El poder de Dios
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Predica de Hoy: El poder de Dios
Predicas Cristianas Texto Bíblico: Josué 6:1-5
Introducción
Estas últimas dos semanas hemos venido estudiando acerca de la necesidad de establecer una relación genuina con Dios; en otras palabras, experimentar la presencia de Dios en nuestra vida. También exploramos algunos de los propósitos por el cual el Espíritu Santo de Dios se nos ha entregado. Hoy deseo que exploremos el poder de Dios. Estaremos estudiando acerca de este tema con el propósito de llegar a un entendimiento básico de la magnitud de Su poder.
Tenemos necesidad de hacer esto porque la realidad es que todos creemos en un Dios todopoderoso, pero muy pocos hemos tomado el tiempo para analizar Su poder. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque la realidad es que existe un sin número de creyentes que conducen una vida sin propósito o derrotados, pero una vez que tenemos un entendimiento de Su poder, entonces nos damos cuenta que para nosotros nada es imposible. Busquemos ahora en la palabra de Dios para ver a que me refiero.
Josué 6:1-5 – Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía. 2Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. 3Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. 4Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. 5Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.
El poder de Dios – Trasfondo histórico
Para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario notar un detalle acerca de la ciudad de Jericó. La ciudad de Jericó cubría aproximadamente ocho acres y medio, y era la ciudad más antigua de Canaán. ¿Por qué creen que era la ciudad más antigua Canaán?
La razón por la que era la ciudad más antigua era porque la ciudad estaba completamente rodeada de murallas fortificadas. Murallas que detenían que cualquier enemigo pudiera penetrar la ciudad. Esto es algo que queda bien reflejado en Números 13:27-28 donde encontramos lo que los doce espías que Moisés había enviado a la tierra reportaron cuando leemos:
“…Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. 28 Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac…” Manteniendo este breve detalle en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.
Ahora bien, ¿por qué creen que les he dicho que tenemos que mantener en mente el detalle de las murallas fortificadas alrededor de Jericó? La razón por la que les he dicho esto es porque las paredes de Jericó continúan existiendo hoy en día.
Las murallas fortificadas de Jericó – El poder de Dios
Las murallas fortificadas de Jericó continúan deteniendo que un gran número de creyentes lleguen al lugar de bendición que Dios desea entregarles. Para determinar si lo que les digo tiene sentido o no, debemos analizar lo que las murallas de Jericó representan simbólicamente.
Las murallas fortificadas de Jericó simbólicamente representan todo aquello que trata de bloquear nuestro crecimiento espiritual; todo aquello que trata de bloquear que podamos habitar en el lugar de bendición que Dios desea que habitemos.
En otras palabras, circunstancias o situaciones que afrontamos que nos lucen imposible conquistar. Circunstancias o situaciones que tratan de detener que lleguemos al lugar de bendición que Dios desea entregarnos. ¿Qué pueden ser estas murallas?
Las murallas pueden ser una debilidad en nuestro carácter; las murallas pueden ser el orgullo y/o la soberbia; las murallas pueden ser una dificultad en el hogar, o en nuestro lugar de empleo; las murallas pueden ser la duda, el desánimo, y la apatía; como les dije hace un momento, las murallas representan todo aquello que trata de detener que avancemos para recibir las promesas de Dios.
En ocasiones, estas murallas aparentan ser indestructibles, e impenetrables; y en todo caso impresionante, al igual que las murallas de Jericó les lucieron a los doce espías. Pero a pesar de lo impresionante que puedan lucir, a pesar de lo impenetrable que aparenten ser, el Señor desea que avancemos y tomemos posesión de las bendiciones que Él nos entrega.
El poder de Dios – El Señor quiere bendecirnos
El Señor quiere bendecirnos en nuestro carácter; en otras palabras, fortalecernos para que podamos vencer todo obstáculo. Esto es algo que queda bien reflejado en Salmos 28:8 cuando leemos: “…Jehová es la fortaleza de su pueblo, Y el refugio salvador de su ungido…”
La realidad es que todos aquí nos encontramos en medio de la guerra espiritual. Esto es algo que se nos dice claramente en Efesios 6:12 cuando leemos: “…Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes…”
Satanás y los poderes de las tinieblas continúan atacando y destruyendo la vida de muchos a través de mentiras; continúan atacando y destruyendo la vida de muchos a través de falsos sentimientos; continúan atacando y destruyendo la vida de muchos a través de la duda, el desanimo, y la apatía. ¿Y que son todas estas cosas? Estas cosas no son nada más que obstáculos. En otras palabras, continúa construyendo murallas fortificadas para tratar de que avancemos al lugar de bendición que Dios desea entregarnos.
Las murallas fortificadas y el poder de Dios
El problema está en que estas murallas han sido fortificadas a través de los años y no son nada fáciles de derrumbar.
Las personas han permitido que el diablo edifique estas murallas alrededor de las promesas de Dios, y a consecuencia no logran obtener todo lo que Dios desea entregarnos. Aunque esto es la verdad para todos aquellos que aun viven en el mundo, desdichadamente no es algo exclusivo, ya que también es la verdad para algunos cristianos.
Esto es algo que sucede porque algunos cristianos no han aprendido, o no se han dado cuenta que Dios es todopoderoso y que Su poder es infinito. Esto es particularmente verdad para los nuevos creyentes, pero no se limita a ellos solamente. Digo esto porque en ocasiones todos aquí nos enfrentamos a situaciones o dificultades en la que NO nos sentimos cómodos.
En otras palabras, llegamos ante esas murallas que aparentan impenetrables y decimos o pensamos que no podemos vencer. ¿Y saben qué? Por nuestra fuerza nunca lograremos vencer, pero con el poder de Dios no existe nada que nos pueda detener.
El poder de Dios nos ha entregado la victoria
Fíjense bien en lo que sucedió para que entiendan bien lo que les digo. En el versículo dos encontramos que Dios le dice a Josué: …Mira, yo he entregado en tu mano á Jericó y á su rey, con sus varones de guerra…” Quiero que le prestemos atención a como Dios le hablo a Josué. Quiero que notemos que Dios no le dijo que Él le daría Jericó. Dios le dijo: “…yo he entregado en tu mano á Jericó…” En otras palabras, Dios habló en término presente; Dios le dijo que ya se lo había dado.
Lo mismo aplica a nosotros hoy en día, Él nos ha dado la victoria sobre toda situación. Esto es algo que encontramos bien ilustrado en la promesa del Señor según encontramos en Juan 14:12-14 cuando leemos: “…De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. 13Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré…”
Cuando oramos al Padre y pedimos en el nombre de Jesús, Él nos entrega la victoria.
Y para recibir esta victoria todo lo que tenemos que hacer es superar las dudas. Dile a la persona que tienes a tu lado: no dudes que Dios es todopoderoso.
Continuando con nuestro estudio leemos: “…Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. 4 Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. 5Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante…” ¿Se pueden imaginar ustedes como esto le pudo haber sonado al ejército?
Digo esto porque aquí teníamos a un ejército con generales, capitanes, y tenientes que seguramente estaban planeando el ataque. Seguramente estaban planeando usar un ariete (máquina militar que se empleaba antiguamente para batir murallas) para golpear y romper las puertas, o quizás el uso de catapultas para atacar las murallas y derrumbarlas.
En otras palabras ellos seguramente planeaban usar fuerza bruta para penetrar la ciudad, pero Dios les dijo, de eso nada. La realidad es que lo mismo se aplica a nosotros.
Digo esto porque en la mayoría de las ocasiones, nosotros tratamos de resolver los problemas por nuestras propias fuerzas. Planeamos como vamos hacer las cosas, tratamos de cubrir todos los ángulos en nuestros planes, pero de momento nos encontramos frente a la muralla fortificada. Le damos duro a esa muralla, pero ni modo, no se mueve. ¿Por qué nos sucede esto? Esto puede suceder por dos razones.
Número uno; porque no pedimos la asistencia de Dios correctamente. Esto es algo que queda bien ilustrado en Santiago 4:3 cuando leemos: “…Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites…”
Número dos; porque no pedimos la ayuda de nuestro Padre celestial. ¿Por qué no buscamos la ayuda de nuestro Padre celestial? No la buscamos porque en ocasiones nosotros queremos una solución inmediata a lo que queremos, y no estamos dispuestos a esperar en el Señor, (fíjense bien que dije a lo que queremos y no a lo que necesitamos).
En otras palabras, preferimos confiar más en nuestras habilidades, nuestra salud, nuestras cuentas bancarias, nuestra posición en la comunidad, nuestra reputación, nuestros talentos o nuestra educación, que en nuestras oraciones. Y cuando esto sucede, entonces no logramos ver que tenemos la victoria en la mano, y que el poder de Dios está con nosotros.
El pueblo de ese entonces hizo exactamente lo que Dios les dijo que hicieran. Ellos marcharon por seis días y el séptimo día sonaron las bocinas y gritaron. Esto seguramente les pareció como boberías a algunos, pero ellos lo hicieron en obediencia y por fe. ¿Qué sucedió?
Lo que sucedió lo encontramos en Josué 6:20 cuando leemos: “…Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron…” Dile a la persona que tienes a tu lado: Dios recompensa la obediencia y la fe.
Las murallas impenetrables se derrumbaron. Las murallas fueron abajo y ellos tomaron la ciudad tal como Dios les había dicho. Lo mismo es verdad para nosotros. No existe ningún problema que Dios no pueda resolver.
No existe ninguna circunstancia que rl poder de Dios no pueda vencer
Como seres humanos nosotros tenemos un incontable número de limitaciones, pero: “…para Dios todo es posible…” (Mateo 19:26). Josué tuvo que creer, confiar, escuchar y obedecer al Señor, y nosotros tenemos que hacer igual. Tenemos que ser obedientes a Su palabra y las murallas se derrumbaran, los problemas desaparecerán.
Para concluir.
La realidad es que a través de Su palabra, Dios nos habla detalladamente como lo hizo con Josué, cuando le dijo lo que tenía que hacer para conquistar a Jericó. Pero nosotros somos los que tenemos que buscar de Él.
En obediencia a lo que Dios les había dicho, ellos marcharon alrededor de la ciudad por seis días y en el séptimo, ellos declararon su victoria a toda voz. Nosotros tenemos que hacer lo mismo, tenemos que orar, y declarar la victoria que Dios nos ha dado. El poder de Dios es infinito, y todo lo que tenemos hacer para obtenerlo es declararlo con toda nuestra fe.
Ahora pregunto: ¿qué circunstancias imposibles afrontas hoy? ¿Sientes que estás parado ante una muralla fortificada que no puedes penetrar? ¿Estás parado frente a la muralla de duda, la muralla de desaliento, la muralla de decepción?
¿Qué muralla te detiene de llegar al lugar de bendición que Dios tiene para ti? Examina bien tu vida, y escucha hoy que el Señor te dice: “…yo he entregado en tu mano a Jericó…”
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.