3 verdades de las pruebas y tentaciones

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: 3 verdades de las pruebas y tentaciones

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: 1 Pedro 1:6-9

Introducción

Recientemente le he ministrado a una persona a través del Internet que se encuentra un poco confundido, acerca de lo que son las pruebas y las tentaciones. Muy pocas personas hacen una distinción entre estas dos cosas, pero la realidad del caso que existe una gran diferencia entre una y otra.

¿Cuántos han pensado en este asunto alguna vez? Sé que la mayoría de nosotros hemos por lo menos pensado en este asunto, y que existe un gran grupo de cristianos que no saben diferenciar entra ambas cosas. Sé que el tema de las tentaciones y pruebas puede aparentar algo confuso, por lo tanto, hoy deseo que estudiemos acerca de este tema.

3 verdades que todos debemos conocer acerca de las tentaciones

Hoy estaremos examinando tres verdades que todos debemos conocer acerca de las tentaciones y las pruebas. Número uno; veremos que la vida está llena de pruebas y tentaciones. Número dos; veremos que aunque no queramos reconocerlo, existe un propósito en las pruebas y tentaciones. Número tres; descubriremos cómo vencer las tentaciones, y obtener la victoria en las pruebas. Pasemos ahora a la Palabra de Dios a los versículos que tratan del tema que hemos de explorar hoy.

«En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, 8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.«

¿Cuando escribió Pedro esta carta?

Cómo acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros, nos será necesario hacer un pequeño repaso de historia.

Pedro escribió esta carta aproximadamente unos treinta años después de la resurrección de Jesucristo. Al igual que las otras epístolas que encontramos en el Nuevo Testamento, esta epístola estaba dirigida a un grupo de creyentes; en este caso estaba dirigida a los creyentes que se encontraban dispersados en diferentes regiones [1].

Pedro escribió esta epístola porque la iglesia de ese entonces estaba sufriendo una terrible persecución [2]. Los creyentes en estos lugares habían sido forzados fuera de sus hogares, habían tenido que abandonar sus posesiones, propiedades, amistades, y hasta familiares para tratar de escapar.

Lo que encontramos en esta carta es que Pedro se estaba dirigiendo a un grupo de personas que estaban siendo perseguidos, maltratados, acusados falsamente, y ridiculizados, todo por el simple hecho de ser cristianos. Así que podemos decir, que Pedro escribió esta carta para proveerles una perspectiva divina de estas pruebas y tentaciones por las que tendrían que atravesar, para que ellos pudieran superarlas sin que su fe titubeara.

Pedro escribió esta carta porque él sabía que la amargura del sufrimiento por la que ellos pasaban, y les quedaba por pasar, podía fácilmente debilitar el ánimo de este pueblo, y causar que muchos se apartaran de las enseñanzas de Jesús. Teniendo ya un mejor conocimiento del propósito de esta epístola, mantengamos estos breves detalles en mente, y continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.

Cómo les dije hace un breve momento, hoy vamos a examinar tres verdades acerca de las pruebas y tentaciones.

Verdad número 1 de las pruebas y tentaciones

La verdad número uno la encontramos en los versículos que estamos estudiando hoy cuando leemos, “…En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas…”

La primera verdad es que todos tendremos que atravesar por diferentes pruebas, y vencer fuertes tentaciones. Con solo examinar nuestra vida, todos reconoceremos que diario somos bombardeados por diferentes tipos de tentaciones, y que definitivamente nuestra fe es probada.

Diferencia entra las pruebas y tentaciones

Ahora bien, antes de proceder debemos detenernos aquí por un breve momento, y hacer una distinción entre las pruebas y las tentaciones. Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra “prueba” es definida como, “1. Acción y efecto de probar. 2. Razón, argumento, instrumento u otro medio con que se pretende mostrar y hacer patente la verdad o falsedad de algo. 3. Indicio, señal o muestra que se da de algo. 4. Ensayo o experimento que se hace de algo, para saber cómo resultará en su forma definitiva.”

Según el mismo diccionario, la palabra “tentación” es definida como, “1. Instigación o estímulo que induce el deseo de algo. 2. Persona, cosa o circunstancia que la provoca. 3. Solicitación al pecado inducida por el demonio.”

Como podemos apreciar con solamente consultar el diccionario, no es difícil hacer una gran distinción entre las pruebas y las tentaciones, pero no nos detengamos aquí. Consultemos ahora la Biblia acerca de estas dos palabras. Lo primero que encontramos es que las pruebas, aunque en algunas ocasiones aparenten difíciles o imposible de superar, son originadas por Dios.

Esto es algo que queda bien ilustrado en Proverbios 17:3 cuando leemos, “…El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová prueba los corazones…” Y también en Jeremías 20:12 cuando leemos, “…Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa…”

Las tentaciones son originadas por el diablo

Lo segundo que encontramos es que las tentaciones son originadas por el diablo. Esto es algo que queda muy bien declarado en Mateo 4:1-3 cuando leemos, “…Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. 2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. 3Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan…” Y también en Santiago 1:13 cuando leemos, “…Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie…”

Pero lo más bello de todo esto es que a pesar de que seremos tentado por el diablo, y que en ocasiones aparente ser algo que no podemos superar, nosotros servimos a un Dios justo que no permitirá que seamos tentado más de lo que podamos resistir. Esto es algo que el apóstol Pablo nos deja saber claramente en 1 Corintios 10:13 cuando leemos, “…No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar…” Dile a la persona que tienes a tu lado: podemos vencer.

Diferencia que existe entre las pruebas y las tentaciones

La gran diferencia que existe entre las pruebas y las tentaciones, es que las tentaciones solo sirven un propósito, y este propósito es tratar de separarnos de la presencia de Dios. Es por eso que nunca podemos olvidarnos de lo que encontramos en Levítico 11:45 cuando leemos, “…Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo…”

Dios nos liberó de las garras del enemigo, y demanda que conduzcamos una vida de santidad. Mientras que las pruebas sirven para probar nuestra confianza absoluta en Dios.

Las pruebas y tentaciones son temporales

En los versículos que estamos examinando en el día de hoy también encontramos que se nos dice, «…En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas…» Esto en realidad son palabras de aliento para todo creyente fiel.

Digo esto porque lo que encontramos aquí, es que se nos dice claramente que las pruebas y tentaciones son temporales; solo duran un pequeño tiempo. La idea es que nuestra salvación está a nuestro alcance, y que pronto seremos liberados de nuestros sufrimientos aquí en la tierra. El problema es que las pruebas y tentaciones nos causan dolor. Nos causan presiones adicionales, y sufrimientos mentales.

Todos aquí sabemos lo que es tener un pesar profundo; lo que es tener una aflicción; lo que es tener tensiones y presiones; lo que es estar mentalmente afligidos; en muchas ocasiones dudando, preguntando, y sufriendo por el peso de las pruebas. ¿Por qué? Porque durante nuestra vida, todos somos bombardeados por todo tipo de tentaciones. Nuestra experiencia humana lo prueba. Pero, ¿por qué enfrentarles?

Existe una razón principal; la razón principal es que ignorar o negar las pruebas y tentaciones, no las conquistaran; no permanentemente y no eternamente. La única manera que podemos conquistar cualquier cosa, no importa cuan grande sea la prueba o tentación, es enfrentándonos dispuestos a vencer. Esto nos conduce a la segunda verdad.

Permítanme ahora hacer una pregunta, cuándo un creyente recibe la salvación, ¿le da Dios una vida sin problemas y perfecta? Algunas veces pensamos que Dios debería hacer esto ¿verdad? Pensamos cosas como: «si Dios nos ama y realmente cuida de nosotros, entonces Él no permitirá que cosas malas nos sucedan.» Pero, ¿por qué permite Dios que sucedan? ¿Por qué llegan las pruebas y las tentaciones a nuestra vida?

Hay dos razones por las que se prueba y el creyente es tentado

La respuesta está muy clara en los versículos que estamos examinando en el día de hoy cuando leemos, «…para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo…» La fe de los creyentes tiene que ser probada, porque en ese instante es cuando demostramos que nuestra fe es genuina.

Pedro aquí hace una comparación bien interesante, él nos compara al oro. ¿Conoce alguien aquí el proceso por el que el oro tiene que pasar antes de que llegue a su pureza final? Después de todo, el oro sin procesar no es muy bonito, es solo una piedra de metal llena de impurezas. El oro tiene que ser puesto al fuego para limpiar todas las impurezas, y pueda llegar a ser puro y limpio.

Ahora observen lo que dice este versículo, “…somos mucho más preciosos que el oro….” El oro fallece, pero los creyentes no. Los creyentes tenemos garantizado vida eterna. Dios utiliza el fuego de las pruebas con un buen propósito.

Él las utiliza para hacernos limpios y puros, y para hacer que confiemos en El más y más. Una gran realidad es que cuando nosotros nos enfrentamos a ciertas pruebas, nosotros nos acercamos más a Dios. Durante las pruebas, nosotros buscamos más de Dios que cuando las cosas nos van bien.

En otras palabras tenemos la tendencia a parar, y limpiar de nuestra vida, todas esas cosas que sabemos que no agradan a Dios, pensando que de esta manera aseguraremos Su ayuda durante la prueba. Vivimos vidas más puras, más limpias, y más justas. Mientras mayor sea la prueba, más vemos que necesitamos a Dios. Y cuando vemos que necesitamos a Dios, más nos acercamos a Él.

El fuego de las pruebas nos hace conducir una vida más pura y nos enseña a confiar en Dios.

Hermanos, nuestras pruebas son útiles, Dios las utiliza para purificarnos y unificarnos. Una cosa acerca de todo esto aquí que también es de suma importancia, es que cuando nuestra fe es probada y cuando somos tentados, el mundo lo ve. Ellos ven el poder de Cristo en nuestra vida a través del gozo y paz que llevamos en nuestro corazón [3].

Cuando nosotros pasamos las pruebas con éxito, el mundo ve los triunfos en nuestra vida a causa de Cristo. ¿Qué les estoy diciendo con esto? Lo que les estoy diciendo, es que Dios utiliza las pruebas para demostrar Su poder en nosotros, y para atraer a los perdidos para que deseen lo mismo en su vida. Nuestra fe es probada para llevar adelante la alabanza, el honor, y la gloria de Jesucristo y del creyente.

Así que la segunda verdad es que las pruebas son necesarias para hacernos depender más en Dios, y para que a través de nuestro comportamiento y victoria, otros sean atraídos a nuestro Padre celestial. Esto nos conduce a la tercera verdad.

La tercera verdad es que las pruebas y las tentaciones no son para derrotarnos o desalentarnos.

El diablo no puede derrotar a un creyente fiel, sino que tiene que huir [4]. Así que no podemos ver las pruebas y tentaciones como algo malo, sino como algo que tenemos que superar. Debemos utilizarles como un camino bien fundado para llegar a ser más fuertes en nuestra vida. Pero, ¿cómo podemos conquistar pruebas y tentaciones cuando son tan devastadoras y en ocasiones destructivas?

La respuesta es fácil, las pruebas y las tentaciones tienen que ser conquistadas por nuestro amor a Jesucristo. ¿Quien aquí ama a Cristo? No le hemos visto pero todos aquí le amamos. Pensemos en esto un momento.

Nosotros hemos excedido la ley de Dios, somos desobedientes, y descuidados; en muchas ocasiones le hemos rechazado y maldecido. Pero no obstante todo esto, Él nos ha amado, y se ofreció como un substituto y sacrificio por nosotros [5].

Jesucristo ha tomado nuestra culpabilidad. Él murió por nosotros; Él ha llevado nuestro juicio, condenación, y castigo. Nadie podrá hacer nunca mayor cosa por nosotros de lo que Jesús ha hecho. Él tiene un amor supremo. Ahora, nota qué el versículo ocho dice, «…a quien amáis sin haberle visto…» No tenemos que ver a Cristo para apoyarle y para agradarle. Amamos a Cristo; por lo tanto, le obedecemos, guardamos sus mandamientos, nos alejamos de las tentaciones y marchamos a través de las pruebas.

Es nuestro amor por Cristo el que nos mueve a pelear en contra de todas las pruebas y tentaciones de la vida; no importa la severidad o lo feroz que puedan ser o aparentar. Un amor verdadero causa que las personas hagan todo lo que este a su alcance, para que la persona que ama no sea herida o lastimada.

En realidad, cuando amamos a alguien, hacemos todo lo que nosotros podemos por esa persona, no importa lo qué pueda costarnos, y hasta en algunas ocasiones nos puede causar nuestra propia vida. Hermanos, si verdaderamente amamos a Cristo, entonces nunca lo lastimaremos, no lo disgustaremos.

Para concluir.

No podemos mirar a las pruebas o tentaciones como cosa mala, sino más bien las pruebas y las tentaciones deben ser conquistadas por nuestra creencia en Jesucristo. Deben ser conquistadas por el amor que sentimos por Cristo.

Las pruebas y las tentaciones son conquistadas, cuando mantenemos nuestros ojos enfocados sobre la salvación de nuestra alma. Este es el extremo, la misma meta hacia el cual nos estamos moviendo, la salvación de nuestra alma.

Como en cualquier trabajo o tarea, debemos mantener nuestra mirada en la meta. Mientras más nos enfoquemos en la meta, más fuertes llegamos a ser para pelear contra todos los obstáculos. Mientras más fuerte nos enfoquemos en la salvación de nuestra alma, más fuertes seremos para rechazar la tentación. Mientras más fuerte nos enfoquemos en la salvación de nuestra alma, más fácil se nos hará pasar victoriosamente las pruebas de nuestra fe.

[1] 1 Pedro 1:1
[2] The Wilkinson & Boa Bible Handbook
[3] Filipenses 4:7
[4] Santiago 4:7
[5] Juan 3:16

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