Apostasía: Jesucristo te sana
Prédica de Hoy: La apostasía: Jesucristo te sana
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Hechos 9:32-35
Introducción
Como les dije la semana pasada, en ocasiones nosotros permitimos que los gigantes y ciudades fortificadas que existen en el mundo nos detengan de obrar para Dios. En otras palabras, permitimos que personas y/o las circunstancias que nos rodean nos paralicen y/o incapaciten. Esto por supuesto nunca fue el caso en la iglesia primitiva; es más, yo diría que todo lo contrario es verdad.
Digo esto porque a pesar de la gran persecución que existió en contra de los creyentes, la iglesia crecía y crecía. Sin embargo, aunque en nuestros días no existe ese tipo de persecución (por lo menos en este país), la iglesia y las congregaciones continúan decayendo. Esta decadencia es una manifestación de la apostasía que se está infiltrando en la iglesia.
La apostasía
Con cada día que pasa, más y más congregaciones cierran sus puertas permanentemente, y más y más pastores dejan el ministerio porque se sienten defraudados. Las personas no quieren escuchar, un síntoma más de la apostasía. Para muchos, cualquier cosa es más importante que dedicarle una o dos horas al Señor para alabar y escuchar la Palabra de Dios. Esta forma de apostasía es especialmente peligrosa porque se infiltra lentamente en nuestras vidas. La apostasía es como un lobo vestido de oveja, que entra en nuestras congregaciones sin ser notado
Como todos ustedes saben, dentro de unas semanas tendremos la elección presidencial. Esto quiere decir que todos aquí estamos siendo bombardeados con anuncios políticos, y promesas por ambos candidatos que nunca cumplirán.
Pero lo más interesante de todo esto es que el otro día mientras veía una de estas entrevistas políticas en el televisor, uno de los reporteros o comentaristas políticos índico que en una reciente encuesta, la religión más creciente en los estados unidos eran “los ningunos”.
Él explicó que el por ciento de personas no afiliadas al cristianismo continuaba aumentando. Indague un poco este asunto y descubrí que el reportero estaba hablando la verdad; descubrí que un 19.6% de la populación estadounidense se identificaba como “no afiliada”, esto significa un aumento de un 4.3% desde el 2007 [1]. Este alejamiento de la fe es otra cara de la apostasía que está afectando a nuestra nación.
Ahora debemos preguntarnos, ¿por qué está sucediendo esto? Yo diría que una de las principales razones por las que esto está ocurriendo es debido a la apostasía. La apostasía, que significa el alejamiento de la verdad de Dios, está teniendo un impacto significativo en nuestro tiempo. Hoy en día, parece que muchas congregaciones se centran más en la prosperidad que en la santidad. Las personas a menudo evitan la verdad y prefieren escuchar cuentos y fábulas que les hagan sentir bien en lugar de confrontar su condición espiritual [2]. Pero no olvidemos que la apostasía sigue siendo una de las principales causas de este decaimiento.
Así que la apostasía, es decir, el apartamiento de la verdad de Dios es grandemente responsable del decaimiento cristiano que ha sucedido a través de los años, pero existe algo quizás aun más importante y responsable que puede ser relacionado con todo esto. ¿De qué les hablo? Este será el tema que estaremos estudiando en el día de hoy. Pasemos ahora a la palabra de Dios.
¿Qué otra cosa esta causando el decaimiento en el numero de cristianos además de la apostasía?
La respuesta a esta pregunta la encontramos aquí bien reflejado cuando leemos: “…Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico…” ¿Por qué digo que esto responde nuestra pregunta?
Lo digo porque la gran realidad es que la mayoría del pueblo cristiano no sufre de una enfermedad física, sino que sufre de una enfermedad espiritual. Y la realidad es que aunque una enfermedad física puede detenernos de hacer ciertas cosas, la enfermedad espiritual no solo nos detiene de hacer ciertas cosas por un tiempo; la enfermedad espiritual nos incapacita totalmente, y es otra forma de apostasía, como en el caso de este hombre llamado Eneas. Esta enfermedad espiritual es una forma de apostasía que nos aleja de la voluntad de Dios.
Como podemos ver, este hombre llevaba “ocho años” en cama, y tal parece que los cristianos mientras más tiempo llevan en el evangelio, menos hacen para la obra de Dios. Mientras más tiempo llevan en el evangelio, más paralizados se encuentran en su crecimiento espiritual, y en su compromiso a Dios.
Con los avances científicos y médicos que tenemos hoy en día, en un gran por ciento de las ocasiones, los medico tienen a su disposición medicinas y tratamientos que pueden sanar a una persona de una enfermedad física, pero cuando se habla de una enfermedad espiritual, no existe medico ni tratamiento que pueda sanar y levantar a una persona. Solo existe uno que puede sanar a una persona de esta condición y su nombre es Jesús. Pero para obtener esta sanidad necesitamos compromiso y fe.
Como vimos, Eneas llevaba ocho años en cama, y aunque desconocemos de la enfermedad que sufría, podemos confiadamente asumir que su sufrimiento fue grande. Si hacemos una comparación entre el sufrimiento de este hombre y el pueblo de Dios de hoy, creo que pronto encontraremos que existen muchos igualmente afectados. Claro ésta en que no les estoy hablando de una enfermedad física, pero si existen muchos dentro del pueblo de Dios que sufren de una parálisis espiritual.
¿Qué causa la parálisis espiritual?
La mayor causa de la parálisis espiritual es la falta de atención a la Palabra de Dios. La mayor causa de la parálisis espiritual es que no queremos hacer caso a las advertencias; mientras más tiempo llevamos en el evangelio, menos queremos escuchar la verdad de Dios. La parálisis espiritual es una manifestación de la apostasía que debemos combatir con la verdad de la Palabra de Dios.
Esto es algo que queda mejor expresado en las palabras del apóstol según encontramos en Hebreos 5:12 cuando leemos: “…Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido…” Dile a la persona que tienes a tu lado: tenemos que dejar la leche.
Cuando somos infantes la nutrición que la leche provee es suficiente, pero según crecemos, nuestro cuerpo necesita más nutrición de lo que la leche no nos puede proveer. ¿Por qué? Porque según vamos creciendo aprendemos a caminar, y luego a correr.
Ya no estamos en una cuna acostados, comiendo y durmiendo. Según crecemos nuestro nivel de actividad aumenta, y este aumento requiere más nutrición, y más calorías. De igual manera sucede en nuestra vida espiritual.
Según vamos creciendo, tenemos necesidad de mejor nutrición. En otras palabras, necesitamos que nuestro espíritu sea nutrido por la verdad de Dios. ¿Por qué? Porque la verdad es que si no nos nutrimos y fortalecemos con la verdad de Dios, eventualmente sufriremos de anemia espiritual.
Y como todos saben, una persona anémica es una persona que no tiene ánimo ni fuerzas. Una persona anémica puede tener fuerza de voluntad, pero no la fuerza física que necesita para mantenerse parado. Y les aseguro que el enemigo tomara ventaja de esta condición espiritual en toda ocasión.
Nuestro enemigo es extremadamente complacido cuando ve a un creyente mal nutrido. ¿Por qué? Porque él sabe muy bien que un creyente mal nutrido es presa fácil. Nuestro enemigo sabe muy bien que un creyente mal nutrido eventualmente quedara paralítico, y postrado en un lugar. ¿Qué hará entonces?
Nuestro enemigo empleara pensamientos terrenales y carnales como un arma eficaz para tratar de alejarnos de la presencia de Dios. Les hablo acerca de pensamientos como el desanimo, la depresión, la avaricia, los celos, la soberbia, la codicia, la lujuria, la lascivia, y todos esos otros pensamientos desordenados que bien sabemos no agradan a Dios y que no edifican Su obra.
Estamos hablando acerca de pensamientos que si no aprendemos a reconocerles por lo que son, ataques del enemigo, tarde o temprano caeremos paralíticos y postrados en nuestro caminar cristiano.
En otras palabras, nuestro crecimiento espiritual será detenido y quedaremos postrados en un estilo de vida que no glorifica a nuestro Señor. Sin embargo, cuando reconocemos nuestra condición espiritual, y aprendemos a reconocer estas cosas por lo que son, entonces las cosas son muy diferentes. Continuemos ahora con nuestro estudio para que vean lo que les digo.
Aquí encontramos que se nos dice: “…Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó…” Lo que sucedió con este hombre no es muy diferente a lo que nos sucedió a muchos de nosotros. Digo esto porque cuando una persona genuinamente acepta a Cristo como su Rey y Salvador, y permite que Él toque su corazón, entonces nuestro espíritu enfermo es sanado y liberado.
¿Se acuerda alguien de lo que sucedió en su vida cuando el Señor llego a ella?
Yo diría que la mayor parte del cuerpo de Cristo consiste de personas que una vez estuvieron sedientos y hambrientos; necesitados y sufriendo; debido a las circunstancias difíciles que se presentan en éste mundo.
En otras palabras, Él llego cuando más lo necesitábamos, cuando más angustiados y llenos de dolor estábamos. Él llego y toco nuestro corazón y nuestro espíritu fue sanado de inmediato. Pero desdichadamente, en ocasiones, a muchos se les olvida el milagro que Él hizo y el que está haciendo en nuestra vida.
Digo que se nos olvida porque con frecuencia dejamos de ser el ejemplo a seguir, dejamos de servirle de la manera que Él busca y desea que le sirvamos. En otras palabras en ocasiones nosotros mismos le facilitamos la oportunidad al enemigo para paralice nuestro espíritu.
Digo esto porque con frecuencia envés de alejarnos de esas cosas que paralizan nuestro crecimiento espiritual, persistimos en ellas. Cosas como amistades y relaciones que bien sabemos no conducen a bien, sino que manchan nuestro testimonio. Ahora pregunto, ¿quiere Dios que hagamos esto? La respuesta es ¡NO!
Esto es algo que queda muy bien reflejado en las palabras del apóstol como encontramos en 2 Corintios 6:17 al leer: “…Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré…”
¿Cómo podemos saber si nuestro crecimiento espiritual esta paralítico y postrado?
La respuesta a esta pregunta es fácilmente encontrada tomando un inventario de nuestra vida. Por ejemplo:
Si te encuentras en una relación inmoral, y fornicaria, pero continuas profesando que eres cristiano, estas paralítico y postrado en tu caminar cristiano.
Si te da lo mismo venir a la iglesia para alabar y escuchar la Palabra de Dios que no venir, pero continuas profesando que eres cristiano, estas paralítico y postrado en tu caminar cristiano.
Si encuentras de entretenimiento y diversión programas y películas que glorifican, y en ocasiones instigan el robo, los asesinatos, el adulterio, la fornicación, y todas esas otras cosas aborrecidas por Dios, pero continuas profesando que eres cristiano, estas paralítico y postrado en tu caminar cristiano.
Si permites ser dominado por el egoísmo, la lujuria, la lascivia, y el orgullo, pero continuas profesando que eres cristiano, estas paralítico y postrado en tu caminar cristiano.
Si estas más preocupado con los placeres y gusto que ofrece éste mundo envés de en tu relación con Dios, pero continuas profesando que eres cristiano, estas paralítico y postrado en tu caminar cristiano.
Si al tomar inventario de tu vida has encontrado que algunas, o todas estas cosas se aplican a ti, no todo está perdido. Escucha hoy: “…Jesucristo te sana; levántate…”
Nunca nos olvidemos de lo que nos dice la Palabra en Romanos 6:23 cuando leemos: “…Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro…”
Para concluir
En estos versículos vemos que Eneas en seguida se levanto de su cama. Y esto es exactamente lo que todos nosotros debemos y tenemos que hacer. Jesucristo llega a nosotros, nos sana, y tenemos que en seguida levantarnos. No hay tiempo que perder, no existen excusas. Eneas respondió a las palabras del apóstol, y fue sanado. Cristo es el único que puede sanarnos de la parálisis espiritual y de la apostasía que muchos sufren.
Cuando Jesús nos toca somos sanados, cuando Él nos toca los demonios huyen, pero una vez que esto sucede tenemos que comenzar a servirle. Aquí vemos que la Palabra nos dice: “…Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor…”
¡Esto es lo que estoy hablando! Tenemos que testificar. Tenemos que mostrarle al mundo como el Señor nos ha salvado y sanado. Tenemos que mostrarle al mundo el milagro que Él ha realizado en nuestra vida. Para que a través de nuestro testimonio, al igual que en este caso, otros se conviertan al Señor.
Si no queremos volver a caer paralíticos, entonces tenemos que perseverar en nuestra fe, y nutrirnos con la Palabra de Dios. Parte de la recuperación de toda enfermedad son las vitaminas, y una buena nutrición, especialmente en el caso de la anemia.
Así que tenemos que tomar nuestras vitaminas, que son las promesas que Dios nos ha entregado, y tenemos que nutrirnos con Su verdad, que es solamente encontrada en Su santa y divina Palabra.
No podemos permitirle al enemigo que nos paralice y postre en una condición espiritual que desagrada a Dios, sino que tenemos que siempre recordar que Cristo nos ha liberado. Cristo nos sano, Cristo nos restauro, y es hora de levantarnos y servirle como Él espera y exige. Así que, es hora de levantarnos y luchar contra la apostasía que amenaza nuestras almas y nuestras congregaciones.
Dile a la persona que tienes a tu lado: “… Jesucristo te sana; levántate …”
[1] The PEW Forum on Religious & Public Life – “Nones” on the Rise – October 9, 2012
[2] 2 Timoteo 4:3-4
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