Y le echaron en la cisterna
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Y le echaron en la cisterna
Introducción
Si se recuerdan hace un par de semanas les dije que a veces era muy fácil confundir las bendiciones con las tentaciones. Les explique que la razón principal por la cual esto sucede es porque muchos de nosotros hemos dejado de crecer espiritualmente. Nos hemos acostumbrado a un cristianismo a medias y que le prestamos muy poca atención, si alguna, a nuestra condición espiritual. Esta condición causa confusión la cual en todos los casos nos conduce a cuestionar a Dios.
Ahora bien, yo no estoy diciendo que no podemos hacerles preguntas a Dios, ya que en la Biblia encontramos como los siervos fieles siempre le hacían preguntas a Dios. Y la razón por la que vemos esto ocurrir es porque el hombre no es capaz de completamente entender la mente de Dios.
No podemos completamente entender la mente de Dios porque no tenemos los atributos de Dios. En otras palabras, somos incapaces de ver el futuro para obtener una imagen completa de las cosas que están por venir. Y esto nos conduce a que en ocasiones dudemos de Dios.
Como le dije un par de semanas atrás, existen ocasiones cuando las bendiciones y las tentaciones son fácilmente confundidas. Pero ¿sabía usted que las bendiciones y las maldiciones también se pueden confundir? Digo esto porque hay cosas que nos suceden que a primera vista aparentan ser maldiciones, pero que en realidad son bendiciones. ¿Qué has dicho pastor? Sí has oído bien, existen momentos cuando las bendiciones aparentan ser maldiciones y este es el tema que vamos a estudiar hoy.
Pasemos ahora a la palabra de Dios.
Génesis 37:23-28 – Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; 24y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. 25Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. 26Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? 27Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. 28Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.
Jacob huyó de la tierra de su padre
Como siempre digo, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros hoy, necesitamos hacer un breve repaso de historia. Lo primero que debemos saber es que Jacob fue el padre de José. Como todos sabemos, Jacob huyó de la tierra de su padre porque le había robado la primogenitura de su hermano, y su hermano Esaú trató de matarlo.
Esto es algo que está muy bien resumido en Génesis 27:41 cuando leemos: “…aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob…” Jacob huyó de la tierra de su padre y se fue a vivir con Labán, el hermano de su madre.
Durante este tiempo de exilio, Jacob se enamoró de Raquel, una de las hijas de Labán, e hizo un pacto con para casarse con ella. Sin embargo, al igual que Jacob engañó a su propio padre, Labán engañó a Jacob, y en vez de darle a Raquel, quien era la mujer que él amaba, Labán le dio su hija mayor, Lea, en su lugar.
Esto significaba que si Jacob quería casarse con Raquel el tendría que hacer un nuevo pacto con Labán, y este pacto obligaría a Jacob a trabajar para él por un período adicional de siete años. Todo esto es algo que queda bien resumido en el Génesis 29:23-27 cuando leemos: “…Y sucedió que a la noche tomó a Lea su hija, y se la trajo; y él se llegó a ella. 24Y dio Labán su sierva Zilpa a su hija Lea por criada. 25Venida la mañana, he aquí que era Lea; y Jacob dijo a Labán: ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado? 26Y Labán respondió: No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor. 27Cumple la semana de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo otros siete años…”
Seguramente ya muchos de ustedes se están preguntado, ¿por qué tengo que saber estos detalles? Es necesario conocer estos detalles, porque en ellos se encuentra el principio de la línea de Jacob, quien después de luchar con el ángel en Peniel fue llamado Israel[1].
El tiempo que Jacob estuvo con Labán
Durante el tiempo en que Jacob estuvo con Labán, la familia de Jacob creció y tuvo once hijos, sin embargo, sólo uno fue concebido por Raquel, la mujer quien él realmente amaba. Y el nombre de este hijo quien se convirtió en el favorito de Jacob es José, el hombre de nuestra historia de hoy. Manteniendo estos breves detalles en mente continuemos ahora con nuestro estudio.
Como hemos visto en los versículos que hemos leído, los hermanos de José le odiaban y procuraban matarle. Sin embargo, Dios no permitiría que esto sucediera, Dios tenía un propósito en la vida de este joven[2], al igual que Dios tiene un propósito con la vida de toda persona que le sirve fielmente.
Dios no les permitió matar a José, sin embargo vemos que Dios permitió que José fuera vendido como esclavo por sus hermanos. A primera vista esto parece ser una maldición, sin embargo, como vamos a descubrir, lo que le sucedió a José no era una maldición, sino que fue una gran bendición.
El odio y el resentimiento que los hermanos sentían por José puede ser completamente descrito con una palabra, celo. Ellos estaban muy celosos de él porque como les dije anteriormente, José era el hijo favorito de Jacob. Esto es algo que es mejor descrito en Génesis 37:3-4 cuando leemos: “…Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. 4Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente…” El celo es una emoción bien fuerte; es una emoción capaz de destruir matrimonios, es una emoción capaz de destruir una familia, y de destruir la vida de una persona robándole la paz.
Cuando se analiza lo que le sucedió a José, a primera vista, muchos de nosotros aquí diríamos que José fue maldecido. Después de todo, José fue separado de su familia, fue vendido como esclavo, y nunca recibiría la parte de la herencia paterna que se merecía.
En un abrir y cerrar de ojos la vida de José cambio de una vida de comodidad y tranquilidad, a ser un esclavo, maltratado y obligado a trabajar sin esperanza de recibir gratificación alguna. Digo esto porque esa era la vida normal de un esclavo en manos de los egipcios. Sin embargo, ¿se había olvidado Dios de José? ¿Había destinado Dios a José a una vida de esclavitud y miseria?
La respuesta a ambas preguntas es no. Dios no había maldecido a José, Dios estaba a punto de bendecir a José más de lo que él jamás podría haberse imaginado. Esto es algo que se encuentra bien ilustrado en Génesis 39:2-4 donde leemos: “…Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. 3Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. 4Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía…” Dile a la persona que tienes a tu lado: el Señor estaba con José.
Hermanos, los hombres traman, y los hombres planean, sin embargo Dios es quien decide.
El hombre propone, pero Dios dispone, y Dios nunca abandona a los fieles servidores. Yo sé que a veces muchos creen que Dios los ha abandonado. Yo sé que a veces sentimos que Dios es indiferente a nuestras necesidades y sufrimientos. Sin embargo, este no es el caso. Dios nos bendice y sigue cuidando de nosotros, a pesar de que lleguemos a pensar que nos ha abandonado.
Y esto es algo que encontramos claramente declarado en Mateo 28:20 cuando el Señor envía a los discípulos a predicar el evangelio en el mundo, cuando dijo: “…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén…” Dile a la persona que tienes a tu lado: Jesús te acompaña. Sin embargo, esto no implica o significa que seremos exentos de pasar por tiempos difíciles. La realidad es que todos tendremos que hacer frente a situaciones difíciles, sufrimientos, y soportar las tribulaciones que el mundo produce. Como veremos en un minuto esto también fue el caso de José.
Cuando continuamos examinando lo que le sucedió a José, rápidamente descubrimos que aunque Dios le había bendecido para que hallara gracia ante los ojos de su amo, José pronto tendría que enfrentarse a una situación potencialmente mortal. Digo esto porque José fue acusado falsamente de intento de violación de la esposa de su amo. Y una vez que su amo oyó esta acusación, José fue inmediatamente lanzado en una prisión egipcia.
Esto es algo que vemos claramente resumido en Génesis 39:19-20 cuando leemos: “…Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. 20Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel…” Una vez más, a primera vista la mayoría de nosotros diríamos que esto tenía que ser una maldición.
A primera vista parece como si Dios se había olvidado de José. Pero ¿fue este el caso? La respuesta es no. Esto es algo que está bastante claro en Génesis 39:21-23 cuando leemos: “…Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. 22Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. 23No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba…” Dile a la persona que tienes a tu lado: el plan de Dios prevalecerá.
Cuando tomamos el tiempo para explorar a fondo lo que pasó en la vida de José, descubrimos que él fue encarcelado durante más de dos años y que durante este tiempo Dios nunca le abandonó. Esto es muy importante porque llegó un momento en que el Faraón comenzó a tener sueños que le perturbaban, y que nadie podía interpretar[3].
Una vez más encontramos las manos de Dios en todo, encontramos que Dios se glorifico una vez más en la vida de José. Digo esto porque durante el encarcelamiento de José, él había interpretado los sueños de dos prisioneros, y uno de estos prisioneros había sido restaurado a su posición en la corte del Faraón. Y este hombre que José ayudó le dijo al Faraón que había un hombre que interpretaba sueños[4].
El Faraón mandó llamar a José de inmediato, y José interpretó con precisión el sueño del Faraón. José le dijo que el sueño significaba que tendrían siete años de prosperidad seguidos de siete años de hambre. El Faraón quedo tan impresionado por la interpretación que reconoció el poder de Dios en todo, y elevó a José a una posición de gran poder.
Una vez más, en un abrir y cerrar de ojos la vida de José cambio por completo. José pasó de ser un esclavo preso, a gobernador de Egipto. Esto es algo que se encuentra claramente definido y Génesis 41:39-40 cuando leemos: “…Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. 40Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú…” Dile a la persona que tienes a tu lado: Dios cambia tu vida.
Continuando con nuestro estudio encontramos que todo lo que José le dijo al Faraón que sucedería sucedió. Hubo siete años de gran prosperidad seguidos de siete años de hambre. Sin embargo, Egipto no se vio afectado. Esto es algo que queda bien reflejado en Génesis 41:53-54 cuando leemos: “…Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto. 54Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan…” Y quiero que notemos que el hambre afecto a todas las tierras que rodeaban a Egipto, y aquí es donde comienza a ponerse buena la cosa.
Digo que aquí es donde las cosas se ponen realmente buenas porque el hambre que existía también se sintió en la tierra de Canaán, en otras palabras, en la tierra de Jacob, padre de José. Fue entonces cuando Jacob envió a los diez hermanos de José a la tierra de Egipto para que pudieran comprar alimentos para sostener a la familia. ¿Y adivinen a quién tenían que ver para comprar los alimentos?
Acertaste, tenían que ver a José, el hermano, a quien habían vendido a la esclavitud y al que ellos tanto odiaban. Ahora, quiero que sepan que José pudo fácilmente haber aprovechado esta oportunidad para vengarse. José pudo haber ordenado que sus hermanos fuesen capturados y enviados a la prisión; José podía haber ordenado que sus hermanos fuesen capturados y sometidos a la esclavitud tal como ellos lo habían hecho con él. Pero este no fue el caso[5]. El amor de Dios que existía dentro de José era mucho mayor y mucho más poderoso que cualquier resentimiento o espíritu de venganza.
Hermanos el amor y el poder de Dios es lo único que nos permite conquistar situaciones difíciles. Cuando permitimos que el amor de Dios se refleje en nuestra vida, cuando permitimos que la misericordia de Dios se revele en todo lo que somos, entonces seremos victoriosos sobre los impulsos de la carne.
Cuando nos dejamos guiar por Dios y confiamos en él en todo momento, entonces veremos su mano en todo lo que hacemos, esto fue ciertamente lo que sucedió en el caso de José. Esto es algo que se resume en Génesis 45:5-8 cuando leemos: “…Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. 6Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. 7Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. 8Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto…”
Con esto aquí pronto nos damos cuenta de que José entendió por qué Dios había permitido que todo lo que le sucedió sucediera. Lo que aparentaba como maldición, en realidad fue una gran bendición.
En conclusión
Lo que pasó en la vida de este joven son cosas que a primera vista parecen ser maldiciones. José fue odiado por sus hermanos, fue maltratado y arrojado en un pozo, fue vendido como esclavo, fue acusado falsamente, y fue encarcelado injustamente, y todas estas cosas combinadas nos pueden conducir a creer que Dios se había olvidado de este joven. Sin embargo, como hemos visto a lo largo de toda esta experiencia, y difícil prueba que José sufrió, Dios nunca lo abandonó.
Hay cosas que nos suceden que somos incapaces de entender, pasamos por momentos difíciles y creemos que Dios se ha olvidado de nosotros, pasamos por momentos difíciles y creemos que Dios es indiferente y no se preocupa por nuestra angustia y dolor, pero no debemos olvidar nunca que cuando nos mantenemos fieles y que cuando nos apoyamos en su gloria y poder todo lo que nos pueda suceder será para nuestro bien.
Esto es algo que se expresa claramente en Romanos 8:28 cuando leemos: “…Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados…”
Como sabemos, Jacob tuvo doce hijos y estos doce hijos fueron las doce tribus de Israel. Y pensemos en esto por un momento; ¿que habría sido el destino de Israel si José no hubiera pasado por todo lo que paso? La respuesta es simple, la mayoría de ellos seguramente habrían muerto debido a la hambruna, y la nación de Israel quizás nunca hubiese existido.
Hoy hemos cubierto una gran parte de la historia en un lapso de tiempo muy corto, y hemos visto cómo en ocasiones José tuvo que pasar por momentos muy difíciles que a primera vista, o mejor dicho, en los ojos de los hombres parecen maldiciones. Sin embargo, creo que he demostrado claramente que Dios ve las cosas de manera muy diferente de la forma en que nosotros las vemos.
No siempre veremos el propósito de Dios en las cosas que nos han sucedido, pero recuerda que esto no significa que él se ha olvidado de nosotros. Hay una escritura en particular que claramente nos permite saber esto, y que me gusta leer cuando me encuentro frente a tiempos difíciles, y esta escritura es Isaías 55:8-9que dice: “…Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos…” Dile a la persona que tienes a tu lado: Papá lo sabe todo.
A lo largo de la historia de la vida de José encontramos el dolor, el sufrimiento, y la amargura, que él sufrió. Pero ¿saben que no podemos encontrar? No podemos encontrar que José fue infiel a Dios.
No podemos encontrar que José maldijo a Dios. Lo que encontramos es que a pesar de las adversidades y, a pesar de las situaciones que él tuvo que enfrentar, José le dio a Dios el 100% de sí mismo en toda ocasión.
Aprendamos de esta lección y siempre recordemos que no importa lo difícil que las cosas puedan aparentar, no importa lo doloroso que una situación pueda ser, Dios no nos abandona, y él se glorifica en la vida de toda persona que se mantiene fiel.
[1] Génesis 32:22-32
[2] Génesis 37:5-11
[3] Génesis 41:1-8
[4] Génesis 41:9-14
[5] Génesis 42
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.