Tomad toda la armadura de Dios
Prédica de Hoy: Tomad toda la armadura de Dios
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Efesios 6:10-18
Introducción
La semana pasada les hable acerca del crecimiento espiritual, y les expuse los niveles que existen en cuanto a nuestro crecimiento. Y si se acuerdan, la semana antes pasada les hable acerca de los pilares de la fe, y de las cuatro columnas espirituales que tenemos que edificar en nuestra vida. Si no se han dado cuenta, el tema principal de estas dos predicas han sido que reflexionemos en nuestra condición espiritual, y existe una gran razón por ello.
La razón es que en este mismo momento existe una guerra desastrosa que es responsable de matar, o herir seriamente a miles de personas en este mundo. Existe una guerra que está siendo peleada en el ámbito espiritual, y queramos reconocerlo o no, todo ser humano forma parte de ella.
Esto incluye tanto al creyente como al no creyente. Pero lo que sucede es que muchos rehúsan reconocer, o aceptar que esta guerra existe debido a que no es algo que se reporta por los medios de comunicación. Pero, ¿es verdad que no es reportada por los medios de comunicación? La realidad es que las noticias acerca de esta guerra son transmitidas a través de todos los medios de comunicaciones que existen, pero lo que sucede es que las personas no las reconocen.
En esta guerra participan dos ejércitos, el ejército de Dios y el ejército de Satanás. En otras palabras, una guerra entre el bien y el mal. Y lo único que tenemos que hacer para reconocer las noticias acerca de esta guerra es abrir nuestros ojos a los eventos que se reportan a diario. El crimen ha aumentado, la violencia ha aumentado, la perversidad sexual ha aumentado, las drogas no hay quien las detenga, los divorcios han aumentado, etc. etc.
Y si no estamos conscientes de esta guerra devastadora, entonces le será bien fácil al enemigo hacernos caer heridos o muertos en el campo de batalla. Es por eso que en el día de hoy deseo que estudiemos acerca de esta guerra. Hoy vamos a descubrir cómo podemos pelear y salir victoriosos de las batallas que enfrentamos. Pasemos ahora a la Palabra de Dios.
La armadura de Dios para ser victoriosos
Lo primero que observamos en estos versículos que estamos estudiando en el día de hoy es un poderoso consejo de cómo podemos ser victoriosos en nuestra batalla diaria, y una gran advertencia acerca de contra quien peleamos.
Fíjense bien como dice aquí cuando leemos: “…Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes…”
Estoy seguro que muchos han leído esto en más de una ocasión, también estoy seguro que una gran mayoría ha llegado a la conclusión de que esto no tiene nada que ver con ellos. Digo esto porque existen muchos que piensan que esto solo se aplica a los líderes, pero si piensas así te equivocas.
Si estos pensamientos, o pensamientos similares han pasado por tu mente, y tú los has entretenido y piensas de esa forma, entonces siento informarte que has caído herido en el campo de batalla. Digo esto porque como les dije al inicio, no existe excepción de persona; todo ser humano, creyente o no creyente, participa de esta guerra
Lo único que separa al creyente del resto del mundo es que el creyente pelea para el ejército de Dios. La realidad es que toda persona que no sirve a Dios fielmente, automáticamente esta bajo el dominio del reino de Satanás [1]. ¿Por qué digo esto?
Lo digo porque si tuviéramos que definir brevemente el significado de la guerra espiritual, la mayoría de nosotros sino todos diríamos que la guerra espiritual es la batalla por nuestra mente. ¿Por qué esta batalla por nuestra mente? La batalla es porque nuestro enemigo sabe muy bien que si él puede controlar lo que pensamos y creemos, entonces podrá controlar como vivimos y como actuamos.
La armadura de Dios para nuestra lucha
La palabra aquí nos dice que nosotros no peleamos contra “…sangre y carne…” Esto nos deja saber claramente que la guerra en que nos encontramos no es contra personas, gobiernos, instituciones religiosas o políticas. No es contra cosas que podemos ver y tocar. Si este fuera el caso, entonces la guerra no fuera tan difícil.
Digo que la guerra es difícil porque una gran realidad acerca del ser humano es que la mayoría de nosotros somos personas clasificadas como personas visuales. En otras palabras, somos como Tomás, tenemos que ver para creer [2]. La mayoría de las personas si no lo pueden ver, pues simplemente no existe.
Pero si encuentras que esa manera de pensar te describe a ti, entonces la advertencia de Pablo no te sirve. No te sirve porque no puedes ver los principados que te rodean. No puedes ver los demonios a tu alrededor y por eso no puedes creer. Pero pensemos brevemente en algunas cosas que nos rodean que no podemos ver, pero que no dudamos que existen y en ocasiones hasta dependemos de ellas.
¿Cuántos aquí tienen un teléfono celular? ¿Cuántos aquí tienen una computadora que se conecta al Internet sin alambre? ¿Cuántos tienen un televisor o radio? ¿Por qué pregunto estas cosas? Las pregunto porque en este mundo moderno existe una gran variedad de cosas que nos rodean que no podemos ver.
En el mundo moderno existen muchas cosas que no son discernibles a nuestros sentidos, sin embargo, nos encontramos completamente rodeados por ellos. Por si no lo sabían, la tecnología que les mencione emiten señales invisibles, y estas señales no se detienen en ningún momento.
En este mismo momento todos aquí estamos rodeados y nuestro cuerpo esta siendo bombardeado por señales invisibles; cosas que no podemos tocar o ver, pero que impactan nuestra manera de vivir de una forma u otra.
La armadura de Dios para combatir los poderes de las tinieblas
Los poderes de las tinieblas operan de la misma manera. Fíjense lo que nos dice aquí el apóstol Pablo para que entiendan bien lo que les digo; aquí dice: “…contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”
Los demonios de Satanás están constantemente a nuestro alrededor bombardeándonos con pensamientos y sentimientos con el propósito de apartarnos de la presencia de Dios. No les podemos ver, y no podemos detectarles con nuestros sentidos, pero no obstante esto, ellos existen y nos rodean.
Es por eso que nunca podemos olvidar que nuestro enemigo es muy astuto en sus tácticas, y no existe medio, sentimiento, o pensamiento que no use para tratar de apartarnos de la presencia de Dios. Pero una gran realidad es que nosotros no estamos desamparados y a la merced del diablo. Jesús vino a destruir y destruyo completamente las obras del diablo, y como les he dicho en otras ocasiones, el diablo no tiene autoridad en nuestra vida.
La autoridad del enemigo en nuestra vida
La única autoridad que nuestro enemigo puede tener en la vida de una persona es la autoridad que se le entrega. Fíjense como esto queda bien reflejado en 1 Juan 3:8 cuando leemos: «…El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo…«
Cristo destruyo las obras del diablo para que nosotros quedáramos libres de la esclavitud. Dile a la persona que tienes a tu lado: Cristo destruyo las obras del diablo. ¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir que el diablo no puede obligarnos a hacer algo; somos tentados, pero la decisión final es nuestra, y solamente nuestra [3].
Pero aunque el diablo no nos puede obligar, esto no significa que se dará por vencido y que dejara de tratar de influenciarnos. ¿Qué podemos hacer para evitar ser influenciados? Para evitar ser influenciados tenemos que vestirnos correctamente. Dile a la persona que tienes a tu lado, vístete bien.
La armadura de Dios
¿De qué vestimenta les hablo? Continuemos ahora con nuestro estudio de hoy para descubrirla. Como les dije hace un breve momento, nosotros no estamos desamparados y a la merced del diablo.
Cristo nos dejo una armadura completa, fíjense bien como nos dice aquí la palabra cuando leemos: “…Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos…” Dile a la persona que tienes a tu lado, tenemos que vestirnos correctamente.
Lamentablemente esta poderosa arma es algo que muchos no usan en su diario vivir, y la mayor razón es porque muchos no logran entender su gran significado. Muchos solo ven esto como la descripción de un arma antigua de guerra, y no logran ver la importancia que esta arma aun retiene en el día de hoy. Así que examinémosla ahora detalladamente para determinar si es algo que podemos usar. Comencemos a vestirnos para ver si esta armadura nos sirve.
La primera pieza de la armadura de Dios es la faja
A eso es a lo que se refiere cuando leemos: “…Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad…” Esta parte de la armadura era algo imprescindible. Digo que era algo imprescindible porque cuando examinamos la armadura que usaban los soldados de ese entonces, nos damos cuenta que la faja era la que aseguraba la coraza en su lugar. Además de esto, ellos colgaban sus armas de guerra de ella también.
Al igual que la faja era de suma importancia para los soldados en ese entonces, la verdad es que para nosotros también es algo imprescindible. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque el diablo es un mentiroso [4] y solo existe una manera de poder vencerle, y esto es algo que solo podemos lograr con la verdad.
Es por eso que en Juan 8:32 encontramos que se nos dice: “…Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres…” Solo cuando nos mantenemos en la verdad de Dios y la santidad de Su palabra podremos sujetar el resto de la armadura. Dile al hermano que tienes a tu lado, pongámonos la faja.
La segunda pieza de la armadura de Dios es la coraza
Fíjense bien que aquí nos dice: “…y vestidos con la coraza de justicia…” Analizando nuevamente la armadura del soldado de ese entonces nos damos cuenta que el soldado usaba una coraza que lo cubría del cuello hasta la cintura.
Esta pieza cubría todos sus órganos vitales. En otras palabras, el soldado se encontraba bien protegido, porque la coraza rechazaba cualquier golpe. ¿Cuántos desean que los ataques del enemigo reboten sin hacerles daño?
Si deseas que esto suceda en tu vida, entonces tienes que mantenerte fiel y puro. En otras palabras, desechar de nuestro corazón todo pensamiento impuro, y desechar de nuestra vida todo pecado; esta es nuestra coraza. Dile al hermano que tienes a tu lado, pongámonos la coraza.
La tercera pieza de la armadura de Dios es el calzado
Fíjense bien como leemos aquí: “…y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz…” Examinando nuevamente la armadura del soldado de ese entonces encontramos que los soldados romanos usaban sandalias que tenían espigas de metal en las suelas.
Esto servía dos propósitos, primero les servía como un arma ofensiva; y segundo les brindaba mejor estabilidad al pelear sin importar el tipo de terreno en el que se podrían encontrar. Cuando estudiamos las escrituras es imposible no observar que Dios llama a Su pueblo a pararse. Dios llama a Su pueblo a pararse firmemente en su fe, y a pararse firmemente en la verdad de Su palabra. Es por eso que nuestro calzado es tan importante.
Nuestro calzado es el evangelio de la paz.
Les hablo de esa paz que todo creyente fiel siente en todo momento sin importar la situación o circunstancia. Les hablo de la paz que encontramos descrita en Filipenses 4:7 cuando leemos: “…Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús…” Si no logras sentir esta paz, entonces no le será difícil al enemigo poner espigas afiladas en tu camino
Si no estamos usando la paz que Cristo nos ha entregado, entonces nuestros pies espirituales están descalzos, y no podremos pararnos para defender nuestro territorio. Dile al hermano que tienes a tu lado, pongámonos las sandalias.
La cuarta pieza de la armadura de Dios es el escudo de la fe.
La Palabra aquí nos dice: “…Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno…” Los soldados de ese entonces tenían un escudo, y generalmente era hecho de madera, cubierto con piel gruesa, y media como cuatro pies de alto.
El soldado hacia buen uso de esta arma, moviéndolo de lado a lado para protegerse en la batalla. ¿Cuántos desean protegerse en la batalla? Hermanos, el escudo que podemos usar para rechazar los ataques del enemigo es nuestra fe.
Como les he dicho en otras ocasiones, nuestro enemigo es muy astuto y buscara explotar el área más débil de nuestra vida en sus ataques. Y si nuestra fe no está al nivel debido, si no estamos tomando el tiempo de fortalecerla, entonces esto sería el equivalente a que un soldado se presente a la batalla con un escudo de papel.
Esto es algo que suena absurdo, pero la gran realidad es que existen muchos que no alimentan su fe. ¿Cómo podemos alimentar nuestra fe? Nuestra fe es alimentada a través de la Palabra de Dios. Nuestra fe es alimentada cuando escuchamos y estudiamos los mensajes que Él nos envía. De no hacer esto nuestra fe se debilita y eventualmente muere. Dile al hermano que tienes a tu lado, recoge tu escudo.
La quinta pieza de la armadura de Dios es el yelmo de la salvación.
La palabra aquí nos dice: “…Y tomad el yelmo de le salvación…” Como les dije al inicio, si tuviéramos que definir de manera simple el significado de la guerra espiritual, la mayoría de nosotros diríamos que es la lucha por nuestra mente.
El yelmo cubre la cabeza, en otras palabras, el lugar donde las actividades mentales ocurren, y nuestros pensamientos nacen. Como les dije, el ejercito de las tinieblas tratara de destruir o influenciar de la manera que pensamos, y si permitimos ser influenciados, entonces caeremos heridos en el campo de batalla. Dile al hermano que tienes a tu lado, pongámonos el yelmo.
Pero una gran realidad acerca de la guerra es que ningún ejército puede vencer con armas defensivas solamente. Un ejército triunfante necesita armas defensivas, pero también necesita tener armas ofensivas. Pero, ¿tenemos armas ofensivas en nuestro arsenal?
Nosotros poseemos las dos armas más poderosas que existen en el universo a nuestro alcance. Nosotros poseemos las dos únicas armas que harán retirar al ejército del enemigo del campo de batalla. Las escrituras nos dice: “…y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios….”
Nuestra primera arma ofensiva es la Palabra de Dios.
Esta es la única arma que podemos usar para atacar las líneas del ejército del enemigo. Esta es el arma que tenemos que usar para liberar a todos aquellos que aun están perdidos en este mundo de maldad.
En Hebreos 4:12 leemos: “…Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos…” Dile a la persona que tienes a tu lado, toma la espada en mano. La Palabra de Dios es penetrante, la Palabra de Dios es cortante, la palabra de Dios aclara nuestros pensamientos, y limpia todo nuestro ser.
La Palabra de Dios es como una ametralladora en nuestro arsenal, pero un ejército no puede ganar con solamente ametralladoras; un ejército también necesita explosivos, bombas, y misiles. Pero, ¿tenemos nosotros estos tipos de armamento en nuestro arsenal?
¿Qué son nuestros explosivos, bombas, y misiles?
Nuestros explosivos, bombas, y misiles son nuestras oraciones. Pablo lo dijo de esta manera: “…orando en todo tiempo con toda oración y suplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia…”
La oración es nuestro explosivo porque a través de ella llegamos a la presencia de Dios todopoderoso. Recordemos que para Dios no existe nada imposible. Esto es algo que nuestro Señor nos deja saber claramente en Lucas 1:37 cuando leemos: “…porque nada hay imposible para Dios…” Nunca nos olvidemos que Moisés oro, y el mar rojo se abrió. Nunca olvidemos que Josué oro, y las paredes de Jericó cayeron. Nunca olvidemos que Elías oro, y fuego descendió del cielo
No existe nada que pueda sustituir la oración, especialmente si nos encontramos atravesando por momentos difíciles. Nunca nos olvidemos como nos dijo el Señor en Juan 14:13 cuando leemos: “…Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo…”
Existen muchos creyentes que no logran entender que el arma ofensiva más poderosa que poseemos es la oración. Aunque es verdad que tenemos que pararnos y avanzar, las batallas más fuertes de nuestra vida no se ganan parados. Las batallas más fuertes de esta vida se ganan arrodilladlos. Las batallas más difíciles solo pueden ser vencidas a través de la oración. Dile al hermano que tienes a tu lado, lancemos misiles.
Para concluir
La guerra espiritual, en otras palabras, la guerra por nuestra mente es algo muy real. Reconozcamos que estamos en una guerra que no se puede ver con los ojos humanos. Que estamos en una guerra que no podemos detectar con nuestros sentidos, pero que no obstante esto, esta guerra es algo real y muchos son los que han caído heridos o muertos en ella.
Es por esta misma razón que como el pueblo de Dios tenemos que fortalecer nuestro espíritu, y ocuparnos de nuestro crecimiento espiritual en todo momento. Tenemos que permanecer muy alertas porque las cosas que en ocasiones aparentan ser insignificantes tienen la tendencia de crecer y crecer hasta llegar al punto de apartarnos de Dios.
La palabra de Dios no cambia y la victoria final sobre nuestro enemigo se acerca, y de eso no existe duda. Fíjense bien como nos dice el Señor en Apocalipsis 20:10 cuando leemos: “…Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos…”
Pero mientras tanto, no podemos dejar caer nuestra guardia. Tenemos que usar todo lo que el Señor nos ha entregado para defendernos y atacar las líneas del enemigo. Ponte hoy la armadura de Dios, y defiende tu territorio. Comienza a usar los armamentos que Dios te ha entregado, y avanza sin temor. Revístete a diario de la armadura de Dios y saldrás triunfante.
[1] Mateo 12:30; Lucas 11:23
[2] Juan 20:24-25
[3] Santiago 1:14-15
[4] Juan 8:44
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