Jacob luchó por su bendición

Jacob luchó por su bendición

Prédica de Hoy: Jacob luchó por su bendición

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Génesis 32:24-30

Introducción

La semana pasada hablamos acerca de la felicidad, y toque brevemente en lo que son las bendiciones. Si se recordaran, durante esa predicación, yo les dije que existía un gran número de cristianos que a pesar de estar completamente rodeado de bendiciones, no lograban verlas y regocijarse en ellas.

También les dije que la razón principal por la que existen tantos cristianos que no han logrado obtener la felicidad, es porque en la mayoría de las ocasiones, muchos tienden a buscar la felicidad en lugares equivocados.  Es decir, muchos tratan de hallar la felicidad en las cosas no duraderas, (las cosas del mundo). Pero como les dije, la felicidad nunca puede ser alcanzada en las cosas del mundo. La verdadera felicidad solo puede ser alcanzada en las bendiciones de Dios, pero lamentablemente muchos no logran recibir las bendiciones que Dios tiene para Su pueblo.  Ahora debemos preguntarnos, ¿por qué sucede esto? 

Yo diría que la principal razón por la que esto sucede, es porque existen muchos que no están dispuestos a alzar sus manos y arrebatarlas.  En otras palabras, existen muchos que no están dispuestos a luchar en contra de toda oposición, y no permitir que se les robe lo que Dios tiene para ellos.  ¿Qué les quiero decir con esto?

Pelear por nuestras bendiciones

Lo que les estoy diciendo es que en ocasiones, nosotros tenemos que pelear por nuestras bendiciones. 

Es decir, no podemos darnos por vencido, o pensar que las bendiciones de Dios no están a nuestro alcance porque no nos las merecemos debido a nuestro pasado, o porque no las recibimos de inmediato.

Así que hoy vamos a examinar un acontecimiento histórico, que nos demostrara que las bendiciones de Dios si están a nuestro alcance, pero que en ocasiones tendremos que luchar por ellas.  Hoy vamos a explorar un acontecimiento histórico que nos enseñara que Dios quiere bendecirnos, pero que si verdaderamente queremos la bendición, entonces no podemos darnos por vencido, sino que tenemos que estar dispuestos a luchar por ella.  Pasemos ahora a la palabra de Dios.

Jacob luchó con él un varón hasta que rayaba el alba

Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia.  Primero de todo preguntémonos, ¿quién era Jacob?  Cuando Isaac tomo por mujer a Rebeca, ella no podía engendrar, entonces Isaac oró y Dios le concedió su oración.  Rebeca engendró dos varones, engendró a gemelos.

Esto es algo que queda bien resumido en Génesis 25:21 cuando leemos: “…Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer…”  Dile a la persona que tienes a tu lado: la oración es indispensable para recibir la bendición.  Pero, a pesar de que ambos hijos eran queridos por su padre, Esaú era el mayor, y el preferido [1], y como se acostumbraba en ese entonces, Esaú seria el heredero de todos los bienes de su padre.

Ahora bien, cuando Isaac estaba casi a punto de morir, Jacob y su madre Rebeca conspiraron en contra de Esaú, y le robaron la herencia [2].  Este acto de traición condujo a que Esaú aborreciera a su hermano y que procurara matarle.

Esto es algo que queda bien resumido en Génesis 27:41 cuando leemos: “…Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob…”  Pero cuando Rebeca se entero de las intenciones de Esaú, ella inmediatamente ayudo a Jacob a que escapase de la tierra, y le envió a vivir con su hermano Labán en Harán.  Esto produjo que Jacob pudiera evitar la venganza que su hermano planeaba [3].

Jacob vivió por un tiempo con Labán y Dios le bendijo grandemente, pero llego el día cuando Dios le dijo que tenía que regresar a su tierra.  Esto es algo que queda bien claro en Génesis 31:3 cuando leemos: “…También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo…”  En obediencia a Dios, Jacob comenzó el regreso a su tierra, y envió un mensaje a Esaú para informarle que estaba en camino [4].  Pero la respuesta que Jacob recibió no fue nada agradable, sino que fue una respuesta alarmante.

Digo que Jacob recibió una respuesta alarmante, porque los mensajeros que él había enviado regresaron y le informaron que Esaú venia a recibirle acompañado de un ejército. Esaú venía acompañado de 400 hombres.  Esto causo temor en Jacob porque él pensó que su hermano venia a destruirle.  Fíjense bien como todo esto queda bien ilustrado en Génesis 32:6-8 cuando leemos: “…Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. 7Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. 8 Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará…”

Ahora bien, la realidad del caso es que Jacob en ese momento tuvo la oportunidad huir; al escuchar estas noticias tan alarmante, Jacob podía haber tomado todo lo suyo y huir a otra tierra, o quizás haber regresado a Harán, pero no lo hizo así.

¿Por qué no huyó Jacob al escuchar que su hermano venía a recibirle con un ejército? 

Jacob no huyo porque él confió en la promesa de Dios.  Jacob confió en la promesa de Dios, y clamo a Él [5].  ¿Cómo oró Jacob a Dios?  La oración de Jacob no fue vanagloriosa,  él no pidió cosas para gastar en su deleite.  Jacob no oró pidiendo satisfacer sus deseos.  Jacob oró reconociendo que él no era merecedor de todas las bendiciones que Dios había derramado sobre él, y solo buscaba la bendición y protección de Dios.  Repítele a la persona que tienes a tu lado: la oración es indispensable para recibir la bendición.

Cuando le oramos al Padre debemos tener mucho cuidado de la manera que lo hacemos.  Debemos tener mucho cuidado de no postrarnos ante Su presencia pidiendo cosas que no necesitamos, pero que pensamos que merecemos. Digo esto porque con frecuencia nosotros le pedimos al Padre con insistencia.

Le pedimos y pedimos, y le volvemos a pedir, pero se nos olvida incluir dos cosas esenciales en nuestra oraciones; se nos olvida pedir Su voluntad para con nosotros, y se nos olvida clamar Su gloria en nuestra vida.  Y cuando se nos olvida incluir estas dos cosas en nuestra oraciones, entonces lo único que estamos haciendo son oraciones que solo sirven para satisfacer los deseos de la carne. Oraciones que solo sirven para satisfacer los deseos de este mundo, y a consecuencia no recibimos nada.  Fíjense bien como todo esto queda bien reflejado en Santiago 4:3 cuando leemos: “…Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites…”  Pero este no fue el caso de Jacob.

La realidad es que tenemos mucho que aprender de los pasajes bíblicos que estamos explorando en el día de hoy, y de la historia de Jacob y Esaú.  ¿Por qué digo esto?  Preguntémonos, ¿al vernos enfrentados a situaciones que aparentan ser destructivas, clamamos la bendición y protección de Dios?  En otras palabras, ¿estamos dispuestos a luchar con Dios?

Ahora, no me vayan a mal interpretar, fíjense bien que dije a luchar con Dios y no en contra de Dios.  En los versículos que estamos examinando hoy, esto es exactamente lo que podemos ver.  En estos versículos vemos que Jacob lucho con Dios a través de la oración, él lucho para que Dios le entregara la bendición que la había prometido.  En los versículos que estamos explorando hoy encontramos exactamente como debemos ser, y encontramos como nuestras oraciones deben ser.

Fíjense bien lo que encontramos aquí para que entiendan bien lo que les digo.  A continuación leemos: “…Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 25 Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. 26 Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices”.

¿Contra quién luchó aquí Jacob por las bendiciones? 

Jacob lucho contra el ángel del Señor, y a pesar de cualquier dolor o dificultad, (y estoy seguro que cuando el ángel causo que el que el muslo de Jacob se descoyuntara tuvo que haberle causado dolor, y producido cierto tipo de dificultad al luchar), Jacob no dejaría de luchar hasta que Dios le entregara la bendición.

Nosotros tenemos que hacer igual; no podemos dejar de perseverar en nuestras oraciones. 

Dios está en busca de personas dispuestas a soportar.  Dios está en busca de personas que se mantengan firmes en la fe, pase lo que pase, y salga el sol por donde salga.  Hermanos, los poderes de la tinieblas toman mucha satisfacción cuando pueden destruir o detener lo que Dios ha comenzado en nosotros. El demonio se satisface grandemente cuando puede apartarnos de la voluntad de Dios. El demonio se satisface cuando caemos en su trampa, cuando caemos derrotados. Es por esta razón que les digo que no podemos desmayar en nuestras oraciones, sino tenemos que perseverar con ardor y furor.

Jacob quería la bendición de Dios

Y a pesar de cualquier dolor o dificultad, él no soltaría al ángel.  Ahora deseo dirigirme a toda cabeza de familia aquí presente, y a todos los que leen o reciben estas predicas por el Internet. Tenemos mucho que aprender de Jacob, tenemos que aprender que no podemos ser temerosos.  Jacob temía que Esaú cumpliría la venganza que tuvo en su corazón, debido a la traición que Jacob le había hecho.  Este temor fue causado porque el reporte que recibió de los mensajeros no aparentaba bueno.

En realidad, lo mismo nos sucede a nosotros con frecuencia, hay situaciones que se presentan en nuestra vida que pueden lucir totalmente desfavorables, o francamente malas o imposible de resolver; sin embargo, son en esos momentos que siempre debemos recordar que “…nada hay imposible para Dios… (Lucas 1:37).  Dile a la persona que tienes a tu lado: “…nada hay imposible para Dios…”

Jacob era la cabeza de esa familia, él era el responsable de todos ellos, y vemos que llevo a cabo esa responsabilidad con seriedad.  Como cabeza de familia tenemos que tomar nuestra responsabilidad muy seria.  Recordemos que ser cabeza de familia no es solo trabajar para darle a nuestra familia la mejor vida que podamos. Como cabeza de familias nosotros tenemos que ser el ejemplo a seguir, tenemos que combatir las fuerzas del enemigo que nos atacan a diario. Como cabeza de familias tenemos que hacer igual que hizo Jacob, no podemos dejar de luchar por la bendición de Dios.   Dile a la persona que tienes a tu lado: lucha por la bendición de Dios.

Continuando vemos que la perseverancia de Jacob produjo algo bien grande, aquí leemos: “…Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. 28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. 29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. 30Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.” 

Jacob antes de su experiencia con Dios, se llamaba “usurpador” (traicionero, ladrón) [6], pero ahora se llamaría Israel “Dios prevalece” [7].  ¿Qué nos demuestra esto aquí?  Esto nos demuestra claramente que Dios no está mirando nuestro pasado; nos demuestra que Dios no está concentrado en lo que fuimos; nos demuestra que Dios está viendo lo que podemos ser.

Es por eso que en numerosas ocasiones les he repetido, y les repito hoy, que como fieles creyentes tenemos que orar sin cesar, pidiéndole al Padre que nos revele su propósito en nuestra vida; tenemos que pedirle al Padre que nos fortalezca para que podamos servir de ejemplo en este mundo. Si todos aquí oráramos sin cesar pidiéndole al Padre estas cosas, todos veríamos un gran cambio en el cuerpo de Cristo. Si todos aquí oráramos de esta manera, entonces todos seriamos transformados en la persona que Dios desea que seamos.

Para concluir. 

Jacob luchó con Dios reclamando su bendición.  ¿Qué bendición recibió Jacob por su perseverancia?  La Palabra de Dios nos dice: “…Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron…” (Génesis 33:4).

El encuentro con su hermano después de 20 años que Jacob tanto temía, no sucedió como él pensó.  Jacob había mandado a dividir su campamento en dos secciones, porque él pensó que así podría salvar a algunos cuando Esaú los atacara, pero Dios no permitió tal ataque.

Dios recompensó la fe y perseverancia de Jacob, y restauro su familia 

Esto es lo que Dios busca de Su pueblo; Él busca que su pueblo esté dispuesto a perseverar en toda ocasión.  Jacob nunca podría derrotar al ángel de Dios, Jacob con toda su fuerza nunca podría aguantar al ángel de Dios.  Pero Dios no estaba probando su fuerza física, Dios estaba probando su fuerza espiritual.

Dios nos prueba a nosotros de la misma manera.  Al vernos confrontados con situaciones difíciles, no podemos desmayar, no podemos desanimarnos, tenemos que perseverar y reclamar la bendición de Dios.  Jacob no podía vencer al ángel del Señor, pero si se sujeto de él y no lo soltaría hasta que el ángel le bendijera, ¿harás tu igual? Cuando ores por una situación dile al Padre: “No te dejaré, si no me bendices”.

Lucha con Dios y reclama las bendiciones para tu vida.

[1] Génesis 25:28
[2] Génesis 27:6-28
[3] Génesis 27:42-43
[4] Génesis 32:3-5
[5] Génesis 32:9-12
[6] Blue Letter Bible Lexicon – Strong’s H3290
[7] Blue Letter Bible Lexicon – Strong’s H3478

Predicas Cristianas .. El Nuevo Pacto

Publicaciones Similares