamente destruido. Pero veamos ahora lo que sucede cuando se posee una fe completamente fortalecida.

Daniel – La fe que conquista todo temor

Hoy vamos a estar estudiando el libro de Daniel, capitulo tres. Porque el tiempo que compartimos es corto no les leeré el capitulo completo, sino que solamente leeré los versículos claves que nos ayudaran a entender el mensaje de hoy, pero si les pido que en su tiempo de reflexión lo lean completo y mediten en su contenido.

Ahora bien, como siempre digo, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia.

En este punto de la historia Judá y sus habitantes habían sido capturados por el imperio de Babilonia [4].  Así que Daniel y sus compañeros habían sido llevados como esclavos a Babilonia.  Pero a pesar de que las circunstancias eran completamente desagradables, Dios se glorifico en la vida de Daniel y sus compañeros.

Dios les bendijo permitiéndoles que ellos entraran directamente al servicio del rey, y el rey les consultaba en todo asunto de sabiduría; es más el rey los encontró diez veces superiores a todos los otros que le servían [5].  ¿Saben por qué Dios se glorifico de gran manera en sus vidas?

La razón fue porque ellos se mantuvieron fieles a Dios, ellos no estaban dispuestos a contaminarse con lo que el rey de Babilonia les ofrecía.  Esto es algo que queda bien resumido en Daniel 1:8 cuando leemos: “…Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse…”.

En este punto de la historia el rey había mandado a construir una estatua propia de oro sólido.  También había decretado una ley que exigía que al escucharse música, todos los ciudadanos del reino tendrían que postrarse ante esta estatua y adorarla.  Los que no cumplieran con esta ley serian ejecutados.

Fíjense bien como esto queda declarado en Daniel 3:4-6 cuando leemos: “…el heraldo proclamó con gran voz: “Se ordena a ustedes, oh pueblos, naciones y lenguas, 5 que al oír el sonido de la corneta, de la flauta, de la cítara, de la lira, del arpa, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postren y rindan homenaje a la estatua de oro que ha levantado el rey Nabucodonosor. 6 Cualquiera que no se postre y rinda homenaje, en la misma hora será echado dentro de un horno de fuego ardiendo….” (RVA-2015)  ¿Por qué es necesario que sepamos estas cosas?

Es necesario que sepamos estos detalles, porque estos pequeños detalles nos revelan las condiciones que rodeaban a estos jóvenes.  En otras palabras, estos jóvenes pronto tendrían que tomar una decisión que bien podía costarles la vida.

La fe que conquista y nuestra decisiones

Ellos tendrían que decidir entre agradar al hombre, o agradar a Dios (adorar la imagen del rey: abominación a Dios [6]).  Y esta decisión descansaba completamente en la fe de estos varones.  Así que manteniendo estos breves detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio, y examinemos lo que sucedió con ellos cuando llego el momento de decidir, y como se aplica a nuestra vida hoy en día.

Cuando estudiamos lo que sucedió en este instante, pronto vemos que cuando llego el momento de la decisión, estos varones decidieron mantenerse fieles a Dios.  Esto es algo que queda bien claro en la declaración que ellos hicieron cuando fueron confrontados porque no estaban dispuestos a alabar a la imagen del rey; algo que encontramos en Daniel 3:17-18 cuando leemos:

“…Si es así, nuestro Dios, a quien rendimos culto, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18 Y si no, que sea de tu conocimiento, oh rey, que no hemos de rendir culto a tu dios ni tampoco hemos de dar homenaje a la estatua que has levantado…” (RVA 2015)

Estos varones conocían bien la penalidad que el rey había impuesto, pero ellos no le serian infiel a Dios.  Dile a la persona que tienes a tu lado, tenemos que serle fiel a Dios.

¿Qué podemos apreciar en la actitud de estos varones?

Lo que podemos apreciar en la actitud de estos varones es una fe completa y absoluta en Dios.  Lamentablemente, este tipo de fe absoluta es difícil de encontrar hoy en día.  Las razones por la que esto sucede son numerosas, pero yo diría que la razón principal es el temor.

Pero una gran realidad es que el temor no proviene de Dios; Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía sino de poder, de amor, y de dominio propio [7].  Es muy importante que siempre tengamos eso muy en mente, y que lo grabemos en nuestra mente.  Digo esto porque el espíritu de temor o la cobardía, en toda ocasión nos conducirán lejos de la voluntad de Dios.

La fe que conquista el espíritu de temor

El espíritu de temor impedirá nuestro crecimiento; en otras palabras, NO nos permitirá crecer, y desarrollar la vida que Dios desea para nosotros.  Y nosotros no estamos llamados a estancarnos en nuestra fe, sino que estamos llamados a crecer.

Fíjense bien como esto es algo que queda bien declarado en 2 Pedro 3:18 cuando leemos: “…Más bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén…” (RVA 2015).  Sin embargo, en toda ocasión, el espíritu de temor detendrá nuestro crecimiento.

El espíritu de temor nos mantendrá callados, y nunca testificaremos del poder, amor, misericordia, y gracia de Dios.  ¿Por qué no testificaremos, y por qué muchos no testifican?  No lo haremos, y muchos no lo hacen, por temor a lo que se pueda pensar y decir de nosotros, ya que para el mundo, la palabra de Dios es locura [8]. Recordemos que “…El temor al hombre pone trampas, pero el que confía en el SEÑOR estará a salvo…” Proverbios 29:25 (RVA 2015). Así que como siervos files de Dios, tenemos que reprender esos pensamientos y sentimientos de temor.

Tenemos que reprender el temor sabiendo que Dios nos protegerá, que Él nos guiara y proveerá por nosotros [9].  Tenemos que confiar completamente en las palabras de nuestro Señor Jesucristo como encontramos en Juan 16:33 cuando leemos: “…Les he hablado de estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo!…” (RVA 2015). En esencia, esto fue lo que estos jóvenes hicieron en ese entonces.  Ellos confiaron completamente en que Dios les guardaría, no obstante la dificultad o situación.  La fe de estos jóvenes estaba firme en la palabra de Dios.

¿Qué sucedió con estos jóvenes? – La fe que conquista

Continuando con nuestro estudio vemos que ellos tuvieron que atravesar por momentos difíciles. Prueba de esto lo encontramos en Daniel 3:19-20 cuando leemos: “…Entonces Nabucodonosor se llenó de ira y se alteró la expresión de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego. Ordenó que el horno fuera calentado siete veces más de lo acostumbrado, 20 y mandó a hombres muy fornidos que tenía en su ejército que ataran a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego para echarlos en el horno de fuego ardiendo…”  (RVA-2015)

¿Cuántos dirían que esto fue un momento difícil?  ¿Se pueden imaginar la cara de estos jóvenes al ver el horno ardiendo, y no solo esto, sino ardiendo siete veces más de lo normal?  Fíjense que tan fuerte ardía el horno, una llamarada de fuego mató a aquellos que habían levantado a los jóvenes. Definitivamente estos fueron momentos de angustia mental, y fueron momentos cuando ellos pudieron haberse arrepentido y haber jurado una alianza al rey, pero este no fue el caso.  Ellos se mantuvieron firmes en Dios.

Ahora pregunto, ¿cuántos aquí tienen su fe lo suficientemente fuerte para poder pasar por ese fuego?  Esto no es una pregunta para que nadie me la conteste, sino que es una pregunta para que reflexionemos en nuestra condición espiritual.  Esta es una pregunta para que descubramos que tan fuerte es nuestra fe.

Siempre debemos estar muy consientes del nivel de nuestra fe, porque de una cosa que podemos estar muy seguros, es que el enemigo nunca dejara de atacarnos.  Y les repito, no existe nada ni nadie que él no trate de usar para hacernos caer.

Nuestro enemigo usara a esos miembros familiares, esposos, esposas, amigos, amigas y compañeros de trabajo que todavía no conocen la verdad, para tratar de desviarnos del camino que Dios nos ha trazado.  En otras palabras, tratara por todos los medios habidos y por haber, de que no cumplamos con la voluntad de Dios, sino que hagamos las cosas para complacer a aquellos que nos rodean.

Solo existe una cosa que evita que nuestro enemigo pueda hacer lo que quiere con nosotros, y esto es nuestra fe.  Solo cuando nuestra fe no flaquea podremos vencer las situaciones más peligrosas y difíciles.

El enemigo subirá la candela del horno (circunstancias que él puede influenciar), para que nos amedrentemos y cedamos a la corriente de maldad que arrastra a este mundo.  Y es exactamente por eso que nunca nos podemos olvidar de las palabras del apóstol encontradas en 1 Corintios 15:58 que nos dicen: “…Así que, hermanos míos amados, estén firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que su arduo trabajo en el Señor no es en vano…” (RVA-2015). Dile a la persona que tienes a tu lado: obremos para Dios.

No podemos ceder a la mala influencia que existe en el mundo [10], sino tenemos que fortalecernos y confiar que una fe completa en Dios será maravillosamente recompensada [11].

Fíjense bien lo que sucedió a continuación para que entiendan bien lo que les digo.  En Daniel 3:21-28 encontramos que se nos dice: «…Entonces estos hombres fueron atados, con sus mantos, sus túnicas, sus turbantes y sus otras ropas, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. 22 Porque la orden del rey era apremiante y el horno había sido calentado excesivamente, una llamarada de fuego mató a aquellos que habían levantado a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego. 23 Y estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo. 24 Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó y se levantó apresuradamente. Y habló a sus altos oficiales y dijo: —¿No echamos a tres hombres atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: —Es cierto, oh rey. 25 Él respondió: —He aquí, yo veo a cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego y no sufren ningún daño. Y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses. 26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo y llamó diciendo: —¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salgan y vengan! Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. 27 Y se reunieron los sátrapas, los intendentes, los gobernadores y los altos oficiales del rey para mirar a estos hombres; cómo el fuego no se había enseñoreado de sus cuerpos ni se había quemado el cabello de sus cabezas ni sus mantos se habían alterado ni el olor del fuego había quedado en ellos. 28 Nabucodonosor exclamó diciendo: —Bendito sea el Dios de Sadrac, de Mesac y de Abed-nego, que envió a su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él y desobedecieron el mandato del rey; pues prefirieron entregar sus cuerpos antes que rendir culto o dar homenaje a cualquier dios, aparte de su Dios…» (RVA 2015)

¿Cuántos pueden decir gloria a Dios?  Dile a la persona que tienes a tu lado, el poder de Dios no tiene límites.

Como pudimos observar, estos jóvenes no estaban muy seguros de lo que les sucedería.  El futuro de estos jóvenes parecía cierto, pero no obstante todo esto, ellos no le dieron las espaldas a Dios y se mantuvieron fieles.   En ocasiones a todos aquí nos tocara pasar por momentos como estos.

La fe que conquista ante situaciones difíciles

En ocasiones todos aquí tendremos que enfrentarnos a situaciones difíciles.  Pero las preguntas que tenemos que hacernos son: ¿cuán fuerte está mi fe? ¿Confió completamente en Dios?  Si al analizarnos encontramos que nuestra fe no está al nivel de estos jóvenes, entonces busquemos fortalecerla inmediatamente, porque de otra manera solo seremos un blanco fácil de atacar.

Digo esto porque en el momento que nuestra fe comience a flaquear, el enemigo intensificara sus ataques.  Pero cuando nuestra fe esta fortalecida, cuando nuestra fe es completa, entonces no existe nada que el enemigo pueda hacer para derrotarnos.

Para concluir

Debemos buscar poseer una fe que conquista todo temor, y destruye toda obra del enemigo.  Quiero que leamos de nuevo lo que sucede cuando poseemos este tipo de fe.  En Daniel 3:24-25 leemos:

«…Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó y se levantó apresuradamente. Y habló a sus altos oficiales y dijo: —¿No echamos a tres hombres atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: —Es cierto, oh rey. 25 Él respondió: —He aquí, yo veo a cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego y no sufren ningún daño. Y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses…» (RVA 2015)   ¿Por qué hemos leído esto nuevamente?

Hemos leído esto nuevamente para que nos quede muy presente que no importa lo difícil que la situación pueda aparentar, y no importa lo grave que las circunstancias puedan ser.  No importa lo caliente que el horno de este mundo se pueda encontrar, cuando nosotros nos mantenemos fieles a Dios, Él nunca nos abandona.  Cuando nos mantenemos fieles a Dios, Él estará presente para mantenernos libres de las llamas.

Busquemos fortalecer nuestra fe, y busquemos mantenernos firmes en Su palabra.  Busquemos poseer una fe victoriosa como la de estos tres jóvenes, y confiemos absolutamente en el Rey de Reyes y Señor de Señores.  Dile al hermano que tienes a tu lado: desarrollemos una fe victoriosa.

[1] Mateo 28:20
[2] 1 Corintios 6:19
[3] Juan 16:13; Romanos 8:14; Gálatas 5:18
[4] Daniel 1:1-2
[5] Daniel 1:19-20
[6] Éxodo 20:3-5; Deuteronomio 5:7-10
[7] 2 Timoteo 1:7
[8] 1 Corintios 1:18-19
[9] Josué 1:9; Isaías 12:2; 41:10; 41:13
[10] Romanos 12:2
[11] Colosenses 3:23-24

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