Cuando alguno es tentado

La tentación

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: La tentación  – Cuando alguno es tentado

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Santiago 1:13-18

Introducción

Una gran realidad es que la vida está llena de pruebas y tentaciones, y esto es algo que en ocasiones confunde a las personas. Digo esto porque en ocasiones a muchos se nos hace difícil diferenciar entre la tentación y la prueba. Pero la realidad es que existe una gran diferencia entre una cosa y otra. ¿Qué diferencia existe entre la prueba y la tentación?

La gran diferencia que existe entre la prueba y la tentación es que la prueba fortalece al creyente, y pone su fe en acción. El ejemplo primordial de esto lo encontramos en Génesis 22:1 cuando leemos: “…Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí…” En este capítulo encontramos que Dios ordeno a que Abraham sacrificase a su hijo Isaac. ¿Por qué probo Dios a Abraham de esta manera?

Dios le probo de esta manera porque Dios tenía un gran propósito con la vida de Abraham, y quería estar seguro de que él seria digno de recibir la bendición que Dios estaba a punto de derramar. ¿Qué bendición estaba Dios a punto de derramar, y qué propósito tenía Dios con la vida de Abraham?

La respuesta a esta pregunta la encontramos en Génesis 22:18 cuando leemos: “…En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz…”  Así que la prueba origina de Dios y produce que tu fe actué, te fortalece, y te permite reconocer tus debilidades y la necesidad que tienes del poder de Dios. Sin embargo, la tentación solo busca alejarte de la presencia de Dios. ¿Dónde origina la tentación?

Continuemos ahora con nuestro estudio para contestar esta pregunta. Analicemos ahora el origen de la tentación, y más importante de todo lo que tenemos que hacer para derrotarlas. Pasemos ahora a la Palabra de Dios para examinar este tópico.

La tentación

Lo primero que vemos aquí es una confirmación de lo que todos sabemos. Todos sabemos que las tentaciones abundan en esta vida. Fíjense bien que aquí vemos que se nos dice: “…cuando alguno es tentado…”

Y quizás algunos piensen, bueno aquí dice que algunos serán tentados y no todos, pero para que quede bien claro, la Traducción en Lenguaje Actual de la Biblia traduce esta porción de esta manera: “…cuando ustedes sean tentados…” Y cuando nos adelantamos un poco vemos que Santiago también dice: “…sino que cada uno es tentado…”

Así que queda bien claro que no existen excepciones, todos seremos tentados. Dile a la persona que tienes a tu lado: todos seremos tentados. Y en el versículo trece encontramos la respuesta a la pregunta “¿donde origina la tentación?” En este versículo Santiago nos deja saber claramente que la tentación no origina de Dios.

Fíjense bien que aquí Santiago nos dice: “…Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie…” Así que habiendo establecido la diferencia entre las pruebas y la tentación, y el origen de ambas, ahora debemos hacernos dos preguntas.

Preguntémonos ahora: ¿dónde origina la tentación?

¿Es el diablo responsable por todas nuestras tentaciones? Examinemos estas preguntas cuidadosamente.

La realidad es que al diablo se le está dando mucho más mérito de lo que merece por las cosas que no andan bien en nuestra vida. Digo esto porque en algún momento de nuestra existencia, todos hemos llegado a decir o pensar que el diablo es responsable por todas las tentaciones que existen.

Pero la realidad es que esta declaración no es completamente correcta; con esto no estoy diciendo ni implicando que los poderes del maligno no tientan a las personas, la realidad es que si lo hacen [1], pero lo que si les estoy diciendo es que ellos no son los únicos responsables de nuestras tentaciones. ¿Por qué digo esto?

Digo esto porque la realidad de todo es que es más fácil echarle la culpa a otra persona por nuestros errores, es mucho más fácil desplazar la culpabilidad que asumir la responsabilidad. Esto es algo que todos aprendimos bien temprano en nuestra vida.

Permítanme un ejemplo para que entiendan bien lo que les quiero decir. ¿Cuántos se acuerdan de haber hecho algo mal cuando eran chicos? ¿Algo que nos agarraron haciendo y que sabíamos que seriamos castigados por haberlo hecho?

Estoy seguro que todos aquí nos podemos acordar de por lo menos un incidente cuando tratamos de cubrir nuestros errores y le echamos la culpa a otra persona. En mi caso, yo siempre le echaba la culpa a mi hermanito. ¿Por qué le echaba la culpa a mi hermano? Lo hacía porque yo sabía que si le echaba la culpa a mi hermanito, él sería castigado y yo no.

Cuando llega la tentación

Lo mismo sucede con nosotros cuando llega a la tentación. Nosotros desplazamos la culpa de todo, decimos que el diablo nos tentó de tal manera que no pudimos resistir. Pero, ¿puede ser esto verdad? La respuesta es ¡NO! Dios es justo, y no permitirá que a nosotros llegue una tentación que no podamos resistir [2].

Lo que sucede es que antes de poder vencer la tentación, existen varias cosas que tenemos que reconocer. Como suelen decir los psicólogos, el primer paso de la recuperación es reconocer que existe un problema. Si no reconocemos que existe un problema, si no admitimos que aunque el problema pueda ser influenciado por situaciones externas, es nuestro, entonces nunca podremos vencer las tentaciones.

Así que tomemos el primer paso a la recuperación y reconozcamos que el diablo no es el único responsable de todo, sino que la raíz del problema está dentro de nosotros. La realidad es que todos somos vulnerables a los deseos de la carne.

Y lo que sucede es que la tentación es algo muy personal. Digo que la tentación es muy personal porque la realidad de todo es que lo que para mí sería una gran tentación, quizás ustedes no lo consideren de esa manera, y viceversa.

Por ejemplo, un alcohólico seria tentado grandemente a tomar un trago si se le pone una botella en frente; esto solo es un ejemplo y estoy seguro que todos aquí podremos pensar en numerosos de ellos. Entonces, podemos decir con seguridad que la tentación es algo bien personal. De lo que también podemos estar seguros es que seremos tentados, y por esta razón no nos podemos sorprender cuando nos pase, sino más bien tenemos que estar esperando a que llegue.

Existe una vieja frase que dice «guerra avisada no mata soldado.» Y esta frase es algo que podemos aplicar a la tentación, ya que si en vez de sorprendernos le esperamos, si en vez de desplazar la culpa asumimos responsabilidad por nuestras acciones, entonces seremos victoriosos sobre las tentaciones según surjan.

Como les dije previamente, el diablo está recibiendo demasiado crédito por las cosas. Con esto no les estoy diciendo que él no tenga culpa, no les estoy diciendo que él no nos tienta. Él tentó a Eva en el Edén y él si tiene a sus demonios trabajando fuertemente tratando de separarnos de Dios. Pero hermanos, la tentación comienza en nosotros.

La tentación comienza con nuestros deseos y querer

Santiago nos dice: “…sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido….” ¿Dónde origina la tentación? La respuesta queda bien reflejada en este versículo.

La tentación origina dentro de nosotros; nosotros somos tentados debido a nuestras propias concupiscencias, nuestros propios deseos; somos tentados por nuestro apetito por las cosas del mundo.

Lo que sucede es los deseos son emociones bien poderosas. Con esto no les estoy diciendo que todos nuestros deseos son malos, pero algunos de ellos lo son. Los deseos son emociones que si no controlamos pueden convertirse en obsesiones, y como todos sabemos las obsesiones eventualmente arruinan la vida de una persona, destruyen matrimonios, familias, y relaciones.

La tentación origina de nuestra propia concupiscencia

En otras palabras, somos seducidos pero no completamente por el diablo y sus demonios, nosotros también tenemos la culpa. Hermanos, las consecuencias de la tentación son reales, la consecuencia del pecado es muerte [3].

El problema está en que en muchas ocasiones nuestros deseos nos ciegan. Si este no fuera el caso, si siempre pudiéramos ver las cosas claramente, entonces estoy seguro que siempre escogeríamos hacer lo correcto y agradable ante Dios.

¿Cuál es la consecuencia cuando cedemos al pecado? Santiago nos contesta esta pregunta claramente, y también nos advierte diciendo: “…Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis…”

Este es el resultado final cuando cedemos a la tentación, la cual en todo caso nos conduce al pecado. Cuando permitimos que nuestros deseos gobiernen nuestra vida, y cedemos a la tentación, entonces moriremos.

No les estoy hablando de una muerte física, no les estoy diciendo que Dios nos quitara la vida al instante que pequemos, pero si les estoy diciendo que con cada tentación que no resistamos, y con cada pecado que cometamos, empezamos a morir espiritualmente.

En otras palabras, nuestro espíritu comienza a alejarse más y más de la voluntad de Dios, hasta que eventualmente morimos a las cosas de Dios, morimos por dentro. Esto seguramente es la causa número uno para todas esas personas que se han alejado de los caminos del Señor.

Personas que conocieron a Dios, pero que ahora han regresado a vivir en el mundo, personas que han muerto espiritualmente a causa de las tentaciones y del pecado. Es por esta razón que Santiago nos da esta fuerte advertencia. El nos dice: “…Amados hermanos míos, no erréis…” Dile a la persona que tienes a tu lado: no erréis.

Nosotros mismos somos los que le facilitamos a los poderes del maligno una avenida para que entre en nuestra vida y nos atormenten con tentaciones. ¿Por qué sucede esto? En la mayoría de los casos esto sucede debido a que los malos deseos y lujurias en nuestro corazón no han sido conquistados. Otra razón por la que esto sucede es porque en muchas ocasiones, el mal aparenta ser el bien, y viceversa.

Pero para poder diferenciar correctamente entre el bien y el mal, tenemos que siempre recordarnos de lo que nos dice aquí Santiago cuando leemos: “…Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas…»  Permítanme exponerles una breve ilustración para que entiendan bien el punto que deseo hacerles.

Digamos que al salir de este edificio nos encontramos una mochila en el piso. La recogemos y la abrimos para buscar si existe algo dentro de ella que nos ayude encontrar al dueño. Miramos cuidadosamente en todos los compartimentos buscando algún tipo de identificación, pero lo único que encontramos es $3,300 en efectivo y un teléfono celular. Así es, solo efectivo y un móvil.

Ahora la pregunta es: ¿es esto una bendición o una tentación? Muchos dirían que es una bendición, porque después de todo, quien no necesita un poco más de dinero en efectivo. Pero antes de contestar la pregunta, primero debemos preguntarnos: ¿es esto un regalo perfecto de lo alto?

Les expuse esta ilustración porque está basada en la vida real. Sucedió en Arizona; yo lo leí en uno de esos sitios noticieros en el Internet hace un tiempo atrás. Lo que sucedió fue que un joven universitario accidentalmente dejo su mochila en una estación de tren. La mochila fue encontrada por un hombre sin hogar, que dormía en una colchoneta de cartón en las calles. ¿Quién diría que este hombre estaba necesitado?

El dinero definitivamente le hubiese servido grandemente a este hombre, ya que tenía serios problemas financieros y legales, pero él decidió no quedarse con el dinero. Lo que este hombre hizo fue que uso el móvil para localizar al joven que había perdido su mochila.

Después de conocer al joven, el joven le contó que el dinero que tenía en la mochila era lo que necesitaba para comprarse un automóvil nuevo, porque el que tenia previamente había sido una pérdida total en un accidente. ¿No es esto algo fascinante?

Estoy seguro que este hombre que encontró la mochila fue tentado a quedarse con ella, pero este hombre supo que eso no era lo correcto. Este hombre reconoció lo que le había sucedido no era una bendición perfecta de lo alto, sino una tentación para conducirle a hacer lo malo. ¿Qué sucedió a continuación? Lo que sucedió a continuación si fue un regalo perfecto de lo alto. ¿Por qué digo fue un regalo perfecto de lo alto?

Lo digo porque cuando se supo que este hombre había devuelto el dinero en vez de quedarse con él, los medios de comunicación nacionales vinieron a buscarle. Donaciones comenzaron a ser recibidas, y de repente este hombre se encontró con $10,000. Con este dinero este hombre pudo enderezar su vida, y hasta rentar un apartamento [4]. ¡BENDICIÓN!

Para concluir

Las tentaciones no proceden de Dios. Las tentaciones originan de muy profundo en nosotros y son influenciadas por el diablo. Al diablo le gustaría que las tentaciones luzcan como cosas buenas, puede que luzcan como lo correcto de hacer, pero nosotros tenemos que examinar las situaciones cuidadosamente. Recordemos que junto con la tentación recibimos la salida para poder vencerla.

No podemos permitir ser engañados en medio de las tentaciones, tenemos que tomar un tiempo siempre para preguntarnos: ¿es esto un regalo perfecto de lo alto?

Hermanos Dios nos ha dado el poder para resistir y derrotar toda tentación. El Espíritu Santo mora en nosotros, Cristo nos ha dado la victoria. Tomemos entonces el primer paso hacia la victoria y reconozcamos que la tentación aunque influenciada por los poderes de las tinieblas comienzan dentro de nosotros.

[1] Efesios 6:12
[2] 1 Corintios 10:13
[3] Romanos 6:23
[4] USA Today; Nov 30, 2011; Homeless man’s decision to return $3,300 changed his life; By Douglas Stanglin

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