No le conocieron
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: No le conocieron
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© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Lucas 24:13-27
Introducción
En estas últimas semanas hemos hecho un gran énfasis en el poder y gloria de Dios. Hemos explorado diferentes versículos que nos han revelado lo que debemos hacer para obtener, y retener, la gloria de Dios en nuestra vida; hemos visto que sin duda alguna, que cuando el poder de Dios reposa sobre nosotros, entonces no existe potestad capaz de hacernos daño.
Cuando buscamos que el poder y gloria de Dios repose en nuestra vida, no existe ataque del enemigo que no pueda ser superado, ya que no es contra nosotros que se enfrenta, sino se enfrenta en contra del Todopoderoso.
Pero, ¿por qué existen tantos creyentes que no logran alcanzar las bendiciones de Dios para su vida? Este es el tema que estaremos explorando en el día de hoy. Pasemos ahora a la Palabra de Dios.
Un breve repaso de historia
Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. Cuando llegamos a este punto de la historia, Jesús ya había cumplido con Su ministerio aquí en la tierra.
En este punto de la historia Jesús ya había sido arrestado por los líderes religiosos de ese entonces [1]. Y debido a la influencia que los líderes religiosos ejercían sobre el gobernador romano, Jesús ya había sido escarnecido, azotado, y sentenciado a muerte [2]. Así que poco después Jesús entrego Su vida, de esa forma haciendo el sacrificio perfecto por todos nosotros en la cruz del calvario.
Tres días después Jesús resucito de la muerte, como había sido profetizado por Él y según las profecías encontradas en el Antiguo Testamento. Pero el problema esta en que aún aquellos que habían caminado a Su lado, aún aquellos que habían escuchado Su voz, aún aquellos que habían presenciado las señales y milagros, no podían creer que la profecía había sido cumplida [3]. ¿Cómo puede ser posible que esto sucediera? Continuemos ahora con nuestro estudio.
No le conocieron
Lo primero que encontramos aquí es que se nos dice (verss. 13-14): “…Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. 14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido…”
Como podemos ver, aquí no existe ningún detalle que nos permita saber la identidad de estas personas. De lo único que podemos estar seguros es que eran dos personas que habían experimentado Su presencia en el pasado, y esto es algo que queda sutilmente declarado cuando leemos que (vers. 16): “…los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen….”
Así que aunque no conocemos la identidad exacta de estas dos personas, podemos asumir con seguridad que eran dos de Sus discípulos (verss. 21-24), y que se encontraban completamente afligidos y sufriendo, debido a lo que había sucedido hacía solo unos días atrás. Estas dos personas habían visto sus sueños y esperanzas completamente destruidas.
Ellos no habían logrado ver la victoria que Jesús les había entregado en la cruz, sino que lo vieron todo como una derrota total. Esto es algo que queda muy bien reflejado en el tono de su respuesta cuando leemos (verss. 19-20): “…Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron…”
La razón por la que ellos sintieron esto, es decir, la razón por la que lo vieron todo como una derrota, fue porque ellos esperaban algo muy diferente del Señor.
¿Por qué no le conocieron? ¿Qué esperaban ellos del Señor?
La Palabra aquí nos dice (vers. 21): “…Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido…” Ellos esperaban que Él fuese el Mesías, en otras palabras, el rey que uniría al pueblo judío, y reuniría un ejército para echar al Imperio Romano fuera del territorio, pero esto no fue lo que sucedió. Lo que sucedió fue que Jesús en vez de unificar al pueblo, reprendió a los líderes religiosos de ese entonces [4].
Jesús había hecho exactamente lo opuesto a lo que el pueblo esperaba, y es por esa razón que al morir en la cruz, muchos lo vieron inicialmente como una derrota total.
Pero la realidad es que Su muerte en la cruz no fue una derrota total, sino que fue ¡la victoria total! Fue la victoria total porque Jesús no había sido enviado por el Padre para solo salvar a un pueblo, Él fue enviado por el Padre para salvar a la humanidad [5].
No le conocieron y discutían entre sí
Continuando leemos (verss. 15-16): “…Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. 16 Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen…” Lo que sucede con frecuencia es que en ocasiones, al igual que estas dos personas, muchos de nosotros permitimos que el camino de esta vida; es decir las dificultades y situaciones que se presentan a diario, tapen nuestros ojos para que no podamos ver Su presencia a nuestro lado.
Las situaciones y los momentos desagradables, en muchas ocasiones detienen que nos recordemos de lo que el Señor nos dice en Juan 14:16 cuando leemos: “…Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre….” Dile a la persona que tienes a tu lado: el Señor esta a tu lado.
Estas dos personas hablaban entre sí, y discutían lo que había sucedido. Ellos estaban tratando de consolarse; ellos estaban tratando de hacer sentido en su mente de todo lo que habían escuchado de parte del Señor, y lo que había sucedido solo unos días atrás, pero estaban tan envueltos en esta discusión que no reconocieron la presencia de Dios con ellos. Y esto es algo que le sucede a muchos cristianos hoy en día.
En ocasiones puede parecer que Dios no puede ser encontrando
En ocasiones parece que estamos completamente solos, nos encontramos al igual que estas dos personas. Nos encontramos discutiendo lo que esta sucediendo en el mundo, lo que esta sucediendo en la política, lo que esta sucediendo en nuestro hogar, lo que esta sucediendo en general, y comenzamos a descorazonarnos. Comenzamos a desalentarnos y sentimos como si estuviéramos andando vagando sin sentido, rumbo, o dirección.
Al igual que estas dos personas comenzamos a sentirnos derrotados, desconsolados, y sin esperanza. Pero nunca se nos puede olvidar que Jesús siempre esta al lado de todo creyente fiel; esto es una promesa del Señor y la podemos encontrar en Mateo 28:20 donde Él nos encargo a que continuemos la obra de Dios aquí en la tierra, y al leer: “…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén…”
Pero también recordemos, que Dios no siempre actuara de la manera que nosotros pensamos, o esperamos. Esto me hace recordar de una reflexión que leí hace un tiempo atrás, que deseo compartir con ustedes hoy.
Reflexión
Resulta ser que hubo una gran inundación, y un hombre tuvo que subir al techo de su casa para salvar su vida. Parado en el techo de la casa él podía ver que las aguas seguían creciendo, y exclamó a Dios: Señor siempre he guardado mi fe, sálvame para que no muera. Poco después llego una persona en un bote de remos, y le dijo: vamos, móntate y seguiremos a la seguridad; a lo que el hombre contesto: no gracias, mi Dios me va ha salvar.
El bote de remos siguió, pero las aguas seguían creciendo, y el hombre nuevamente clamo: Señor, aun ahora mantengo toda mi fe en ti, sálvame para que no muera. Poco después llego una persona en una lancha con dos poderosos motores, y le dijo: vamos móntate, y llegaremos a la seguridad. A lo que el hombre contesto: no gracias, yo confío en Dios y Él me salvara.
La lancha siguió su camino, pero las aguas continuaron creciendo de tal manera, que el hombre ya no podía dar pie, a pesar de que estaba parado en lo último del techo, y nuevamente clamo: Señor, he depositado toda mi fe en ti, sálvame para que no muera. Poco después se acerco un helicóptero, y una persona le tiro una soga diciendo: amárrate la soga a la cintura y te alzaremos a la seguridad. A lo que el hombre contesto: no gracias, yo sé que mi Dios me salvara.
Sucedió que el hombre murió ahogado, y al llegar a la presencia de Dios llegó muy enfadado diciendo: deposite toda mi fe en ti, pero me abandonaste cuando más te necesitaba. Deposite toda mi fe en ti, pero no escuchaste mi clamor y permitiste que me ahogara. A lo que Dios le respondió: Te envíe un bote de remos, una lancha de motores, y un helicóptero, pero tú ignoraste todo. Esto nos conduce al tercer punto de hoy:
¿Cuál es la razón principal que causa que no reconozcamos Su presencia a nuestro lado?
La respuesta a nuestra pregunta es encontrada cuando leemos (verss. 25-27): “…Entonces él les dijo: !!Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían…”
La mayor razón por la que ellos no le reconocieron de inmediato, y la razón por la que muchos de los discípulos, y aún los apóstoles no creyeron inicialmente que Él había resucitado, fue porque ellos no habían prestado atención la Palabra de Dios. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque lo que aconteció en la vida del Señor no fue por casualidad, por capricho, o voluntad del hombre. Todo lo que había acontecido había sido profetizado por el Señor, y los profetas del Antiguo Testamento. Hermanos, la vida y ministerio de Jesús, cumplió más de 300 profecías.
Por ejemplo, fue nacido de una virgen, profetizado en Isaías 7:14 que nos dice: “…Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel….” Y fue cumplida en Mateo 1:18 cuando leemos; “…18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.…” (Emanuel – Dios con nosotros [Mateo 1:23]; no se profetizando sobre el nombre propio, sino que se refiere a quién será. Jesús del Hebreo יְהוֹשֻׁעַ (Yĕhôshúa) = El Señor salva; este es el nombre propio y que describe Su función).
Jesús fue un profeta, esto fue profetizado en Deuteronomio 18:18 cuando leemos: “…Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare…» Y fue cumplido en Mateo 21:11 que nos dice: “…Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea…»
Jesús sería rechazado por su propio pueblo, fue profetizado en Isaías 53:3 que nos dice: “…Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos…” Y fue cumplido en Juan 7:5 cuando leemos: “…Porque ni aun sus hermanos creían en él…”
Jesús no abriría su boca para defenderse, fue profetizado en Isaías 53:7 cuando leemos: “…Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca…” Y fue cumplido en Mateo 26:62-63 cuando leemos: “…Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? 63 Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios…”
Pudiéramos seguir citando ejemplos, pero no lo haremos, ya que pienso que todos tienen muy buena idea de hacia donde me dirijo con todo esto. Lo que le sucede a muchos, es igual a lo que les sucedió a estas dos personas; muchos escogen ignorar lo que Dios nos revela a través de Su santa y divina palabra, y esto es algo que en todo caso, causa que dejemos de sentir Su presencia en nuestra vida. Esto es algo que en todo caso, nos conduce a que ignoremos a lo que fuimos llamados; nos conduce a que ignoremos lo que se nos ha mandado cumplir. ¿A que nos ha llamado Dios?
En 1 Pedro 1:16 encontramos que nos dice: “…porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo…” Estamos llamados a vivir en santidad, sin embargo existen muchos que conducen una vida llena de pecados. La única santidad que existe en su vida, es la que demuestran en la iglesia, una o dos veces por semana. Pero todo aquel que continúe conduciéndose de esa manera, sepa lo que nos dice el Señor en Mateo 7:21 cuando leemos: “…No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos…”
Cuando el Señor fue cuestionado por los líderes religiosos de ese entonces acerca de los mandamientos de la ley, él respondió como encontramos en Mateo 22:37-39 cuando leemos: “…Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo…” Sin embargo, existen muchos que aman más las cosas de este mundo, que a Dios.
Existen muchos en este mundo que le dan poca consideración a su prójimo, y esto los conduce a destruir los sentimientos de otros con chismes y críticas. En Marcos 16:15 el Señor nos dice: “…Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura…” Sin embargo, existen muchos que no abren su boca para hablarles a otros del Reino de Dios. Pudiéramos hacer una lista extensa y larga de a lo que estamos llamados, pero creo que con estos ejemplos es suficiente.
Para concluir.
Estas dos personas se encontraban en el camino a una ciudad, a unas seis millas de distancia de Jerusalén; y el camino por donde andaban no era fácil. Digo que no era fácil, porque ellos andaban por el camino de dolor y sufrimiento; ellos sentían que todas sus esperanzas habían fallecido cuando Jesús murió en la cruz.
El sufrimiento que ellos experimentaron fue tan fuerte, que aun cuando Jesús se les paro a su lado, ellos no le pudieron reconocer. No le pudieron reconocer porque ellos dudaron de lo que Él les había enseñado; ellos habían dudado de la palabra de Dios. No permitas que esto suceda en tu vida.
Examínate hoy, no sea que tú también te encuentres en ese camino de dolor y sufrimiento. Examínate hoy, porque todo creyente fiel tiene a Jesús caminando a su lado, pero en numerosas ocasiones deja de sentirle debido a la duda, o las situaciones que se presentan en la vida.
Nosotros iniciamos el servicio de hoy haciendo una pregunta; nosotros iniciamos preguntándonos: “¿por qué existen tantos creyentes que no logran alcanzar las bendiciones de Dios para su vida?
La respuesta es fácil; la razón por la que esto sucede es porque al igual que estos dos hombres, existen muchos que no han reconocido a Jesús caminando a su lado. No permitas que esto suceda en tu vida; ¡detente!, ¡escucha!, y ¡siente!, ¡Él esta aquí a tu lado!
[1] Marcos 14:43-46
[2] Marcos 15:15
[3] Marcos 16:9-11
[4] Mateo 23:27
[5] Juan 3:16
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