Prosigo a la meta

Prosigo a la meta

Predicas cristianas predica de Hoy: Prosigo a la meta

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Texto Bíblico: «No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.» Filipenses 3:12-14

Introducción

Leí un chiste el otro día que deseo compartir con ustedes; así que hoy iniciaremos el servicio con un poco de humor.

Resulta ser que un anciano se encontraba en un tren y el conductor comenzó a pedir los boletos. Con el conductor parado en frente suyo, el anciano comenzó a buscar su boleto, pero no lo encontraba.

El anciano busco con furor dentro de sus bolsillos, examino su billetera, pero mientras más buscaba más se frustraba, porque el boleto no aparecía por ningún lugar. El conductor al ver la tensión y ansiedad que crecía en este hombre le dijo: no se preocupe caballero, confío en que usted tiene un boleto.

También le dijo, estoy seguro que una vez que llegue a su destino usted lo encontrara y nos lo puede enviar por correo. A lo que el anciano contesto, mi querido amigo, mi problema no es ¿dónde está mi boleto? Sino ¿a dónde voy?

¿Qué cómico verdad? Pero este chiste refleja muy bien el tema que deseo que enfoquemos hoy. Hoy deseo que examinemos hacia donde nos dirigimos. Pasemos ahora a la Palabra de Dios.

Repaso de historia

Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. Así que la pregunta que nos debemos hacer es: ¿por qué Pablo le escribió esto a la iglesia?

Pablo escribió esta carta a la iglesia en Filipo porque en este punto de la historia ellos estaban experimentando persecución.

Esto es algo que queda bien reflejado en Filipenses 1:28-29 cuando leemos: “…No tengan miedo de sus enemigos. Si se comportan con valentía, verán cómo ellos serán destruidos y ustedes serán salvados, porque Dios les dará el triunfo. 29Dios les ha dado a ustedes el privilegio de confiar en Cristo, y también de sufrir por él. 30Así que pasarán por los mismos problemas que yo he tenido, y ya saben muy bien lo que he sufrido y estoy sufriendo….” (Traducción el Lenguaje Actual). Pero los problemas en la iglesia no se detenían con solo esto.

En la iglesia en Filipo también existía desunión entre los líderes, y discordia entre los miembros. Esto es algo que queda bien reflejado en la palabras del apóstol cuando él les advierte acerca de su comportamiento, según encontramos en Filipenses 2:3-4 cuando leemos: “…Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros…”

Y como si todo esto no fuera poco, la iglesia en Filipo también confrontaba falsos maestros que trataban de imponer las leyes judías como parte de la salvación, en específico la ley de la circuncisión; en otras palabras atacaban el principio básico establecido por Cristo.

Y es por eso que el apóstol les advierte lo que encontramos en Filipenses 3:2-3 cuando leemos: “…¡Cuídense de esa gente despreciable y malvada, que los quiere circuncidar! 3Los verdaderos circuncidados somos nosotros, los que guiados por el Espíritu adoramos a Dios y estamos orgullosos de pertenecer a Jesucristo. Nosotros no creemos que podamos hacer nada para salvarnos. 4Si la salvación dependiera de la circuncisión, yo podría sentirme más orgulloso que cualquiera…” (Traducción en lenguaje actual).

¿Cómo se aplica todo esto a nuestra vida?

Continuemos ahora con nuestro estudio de hoy para contestar esta pregunta. Continuando con nuestro estudio leemos: “…No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús…”

Como les dije la semana pasada, ninguno de nosotros somos perfectos; todos aquí hemos cometido, cometemos, y cometeremos errores, ya sea consciente o inconscientemente.

Pero el problema grave no es que hayamos cometido un error, el problema grave es que en la mayoría de los casos esos errores detienen nuestro caminar. En otras palabras, esos errores bloquean nuestro camino para que no podamos avanzar. ¿Qué tenemos que hacer para evitar que esto suceda? Tenemos que desarrollar una actitud vencedora.

Un detalle que omití en nuestro repaso de historia, es que Pablo escribió esta carta a la iglesia en Filipo desde una prisión Romana.  Esto es algo que queda bien reflejado en Filipenses 1:13 cuando leemos: “…Todos los guardias del palacio, y el resto de la gente, saben que estoy preso por servir a Cristo…” (Traducción en lenguaje actual). ¿Por qué les he mencionado este detalle ahora?

Les he mencionado este detalle ahora porque esta pequeña porción de información nos revela la actitud vencedora de Pablo, y la actitud vencedora que todos tenemos que desarrollar.

En este punto de la historia Pablo estaba esperando ser juzgado, y él sabía muy bien que su juicio seria seguido por su ejecución. Esto es algo que queda muy bien ilustrado según encontramos en 2 Timoteo 4:6 cuando leemos: “…Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano…”

Pero no obstante su situación personal, no obstante la ansiedad que él seguramente experimento, su mayor preocupación fue mantenerse fiel a Cristo, y por sus hermanos en las iglesias.

Aunque Pablo sabia que él pronto no estaría más en este mundo, su actitud vencedora fue la que en mayor parte permitió que las iglesias permanecieran hasta el día de hoy. Ahora la pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo podemos nosotros desarrollar este tipo de actitud?

Continuando con nuestro estudio leemos: “…Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante…”

¿Cómo podemos desarrollar una actitud vencedora?

Aquí Pablo nos dice que para lograr este tipo de actitud tenemos que ser personas determinadas; tenemos que fijarnos la meta de ser más como Jesús en todo momento.

En otras palabras, tenemos que dejar de reincidir en los errores del pasado, y perseverar en lo que tenemos por delante. Tenemos que perseverar en proceder a la perfección de Cristo.

Tenemos que hacer como nos dice la Palabra en Efesios 5:1-2 cuando leemos: “…Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante…”

Pero la realidad es que perseverar en ser más como Cristo en ocasiones se nos dificulta. ¿Por qué se nos dificulta? Se nos dificulta porque al igual que el anciano en el chiste que les hice, en determinadas ocasiones se nos pierde o extraviamos temporalmente nuestro boleto, que es la Palabra de Dios, y se nos olvida o perdemos de vista que nuestro destino final es llegar y permanecer al lugar donde siempre agradamos a Dios.

¿Qué tenemos que hacer para evitar que la Palabra de Dios pierda la importancia que merece en nuestra vida, y que perdamos de vista nuestro destino final?

Tenemos que constantemente luchar en contra de todo aquello que trata de desviarnos o detenernos de la voluntad de Dios. Recordando siempre lo que encontramos en 1 Samuel 12:25 cuando leemos: “…Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis…” ¿Por qué digo que tenemos que siempre recordar esta advertencia?

Tenemos que siempre recordar esta advertencia porque la realidad es que a diario todos nosotros somos tentados a echar a un lado lo que la Palabra de Dios nos enseña. A diario nosotros somos tentados a comprometer nuestra fe y nuestra relación con Dios. ¿Cómo somos tentados?

Somos tentados a través de los placeres temporales que ofrece este mundo; en otras palabras las cosas que podemos atener o alcanzar en nuestra vida que producen satisfacción pero que bien sabemos que no agradan a Dios. ¿Cómo podemos evitar caer en esta trampa?

La repuesta a esta pregunta queda bien reflejada en 2 Corintios 4:18 cuando leemos: “…no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas…”  Dile a la persona que tienes a tu lado: fija tú vista en lo celestial. ¿Qué les quiero decir con esto?

Lo que les quiero decir con esto es que tenemos que permitir que el Espíritu Santo sea quien dirija nuestros pasos en todo momento. ¿Por qué es esto tan importante? Es tan importante porque cuando permitimos que el Espíritu Santo sea quien guie nuestros pasos en todo momento, entonces podemos vencer toda oposición, y superar los obstáculos que tratan de detener nuestra relación con Dios.

Esto es algo que queda muy bien declarado en Romanos 8:37 cuando leemos: “…Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó…”

Pero desdichadamente, esto es algo que a muchos de nosotros se nos olvida. Dile a la persona que tienes a tu lado: se nos pierde el boleto. Se nos olvida que somos más que vencedores, e inconscientemente  le proveemos una nueva entrada a los poderes de las tinieblas en nuestra vida.   Y esto es algo que nunca podemos permitir.

No podemos bajar nuestras defensas en ningún momento. Sino que siempre tenemos que tener muy en mente la advertencia que encontramos en 1 Pedro 5:8 cuando leemos: “…Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar…” ¿Qué tenemos que hacer ahora?

Continuando con nuestro estudio leemos: “…prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús…” ¿Cuál es el premio supremo? El premio supremo es la salvación de nuestra alma. Y es por eso que digo que no podemos permitir que nuestra ambición o apetito por las cosas temporales que ofrece este mundo nos alejen de Dios.

Recordando siempre lo que encontramos en Romanos 8:12-13 cuando leemos: “…Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis….”

No podemos dejar de avanzar hacia nuestra meta porque de hacer esto, entonces nos quedaremos estancados en lugares donde no pertenecemos. Nos estancaremos en lugares donde quizás sintamos que la presencia de Dios está cerca, pero nunca lograremos experimentar Su verdadera grandeza, majestad, y poder.

Siempre tengamos en mente que mientras más nos enfoquemos en la meta, más fortalecidos seremos para poder pelear en contra de todo obstáculo. Mientras más nos enfoquemos en la salvación de nuestra alma, más fácil se nos hará victoriosamente pasar las pruebas de nuestra fe.

Recordemos siempre que a nuestro enemigo nada le daría mejor placer que hacernos sentir que Dios nos ha abandonado, o que es indiferente a las dificultades que podamos estar atravesando. Pero por mucho que nuestro enemigo trate, nunca lograra su propósito porque todo creyente fiel sabe muy bien, que nosotros somos muy especiales para Dios. ¿Qué tan especiales somos nosotros?

La respuesta a esta pregunta queda bien clara en 1 Pedro 2:9 cuando leemos: “…Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…” Dile a la persona que tienes a tu lado: tú eres muy especial para Dios.

Para concluir. No podemos descuidar nuestra condición espiritual. No podemos extraviar nuestro boleto; es decir, no podemos olvidarnos de lo que la Palabra de Dios nos advierte y enseña. Recordemos siempre que la palabra de Dios es nuestro alimento espiritual. Pero más importante de todo, no podemos olvidarnos de cuál es nuestro destino final. ¿Cuál es nuestro destino final?

El punto final para nosotros es llegar al cielo, pero mientras estemos aquí en la tierra nuestra meta es perseverar en siempre agradar a Dios. Y es por eso que en 1 Pedro 4:2 encontramos que se nos dice: “…para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios…”

Recordemos siempre que mientras más nos enfoquemos en nuestra meta, más fortalecidos seremos para poder pelear en contra de todo obstáculo. Mientras más nos enfoquemos en nuestra meta, más fácil se nos hará victoriosamente pasar las pruebas de nuestra fe.

Andemos pues: “…como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios…” Colosenses 1:10.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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