Para que las obras de Dios se manifiesten

Las obras de Dios

Prédica de Hoy: Para que las obras de Dios se manifiesten

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Juan 9:1-11

Introducción

No sé cuantos de ustedes presenciaron y se gozaron de lo que sucedió el domingo pasado después del servicio, pero para los que no estuvieron presente, permítanme hacer un breve recuento. Después que se termino el servicio, los músicos del grupo de alabanzas nos pusimos a jugar, y comenzamos a tocar diferentes ritmos.

De buenas a primeras caímos en un ritmo improvisado y contagioso, y de entre algunas de las personas que todavía no se habían marchado, un hermano comenzó a improvisar una alabanza. Lo que sucedió fue algo completamente fuera de lo hacemos normalmente, pero definitivamente todos sentimos la manifestación del Espíritu Santo. ¿Por qué les he dicho esto?

He iniciado el servicio de hoy con un testimonio de lo que sucedió la semana pasada porque la realidad es que la mayoría de los creyentes han formado un concepto de cómo Dios debe actuar, y cómo deben suceder las cosas, y no aceptan o no están dispuestos a cambiar. El problema que existe es que como he dicho en numerosas ocasiones, nuestras opiniones no siempre son correctas [1]. ¿Qué les quiero decir con esto?

Lo que les estoy diciendo es que en ocasiones nosotros le imponemos condiciones a Dios; se nos olvida que Dios es Todopoderoso y Soberano, y que no siempre actuara de la manera que nosotros esperamos. Y es de esto mismo que deseo hablarles en el día de hoy.

En los versículos que vamos a examinar hoy encontraremos tres poderosas lecciones. Número uno; nuestra opinión en ocasiones nos conduce a conclusiones equivocadas. Número dos; Dios no siempre obra de la manera que esperamos. Número tres; cuando Dios obra seremos irreconocibles. Pasemos ahora a la Palabra de Dios.

La popularidad de Jesús

Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. En este punto de la historia la popularidad de Jesús había crecido, y existía una lucha continua entre Jesús y los líderes judíos de ese entonces [2]. Jesús luchaba en contra de personas que creían conocer la mente de Dios. Pero no obstante esto, Jesús deseaba revelarles la verdad, y no retrocedería de una confrontación.

Esto es algo que queda bien evidente en Juan 8:42-44 cuando leemos: “…Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.  43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira…” ¿Por qué debemos notar estos detalles?

Es necesario notar estos detalles porque estos nos revelan que en este punto de la historia, Jesús estaba luchando en contra de un pueblo que había formado su propia opinión acerca de cómo Dios debía actuar, y que era un pueblo que dependía más de los rituales y tradiciones que en Dios. ¿Les suena conocido algo de esto?

Debe sonarle conocido porque la realidad es que la mayoría de nosotros no somos muy diferentes al pueblo de antigüedad. El pueblo de Dios de hoy también ha formado opiniones de cómo Dios debe, y tiene que actuar; y de cómo Dios se manifiesta.

En otras palabras, se nos ha olvidado o no queremos aceptar que el Todopoderoso es Soberano y no siempre actúa de la manera que pensamos o deseamos. Así que manteniendo esto en mente continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.

I. Nuestra opinión en ocasiones nos conduce a conclusiones equivocadas.

«…Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él…”

Quiero que notemos que en este instante los discípulos no le pidieron al Señor que sanara a este hombre. ¿Por qué no se lo pidieron, o al menos mencionaron? No fue porque ellos no supieran que Él tenía el poder de hacerlo, ya que en este momento en la historia Jesús estaba desarrollando su ministerio completamente, y este no hubiese sido su primer milagro o sanidad [3].

Así que podemos decir con certeza que el desconocimiento de autoridad y poder no fue lo que les detuvo de decirle algo al Señor de sanar a este hombre. ¿Qué fue lo que les detuvo? Lo que les detuvo fue las nociones erróneas que ellos tenían acerca de Dios. ¿Por qué digo esto?

Digo esto porque la mayoría del pueblo judío creía que nacer con una incapacidad significaba que era un castigo de Dios debido al pecado de alguien en la familia.  También habían algunos que creían y enseñaban que el propio bebe podía pecar dentro del vientre de su madre, y que esto les conduciría a nacer incapacitados.

Estas son ideas que a nosotros ahora nos suenan absurdas, pero esto es algo que era enseñado por la mayoría de los rabinos de ese entonces. Eran enseñanzas basadas más en la opinión y superstición del hombre que en la Palabra de Dios.

Eran enseñanzas completamente erróneas. Y es por eso que vemos que cuando ellos le preguntaron ¿quién pecó? Jesús les contesto: “…No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él…” Con esta respuesta Jesús les enseño a ellos, y a nosotros, lo poco que conocemos la mente de Dios.

La realidad es que ninguno de nosotros ni tan siquiera podemos imaginarnos lo que Dios esta pensando. Pero de algo que si podemos estar completamente seguros es de que Dios desea lo mejor para cada uno de nosotros.

Esto es algo que queda bien declarado en Jeremías 29:11 cuando leemos: “…Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis…” Dile a la persona que tienes a tu lado, Dios quiere lo mejor para ti.

Pero lo que sucede es que cuando tratamos de sujetar a Dios a cómo debe comportarse y actuar, entonces siempre llegaremos a una conclusión equivocada. Llegaremos a una conclusión equivocada porque Dios es soberano y actúa según Su voluntad y no la nuestra. Dios es soberano y no siempre obrará de la manera que nosotros pensamos, o deseamos que obre. Esto nos conduce al segundo punto de hoy.

II. Dios no siempre obra de la manera que esperamos

Continuando vemos que Jesús les dijo: “…Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. 6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, 7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo…”

Estos versículos nos revelan dos cosas importantes. Número uno; nos revela que Jesús vino a este mundo con un propósito. Jesús vino a este mundo para salvarnos y para aliviar nuestro sufrimiento.

Número dos; Jesús nos revela que Dios no necesariamente actuara de la manera que el hombre piensa o imagina. Digo esto porque como podemos ver aquí,  Jesús uso el sufrimiento y la calamidad de este hombre para glorificar al Padre

Digo que utilizó la calamidad y sufrimiento de este hombre porque como hemos visto, este hombre había nacido ciego, y una gran realidad es que ser ciego en ese entonces no era igual que hoy en día.

En ese entonces no existían escuelas especiales para enseñar a una persona ciega como valerse por sí misma. No existían escuelas donde pudieran aprender a leer y hacer todas las demás cosas que hoy en día enseñan en las escuelas especiales para personas con algún tipo de incapacidad.

Aunque estos versículos no nos revelan la edad de este hombre, de lo que si podemos estar bien seguros es que él había estado toda su vida dependiendo de otras personas. Esto significa que a este hombre le había tocado pasar por momentos muy difíciles; este hombre venia sufriendo desde su nacimiento. Pero Jesús uso todo esto para la honra y gloria del Padre, y no solo esto sino que lo hizo de manera inesperada.

Fíjense bien en u detalle de lo que aconteció para que entiendan bien lo que les digo. Aquí vemos que Jesús: “…hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego…” Pensemos en esto por un breve momento y preguntémonos; ¿por qué sano Jesús al ciego de esta manera?

Jesús podía haber sanado a este hombre con solo un pensamiento. Si Jesús hubiese querido usar lodo para sanar a este hombre, Él podía haberle pedido a uno de los discípulos que le trajese agua. Pero Jesús no hizo nada de esto. ¿Por qué actuó Jesús de esta manera? Creo firmemente que Jesús escogió sanar a este hombre de esta manera porque Él quería demostrarles que Dios no siempre actúa de la manera que el hombre piensa.

Hagamos una imagen mental de lo que sucedió en este instante, y meditemos en lo que aconteció por un breve momento. Jesús escupió y con sus dedos mezclo la saliva con la tierra para hacer el lodo. Los discípulos seguramente se sorprendieron al ver esto. Y creo que si el ciego hubiese visto lo que Jesús estaba haciendo, él no se hubiese dejado untar el lodo en los ojos.

Un detalle de suma importancia a notar que es el hombre no fue sanado en cuanto Jesús le unto el lodo en los ojos. Este hombre tuvo que hacer algo, él tuvo que ir al estanque y lavar su cara. ¿Por qué debemos notar este detalle? Es importante notar este detalle porque esto nos revela dos cosas.

  • Número uno nos revela que Jesús es misericordioso y que obrara en nuestra vida.
  • Número dos nos revela que después que Él obra en nosotros, es decir, después que le aceptamos como nuestro Rey y Salvador, existe algo que tenemos que hacer.

Después que Él llega a nuestra vida, al igual que este hombre tuvo que poner de su parte e ir al estanque como Jesús le indico para lavarse, nosotros también tenemos que poner de nuestra parte. Nosotros tenemos que escuchar la Palabra de Dios en todo momento, y más importante aún, ponerla en acción.

Dios en Su infinita misericordia nos ha apartado de este mundo mediante la sangre de Su Hijo amado; Dios nos ha sanado de la enfermedad mortal que sufríamos, cual es el pecado, y nos ha entregado vida eterna. Y una vez que esto genuinamente ocurre entonces, dejamos de ser lo que una vez fuimos. Esto nos conduce al tercer punto de hoy. Dile a la persona que tienes a tu lado, seremos irreconocibles.

III. Cuando Dios obra seremos irreconocibles.

Continuando con nuestro estudio leemos: “…Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? 9 Unos decían: El es; y otros: A él se parece. El decía: Yo soy. 10 Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista…”

Dile a la persona que tienes a tu lado, no le reconocían. Hermanos, esto es exactamente lo que sucede en la vida de todo creyente fiel. Cuando una persona genuinamente acepta a Cristo como Su rey y Salvador, y permite que Él obre en su vida, entonces esa persona será transformada a una nueva persona. Será transformada de tal manera que aquellos que una vez conocían se quedaran al igual que se quedo el grupo de personas que rodeaban a este hombre.

Todas estas personas estaban acostumbradas a ver a este ciego. Digo esto porque como podemos ver aquí cuando ellos se refirieron a él dijeron: “…¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?..” Así que sin duda alguna, todos ellos estaban acostumbrados a verle, y familiarizados con su rostro. Definitivamente no era un extraño que acababa de llegar al pueblo.

Pero en un instante todo cambio, y no le reconocían. Esto es exactamente lo que sucede en la vida de una persona que genuinamente se entrega a Dios, y de aquí también tenemos algo más que aprender.

Número uno; aprendemos que cuando Cristo toca nuestra vida, dejamos de ser lo que una vez fuimos y somos transformados. Es como nos dice la Palabra en 2 Corintios 5:17-18 cuando leemos: “…De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación…”

Número dos; aprendemos que no podemos permanecer en silencio. La Palabra aquí nos dice que cuando el ciego fue cuestionado acerca de lo que había sucedido él dijo: “…y me lavé, y recibí la vista…”

Hermanos y esto mismo es lo que todos nosotros que hemos hecho un compromiso genuino con Dios tenemos que hacer. Tenemos que evangelizar, tenemos que testificar, tenemos que llevar Su palabra a todos aquellos que nos rodean. Tenemos que hablar acerca de cómo la sangre de Cristo lavo nuestros pecados, y como hemos sido transformados a través de la Palabra de Dios.

Tenemos que hablar acerca de cómo la presencia de Dios en nuestra vida nos ha permitido ver el error de nuestros caminos, y nos ha quitado la ceguera de la que sufre el mundo. Dile a la persona que tienes a tu lado, testifica de Cristo.

Para concluir

Deseo compartir con ustedes una reflexión muy apropiada al tema de hoy.

El único sobreviviente de un naufragio llego hasta una pequeña isla deshabitada. Día por día el rogaba a Dios que le enviara a alguien que le rescatara, y día por día miraba intensamente el horizonte en busca de una nave, pero no lograba ver nada.

Agotado de esperar y para protegerse de los elementos, decidió construir una pequeña choza de los pedazos de madera flotantes, y en ella depositó todas sus pocas posesiones. Pero un día, después de haber estado caminando toda la isla en busca de alimentos al regresar a su pequeña choza la descubrió envuelta en llamas, y el humo negro, que como una torre ascendía hacia el cielo. Lo peor que le podía suceder le había sucedido, lo poco que tenía y necesitaba para sobrevivir había quedado destruido.

En ese momento el hombre angustiado y desesperado gritó: Dios,  ¿cómo has permitido que esto suceda? Llorando en su dolor quedo profundamente dormido en la arena, y al amanecer fue despertado por dos personas que le tocaban el hombro diciendo: despierta estamos aquí para rescatarte. Sorprendido, pero a la misma vez lleno de gozo pregunto: ¿pero cómo supieron ustedes que yo estaba aquí? A lo que ellos respondieron: es que vimos tu señal de humo.

Es fácil descorazonarnos y desalentarnos cuando las cosas no aparentan ir como nosotros deseamos. Pero recordemos que cuando depositamos nuestra fe en Cristo, Él esta presente en todo momento. No busques que Dios obre en tu vida de cierta manera, ya que esto solo te conducirá a llegar a una conclusión incorrecta. Recuerda que Dios es soberano, y Él obrara de manera inesperada para glorificarse.

[1] Proverbios 16:1-3; Isaías 55:8-10
[2] Juan 7:25-32
[3] Juan 6:2

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