Cuatro columnas de la vida cristiana
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Cuatro columnas de la vida cristiana
Introducción
Como todos sabemos, no se puede construir un edificio sin antes echar una buena fundación, y erigir las columnas principales que sostendrán el peso del resto del edificio. De igual manera, las tres fe monoteístas (judaísmo, musulmán, cristianos) tienen pilares principales que soportan el peso de la edificación de sus creencias. Los judíos tienen cinco pilares de fe [1]; los musulmanes tienen cinco [2], y los cristianos tenemos cinco.
Ahora bien, no voy a entrar en detalles acerca de los pilares de otras fe, pero si es necesario que sepamos los cinco pilares del cristianismo. Haremos esto porque estoy seguro que si ahora mismo se nos preguntara cuales son los pilares de nuestra fe, en otras palabras, en qué basamos nuestra fe, la mayoría de nosotros acertaríamos quizás dos o tres, pero no todos. Así que, ¿cuáles son los cinco pilares de nuestra fe?
Cinco pilares del cristianismo:
- El nacimiento virginal de Jesús [3]
- La deidad de Jesús [4]
- La expiación por la sangre de Jesús [5]
- La resurrección corporal de Jesús [6]
- La segunda venida de Jesús [7]
Estos son las columnas básicas de nuestra fe; es decir, las columnas que sostienen nuestra creencia en Dios, Su Palabra, y Su obra redentora. Pero ahora debemos preguntarnos, ¿cuáles son las columnas que sostienen el peso del diario vivir? Existen cuatro columnas que soportan el peso que el mundo produce en nuestra vida, así que este será el tema que estaremos explorando en el día de hoy. Hoy vamos a explorar las cuatro columnas que tenemos que erigir encima de la fundación.
I. Oración
Como he dicho y repetido en numerosas ocasiones, la vida de oración es un aspecto de nuestra vida cristiana que con frecuencia menospreciamos, o desatendemos. Y en la mayoría de los casos esto es algo que sucede debido a la impaciencia. Digo esto porque aunque en ocasiones el Señor contesta nuestra oración de inmediato, esto no siempre es el caso.
Y esto es algo que conduce a muchos a pensar que Dios no escucha, o que no está atento a lo que nos sucede; en otras palabras, conduce a muchos a descorazonarse y dejar de orar. Pero la realidad de todo es que la oración es la única arma que tenemos para defendernos de los poderes de las tinieblas.
Pero más importante aún, la oración desata bendiciones en nuestra vida. Digo esto porque la oración produce paz, liberación, y milagros. El mejor ejemplo que puedo usar para demostrarles el punto que deseo hacer, es lo que sucedió con Pedro cuando fue encarcelado para ser ejecutado por predicar el evangelio de Jesucristo [8].
La oración produce paz en nuestra vida.
Fijémonos bien en lo que sucedió con Pedro para que entiendan bien lo que les hablo. En Hechos 12:5-6 encontramos que se nos dice: “…Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él. 6Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel…”
Como podemos ver, Pedro estaba encerrado en una prisión encadenado a dos soldados, esperando ser ejecutado. ¿Qué actitud demostraba este varón? ¿Estaba Pedro rogando que el rey le perdonara? ¿Estaba Pedro preocupado y nervioso? La respuesta es ¡NO! Como podemos ver en estos versículos, Pedro estaba durmiendo.
¿Cómo podía dormir ante tanta tensión? Podía dormir por dos razones. Número uno; él sabía que su vida no estaba en manos del hombre, sino en las manos de Dios. Número dos; “…la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él…” La oración, y las oraciones intercesoras de nuestros hermanos desatan la paz en nuestra vida. Dile a la persona que tienes a tu lado: la oración produce paz.
La oración libera.
En Hechos 12:7 encontramos que se nos dice: “…Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos…” Las oraciones intercesoras sin cesar que la iglesia hacia por Pedro fueron escuchadas y contestadas.
Las cadenas que le ataban a los dos soldados cayeron de él, la puerta de la celda que lo encerraba se abrió, los soldados que cuidaban la puerta de la prisión nunca le vieron, y las puertas de la ciudad, puertas fortificadas y grandes se abrieron por sí misma.
Este es el Dios que nosotros servimos, este es el Dios en quien hemos confiado; el Dios Todopoderoso, este es el Dios de quien debemos testificar, el Dios que nos libera. Pero esto no significa que nuestro enemigo dejara de tratar de apartarnos de la presencia de Dios.
Nuestro enemigo extenderá su trampa para tratar de encarcelarnos y encadenarnos en las prisiones de este mundo, y de la única forma que podemos defendernos es a través de la oración. ¿Quieres ser liberado de las opresiones de este mundo? Dile a la persona que tienes a tu lado: ¡comienza a orar!
La oración desata milagros.
En Hechos 12:12 encontramos que se nos dice: “…Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando…” Todo lo que sucedió con Pedro puede ser descrito con una sola palabra. ¿Qué palabra? Dile a la persona que tienes a tu lado: fue un MILAGRO.
Recordemos siempre que cuando dejamos nuestra rebeldía, y genuinamente buscamos de Dios, entonces el Señor nos dice: “…Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído…” (Isaías 65:24). Y también lo que encontramos en Juan 14:13 cuando leemos: “…Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo…”
Recordemos que Él está presente para liberarnos de nuestras dificultades, de nuestros temores, de nuestros problemas. Él está presente para romper las cadenas que nos atan, y para abrir las puertas fortificadas que nos encierran. Dile a la persona que tienes a tu lado: ¡hay que orar!
II. La Palabra de Dios
Conocer la Palabra de Dios es de suma importancia, ya que la Palabra de Dios nos revela la voluntad de Dios para con nosotros, pero conocer la Palabra de Dios no es suficiente. Aunque tener conocimiento de la Palabra de Dios es de suma importancia, la realidad es que el conocimiento sin acción equivale a nada.
Por ejemplo, a mi esposa le gustan mucho los libros de cocina. Pero aunque ella lea todos los libros de cocina que existan, si ella no toma el tiempo de preparar los platos encontrados en su contenido, entonces ella nunca sabrá el verdadero resultado de la receta.
Ella puede memorizarse todas las recetas que existan, pero si no las pone en uso, de nada la valdrán. La verdad es que la Palabra de Dios es igual. Y es por eso que en Santiago 1:22-25 encontramos que se nos dice: “…Pero sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno es oidor de la Palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace…”
La realidad es que no podemos solamente escuchar y aprender la Palabra de Dios, sino que tenemos que vivirla. Tenemos que aplicarla a nuestra vida en todo momento. La razón principal por esto es porque la persona que solamente escucha y aprende la Palabra, pronto se le olvidara lo que ha aprendido. ¿Por qué?
Porque cuando uno no practica lo que aprende, entonces todo ese conocimiento pasara a ser parte de nuestra memoria, pero nunca formara parte de nuestra vida. Sepamos que si la Palabra no pasa a ser parte de nuestra vida, entonces seremos tal como nos dicen estos versículos.
Seremos al igual que una persona que se para frente al espejo y se da cuenta que necesita hacer algo para complementar su apariencia, pero que una vez que se aparta del espejo algo distrae su atención, y se le olvida lo que tenía que hacer. En otras Palabras escucharemos la Palabra de Dios, Él nos dará convicción de alguna falta en nuestra vida, pero si su Palabra no es parte de nuestra vida, si no practicamos lo que hemos aprendido, entonces seremos distraídos por el bullicio de éste mundo, y pronto se nos olvidara lo que Dios desea que hagamos. Dile a la persona que tienes a tu lado: tenemos que ser hacedores de la Palabra.
III. La Doctrina
Según el diccionario de la Real Academia Española, una de las definiciones de la palabra doctrina es: “…Conjunto de ideas u opiniones religiosas, filosóficas, políticas, etc., sustentadas por una persona o grupo…” Una de las preocupaciones más grande que tiene un pastor acerca de la Iglesia, sin duda alguna tiene que ser la cuestión doctrinal, ya que tarde o temprano tendrá que dar cuenta de lo que ha hecho.
Esto es algo que encontramos bien reflejado en Hebreos 13:17 cuando leemos: “…Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso…”
Pero no obstante esto, existen numerosas doctrinas, en otras palabras, opiniones religiosas y filosóficas, que solo sirven para separar al hombre de Dios. Así que la pregunta que surge ahora es: ¿cómo puede el cristiano diferenciar entre la sana doctrina, y la falsedad?
En realidad la respuesta a esta pregunta es bien es fácil. Digo que es fácil porque para encontrar la verdad solo existe un instrumento que se mantiene constante, y éste instrumento es la Palabra de Dios. El hombre cambia de opiniones, modifica doctrinas, y adopta filosofías, para su propia conveniencia. Y es exactamente por eso que en 1 Juan 4:1 encontramos que se nos dice: “…Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo…” Dile a la persona que tienes a tu lado: cuidado.
La Palabra de Dios es constante en todo momento. Fíjense como lo dijo el Señor en Mateo 24:35 cuando leemos: “…El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán…” La Palabra de Dios es constante y viva, no existe situación o pregunta que no pueda responder.
Fíjense como esto queda muy bien reflejado en Hebreos 4:12 cuando leemos: “…Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón…”
Así que si queremos saber que la doctrina que hemos adoptado, o la que apoyamos en una iglesia o congregación es verdadera, lo único que tenemos que hacer es compararla a lo que nos enseña la Palabra. Dile a la persona que tienes a tu lado: no aceptes nada que no sea bíblico.
IV. Predicación
Una gran realidad es que en el mundo existen muchos que profesando predicar la verdad manipulan, y engañan a muchos con el propósito de satisfacer su avaricia. Muchos se han apartado de las verdaderas enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. Y es por eso que debemos y tenemos que estar muy atentos a lo que escuchamos y/o leemos.
La gran realidad es que todos aquí podemos ser fácilmente engañados por predicadores que realmente no sirven a Cristo, y esto es algo que encontramos bien declarado en 2 Corintios 11:14-15 donde se nos advierte: “…Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. 15 Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras…” Dile a la persona que tienes a tu lado: no aceptes todo lo que escuchas.
Cuando el Señor estaba enseñando acerca de las señales antes del fin, encontramos que Él nos dice: “…Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos…” (Mateo 24:24).
Y deseo que quede bien claro que con mi próxima declaración yo no estoy diciendo que el fin será pronto, o que pretendo saber cuándo será. Pero si les digo que este mundo está lleno de falsos Cristos (palabra griega: “pseudochristos”, [pronunciada: sudá-crestós], definición: “uno que falsamente reivindica el nombre y la posición del Mesías” [9]).
Usemos la iglesia mormona de ejemplo. Fíjense bien en lo que dijo Joseph Smith (fundador del culto mormón) acerca de él mismo: “…Tengo más de qué jactarme que ningún hombre ha podido. Yo soy el único hombre que ha sido capaz de mantener unida una iglesia desde los días de Adán. Una gran mayoría de la totalidad ha estado a mi lado. Ni Pablo, Juan, Pedro ni Jesús nunca lo hicieron. Me jacto de que ningún hombre hizo un trabajo como yo. Los seguidores de Jesús corrieron de él, pero los Santos de los Últimos Días nunca han corrido de mí todavía. [10]»
Y como si todo esto no fuera lo suficiente Brigham Young, el segundo profeta del culto mormón declaro: “…ningún hombre o mujer en esta dispensación entrara en el Reino celestial de Dios sin el consentimiento de Joseph Smith…” [11]. Este hombre también dijo que para ser salvos hay que confesar a Joseph Smith como un profeta de Dios [12].
No continuare citando ejemplos de cultos que pretenden tomar la posición del Mesías, porque de hacer esto no tendríamos tiempo para terminar hoy. Pero solo basta decir que escogí la iglesia mormona como ejemplo porque es una iglesia que según las estadísticas continúa creciendo, a pesar de que lo que enseñan y practican es anti bíblico.
La predicación es uno de los cuatro pilares que tenemos que edificar sobre la fundación de nuestra fe, porque a través de la predicación el Señor nos habla. A través del la predicación recibimos convicción de error y pecado. A través de la predicación somos fortalecidos y vigorados. Y es exactamente por estas razones que en Hebreos 10:25 encontramos que se nos dice: “…no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca…”
Para concluir.
Los cinco pilares del cristianismo son: el nacimiento virginal de Jesús; la deidad de Jesús; la expiación por la sangre de Jesús; la resurrección corporal de Jesús, y la segunda venida de Jesús. Estos son los cinco principios básicos de nuestra fe, en otras palabras, la fundación sobre la que tenemos que edificar. ¿Qué tenemos que edificar sobre la fundación de nuestra fe?
Tenemos que erigir las columnas que sostienen el peso del diario vivir. Tenemos que erigir las cuatro columnas que soportan el peso que el mundo produce en nuestra vida.
Tenemos que erigir la columna de oración. ¿Por qué? Porque la oración produce paz; la oración produce liberación; la oración produce Milagros.
Tenemos que erigir la columna de la Palabra de Dios. En otras palabras, no solamente conocer la Palabra de Dios, sino tenemos que vivirla. ¿Por qué? Porque cuando uno no practica lo que aprende, entonces todo ese conocimiento pasara a ser parte de nuestra memoria, pero nunca parte de nuestra vida.
Tenemos que erigir la columna de doctrina. En otras palabras, tenemos que saber diferenciar entre la sana doctrina, y la falsedad. Y esto es algo que solo podremos hacer a través de la Palabra de Dios.
Tenemos que erigir la columna de predicación. En otras palabras, tenemos que estar atentos a lo que escuchamos, y no aceptar nada sin confirmar. Recordemos que existen muchos falsos profetas y falsos Cristos que con palabras suaves y bonitas, y que con promesas falsas han engañado y continúan engañando a muchos. Así que escucha, prueba, y si tienes que hacerlo, ¡huye!
Estas son las cuatro columnas que nos ayudaran a sostener las presiones del diario vivir, pero recordemos que para poder distribuir el peso completo en una construcción, normalmente se necesitan cuatro columnas. En otras palabras, no podemos concentrarnos en solamente una y desatender las otras, porque esto solo nos conducirá al fracaso espiritual. Sería igual que tener una mesa de cuatro patas y quitarle una, y no digamos que le quitemos dos. En todo caso la mesa no podría sostener el peso de lo que le pongamos encima, sino que se caería. Así que ahora queda solo una pregunta: ¿estás dispuesto a edificar?
[1] Five Pillars of Orthodox Judaism or Open Charedism by Rabbi Asher Lopatin
[2] Encyclopedia Britannica
[3] Isaías 7:14; Mateo 1:18-25; Lucas 1:26-38.
[4] Juan 1:1-14; 10:30-33, Colosenses 1:15-17, 2:9, 9:5 Romanos, 1 Timoteo 3:16; Tito 2:13.
[5] Juan 3:16; Mateo 26:28; Hechos 20:28; 1 Pedro 1:18-19; 1 Juan 1:7.
[6] Juan 20:1-20; Mateo 28:1-20; Marcos 16:1-20; Lucas 24:1-53; 2 Timoteo 2:8.
[7] Juan 14:1-3; Mateo 24:29-51; Marcos 13:24-37; Lucas 21:25-36; 17:25-36; 12:41-48; Hechos 1:11; Apocalipsis 1:1-8.
[8] Hechos 12:1-16
[9] Blue Letter Bible Lexicon
[10] History of the Church, Vol. 6, pp. 408-409, 1884
[11] Journal of Discourses, vol. 7, p. 289
[12] Journal of Discourses, vol. 9, p. 312
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