El Señor está cerca
Predicas Cristianas Escritas
Predicas Cristianas Predica de Hoy: El Señor está cerca
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Filipenses 4:5-7
Introducción
En ocasiones llegamos a pensar que Dios está lejos de nosotros, y que no se da cuenta de las cosas que nos suceden. Esto en casi toda ocasión nos trata de conducir a que busquemos las soluciones a nuestras dificultades en el mundo. En otras palabras, nos desanimamos y buscamos ser sustentados por las cosas que nos ofrece el mundo.
Pero ahora debemos preguntarnos: ¿Qué es el sustento del cristiano? Este es el tema que deseo tratar hoy, hoy estaremos analizando el sustento de un verdadero creyente.
Pasemos ahora a la Palabra de Dios.
Filipenses 4:5-7 – Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. 6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
El Señor está cerca y es el sustento de un Cristiano
En estos versículos que hemos leído creo que todos podemos ver que el sustento de un Cristiano existe en solo un lugar; el sustento de un cristiano es Dios. Lo que sucede con frecuencia es que nosotros nos dejamos arrastrar por las corrientes que existen en este mundo.
En muchas ocasiones en vez de confiar más en Dios, lo que hacemos es que nos afanamos con las cosas de esta vida. No buscamos recibir nuestro sustento de Dios, sino que buscamos recibir nuestro sustento de las cosas que ofrece este mundo lleno de maldad. Nos afanamos con lo terrenal, y esto nos conduce a que lentamente seamos separados de la voluntad de Dios. Ahora pregunto: ¿sucede esto por coincidencia? La respuesta es ¡No!
No es por coincidencia, es un plan que el enemigo usa y ha utilizado desde el principio del mundo para separar al hombre de la gracia de Dios. El mejor ejemplo de este plan lo podemos encontrar cuando Jesús fue llevado al desierto y Satanás lo tentó[1].
El diablo tentó a Jesucristo diciéndole que si dejaba de hacer la voluntad del Padre, a cambio él le entregaría todos los reinos de la tierra. Algo que deseo que notemos acerca de la tentación de Jesús es que el diablo no lo tentó cuando Jesús primero llego al desierto. El diablo tentó a Jesús cuando él llevaba cuarenta días y cuarenta noches en el desierto[2].
¿Por qué debemos fijarnos en este detalle?
Quiero que nos fijemos en este pequeño detalle porque quiero que nos demos cuenta de que el diablo tentó a Jesús, cuando él estaba cansado, hambriento y agotado. ¿Qué les estoy tratando de decir con todo esto? Lo que les estoy tratando de decir es que a través de los siglos, el diablo no ha cambiado esta estrategia.
Digo esto porque cuando reflexionamos en nuestra vida, creo que todos encontraremos que la tentación a separarnos de la presencia de Dios, y de Su santa y divina Palabra, en casi toda ocasión nos llega, o se hace más fuerte cuando más cansados estamos.
La tentación de separarnos de la presencia de Dios nunca nos llega inmediatamente al salir de un servicio de júbilo, alabanza, y palabra. La tentación de alejarnos de la voluntad de Dios se intensifica, o nos llega después de haber trabajado toda una semana; después de haber luchado o estar luchando continuamente con un problema o situación en el hogar o la familia. ¿Cuántos dicen amén?
Ahora debemos preguntarnos: ¿por qué es que el enemigo no ha cambiado esta estrategia? La respuesta es fácil; el enemigo sabe muy bien que si logra separarnos de la voluntad y presencia de Dios, entonces podemos ser derrotados fácilmente.
El enemigo sabe que si nos mantiene preocupados y afanados con las cosas de este mundo, entonces no le prestaremos importancia a las cosas de Dios. Pero como les dije hace un breve instante, para el cristiano, nuestro sustento es Dios. Y, ¿dónde es que mejor recibimos este sustento?
Donde mejor lo recibimos es en la iglesia. Pero lamentablemente, este lugar de sustento, este lugar donde recibimos las bendiciones y nuevas fuerzas para luchar y vencer, es el primer lugar que dejamos de prestarle atención. Dejamos de prestarle atención a nuestra comunión con Dios porque permitimos que las circunstancias que nos rodean, y que los afanes de este mundo superen nuestro deseo de servir a Dios; dejamos de prestarle atención porque permitimos que los impulsos de la carne y quizás el desanimo guíen nuestros pasos.
Permítanme ilustrarles el punto que deseo hacer de otra forma. Creo que todos aquí podemos decir que pase lo que pase, es decir, nos sintamos bien o mal, estemos cansados o frescos, estemos agobiados o calmados, no faltamos al trabajo, ¿verdad?
Sin embargo, a la iglesia faltamos con facilidad. A la iglesia, a la comunión con nuestro Señor Jesucristo y con nuestros hermanos a la cual estamos llamados[3], a esta faltamos con tanta facilidad que ya ni nos damos cuenta de ello. Pero existe un grave problema cuando hacemos esto.
El problema grave que existe es que un cristiano que no se reúne en su iglesia, puede fácilmente racionalizar actitudes o acciones pecadoras así mismo. La realidad es que la comunión con nuestros hermanos en Cristo no solo sirve para fortalecer nuestra fe, sino que también es lo que Dios espera de nosotros.
El Señor está cerca y busca un pueblo que le ame
Dios está buscando un pueblo fiel, un pueblo que le ame, un pueblo que le sirva de corazón. Dios esta buscando un pueblo dispuesto a confiar en Él en todo momento, dispuesto a pelear contra los poderes de este mundo, contra los reinos de esta tierra, sabiendo que Él nos entregara la victoria. Fíjense bien como esto es algo que queda bien expresado por el apóstol Pablo en 1 Corintios 15:57 cuando leemos: “…Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo…”
El diablo a menudo planta interrogantes acerca de lo que Dios ha dicho. Siembra dudas en nuestra mente, para tratar de alejarnos de la voluntad de Dios. Te dice: “ese mensaje no es para ti”; “este pastor solo habla de la misma cosa”; “tu vives en santidad, y no te hace falta escuchar esto”; con frecuencia el enemigo susurra estos o similares pensamientos al oído de las personas.
Estoy seguro que todos aquí también hemos escuchado: “no vayas hoy a la iglesia, estas cansado descansa.” “Trabajaste muy duro toda la semana para tener que levantarte tan temprano; duerme la mañana descansa.” Les puedo decir con toda honestidad que estas semillas de apartamiento no son exclusivas del simple creyente; es decir, de todos aquellos que no desempeñan un ministerio en una congregación.
Yo también he escuchado: “no pierdas tu tiempo investigando un tema, total a nadie le importa”; “para que vas a gastar tu tiempo preparando algo tan extenso, nadie lo quiere oír”. Y quizás más importante aun: “para que vas a ir a la iglesia, si solamente son dos los que estarán”. Pero a todo esto le digo, y todos tenemos que decir como dijo el Señor en Mateo 16:23: “…!!Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo!!…”
Dificultades nunca deben de ser excusas para no asistir a la iglesia. Según surjan las dificultades tenemos que saber que son ataques del enemigo, quien quiere que no crezcamos y que busca arrebatarnos las bendiciones que recibimos a través de la Palabra de Dios.
Cuando surjan circunstancias, dificultades, y pensamientos que buscan separarnos de entrar en comunión con Dios y con nuestros hermanos, ese es el momento de decir: “…!!Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo!!…” Ese es el momento de no permitir que nada nos detenga. Tenemos que vencer esa tentación de no asistir; tenemos que destruir todo obstáculo, y congregarnos. Ese es el momento de estar completamente convencidos de que: “…El Señor está cerca…” Dile a la persona que tienes a tu lado: “…El Señor está cerca…”
El Señor esta aquí en medio de Su pueblo derramando bendiciones, unción fresca, y fortaleza. El señor esta aquí en medio de Su pueblo entregándonos “…la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento…” Para el verdadero creyente, la palabra de Dios es nuestro alimento. La Palabra nos nutre y nos ayuda a crecer espiritualmente. Y es por eso que digo que es tiempo de prestarle atención a lo que escuchamos. Es tiempo de prestar atención a la Palabra de Dios, y dejarnos guiar por el Espíritu Santo que mora en nosotros.
Reflexionemos en nuestra actitud y pensamiento porque el Señor está cerca
Es tiempo de reconocer que si los pensamientos que llegan a nuestra mente causan discordia o contienda, estamos siendo conducidos fuera de la voluntad de Dios. Fíjense bien como esto es algo que queda bien ilustrado en 2 Timoteo 2:23-24 cuando leemos: “…Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. 24Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido…”
Es tiempo de reconocer que si los pensamientos que llegan a nuestra mente nos conducen a que le faltemos a Dios y al compromiso que hemos hecho con Él, entonces sepamos que estamos siendo conducidos fuera de la voluntad de Dios, y que existirá un precio que tendremos que pagar.
Esto es algo que queda bien reflejado en las Palabras del Señor según encontramos en Lucas 12:47 cuando leemos: “…Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes…”
Para concluir.
No podemos permitir que los afanes de esta vida y que las tentaciones nos alejen de la voluntad de Dios; fuimos llamados a servirle y a vivir según Su voluntad. ¿Desea Dios que abandonemos nuestros ministerios? ¿Desea Dios que nos alejemos de nuestros hermanos? La respuesta a ambas preguntas es ¡No!
Los siervos de Dios, los que Él ha escogido, redimido y separado estamos llamados a mucho más. ¿A que somos llamados? La respuesta a esta pregunta es fácilmente encontrada en 2 Timoteo 2:24-26 cuando leemos: “…Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; 25que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, 26y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él…”
Nunca nos olvidemos de que Cristo es nuestro único sustento[4]. El mundo nos ofrece muchas cosas, pero lo que ofrece el mundo no es duradero. Lo que ofrece el mundo nos aleja de la voluntad de Dios[5]. Examinémonos, revisemos bien donde estamos en el día de hoy en nuestro compromiso con Dios, y preguntémonos, ¿estamos buscando Su voluntad en nuestra vida, o simplemente estamos buscando?
No permitamos que el desanimo, el afán, las dificultades, o situaciones, y los dolores nos separe de la voluntad de Dios. Ya que si vivimos fuera de la voluntad de Dios todo esto empeorara; sin embargo, cuando buscamos siempre permanecer ante Su presencia, todo aquello que pidiéramos, todo aquello que buscásemos nos será dado[6].
Dile a la persona que tienes a tu lado: “…El Señor está cerca…”
[1] Mateo 4:8-9
[2] Mateo 4:2-3
[3] Hebreos 10:25
[4] 1 Corintios 10:3-4
[5] 1 Juan 2:16-17
[6] 1 Juan 5:13-15
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