¿Cómo vemos las cosas?

¿Cómo vemos las cosas?

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: ¿Cómo vemos las cosas?

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Números 13:25-33

Introducción

El otro día estaba reflexionando en mi carrera como capitán en la policía, y me recordé de lo que sucedió cuando sin previo aviso me trasladaron de posición. Este traslado fue algo que me tomo por sorpresa, y la realidad es que no solo me sorprendió a mí, sino que también sorprendió a todos los que me conocían, y produjo una variedad de emociones en muchos. La razón por la que produjo una gran variedad de emociones en muchos, es porque fui trasladado de una posición muy cómoda a una posición de mucha más responsabilidad y estrés.

Fui trasladado a una posición donde se me exigía mucho más en cuanto al control y administración, y la zona que se me asigno cubría un área del tamaño de una ciudad pequeña.  La realidad es que yo me sorprendí mucho, y como les dije, éste traslado causo una variedad de preguntas y comentarios de parte de aquellos que me conocen.  Pero lo interesante de todo es que algunos, al ver la publicación del traslado, me llamaron para felicitarme, y otros me llamaron porque querían saber a quien yo había insultado.  En otras palabras unos lo vieron como una bendición, y otros como una maldición.

En realidad, la intriga que mostraron mis amistades no es algo muy fuera de lo común.  Digo esto porque todos formulamos opiniones basadas en nuestro punto de vista.   En otras palabras, algunos nos fijamos en unas cosas, pero se nos escapan otras.

Es muy parecido a cuando se reúne un grupo de personas, y un mensaje es dado a una persona para que esa persona se encargue de decírselo a otra persona, entonces esa persona se lo dice a otra, y así sucesivamente a un gran grupo.  Lo que sucede en la mayoría de los casos, es que cuando el mensaje finalmente llega a la última persona, el mensaje ha sido distorsionado de tal manera que ya no se parece en nada al original.  ¿Por qué sucede esto?

Esto es algo que sucede debido a que nosotros escuchamos, e interpretamos las cosas a nuestra manera. Y éste es el tema que estaremos explorando en el día de hoy.  Hoy vamos a estudiar un pequeño momento en la historia del pueblo judío que nos hará reflexionar en la manera que vemos las cosas, y en la manera que interpretamos las situaciones. Pasemos ahora a la Palabra de Dios.

El pueblo de Israel

Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia.  En estos versículos encontramos al pueblo de Israel, que había sido liberado de las manos del faraón después de aproximadamente 430 años de esclavitud [1].

Ahora bien, como todos sabemos Dios uso a Moisés para liberarles, y ellos todos presenciaron grandes señales del Dios vivo [2].  Ellos presenciaron todas las plagas que cayeron sobre Egipto [3], y atravesaron el mar rojo sin tener que mojarse o usar una nave [4].

Es más, la palabra nos dice: “…Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo…” (Éxodo 14:31). Ellos vieron todo esto, ellos habían escuchado Palabra de Dios a través de Moisés y sabían que él les estaba guiando hacia la tierra prometida.   Ellos sabían que Dios les había liberado, y que les había prometido una tierra que fluía con leche y miel [5].

Ahora bien, sé que seguramente algunos ya se estén preguntando, ¿por qué debemos saber estas cosas?  Debemos estar conscientes de estos detalles, porque es necesario que nos demos cuenta de que ellos sabían exactamente hacia donde se dirigían; es necesario que sepamos que ellos estaban muy conscientes de la promesa de Dios.  Así que manteniendo esto en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.

Moisés guió al pueblo por el desierto

Moisés guió a éste pueblo por el desierto hasta la frontera de la tierra que Dios les había prometido, y en los versículos que estamos examinando hoy, vemos que él envió a estos hombres a que fueran y reconocieran el territorio. Y un detalle que también debemos conocer, es que esto no fue algo que Moisés decidió por su propia cuenta, sino que Dios así se lo había ordenado [6]. 

¿Por qué ordenó Dios esto?  Yo creo firmemente que Dios ordenó esto porque Dios deseaba probar la fidelidad de éste pueblo.  Pero desdichadamente, aquí es donde comienza el problema.  Digo que aquí es donde comienza el problema porque como les dije al inicio, todos vemos las cosas de diferentes maneras.

Los hombres que Moisés envió a reconocer el territorio

Ahora bien, estos hombres que Moisés envió a reconocer el territorio, en realidad le dieron muy buen reporte.  Ellos confirmaron que la tierra en verdad era buena, y que era fértil; es como encontramos aquí cuando leemos: “…Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella…”  Hasta aquí todo bien; pero lamentablemente, ellos no pasaron la prueba.  No pasaron la prueba porque ellos dejaron de confiar en Dios; ellos dejaron de confiar en la promesa y fijaron su vista en las circunstancias que le rodeaban.

Fíjense bien en como continua el reporte; ellos dijeron: “…Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. 29 Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán…”

Dios les había liberado de la esclavitud con un propósito. Dios les había liberado de la esclavitud, para hacer de ellos una gran nación que sirviera de ejemplo en el mundo. Dios quería bendecir a éste pueblo, pero por su poca fe e infidelidad detuvieron la bendición que Dios deseaba entregarles.  Dile a la persona que tienes a tu lado, la infidelidad detiene las bendiciones.

El gran error que cometió éste pueblo fue que ellos dejaron de concentrarse en la promesa de Dios, para concentrarse en sus propias habilidades y debilidades.   Fíjense bien en éste detalle cuando leemos: “…Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros….”  La consecuencia fue que el pueblo que Dios libero de la esclavitud de Egipto, nunca llego a entrar a la tierra prometida.

El pueblo que Dios liberó de la esclavitud, nunca pudo disfrutar de la promesa de Dios [7]. 

De todo el pueblo que Dios libero [8], se estima que fueron alrededor de 3 millones de personas, solo dos entraron en la tierra prometida [9], solo Caleb y Josué.  ¿Saben por qué fueron ellos solamente?

Ellos fueron los únicos en entrar en la tierra prometida porque Caleb y Josué fueron los únicos que confiaron en Dios. Cuando el resto de los espías se quejaron, dudaron, y adoptaron un espíritu de derrota, Caleb dijo: “…Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos…” Y cuando el resto del pueblo buscaba regresar a Egipto, ellos fueron los únicos que hablaron contra el pueblo, y le instigaron a confiar en Jehová [10].

En otras palabras, estos dos hombres fueron los únicos que no dudaron de la promesa de Dios, y confiaron absolutamente en Su poder. Despierta al que tienes a tu lado y dile: no podemos dudar de Dios.

Hagamos ahora una pequeña pausa, y reflexionemos en estos acontecimientos por un breve momento.  Analicemos lo que le sucedió a ese pueblo, y comparémoslo con lo que nos sucede a nosotros hoy en día. Cuando pensamos un poco en el asunto creo que todos llegaremos a más o menos la misma conclusión; creo que todos concluiremos que lo que le sucedió a éste pueblo no es muy diferente a lo que nos sucede a nosotros hoy en día.

Digo esto porque en muchas ocasiones nosotros nos comportamos igual que éste pueblo. Dios quería que éste pueblo le sirviera de bendición al mundo, Dios quería que ellos fueran el ejemplo a seguir, pero ellos no confiaron en Dios. Ellos solamente se fijaron en que la tierra estaba habitada por un gran número de personas, tenía ciudades con murallas fortificadas y gigantes que habitan en ella.

Examinémonos ahora y preguntémonos, ¿existe esto en nuestra vida hoy? Les puedo decir con toda confianza que sí, y existen muchas personas que hacen igual que hizo el pueblo de Dios en éste instante.

Dejaron de escuchar la voz de Dios

Existen muchas personas que en vez de concentrarse en las promesas de Dios, que en vez de concentrarse en Su poder, se concentran en las situaciones que se presentan, y quitan su mirada de Dios. Una vez que hacemos esto, entonces nuestra fe flaquea y comenzamos a sucumbir en la tentación y la rebeldía.

Es al igual que cuando oímos que las personas dicen que Dios no les habla. Esto es algo que he escuchado en más de una ocasión por numerosas personas. Pero la realidad del caso es que Dios si nos habla, quizás no con voz de trompeta, no con gran estruendo, pero Dios si le habla a Su pueblo a través de su Palabra.

Dios nos habla a través de hermanos y hermanas, Dios nos habla en todo momento, pero muchos de nosotros no le llegamos a oír. La razón principal es porque al igual que éste pueblo, dejamos de confiar en Él. Confiamos más en nuestras habilidades que en la fortaleza de Dios.

Éste fue el caso de éste pueblo; al reconocer la tierra ellos no vieron la bendición, solo vieron lo negativo. Al reconocer ésta tierra ellos no confiaron en que el mismo Dios que les había liberado de las manos del faraón, en que el mismo Dios que les había prometido ésta tierra se las entregaría.  Ellos solamente vieron sus debilidades, y esto fue lo que les condujo a olvidarse de lo que Dios les había prometido.

En otras palabras, dejaron de escuchar la voz de Dios, y esto es algo que sucede en la vida de muchos hoy en día. Sin embargo, cuando escuchamos atentamente la voz de Dios en nuestra vida, tenemos una gran promesa de Dios.  Cuando escuchamos la voz de Dios para con nosotros, tenemos la promesa de que todo cristiano fiel recibirá bendición sobre bendición.

Cuando escuchamos y guardamos la palabra de Dios

Él nos promete que seremos bendecidos en todo momento [11].  Pero a pesar de que tenemos esta promesa de Dios, aún existen muchos que continúan en una desobediencia total, ignorando la voz de Dios por completo.  Pero sepamos muy bien, que la desobediencia solo nos conducirá a ver solo lo negativo.  Dile a la persona que tienes a tu lado: fija tu vista en Dios.

Éste pueblo no recibió las bendiciones de Dios de inmediato porque solo vieron la oposición; ellos solo vieron los gigantes que habitaban en la tierra y se atemorizaron.  Fíjense bien en lo que dijeron cuando leemos: “…También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos…”

Seguramente que algunos ya estén pensando en que en nuestra vida no existen gigantes, pero la realidad del caso es que si existen numerosos gigantes que como iglesia, que como los escogidos de Dios, nosotros tenemos que enfrentar.  Pero, ¿qué es un gigante?

¿Qué es un gigante para nosotros?

En éste caso eran hombres grandes y fuertes que defenderían la tierra, y que tratarían de detener al pueblo de Dios.  En otras palabras eran un obstáculo que trataría de detener la bendición de Dios para con ellos, era un obstáculo que trataría de separarles de la voluntad de Dios.  Éste era el caso en ese entonces, y continúa siendo el caso con nosotros.  Digo esto porque un gigante es todo aquello que trata de apartarnos del camino que Él nos ha enseñado.

Un gigante es todo aquello que se para entre nosotros, y los planes de Dios para con nosotros. Un gigante es todo aquello que aparenta ser mucho más grande y poderoso que nosotros, más grande que nuestro deseo de servir a Dios. Un gigante es todo aquello que es mucho más fuerte que nuestras habilidades, y que no podemos enfrentar a solas. Con solo analizar nuestra vida pronto encontraremos muchos gigantes habitando donde no deberían habitar.

La pregunta que nos debemos hacer es ¿qué gigante enfrentamos nosotros hoy en día? Existen dos gigantes principales parados tratando de separar a la iglesia de las bendiciones de Dios.

El primer gigante que la iglesia de hoy enfrenta, es el gigante de la duda e incredulidad.

La duda e incredulidad causó que éste pueblo dejase de escuchar la voz de Dios, y subsecuentemente detuvo el plan de Dios para con ellos.  Lo mismo sucede en la vida de muchos hoy en día.

Muchos de nosotros hacemos igual que el pueblo de ese entonces; al vernos confrontados con problemas o situaciones difíciles, al vernos cara a cara con esos gigantes que vienen a robarnos la paz que Dios nos ha dado, simplemente dudamos de Su poder.

Pero hermanos la realidad del caso es que estos gigantes NO existen para robarnos la paz, Dios permite que estos gigantes existan para glorificarse a través de ellos [12].  Recordemos siempre que el dudar, o no creer, bloqueara que podamos ver la grandeza de nuestro Dios, y aumentará nuestras propias debilidades. Dile a la persona que tienes a tu lado, no dudes.

El segundo gigante que enfrentamos como iglesia es el temor.

En el caso de éste pueblo, el temor de las ciudades fortificadas, el temor de los habitantes, el temor de los gigantes fue mucho mayor que la promesa de Dios. Éste pueblo se vio como «langostas», se vio mucho inferior a ellos; ellos se vieron como insignificantes.

Nosotros en muchas ocasiones hacemos igual, en vez de ver los problemas o situaciones como insignificantes en los ojos de Dios, vemos los problemas y situaciones como gigantes que nos causan temor. Esto es algo que sucede porque nosotros medimos los obstáculos contra nuestra propia fuerza y habilidad, en vez de concentrarnos en el poder de nuestro Dios.

Estos hombres llegaron a ver la tierra prometida, la tierra que fluía con leche y miel como la «…tierra que traga a sus moradores…» En vez de ver la tierra como lo que era, la promesa y bendición de Dios, la vieron como una maldición que acabaría con ellos.   Esto es una gran diferencia ¿verdad? Pero el temor causa esto mismo, el temor causa que veamos las cosas completamente opuestas a lo que son.

El temor causa que no veamos las bendiciones.

Pero recordemos que el temor no es de Dios [13].  El temor es un gigante que busca detener que recibamos las bendiciones de Dios, y este gigante tiene que ser derrotado.  Dile a la persona que tienes a tu lado: “…Todo lo puedo en Cristo queme fortalece…”

Para concluir 

Como les conté al inicio, cuando yo fui trasladado de posición, muchos lo vieron como algo malo, lo vieron como una maldición, pero yo no lo vi de esa forma. Yo lo vi como una oportunidad de crecer en mi carrera, ganar más experiencia, y como un reto que tenía que vencer, y ¿saben qué? La nueva posición me sirvió de gran bendición; no solo pude satisfacer los retos de la nueva posición, sino que los superé, y fui muy bien reconocido y elogiado por los cambios positivos que creé.

Ahora pregunto, ¿cómo ves las cosas? Cuando miramos y examinamos nuestra vida, ¿vemos a los gigantes o vemos el poder de Dios? Cuando miramos hacia nuestro futuro, ¿estamos en camino hacia la tierra prometida o estamos perdidos en el desierto?

No podemos permitir ser guiados en dirección contraria a Dios. Nosotros somos el pueblo de Dios y fuimos liberados de la esclavitud. Al igual que el pueblo de ese entonces, Dios nos libero de la esclavitud con un propósito; fíjense bien lo que nos dice la Palabra en 1 Pedro 2:9 cuando leemos: “…Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…” ¿Cuál es el propósito de Dios para con nosotros?  La respuesta es simple: “…para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…”

Hermanos, no podemos permitirle al demonio que nos desvié de nuestro caminar. En éste mundo tendremos que enfrentarnos a gigantes, tendremos que confrontar situaciones difíciles, pero siempre debemos recordar que Dios lo permite para refinarnos, y probar cuan fuerte es nuestra fe.

Por eso te digo en el día de hoy, confía en Dios, y al verte confrontado con tribulaciones o problemas, no le digas a Dios cuán grande son tus problemas, sino dile a tus problemas cuán grande es nuestro Dios.

[1] Éxodo 1:13-14
[2] Éxodo 13:17-22
[3] Éxodo 7:14-24
[4] Éxodo 14
[5] Éxodo 3:16-17
[6] Números 13:1-2
[7] Números 32:13
[8] Éxodo 12:37-38
[9] Deuteronomio 1:34-40; Números 14:20-35
[10] Números 14:6-9
[11] Deuteronomio 28:1-6
[12] Santiago 1:2-4
[13] 2 Timoteo 1:7

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