El perdón de Dios
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Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Nunca más me acordaré
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Hebreos 10:16-17
Introducción
Hoy deseo hablarles acerca de un tema crucial y delicado en nuestra vida como cristianos. Hoy deseo que estudiemos acerca del perdón. Deseo que estudiemos acerca de este tema, porque a pesar de que es una palabrita pequeña, dicha palabrita contiene un gran poder. Para que puedan entender bien el poder que contiene esta pequeña palabrita, examinemos su significado.
La palabra perdón viene de la palabra griega ἄφεσις (afí-sis) que significa, liberado de la esclavitud o prisión; olvidarse de pecados (como si nunca hubiesen ocurrido); remisión de penalidad [1]. Como podemos observar, esta pequeña palabrita encierra un fuerte y poderoso significado. Y lamentablemente, la acción de perdonar es algo que muchos rehúsan, o son incapaces de hacer.
Yo diría que la razón principal por la que tantos encuentran la acción de perdonar difícil de cumplir, o quizás imposible, es porque en realidad no han entendido el significado y las condiciones referentes a este tema. Ahora bien, todos aquí sabemos que una vez que llegamos a Cristo, todos nuestros pecados fueron perdonados, ¿verdad?
Pero ahora debemos preguntarnos, ¿cómo perdona Dios?
Debemos reflexionar en este asunto y preguntarnos, ¿existen condiciones acerca del perdón? ¿Cuanto debemos perdonar? ¿A quien debemos perdonar? Y finalmente, ¿qué significado tiene todo esto? Estas son las preguntas que vamos a explorar en el día de hoy. Pasemos ahora a la palabra de Dios.
Hebreos 10:16-17 – Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, 17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
Breve repaso de historia
Como siempre digo, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. En realidad el autor de esta carta es desconocido, y existe una pequeña controversia acerca de todo esto. Los eruditos de la palabra no logran llegar a un consenso, y algunos declaran que el autor fue Pablo, pero otros lo atribuyen a Bernabé, o a Lucas, o a Clemente. Pero la realidad es que no existe un manuscrito que pruebe la identidad del autor.
De lo que si se puede estar seguro, es que el autor no fue alguien desconocido a la iglesia. Esto es algo que queda bien reflejado en Hebreos 13:18 cuando leemos “…Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo….” Así que podemos decir con certeza que esta carta fue dirigida a un grupo de creyentes, y definitivamente ellos conocían a esta persona [2].
También existe una pequeña polémica acerca de este grupo, ya que tampoco se puede decir con certeza el lugar donde ellos recibieron esta carta. Pero la mayoría de los estudiantes de la Biblia, se sienten cómodos diciendo que la carta fue dirigida a los creyentes en Roma.
Esta opinión popular esta basada en Hebreos 13:24 que declara: “…Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los santos. Los de Italia os saludan….” Y el tema principal de esta carta, fue para demostrarles a ellos la superioridad de Jesucristo por encima del sistema judío que existía.
En otras palabras, demostrar que Jesucristo era superior a los ángeles, ya que los ángeles le adoraban [3]. Demostrar que Jesucristo era superior a Moisés, ya que Él le había creado [4]. Demostrar que Jesucristo era superior al sacerdocio de Aarón, ya que Su sacrificio fue una vez y para siempre [5].
Y finalmente demostrar que Jesucristo era superior a la ley mosaica, ya que Él había establecido un nuevo pacto [6]. Ahora bien, sé que seguramente algunos ya deben estar haciéndose esa pregunta ¿por qué es necesario que sepamos esto?
Debemos estar conscientes de estos detalles porque en ellos podemos fácilmente observar que al igual que la iglesia de hoy, la iglesia en Roma estaba compuesta de una gran diversidad de personas. Es decir estaba compuesta de romanos, judíos, griegos, y demás. Esto significa que al igual que hoy, existía una gran diversidad de costumbres, tradiciones, y maneras de pensar. Así que manteniendo estos breves detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.
El perdón de Dios, y el perdón humano
Lo primero que podemos encontrar en estos versículos, es que existe una gran diferencia entre el perdón de Dios, y el perdón humano. El perdón de Dios es muy diferente al perdón humano porque el perdón de Dios es incondicional.
¿Cuántos han escuchado esa expresión, perdonar y olvidar?
Creo firmemente que esa expresión nació de aquí cuando leemos: “…Y nunca más me acordaré de sus pecados é iniquidades…” Pero este concepto de perdonar y olvidar, es algo que se le hace extremadamente difícil, sino imposible a la mayoría de las personas. Una gran realidad es que las palabras “te perdono” en muchas ocasiones fluyen con facilidad de nuestra boca, pero olvidar lo que ha acontecido es algo que ocurre raramente. ¿A cuantos le ha pasado algo similar?
Decir “te perdono” es extremadamente fácil decir, pero hacerlo de la misma manera que Dios lo hace es muy, pero muy, difícil. Digo esto porque todos nosotros podemos decir que hemos perdonado una ofensa, pero en la mayoría de los casos, cuando algo sucede que causa que nos recordemos de lo que sucedió, la primera reacción es sentir el mismo dolor, o rencor e ira.
Es por esa misma razón que no es fuera de lo común escuchar como muchos cristianos suelen repetir lo que encontramos en Éxodo 21:24 cuando leemos: «…ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie…» Yo diría que este es el versículo más memorizado por toda persona, y definitivamente es el mejor reconocido por el mundo. Pero debemos preguntarnos, ¿provienen estos pensamientos y sentimientos de Dios? La respuesta por supuesto es no.
Ahora bien, me detengo aquí para hacer una pequeña aclaración; el “…ojo por ojo, y diente por diente…” era la actitud de todo el que vivía bajo el pacto de la ley, pero como se enfatiza en esta epístola, Jesucristo estableció un nuevo pacto, y ahora vivimos bajo el pacto de la gracia.
La condición del perdón
Es por esa razón que nunca podemos menospreciar, o ignorar lo que el Señor nos enseña acerca del perdón como encontramos en Mateo 6:14-15 cuando leemos: “…Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas…”
Y aún más claro en Mateo 5:38-39 cuando leemos: «…Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra…» En realidad aquí no existe ni una palabra que pueda ser mal interpretada o mal entendida. Dile a la persona que tienes a tu lado, hay que perdonar para ser perdonado.
Para ser perdonados por Dios, tenemos que perdonar, esa es la condición del perdón. La realidad es que el perdón, es el elemento crucial de nuestra salvación. Así que como les dije, si al recordar hechos pasados llegamos a sentir la misma ira o dolor, debemos reconocer que esos pensamientos no proceden de Dios. Digo que no proceden de Dios porque Él no te desea que vivas adolorido, en contiendas, y lleno de ira. Dios desea que vivas en paz y armonía, Dios desea que vivas bendecido, y Su presencia siempre te guiara a la bendición [7].
Así que si al recordar momentos desagradables encuentras que tu mente aún se llena de ira y rencor, reconócelo por lo que es, un ataque del enemigo que busca conducirte a una vida de amargura, sufrimiento y rencor, repréndelo en el nombre de Jesús [8], y escucha lo que el Señor te dice hoy: “…Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis…” (Jeremías 29:11). Despierta a la persona que tienes atrás y dile: tenemos que perdonar y olvidar.
Pero el perdón no se detiene en solo perdonar a aquellos que nos han ofendido
También tenemos que perdonarnos a nosotros mismos. Yo no sé cuantas veces he escuchado a personas decir “lo que yo he hecho no tiene perdón de Dios.”
Pero ese pensamiento no es algo que procede de Dios. Fíjense bien como esto es algo que queda bien reflejado en Apocalipsis 12:10 cuando leemos: «…Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche…»
Los poderes de las tinieblas siempre tratan de implantar pensamientos de ira, remordimiento, y de rencor en nuestra mente.
Como les he mencionado en numerosas ocasiones, nuestra mente es el campo principal de batalla de esta guerra en la que nos encontramos [9], y no podemos cederle territorio alguno al enemigo. Dile a la persona que tienes a tu lado: guarda tus pensamientos [10].
Como les dije, para recibir las bendiciones de Dios, no solo tenemos que perdonar a los que nos ofenden, también tenemos que perdonarnos a nosotros mismos. Así que si alguna vez has llegado a pensar que no tienes perdón de Dios, o cosa similar, te voy a decir algo.
Si tu has llegado ante la presencia de Dios genuinamente arrepentido, presta mucha atención porque Dios no solo te ha perdonado, sino que también se ha olvidado de tu trasgresión. Escucha hoy Su palabra que te dice: “…Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones….”
Es por esa razón que cuando a nosotros lleguen esos pensamientos que tratan de separarnos de la presencia de Dios, como lo es el remordimiento, tenemos que reconocerlo por lo que son. Son un ataque del enemigo para separarnos de la presencia de Dios.
Te digo hoy, tú tienes autoridad para negarle al enemigo esta avenida de ataque.
Cuando lleguen estos pensamientos átalos, repréndelos, y échalos fuera de tu vida en el nombre de Jesús. Recuerda que Jesús no vino para acusarte, Él vino a salvarte. Fíjense bien como esto es algo que Él dijo en Lucas 18:11 cuando leemos: «…Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido…»
Hasta ahora hemos cubierto cómo perdona Dios, la condición del perdón, y a quien debemos perdonar, pero ¿cuanto debemos perdonar?, y ¿qué significado tiene todo esto? La respuesta a la primera pregunta es fácilmente encontrada en lo que nos enseña el Señor en Mateo 18:21-22 cuando leemos: “…Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete…” ¿Qué nos deja saber esto? Esto nos deja saber que no podemos limitar nuestro perdón. Pero esto es algo que solo se puede lograr, cuando existe el amor de Cristo en nuestro corazón.
Hace un tiempo atrás, yo vi un documental acerca de un hombre que había brutalmente asesinado al hijo único de una pareja de ancianos. Este hombre había sido juzgado y encontrado culpable del crimen. Pero esto en si no fue lo que me impacto. Lo que me impacto fue que esta pareja había perdonado a este hombre. Pero lo más impactante de todo fue que en el día cuando este asesino seria sentenciado, esta pareja acudió al juez, y le rogaron que no le condenaran a muerte.
Debido a las suplicas de esta pareja, el juez no condeno a este asesino a muerte, sino le impuso una larga sentencia. Pero esperen un momento porque esto se pone aun mejor. Después que todo fue terminado y demás, esta pareja visito al asesino en la prisión y le presentaron el mensaje de salvación.
Les cuento que este hombre malvado no solo acepto a Jesucristo como su Rey y Salvador, sino que formo un ministerio en la prisión. ¿Cuántos dicen gloria a Dios? Hermanos, esto es algo que solo pudo suceder porque ellos tenían el amor de Cristo en sus corazones. Solo cuando tenemos un amor genuino de Cristo en nuestro corazón podemos perdonar genuinamente.
Para concluir.
Nos queda la última pregunta, ¿qué quiere decir todo esto? Reflexionemos en algo para contestar esta última pregunta. ¿Dónde estaríamos hoy si Dios no nos hubiese perdonado? No creo que tengamos que pensar mucho en el asunto para poder decir que estuviéramos completamente perdidos, y sin esperanza alguna de salvación, ya que la ley no nos puede salvar.
Ahora bien, no deseo que me vayan a malinterpretar; la ley tiene un lugar en nuestra vida, porque solo a través de la ley conocimos lo que es pecado, pero la ley no nos puede salvar ni justificar. Esto es algo que queda bien reflejado en Romanos 3:20 cuando leemos: «…ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado…»
Dios envío a su hijo unigénito para que muriera por nuestros pecados [11], Él ha perdonando todas nuestras ofensas, y nos ha dado la salvación que no nos merecemos. Fue solo a través de Su gracia y amor, que ahora podemos ser considerados justos ante Dios [12]. Así que deseo que ahora tomemos un momento y reflexionemos en esta palabrita tan poderosa, reflexionemos en el perdón. Pensemos en esos incidentes donde hemos encontrado difícil el perdonar. Esos incidentes que no hemos podido olvidar.
Repasemos estos incidentes en nuestra mente, y oremos por esas personas a las que quizás les guardamos rencor, rogándole a Dios que permita que Su palabra penetre en esos corazones, para que ellos también obtengan la convicción de sus acciones, y lleguen al arrepentimiento.
En Efesios 4:31 encontramos que la palabra nos declara: “…Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo…”
Nunca nos podemos olvidar que la santidad de Dios es tan grande que no acepta ningún pecado, y que a la hora de perdonarte, Él no mide el tamaño de ellos. Dios perdona y olvida el pecado de toda persona arrepentida, y bendice a todo siervo fiel. No permitas que el demonio te aparte de recibir esto. No permitas que el demonio te aparte de las bendiciones de Dios, sino que en el día de hoy vamos a perdonar y olvidar.
[1] Blue Letter Bible Lexicon: Strong’s G859
[2] Hebreos 3:1
[3] Hebreos 1:6
[4] Hebreos 1:10
[5] Hebreos 10:10-12
[6] Hebreos 12:23-24
[7] Isaías 55:8-9
[8] Lucas 10:19
[9] Efesios 6:12
[10] Proverbios 4:23
[11] Juan 3:16
[12] Efesios 2:8-9
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