Pedid, y se os dará
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Pedid, y se os dará
Introducción
En este mundo moderno en que vivimos el tiempo aparenta pasar apresuradamente. Entre el trabajo, la familia, los deberes y quehaceres, y nuestros intereses personales, en ocasiones el tiempo aparenta ser extremadamente corto.
Pero aunque en ocasiones el tiempo pueda aparentar no alcanzar para hacer todo lo que deseamos, algo que no podemos dejar de hacer es dedicarle tiempo a Dios y a nuestra familia.
Viendo lo rápido que mi hija ha crecido, y haciendo memoria de su niñez (que para mí es como si hubiese sido ayer), me recuerdo de cuando ella y yo jugábamos a los escondidos. Me recuerdo de cómo ella corría detrás de mí, tratando de alcanzarme cuando me encontraba. Pero por mucho que ella corría, ella nunca me podía alcanzar.
Lo más lindo de todo es que eso nunca la detuvo; la razón era porque cuando yo me dejaba alcanzar, entonces retozábamos y yo le hacía cosquillas.
Como se podrán imaginar, en ocasiones nuestros juegos volvían a mi esposa un poco loca, ya que siempre estábamos corriendo y gritando, pero les puedo decir que de vez en cuando ella también caía víctima de un ataque de cosquillas; en otras palabras, todos pasamos y creamos memorias inolvidables de momentos felices.
¿Qué si les digo que nuestro Padre celestial quiere lo mismo con cada uno de nosotros? Pasemos ahora a la Palabra de Dios.
Mateo 7:7-12 – Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
La oración en nuestra vida – Pedid, y se os dará
En numerosas ocasiones yo les he expuesto importancia de la oración en nuestra vida. Como hemos aprendido en otros estudios, la oración es el arma más poderosa que podemos usar para combatir los ataques de nuestro enemigo Pero, desdichadamente, no todo creyente persevera en la oración.
En realidad este es el punto principal que el Señor nos está ilustrando en estos versículos. El Señor nos insta a que perseveremos en la oración porque Él sabe que esto es lo único que nos puede fortalecer para que podamos soportar las diferentes pruebas y tentaciones que llegaran a nosotros. Y es por eso que en Mateo 26:41 encontramos que Él nos dice: “…Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil…” Dile a la persona que tienes a tu lado: la carne es débil.
Ahora bien, queramos admitirlo o no, todo creyente fiel sufre persecución. Claro está en que con lo que les acabo de mencionar, no estoy implicando que estamos atravesando por la persecución de la que se nos habla en el libro de Apocalipsis; pero si somos perseguidos. Si tenemos sufrimientos, dolores y dificultades a causa de nuestra creencia.
Con solo mirar a nuestro alrededor nos damos cuenta que la persecución del Cristiano está tomando raíz. Digo esto porque hoy en día es más fácil ser aceptados por aquellos que nos rodean cuando vivimos en pecado, que cuando vivimos perseverando y guardando la Palabra de Dios.
La gran realidad es que el demonio toma mucha satisfacción cuando puede destruir lo que Dios ha comenzado en nosotros. El demonio se satisface cuando caemos en su trampa, y cuando puede interrumpir nuestra comunicación y relación con Dios.
Y esto es algo que en ocasiones puede lograr sembrando la duda en nuestra mente; en otras palabras, trata de hacernos creer que Dios no nos escucha. Pero la realidad es que Dios si está atento a las oraciones de un creyente fiel. Esto es algo que queda bien reflejado en 1 Pedro 3:12 cuando leemos: “…Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal…”
Sé que muchos ya deben estar pensando que no he dicho nada nuevo; muchos ya deben estar pensando que saben que hay que perseverar en la oración, pero las preguntas son, ¿cuándo debemos orar? Y ¿cómo debemos orar?
¿Cuándo debemos orar? La respuesta a nuestra primera pregunta la encontramos aquí cuando leemos: “…Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá…” En estos dos versículos hay tres palabras claves que debemos notar. Aquí vemos que el Señor usa: “pedid”, “buscad”, y “llamad”.
Es importante que notemos estas tres palabras porque todas ellas son en término presente; así que aquí encontramos el cuándo, en otras palabras, el tiempo de orar es ahora. Pero ahora debemos preguntarnos, ¿qué es lo más importante de nuestras oraciones?
Lo más importante de la oración no es que usemos un vocabulario extenso, la realidad es que nuestro vocabulario nunca impresionara a Dios. ¿Qué es lo que impresiona a Dios? Lo que impresiona a Dios es una oración hecha de todo corazón. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque Dios conoce nuestros pensamientos, pero lo que escudriña es nuestro corazón.
Esto es algo que queda bien reflejado en las palabras del Rey David a su hijo Salomón según encontramos en 1 Crónicas 28:9 cuando leemos: “…Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre…”
Como podemos apreciar, si nuestro corazón no está en el lugar adecuado, entonces no tendremos la atención completa de nuestro Padre. Dile a la persona que tienes a tu lado: sirve a Dios de todo corazón. Hasta ahora hemos visto de cuando debemos orar, ahora la pregunta es ¿cómo?
¿Cómo debemos orar? – Pedid, y se os dará
Existen cuatro cosas que debemos hacer al orar. Lo primero que tenemos que hacer es reconocer que somos pecadores. Esto es algo que queda extremadamente claro en Romanos 3:23 cuando leemos: “…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…” Tenemos que dejar de tratar de justificar nuestras malas acciones y reconocer que no somos perfectos y que nunca lo seremos.
Esto es algo que queda bien reflejado en las palabras del apóstol Pablo en Filipenses 3:12 cuando leemos: “…No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús…” Aquí Pablo nos está hablando acerca de la perfección absoluta; en otras palabras el estándar perfecto de Dios, y la madurez espiritual absoluta.
Lo segundo que tenemos que hacer es reconocer que la religión no causa que Dios nos escuche. ¿Por qué menciono la palabra religión? Menciono la palabra religión porque parte de la definición de esta palabra es: “…Obligación de conciencia, cumplimiento de un deber…”[1]. ¿Qué les quiero decir con esto?
Lo que les quiero decir con esto es que nuestras oraciones no deben ser porque pensamos que es una obligación o deber. Nuestras oraciones tienen que ser porque deseamos hablar con nuestro Padre.
Lo tercero que tenemos que hacer es llegar ante Su santa y divina presencia con un corazón genuinamente arrepentido, pidiendo perdón, y completamente dispuesto a confiar en Él.
En otras palabras orar recordando lo que Él nos dice en 2 Crónicas 7:14 cuando leemos: “…si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra…”
Y por último, tenemos que orar completamente confiando en que Su Palabra y presencia nos fortalecen en todo momento. En otras palabras, siempre decir y confiar en que: “…Todo lo puedo en Cristo que me fortalece…” (Filipenses 4:13).
Como les dije al inicio, mi hija y yo jugábamos a los escondidos cuando ella era una niña. Yo me escondía, ella me buscaba, y una vez que me encontraba entonces yo corría y ella me perseguía. Pero por mucho que ella trataba, ella no podía alcanzarme. Solo cuando yo me dejaba alcanzar era que ella podía llegar a mí, y una vez que esto sucedía entonces comenzaba la mejor diversión.
La realidad es que ninguno de nosotros podemos alcanzar el entendimiento de Dios. Fíjense bien como esto es algo que queda bien expresado en Isaías 40:28 cuando leemos: “…¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance…”
Por mucho que nosotros queramos, ninguno de nosotros lograremos ver los caminos exactos, ni entenderemos todos los pensamientos de Dios. No es porque lo diga yo, sino que Él nos lo dice claramente en Isaías 55:8-9 cuando leemos: “…Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos…” Pero esto no nos debe detener o desalentar.
Al igual que mi hija no se descorazonaba y dejaba de perseguirme porque no podía alcanzarme, nosotros tenemos que hacer igual en cuanto a nuestra relación con Dios.
Tenemos que hacer igual porque al igual que yo me dejaba alcanzar, y ella se divertía aun más en nuestro juego, cuando nosotros perseveramos, Dios permite que le alcancemos, y cuando le alcanzamos entonces podemos experimentar Su gloria, misericordia y amor. Ahora la pregunta restante es: ¿cómo podemos alcanzar a Dios?
En Deuteronomio 4:29 encontramos que se nos dice: “…Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma…” Podemos alcanzar a Dios cuando lo buscamos de todo corazón y con toda nuestra alma.
Podemos alcanzar a Dios a través de la oración. Podemos alcanzar a Dios a través de congregarnos, para alabar y bendecir Su nombre. Podemos alcanzar a Dios siendo ese rayo de luz en medio de este mundo de tinieblas. Podemos alcanzar a Dios perseverando en mantener nuestra relación personal con Él. Tú también puedes hallar y alcanzar a Dios. ¿Cómo puedes lograr esto? La respuesta es fácil: “…lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma…”
Para concluir.
Alcanzar a Dios no es una cosa de juego; alcanzar a Dios es algo muy serio, y no se puede lograr sin perseverar. Si queremos alcanzar a Dios, entonces nuestra fe tiene que ser inmovible, recordando siempre lo que encontramos en Hebreos 11:6 cuando leemos: “…Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan…” Dile a la persona que tienes a tu lado: confía en Dios.
Si queremos alcanzar a Dios, nuestra vida tiene que cambiar, tiene que haber un arrepentimiento genuino, y tenemos que perseverar en la santidad; recordando siempre lo que encontramos en Hebreos 12:14 cuando leemos: “…Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor…” Dile a la persona que tienes a tu lado, persevera en la santidad.
Si queremos alcanzar a Dios, tenemos que darle el lugar que Él merece en nuestra vida; tenemos que darle el lugar número uno. Dios quiere que le alcancemos, Dios quiere bendecir nuestra vida.
En Jeremías 29:11 el Señor nos dice: “…Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza…” Así que la pregunta ahora es: ¿estás dispuesto a buscarle y caerle atrás?
Quizás pienses que no le puedes alcanzar, quizás pienses que es algo imposible, pero recuerda lo que Él nos dice en Proverbios 8:17 cuando leemos: “…Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan…” Recuerda que si le buscas de todo corazón le hallaras, y Él se detendrá para tomarte en Sus brazos. ¿Quieres alcanzar a Dios?
Recuerda sus palabras: “…Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá…” cuando nos veamos en situaciones difíciles, cuando nos encontremos orando por algo y la respuesta no aparente estar en el horizonte, cuando Dios no aparente ser hallado o alcanzado, no desmayemos, sino ¡PERSEVEREMOS!
[1] Diccionario de la Real Academia Española
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