Año nuevo

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Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: Año nuevo – Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas

Introducción

Como todos sabemos, en solo un día estaremos dándole entrada a un año nuevo.  Tradicionalmente, en este día muchos de nosotros hacemos resoluciones personales; en otras palabras las resoluciones de fin de año.

Muchos de nosotros nos decimos, este año nuevo reduciré mi peso; o quizás este año nuevo dejaré este vicio, este año nuevo voy a hacer esto, o lo otro, etc., etc.  La realidad es que existen muchas resoluciones que podemos hacer a un nivel personal.  Pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué resolución debemos tomar como iglesia y como fieles cristianos?

Como he dicho en otras ocasiones, la realidad es que el mundo está lleno de cosas que tratan de detener el crecimiento espiritual de las personas.  Cosas que tratan de bloquear nuestro camino, y al igual que una muralla, nos detienen de poder avanzar al nivel de crecimiento espiritual que Dios desea para nosotros.  Como les dije, estamos a punto de iniciar un año nuevo, y como iglesia, y fieles cristianos existen resoluciones que debemos tomar.

Como iglesia y como files cristianos, existen numerosos obstáculos que tenemos que conquistar, y murallas que tenemos que derrumbar.  Pasemos ahora a la palabra de Dios para descubrir tres resoluciones que como iglesia debemos adoptar.

Salmos 18:27-29Porque tú salvarás al pueblo afligido, Y humillarás los ojos altivos.  28 Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.  29 Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros.

La primera resolución del año nuevo: confiar en Dios 

Yo sé que en ocasiones esto es más fácil decirlo que hacerlo.  La razón principal por la que en ocasiones confiar en Dios se nos hace un poco difícil es porque nosotros no siempre conocemos, o podemos ver el propósito de Dios en lo que sucede.  Pero les digo en el día de hoy, tenemos que aprender a confiar en Dios.

Aquí vemos que David dice: “…Porque tú salvarás al pueblo afligido, Y humillarás los ojos altivos….”  ¿Qué podemos ver bien reflejado en estas palabras?  Lo que podemos encontrar bien reflejado en estas palabras es, una confianza total en Dios, de parte de David.  Lamentablemente este tipo de confianza no es comúnmente encontrado en la vida de un buen número de cristianos.

Reflexionemos por un breve momento en nuestra vida, para determinar si lo que digo es verdad.  Cuándo estamos afligidos o atormentados por una situación o circunstancia, ¿confiamos en que Dios nos salvara de ella?  Sé que existen muchos que confiaran en Dios, pero también sé que no será una confianza absoluta, sino que será una confianza parcial.

Sé que será una confianza parcial porque por naturaleza el hombre es impaciente.  Y es por eso que en el Salmo 37:1 encontramos que se nos dice: “…No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad…”.

La gran realidad es que a la mayoría de nosotros no nos gusta esperar, y es exactamente por eso que nunca se nos puede olvidar las palabras del Señor encontradas en Lucas 21:19 cuando dijo: “…Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas…”. Pero la realidad es que la mayoría de nosotros somos impacientes, así que cuando pensamos que Dios se ha demorado, o se está demorando en contestar nuestra suplica, entonces tendemos a envolvemos en nuestra aflicción,  y comenzamos a depender más de nuestra propia habilidad que en el poder de Dios.

Una vez que esto sucede, raramente vemos la salida [1], raramente vemos el propósito de Dios en lo que nos está sucediendo o en lo que estamos pasando.  Esto nos conduce a que al presentarse momentos difíciles en nuestra vida no los veamos como una oportunidad para demostrar nuestra fe, sino que los veamos como obstáculos insuperables; esto nos conducirá a que nos sintamos encerrados y atrapados dentro de murallas impenetrables.  Como les dije al inicio, no alcanzaremos el nivel de crecimiento espiritual que Dios desea que tengamos.

Nuestra falta de confianza absoluta nos hará que veamos ciertas circunstancias o situaciones, como murallas impenetrables y nos conformaremos diciendo, “que sea lo que Dios quiera.”  Pero, ¿quiere Dios que Su pueblo viva derrotado, angustiado, afligido, y atormentado?

La respuesta a esta pregunta es definitivamente ¡NO! Esto es algo que queda bien reflejado en Jeremías 29:11 cuando leemos: “…Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis…”   Según la historia Hebrea, Dios le entrego la victoria a David en numerosas ocasiones, y cuando confiamos en Dios y Su poder, Él nos entregara la victoria a nosotros sobre toda situación.

Cuando nosotros confiamos en Dios no existe problema que no podamos solucionar, no existe batalla que no podamos ganar, no existe territorio que no podamos conquistar.  Es como encontramos en Deuteronomio 28:7 cuando leemos: “…Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti…”

El poder y la unción de Dios son capaces de romper todo yugo; el poder y unción de Dios son capaces de eliminar toda carga, pero antes de que esto pueda suceder en nuestra vida, primero tenemos que permitir ser guiados por Dios.  Dile a la persona que tienes a tu lado: permite ser guiado.  Esto me conduce a la segunda resolución que debemos adoptar.

La segunda resolución del año nuevo: Permitir ser guiados 

En nuestro estudio de hoy vemos que David dice: “…Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas…” ¿Qué encontramos bien reflejado en estas palabras?   Lo que encontramos bien reflejado en estas palabras es una dependencia total en Dios.

Esto es algo que nosotros tenemos que hacer, tenemos que permitir que Cristo nos guié en todo momento.  Jehová guió a David, y Jesús es la luz que nos guía, y nos revela donde existe el peligro en nuestra vida. Jesús es la luz que nos muestra el camino que tenemos que seguir para llegar al Padre.

Esto es algo que queda claramente expuesto en Juan 8:12 donde el Señor nos dice: “…Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida…” Jesús nos libero de las tinieblas, nos libero de la oscuridad en la que vivíamos. Pero desdichadamente, con frecuencia el cristiano deja de caminar en la luz, y regresa a las tinieblas [2].  Con frecuencia los cristianos ceden o se rinden al pecado.

El enemigo quiere que veamos lo malo como bueno, y lo bueno como malo [3].  El enemigo no quiere que la “…luz del mundo…” resplandezca.  Nuestro enemigo no quiere que la “…la luz de vida…” brille, y hará todo lo posible por apagarla. Pero cuando las tinieblas traten de apoderarse de nosotros, cuando las cosas aparezcan más oscuras que nunca, recordemos que nosotros no pertenecemos a ese mundo; nosotros no somos hijos de las tinieblas sino hijos de la luz [4].  Dile a la persona que tienes a tu lado: somos hijos de la luz.

Como he dicho en numerosas ocasiones, una vez que decidimos seguir a Cristo nuestra vida tiene que cambiar por completo [5].  No podemos seguir en los caminos que una vez andábamos [6]; tenemos que andar en los caminos de Jesús; tenemos que caminar en la luz que es Cristo.  Cuando no resistimos y reprendemos los ataques del enemigo en nuestra vida, entonces lentamente volveremos a caer bajo el dominio de las tinieblas.

Lentamente comenzaremos a ceder a las tentaciones; lentamente comenzaremos a racionalizar y a justificar el pecado en nuestra mente.  Y es por esta misma razón que les digo que como fieles cristianos, tenemos que permitir que Dios ilumine nuestro caminar en todo momento, porque de no permitir esto, entonces volveremos a caer nuevamente en la oscuridad.

Para poder mantener nuestra libertad, no podemos ser cristianos parte del tiempo; no podemos ser cristianos una o dos veces por semana.  Para mantener nuestra libertad tenemos que permitir que Cristo sea reflejado en nosotros en todo momento [7].

Tenemos que permitir que la luz del Espíritu Santo ilumine nuestro camino, y tenemos que orar mucho al Padre rogándole que permita que la luz del Espíritu Santo que brilla en nosotros, guie a todos aquellos que todavía andan perdidos en las tinieblas.  Tenemos que resistir la tentación y pelear la buena batalla en todo momento; esto me conduce a la tercera resolución que debemos adoptar.

La tercera resolución del año nuevo: Desarrollar una actitud ganadora 

Aquí vemos que David dice: “…Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros…”  Tomemos un breve instante para reflexionar y preguntémonos: ¿tenemos nosotros esta actitud?  ¿Estamos dispuestos a enfrentarnos contra los ejércitos de las tinieblas?  ¿Estamos nosotros dispuestos a asaltar los muros que nos separan de las bendiciones de Dios?

La realidad es que existen numerosos muros que tenemos que asaltar y derrumbar.  La realidad es que existen muros a nuestro alrededor, que tratan de mantenernos encerrados y atrapados.  ¿De qué les hablo?  Les expondré tres ejemplos de muros que encierran y atrapan a un buen número de cristianos para que no puedan ver las bendiciones de Dios.

Uno.  Existe el muro de la duda y este es uno que se ve con frecuencia; la duda detiene el crecimiento, la duda interrumpe el progreso. En ocasiones nosotros dudamos que podamos ser vencedores, y para el hombre existen numerosas cosas que nos derrotan y/o nos detienen, pero ¿qué puede detener a Dios? El Señor responde esta pregunta claramente en Mateo 19:26 cuando nos dice: “…Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible…”

El muro de la duda con frecuencia rodea y atrapa a muchos, y este muro está directamente relacionado con la resolución número uno que debemos adoptar; está directamente relacionado con el confiar en Dios.  La desconfianza es la que causa la duda, y la duda detendrá al hombre en toda ocasión.

Dos.  Existe el muro del temor, y este es quizás el más difícil de asaltar y derrumbar.  Digo esto porque todos aquí tenemos diferentes temores.  Por ejemplo, quizás tengamos temor de hablar en público, quizás tengamos temor de ser el centro de atracción, quizás tengamos temor de cometer un error, quizás tengamos temor a fracasar; en si la lista puede ser larga, pero debemos preguntarnos, ¿nos hizo Dios para que fuésemos seres temerosos de todo?  La respuesta a esta pregunta queda claramente expresada en 2 Timoteo 1:7 cuando leemos: “…Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio…”  Como podemos apreciar, el temor comienza en nosotros y no es enviado por Dios.

El temor puede, y ha ocasionado, la muerte de muchas obras en la iglesia, y en la vida personal de muchos. Cuando analizamos nuestra vida detalladamente, y cuando somos honestos con nosotros mismos, estoy seguro que encontraremos numerosas ocasiones cuando el temor nos ha detenido de hacer algunas cosas, o de emprender nuevos proyectos.  Digo esto porque el temor a lo que se pueda decir y pensar de nosotros, son responsables de detener que el cristiano sea un obrero para el reino de Dios.

Tres.  Existe el muro del desanimo, y esto es algo que existe en la vida de muchos cristianos.  Esto sucede porque muchos tienden a concentrarse solo en lo malo, lo que les conduce a que no puedan ver las bendiciones de Dios.

En Santiago 1:8 encontramos que se nos dice: “…El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos…”  Este versículo nos deja saber claramente que cuando vivimos desanimados, no podemos servir a Dios debidamente.  Esto nos deja saber que si lo mismo nos da una cosa que otra, entonces nuestra supuesta fe no nos servirá para nada.

Hermanos, si decimos que servimos a Dios, si hacemos un compromiso con Él, entonces nuestros si tienen que ser si, y nuestros no tienen que ser no.  Es como nos dice el Señor en Mateo 5:37 cuando leemos: “…Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede…” Dile a la persona que tienes a tu lado: es conmigo la cosa.

La realidad es que no podemos andar por el camino del medio.  ¿Por qué no podemos andar por el camino del medio?  El Señor responde esta pregunta claramente en Mateo 12:30 cuando nos dice: “…El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama…” Como podemos ver, para Dios no existe un camino en el medio, o somos o NO somos.

No podemos ser personas de doble ánimo, no podemos ser personas irresponsables.  Como el pueblo de Dios que somos tenemos que asumir nuestra responsabilidad y tomar las cosas de Dios en serio.  Simplemente puesto, si queremos recibir las bendiciones que Él tiene para nosotros, entonces tenemos que acercarnos más a Dios .  Es como nos dice la palabra en Santiago 4:8 cuando leemos: “…Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones…”

Para concluir.

Estamos a punto de iniciar un año nuevo, y todos aquí podemos tener hoy un nuevo comienzo.  Hagamos hoy nuestras resoluciones de año nuevo.  Adoptemos la resolución que confiaremos en Dios en toda situación; confiemos en que Él es poderoso y capaz de solucionar toda situación o dificultad.  Confiemos en que Él nos dará la fortaleza para perseverar y batallar.  Adoptemos la resolución que permitiremos que el Espíritu Santo nos guié en todo momento.  ¿Por qué es esto tan importante?

Esto es importante porque cuando permitimos que el Espíritu Santo nos guié, entonces comenzaremos a entender Su poder infinito, y cosas maravillosas sucederán [8]. Adoptemos la resolución que desarrollaremos una actitud ganadora [9].   Derrumbemos las obras del enemigo en nuestro hogar, en nuestra familia, y en nuestra iglesia.  Asaltemos y derrumbemos los muros que tratan de mantenernos encerrados y atrapados.

Los muros de desconfianza pueden ser derribados, los muros de dudas pueden ser derribados, los muros de temor pueden ser derribados, y los muros de desanimo pueden ser derribados.  Digamos todos: “…Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros…”

Podemos asaltar confiadamente las murallas que nos rodean, podemos derrumbar esos muros que nos atrapan, podemos atacar el ejército del infierno porque no existe nada que pueda prevalecer ante el poder del Señor [10].

Ahora la pregunta que queda es: ¿qué resoluciones adoptaras tú?

[1] 1 Corintios 10:13
[2] 1 Reyes 19:10
[3] Isaías 5:20
[4] 1 Tesalonicenses 5:5
[5] 2 Corintios 5:17
[6] Romanos 12:2; Efesios 4:22
[7] Mateo 5:14
[8] 2 Reyes 6:16-17
[9] Romanos 8:37
[10] Filipenses 2:9-11

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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