El fruto de justicia

El fruto de justicia se siembra en paz

Prédica de Hoy: El fruto de justicia se siembra en paz

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Santiago 3:13-18

Introducción

Deseo iniciar el servicio de hoy con un chiste. Resulta ser que un hombre estaba sentado en el butacón de su casa leyendo el periódico. Su esposa quien era muy celosa, entra y le pega en la cabeza con una sartén. Él dijo: “!Ay!, ¿qué fue eso?” Ella le contestó: “eso fue por el papelito que encontré en tu bolsillo que decía: “Victoria Altiva”. A lo que él respondió: “no seas ridícula mujer, deja ya los celos. Victoria Altiva es el nombre del caballo que le aposte la semana pasada.

Su esposa muy apenada respondió: “perdóname mi amor; lo siento”. Una semana después, el hombre llega a su casa, se sienta en el butacón y comienza a leer el periódico. Su esposa entra, y nuevamente le pega con la sartén por la cabeza. El esposo entonces dijo: “¡Ay!, ¿qué fue eso?” A lo que su esposa le contesto: “tu caballo te llamo por teléfono hace una hora”. Si que tenía razón la esposa, ¿verdad? Se merecía no uno, sino dos buenos sartenazos.

El celo y/o la envidia en el matrimonio

¿Por qué he deseado iniciar el servicio de hoy con este chiste? Lo hice porque el celo y/o la envidia, son sentimientos muy fuertes, y capaces de destruir un matrimonio, un hogar, y la vida de una persona. Y lamentablemente, estos sentimientos existen en el corazón de muchos. Así que hoy exploraremos los pasos a seguir para vencer estos sentimientos, y conducir una vida en paz y bendecida. Pasemos ahora a la palabra de Dios.

La epístola de Santiago

Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve resumen de historia.

Lo primero que tenemos que saber es que la epístola de Santiago estaba dirigida a las 12 tribus que habían sido dispersadas, después de la caída de Israel ante los asirios en el año 721 a.C. Esto es algo que está muy claro en su saludo inicial, a los cristianos hebreos que vivían fuera de Palestina, como encontramos en Santiago 1:1 cuando leemos: “…Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud…”.

El problema que existía es que estos creyentes judíos estaban siendo acosados por problemas que probaban su fe.   Entre uno de estos problemas estaba el hecho de que eran cristianos, lo que significaba que serían rechazados por los gentiles.

Por otro lado, eran cristianos judíos, lo que significaba que serían rechazados por su propio pueblo. Otro problema que también enfrentaban, es que la epístola refleja que la mayoría de estos creyentes eran pobres, y que algunos estaban siendo oprimidos por los ricos. Esto es algo que queda bien reflejado en Santiago 2:6-7 cuando leemos: “…Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? 7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?..”. Y Santiago estaba preocupado de que estaban sucumbiendo a la impaciencia, a la amargura, al materialismo, a la desunión, y a la apatía espiritual.

Lo segundo que debemos saber, es que el propósito de esta epístola no es doctrinal o apologético, sino práctico, ya que Santiago buscaba desafiar a los creyentes a examinar la calidad de su vida cotidiana en términos de actitudes y acciones. En otras palabras, Santiago estaba tratando de hacerles ver que una fe auténtica produce cambios reales en la conducta de una persona y carácter, y la ausencia del cambio es un síntoma de una fe muerta. Así que podemos confiadamente decir, que el libro de Santiago es un manual eminentemente práctico, en la manifestación exterior de la verdadera fe en la vida cotidiana.

Digo esto porque en este libro se explora la conducta cristiana desde varias perspectivas, y existen cambios de temas abruptos. La fe persevera durante las tribulaciones, resiste la tentación, responde a la palabra de Dios, vence a los prejuicios, produce buenas obras, controla la lengua, manifiesta la sabiduría, se somete a Dios antes que a los placeres del mundo, depende de Dios antes que a la riqueza, y espera pacientemente el regreso del Señor. La fe bíblica se mueve de asentimiento a acciones, y de las palabras a obras [1].

Todos somos constantemente desafiados por situaciones y tentaciones

Sé que algunos de ustedes ya se deben estar preguntando, ¿por qué tenemos que saber estas cosas? La razón por la que  tenemos que saber estas cosas es porque, como hemos visto, a pesar de que han pasado cientos de años, los problemas que la gente de ese entonces enfrentaron, en realidad no son muy diferentes a los problemas que nosotros enfrentamos hoy.

Digo esto porque todos nosotros somos constantemente desafiados por las situaciones y las tentaciones, que se nos presentan a diario, y por las pruebas y tribulaciones que el mundo produce. Por lo tanto mantenimiento estos breves detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.

Ahora debemos preguntarnos: ¿qué nos están dando a entender estos primeros versículos? Estos primeros versículos nos dan a entender tres cosas de suma importancia.

El fruto de justicia se siembra en paz

Número uno; nos da entender que el primer paso a seguir para superar esos sentimientos tan fuertes, (celos y envidia), que en toda ocasión nos causan dolor, y robaran nuestra paz, es actuar y conducir nuestra vida según nuestra fe.

Fíjense bien como aquí nos dice: “…Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre…” En otras palabras, nuestra vida y conducta siempre debe ser para honrar al Señor. Esto es algo que queda mejor expresado por el apóstol Pablo en Romanos 14:7-8 cuando leemos: “…Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos…” Así que si decimos que le pertenecemos al Señor, entonces tenemos que actuar de manera que lo refleje.

Ahora bien, no les estoy hablando de actuar como lo hace un actor de cine, es decir actuar o jugar un papel por unas horas. Digo esto porque la realidad del caso es que existen muchos supuestos cristianos, y fíjense bien que dije supuestos, que actúan como más santos que el santísimo (los santurrones), pero que cuando examinamos sus frutos bajo el microscopio, (la palabra de Dios), pronto descubrimos que son frutos venenosos. Así que les estoy hablando de actuar desde el punto de una fe genuina, y no una fe fingida.

¿Por qué hago esta distinción? Le he hecho esta distinción porque la fe genuina vence en todo momento; sin embargo, la fe fingida es solo una pérdida de tiempo. Cuando actuamos y nos comportamos según nuestra fe, entonces no le facilitamos la entrada al enemigo en nuestra vida.

Número dos; nos da a entender que tenemos que reconocer nuestras faltas. Fíjense bien que aquí nos dice: “…Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad…”

Una gran realidad es que a la mayoría de nosotros, sino a todos, se nos dificulta reconocer nuestras faltas. A la mayoría de nosotros se nos hace mucho más fácil reconocer la falta en otros que las nuestras. Y para que entiendan bien el punto que deseo hacerles, les voy a leer de la “Traducción actual de la Biblia” lo que el Señor nos dice acerca de este asunto en Lucas 6:41-42 cuando leemos: “…¿Por qué te fijas en lo malo que hacen otros, y no te das cuenta de las muchas cosas malas que haces tú? Es como si te fijaras que en el ojo de alguien hay una basurita, y no te dieras cuenta de que en el tuyo hay una rama. 42 ¿Cómo te atreves a decirle al otro: “Déjame sacarte la basurita que tienes en el ojo”, si en el tuyo tienes una rama? ¡Hipócrita! Saca primero la rama que tienes en tu ojo, y así podrás ver bien para sacar la basurita que está en el ojo del otro…”

Como podemos observar, lo que Santiago estaba haciendo aquí cuando dijo: “…ni mintáis contra la verdad…”, es que él estaba reiterando lo que el Señor había enseñado. ¿Cuál es la verdad? La verdad es que todos nosotros, sin excepción de uno, tarde o temprano seremos atacados por los espíritus de celos, y/o envidia (sinónimo de celo). Y quizás algunos digan que eso no es posible porque no son personas celosas; pero si piensas así, te invito a que te mires en el espejo de Dios.

Digo esto porque el celo es mucho más que llegar a pensar que tu pareja quizás te engañe. El celo es: “1. Cuidado, diligencia, esmero que alguien pone al hacer algo. 2. Interés extremado y activo que alguien siente por una causa o persona. 3. Recelo que alguien siente de que cualquier afecto o bien que disfrute o pretenda, llegue a ser alcanzado por otro [2]”. Así que por definición, podemos ver claramente que el celo no se limita a la sospecha de que el cónyuge, o pareja, le está engañando; algo que en casi toda ocasión es debido a un acto de infidelidad, o porque la persona no actúa según una fe genuina. Pero si les puedo decir que el celo es un sentimiento que destruye un matrimonio, una familia, y a la misma persona. ¿Por qué digo esto?

La persona celosa nunca tendrá paz

La persona celosa actúa según impulsos irracionales, y en ocasiones de su boca saldrán cosas que hieren, ofenden, o causan enemistad. Es hora de mirarnos en el espejo y honestamente describir la imagen que vemos, antes de abrir nuestra boca y causar un lío o enredo. Ya que como nos dice Santiago: “…Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, !!cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! 6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.…” (Santiago 3:5-6).   Dile a la persona que tienes a tu lado: mírate en el espejo.

La persona celosa nunca podrá fijarse en las bendiciones que tienen, sino que solo se podrá fijar en las bendiciones de otros. Un ejemplo de esto que les hablo es lo que sucedió hace un tiempo atrás en Connecticut, con uno de los juegos de lotería. No creo que nadie se recuerde de lo que sucedió, ya que fue hace años atrás, así que les haré un breve recuento.

Resulta ser que tres hombres millonarios, jugaron el “Powerball” y se ganaron el premio mayor. Se ganaron $254 millones [3]. Bueno, eso fue lo suficiente para que la mayoría, sino todos los medios de información, comenzaran a comentar e implicar que lo que había sucedido no era justo, ya que ellos ya eran ricos.

Ahora pregunto: ¿qué pensamiento llego a tu mente cuando escuchaste esta noticia o esos tipos de comentarios?  Si somos honestos con nosotros mismos, creo que todos descubriremos que uno de los pensamientos que llego a nuestra mente fue algo similar a: ¿por qué ellos y no yo? En otras palabras, un sentimiento de celo y/o envidia.

¿Pensaste que eras exento de sentimientos de celo? Pero si ese pensamiento llego a tu mente, o todavía estas entreteniéndolo, recuerda lo que nos dice el Señor en Lucas 12:15 cuando leemos: “…Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee…”.

Otro buen ejemplo, es como muchos pueden llegar a sentirse referente a su congregación. Como he dicho en numerosas ocasiones, existen miles de miles de pastores que predican la verdad de Dios. Existen miles de miles de pastores que predican la sana doctrina, pero en la mayoría de los casos, las congregaciones consisten de un bajo número de hermanos.

Esto puede conducir a muchos a pensar cosas similares a: “en tal y mas cual lugar no caben las personas, y aquí casi no hay nadie.” En otras palabras, un sentimiento de celo y/o envidia. ¿Pensaste que eras exento de sentimientos de celo? Pero si has pensado así, recuerda que el que da el crecimiento es Dios, y no el hombre. Esto es algo que queda bien ilustrado en las palabras del apóstol Pablo en 1 Corintios 3:7 cuando leemos: “…Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento…” Recuerda que: “…Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad…” (Filipenses 2:13).

Número tres; nos deja saber el origen del celo y/o la envidia. Fíjense bien que aquí se nos dice: “…porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica…”. Hace un breve momento les dije que todos somos atacados por los espíritus de celos, y/o envidia. Ahora bien, una de las cosas que sucede al hacer este tipo de declaración, es que las personas que nos escuchan pueden, y en la mayoría de los casos nos critican, y tratan de ridiculizarnos. Y son en momentos como esos que escuchamos cosas como: “tú eres un fanático religioso; claro tú piensas que todo es malo; tú piensas que las personas son influenciadas por el diablo”.

En otras palabras, escuchamos cosas que nos hieren, ofenden, y causan dolor, ya que en la mayoría de las ocasiones, hemos hecho ese tipo de declaración a alguien a quien amamos, y que hemos visto que no está en buenos caminos. Pero la realidad del caso es que si verdaderamente nos llamamos hijos de Dios, nosotros no podemos ver las cosas de otra manera.

No la podemos ver de otra manera porque la palabra de Dios es nuestra verdad; la palabra de Dios es nuestra autoridad; y la palabra de Dios nos dice claramente: “…Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes…” (Efesios 6:12).

Así que si decimos que somos cristianos, si decimos que servimos a Dios fielmente, entonces tenemos que ver estos sentimientos por lo que realmente son, espíritus diabólicos que buscan robarnos la paz. Y es por eso que Santiago nos dice claramente: “…Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa…”.

En conclusión

La palabra de Dios nos dice: “…Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. 18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz…”.

Todo creyente fiel es merecedor de disfrutar de una vida llena de gozo. Todo creyente fiel es merecedor de disfrutar de una vida llena de paz. Después de todo, eso es lo que Dios desea para cada uno de sus hijos. Esto es algo que se nos dice claramente en Juan 10:10 cuando leemos: “…El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia…”

¿Cómo debemos conducir nuestra vida en todo momento? Debemos conducir una vida que busca conocer mejor a Dios. Debemos conducir una vida que reconoce y ama la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo. Debemos conducir una vida que da a luz a buenos frutos en todo momento.

La palabra aquí nos dice: “…Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz…”. Así que busquemos siempre la sabiduría de lo alto, y reprendamos esos espíritus diabólicos que buscan robarnos la paz.

Recordemos siempre que los celos son terrenales y diabólicos, y que tienen que ser desarraigados de nuestra vida completamente. ¿Cómo podemos lograr hacer eso?

Número uno; tenemos que actuar y conducir nuestra vida según nuestra fe. Tenemos que actuar y comportarnos de manera que honre a Dios y a nuestro salvador Jesucristo. En otras palabras comportarnos como encontramos en Tito 2:7-8 cuando leemos: “…presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, 8 palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros…”

Número dos; tenemos que reconocer nuestras faltas. Recordemos siempre que: “…Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad…”. La realidad es que nadie puede cambiar algo que no esté dispuesto a reconocer y a enfrentar.

Número tres; tenemos que reconocer y reprender el origen de estos sentimientos. Recordemos siempre que: “…donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa…”. Tenemos que enfrentar estos espíritus inmundos y reprenderlos de nuestra vida.

[1] The Wilkinson & Boa Bible Handbook
[2] Diccionario de la Real Academia Española
[3] New York Times – November 29, 2011 – Asset Managers’ Lottery Claims Raises Controversy – By Kevin Roose

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