La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera
Introducción
Una cosa que sé que a todos nosotros nos daría mucho placer es ver la iglesia crecer, ¿verdad? A todos nos daría mucho placer ver que la iglesia prosperara de tal manera que pudiésemos hacer más y más todos los días.
A todos nos gustaría que la iglesia prosperara de tal manera que pudiésemos alcanzar a más personas del número incontable que existe perdido en las mentiras, mitos, filosofías, y la falsedad de la religión. Pero esto es algo que se nos hace imposible cuando al fin de mes apenas tenemos lo suficiente para pagar la renta, el teléfono, y la luz. Ahora bien, no me vayan a mal interpretar; no estoy pidiéndole un centavo a nadie.
Todos los que llevan algún tiempo visitándonos saben muy bien que aquí no se pide dinero, ni se les mete la mano en el bolsillo a las personas. También saben muy bien que aquí nadie cobra un salario o tiene un subsidio pastoral. Pero también deben saber que las cosas financieramente están en un estado grave.
En otras palabras, no se sorprendan si en cualquier momento les anuncio que ese será el último sermón en la iglesia El Nuevo Pacto. Sé que lo que les acabo de decir es algo impactante, y créanme que es algo difícil decir; pero la realidad del caso es que no podemos continuar tapando el sol con un dedo y continuar pretendiendo que todo está bien.
La gloria postrera de esta casa
Así que la pregunta que ahora debemos hacernos es: ¿qué podemos hacer para evitar que la iglesia tenga que cerrar sus puertas? Examinemos unos acontecimientos históricos que nos contestaran nuestra pregunta.
Hageo 2:1-9 – En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 2Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo: 3¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos? 4Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. 5Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. 6Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; 7y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. 8Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. 9La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.
Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. El rey Nabucodonosor II, tradicionalmente llamado «Nabucodonosor el Grande», reinó entre el 605 a. C. y el 562 a. C. Durante este tiempo, Babilonia invadió y conquisto a Judá, y destruyo el Templo en Jerusalén que Salomón había construido[1]. El pueblo fue llevado cautivo a Babilonia, y el cautiverio duro por un periodo de setenta años[2]
Eventualmente Ciro de Persia conquistó a Babilonia y el imperio babilónico dejó de existir. Alrededor del 538 a.C, el rey Ciro publicó un decreto formal que permitió que los israelitas capturados por Babilonia regresaran a Jerusalén para reconstruir el Templo.
Esto es algo que encontramos en Esdras 1:2 cuando leemos: “…Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá…”
En el libro de Esdras también encontramos como el primer regreso fue bajo la dirección de Zorobabel, y que en el año 536 a.C el trabajo de la reconstrucción comenzó con entusiasmo, pero que pronto fue detenida debido a la amenaza de Samaria[3]. El ministerio de Hageo comenzó durante este tiempo; alrededor del año 520 a.C. ¿Por qué les he dicho estas cosas?
Les he expuesto estos breves detalles históricos porque en ellos encontramos la condición espiritual del pueblo de ese entonces, y también podemos encontrar reflejada la condición espiritual de la mayoría de los creyentes hoy en día.
Digo esto porque la mayoría de los creyentes hoy en día, a pesar de que Cristo les ha hecho libres, continúan cautivos por el pecado, sentimientos negativos (impureza de corazón), y las cosas mundanas que abundan a nuestro alrededor. Así que manteniendo estos breves detalles en mente, reflexionemos en nuestra vida espiritual, y continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.
Lo primero que encontramos aquí es: “…En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 2Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo: 3¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?..”
Estos versículos aquí me conducen a pensar que no era posible que todavía viviera alguien que hubiera visto el Templo de Salomón en toda su gloria, y es por eso que vemos que el Señor dice: “..¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora?..”
Pero si me equivoco y sihubiese quedado alguien aun vivo, esa persona o personas definitivamente hubiesen tenido que admitir que no existía comparación alguna entre el Templo de Salomón y el Templo restaurado. Digo esto porque El segundo templo sufrió muchas reformas parciales, hasta que fue casi totalmente desmantelado y reconstruido por Herodes el Grande[4]. Y es por eso que vemos que el Señor mismo dice: “..¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?…” Y ahora demos preguntarnos: ¿Por qué dijo esto el Señor?
Creo que la razón por la que el Señor dijo esto es porque el hombre mira las cosas muy, pero muy diferentes a como Dios mira las cosas. Por ejemplo: dentro del Templo de Salomón el lugar santísimo era la habitación donde se alojaba el Arca del Testimonio, en otras palabras el contenedor de las tabletas de piedra que Dios le entrego a Moisés con los diez mandamientos[5].
Pero este articulo tan importante para ellos, ya que representaba la presencia de Dios, desapareció cuando los babilonios destruyeron el Templo. Esto significa que el lugar santísimo del segundo Templo era solo una habitación vacía.
Esto quiere decir que a pesar de que el pueblo judío continúo con sus ritos religiosos, estoy seguro que en el fondo del corazón de muchos siempre tuvo que existir el pensamiento de que el Arca del Testimonio no estaba presente. Y esto es algo que sucede porque como les dije hace un breve momento, el hombre mira las cosas muy, pero muy diferente a como las mira Dios. El hombre se concentra más en lo exterior, (las apariencias, en lo material), que en lo interior, (los sentimientos, y la condición espiritual).
Todo esto es algo que queda bien ilustrado cuando Jesús predice la destrucción del Templo como encontramos en Lucas 21:5 al leer: “…Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas…”
El Templo estaba decorosamente adornado, y su construcción era digna de admiración. Fíjense bien lo que los discípulos comentaban con Jesús acerca de todo esto, como encontramos en Marcos 13:1al leer: “…Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios…” Así que todos estaban orgullosos del Templo tan bello, y todos deseaban que Jesús tomase bien en cuenta su grandeza.
Fíjense bien en lo que encontramos en Mateo 24:1 cuando leemos: “… cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo…” Pero de lo que ellos no se daban cuenta, y de lo que muchos hoy en día no se dan cuenta, es que a Jesús no le interesaba, y no le interesa la grandeza de los edificios, o las decoraciones lujosas; Él solo veía y continúa viendo la condición espiritual del pueblo. ¿Cuál era la condición espiritual del pueblo? Continuemos ahora con nuestro estudio para descubrir la respuesta a nuestra pregunta.
Continuando leemos: “…Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. 5Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. 6Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; 7y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos…”
Con esto aquí creo que no es difícil determinar que la condición espiritual del pueblo de ese entonces no era muy buena. Digo esto porque aquí encontramos palabras que solamente pueden ser usadas para alentar. Aquí el Señor dijo: “…esfuérzate…”, “…cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra…”, “…trabajad…”
Como les dije, palabras para alentar al desanimado, palabras para levantar al caído, palabras de bendición que les llamaba, y que nos llaman a reflexionar en nuestra relación con Dios. ¿Cómo se aplica todo esto a nosotros?
Aquí vemos que el Señor dijo: “…cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. 5Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis…”
En esta porción de los versículos que estamos estudiando hoy podemos ver insinuado la duda o el temor que podía existir en el corazón de algunos, o quizás de muchos, referente a que el Arca del Pacto no descansaba dentro del Lugar Santísimo. Pero el Señor les dice: “…mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis…”
Ahora pregunto: ¿qué nos detiene de esforzarnos, cobrar ánimo, y trabajar para la obra del Señor? ¿Es acaso la duda de que Él no está presente? Si esta es la razón escucha bien que Él te dice: “…Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos…” (Mateo 18:20). Dile a la persona que tienes a tu lado: ¡Jesús está aquí!
¿Es acaso que aquí no se predica la verdad? Hago esta pregunta porque aquí tanto el Pastor Fernández como yo no andamos encubriendo la maldad; aquí nos regimos por lo que encontramos en 2 Timoteo 4:2 cuando leemos: “…que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina…” Dile a la persona que tienes a tu lado: aquí se predica la verdad.
¿Es acaso que nos avergonzamos de hablarles a otras personas acerca del plan de salvación de Dios, nuestra iglesia, y nuestra fe? Si este es el caso escucha que el Señor te dice hoy: “…Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles…” (Lucas 9:26). Dile a la persona que tienes a tu lado: no te avergüences de Dios.
¿Es acaso que tenemos miedo de que no tengamos suficiente conocimiento bíblico? Si este es al caso quiero que sepas que es tú culpa, y solo tú culpa; no puedes culpar a nadie o poner excusas. Si tuvieras un poco conocimiento Bíblicos, y solo un poquito de fe, entonces sabrías que Dios te dice: “…Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo…” (Marcos 13:11).
En otras palabras, lo único que tienes que hacer es permitir que el Espíritu Santo obre en ti, y no temerías nada. Dile a la persona que tienes a tu lado: ¡no temas nada!
Entre muchas de las cosas que pudieron haber desanimado al pueblo de ese entonces, al igual que desanima a muchos en el pueblo de hoy, es que quizás ellos no tenían los recursos financieros suficientes para la reconstrucción del templo. Y esto es algo que queda aludido aquí cuando leemos: “…Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos…”
Otra cosa que les pudo causar desánimo fue el hecho de que como les dije hace unos momentos, el nuevo Templo no contenía el Arca del Testimonio, pero Dios también respondió a este desanimo con una promesa. Dios les dijo: “…La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos…”
Esforzarse, cobrar ánimo, y trabajar para la obra del Señor puede ser detenido por muchas otras razones de las que les he expuesto. Así que vuelvo a preguntar: ¿qué te detiene de esforzarte, cobrar ánimo, y trabajar para la obra del Señor? Una pregunta que solo tú puedes contestar.
Para concluir.
Regresemos ahora a la pregunta inicial: ¿qué podemos hacer para evitar que la iglesia tenga que cerrar sus puertas? Lo que tenemos que hacer es esforzarnos, cobrar ánimo, y obrar para el Señor. Nuestra iglesia quizás no sea la más lujosa o elegante que existe; nuestra iglesia definitivamente no es la más grande que existe.
Nuestra iglesia no es la iglesia con más actividades y recursos en este pueblo; nuestra iglesia definitivamente no tiene un gran número de miembros fijos; pero si es una iglesia que se rige por la Palabra de Dios. Nuestra iglesia es un lugar donde se alaba y se obra para Dios sin interés. Nuestro único interés es que la Palabra de Dios llegue a las personas.
Como les dije al inicio, la economía de nuestra iglesia no está nada bien. En ocasiones nos hemos visto obligados a sacar de nuestra pequeña y humilde cuenta de ahorro para pagar los gastos asociados con mantener las puertas abiertas, y desdichadamente nunca hemos podido remplazar lo que hemos sacado debido a que estamos casi, casi, recaudando lo suficiente para pagar los gastos. Pero no les digo nada de esto para desanimarles, al contrario. Se los digo pana animarles. Se los digo para que todos nos esforcemos, nos animemos, y comencemos a obrar para el Señor.
[1] 1 Reyes 6:1-38; 1 Reyes 7, y Capitulo 8
[2] Jeremías 29:10; Esdras 1:1-4
[3] Esdras 4:23-24
[4] Josefo – Antigüedades de los Judíos – Libro XV – Capítulo XI
[5] Éxodo 25:10-22
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