Conociendo tu propósito

Conociendo tu propósito

Prédica de Hoy: Conociendo tu propósito

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Colosenses 1:24-29

Introducción

En el día de hoy quiero comenzar con un chiste.  Resulta ser que había un hombre, que fue contratado para transportar 500 pingüinos a un zoológico local.  En camino al zoológico, el camión se le rompió, y estaba al lado de la carretera pensando que ahora se le morirían los pingüinos, y que tendría que pagar por su costo.

Levantando su vista del motor, y mirando a su alrededor, el hombre vio a un camión que se le acercaba y lo paro.  El hombre entonces hablando con el camionero le dijo: “te doy 500 dólares para que me lleves a estos pingüinos al zoológico”.  El camionero pronto accedió, recogió a los pingüinos y se fue.

Al otro día, el hombre fue al pueblo, y obtuvo una gran sorpresa, al ver que el camionero iba cruzando la calle, y los 500 pingüinos iban detrás de él todos en fila.

Al ver esto, el hombre le dijo al camionero: “¿no te di yo ayer 500 dólares para que llevases a estos pingüinos para el zoológico?”  El hombre entonces respondió, “si, y los lleve, pero me sobro un poco de dinero así que hoy nos vamos para el cine”.  ¿Qué cómico, verdad?

Sin duda alguna este camionero no entendió lo que se la había pedido.  Igualmente, muchos creyentes hoy en día no entienden lo que Dios quiere en sus vidas, no entienden el propósito de Dios. Quiero que hoy nos concentremos en este tema.

Busquemos hoy el propósito de Dios

Colosenses 1:24-29 – Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia; 25 de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, 26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, 27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, 28 a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; 29 para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.

Cuando examinamos las palabras de Pablo aquí, encontramos que él dice algo que quizás no entendamos, él aquí dice: “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros”.  Como les dije, estas son palabras que quizás no entendamos, pero preguntémonos, ¿hemos sufrido desde que nos entregamos a Cristo?  La mayoría de todo creyente responderá que sí.

Respondemos de una manera afirmativa, porque cuando vivimos en Cristo, ya no somos como fuimos, somos criaturas nuevas [1].  Cuando llegamos a Cristo, cuando hacemos un compromiso con Él y nuestras vidas comienzan a cambiar,  en muchas ocasiones nos sentimos aislados.  Les digo esto porque en la mayoría de las ocasiones, nuestros amigos, nuestros familiares, y casi todos los  que nos rodean se alejan de nosotros; y cuando esto sucede, lo más natural o común, es que sintamos algún tipo de un sufrimiento o padecer.  Después de todo, ¿a quien le gusta perder una amistad de muchos años, o a un familiar querido?

Ahora bien, deseo que notemos que Pablo escribió esta carta a la iglesia, durante su primera encarcelación romana, él estaba encerrado en una prisión sufriendo debido a su fe Cristiana.  También deseo que notemos muy bien, que el hecho de que estaba encerrado en esa prisión no lo detuvo.  Es más, yo diría que lo inspiro a actuar aun más fuerte, ya que durante este encarcelamiento fue cuando Pablo escribió lo que conocemos como las cuatro cartas de la prisión (Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón) [2]. Así que a pesar de que él estaba padeciendo de algún tipo de sufrimiento, Pablo no permitió que nada le impidiera continuar obrando para Dios.  Esa situación difícil, ese sufrimiento, ese padecimiento, no detuvo su ministerio, y ni tan siquiera retardo su progreso.

Lamentablemente, la iglesia de hoy con frecuencia sufre, y los ministerios se detienen o retardan, porque muchos en el pueblo de Dios permiten que situaciones, y emociones interfieran con su fe.  Como he dicho en numerosas ocasiones, es bien fácil tener fe cuando las cosas marchan de la manera que nosotros queremos o deseamos. 

Es bien fácil confiar en Dios cuando no existe adversidad en nuestro diario vivir, pero en el momento que algo malo nos sucede, o en el momento cuando las cosas no marchan de la manera que nosotros deseamos, entonces  comenzamos a padecer y sufrir.  El problema no está en que padecemos, el problema está en que cuando comenzamos a padecer, cuando empezamos a sufrir, en vez de hacer como encontramos en 1 Pedro 4:16 que nos dice: “…pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello…”, tendemos a caer más profundo en nuestra situación, y nuestro sufrimiento o padecimiento empeora.

Pero como podemos apreciar, este no fue el caso con Pablo; la palabra nos dice que él se gozaba en lo que estaba padeciendo, y como les dije, esto es algo difícil de entender, después de todo, ¿es posible estar gozoso en medio de un sufrimiento?  Esto es algo contradictorio ya que es imposible decir que estamos gozosos si estamos padeciendo, ¿verdad?  Pero en realidad esto no es imposible, pero si es algo muy difícil lograr.   Es difícil lograr porque si nuestra fe no esta firme, si nuestra confianza en Dios no es absoluta, entonces se nos hará muy difícil, sino imposible, ver que el padecer a causa de Cristo es algo que nos debería producir gozo. ¿Cómo así?

¿Por qué digo que padecer por causa de Cristo debería producir gozo? La respuesta es fácil, si estas padeciendo por causa de Cristo, esto significa que estas haciendo las cosas correctamente, esto es, haciendo las cosas según la voluntad de Dios, y no estás siguiendo la corriente de maldad que arrastra a este mundo. ¿Qué les estoy diciendo con todo esto?

Simplemente puesto, el padecer a causa de Cristo no es un sufrimiento, el padecer es un privilegio; esto es algo que queda muy bien expresado en Filipenses 1:29 cuando leemos: “…Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él…” ¿Por qué es que nos toca padecer?  La realidad es que la mayoría de nosotros, sino todos, aprendemos de nuestros padecimientos.

El padecimiento a causa de Cristo es parte de nuestro crecimiento, y no es algo que nos debe tomar por sorpresa, sino tenemos que esperarlo [3].  Como dice ese refrán, “guerra avisada no mata a soldado”.  En otras palabras, nuestra fe no será afectada negativamente, cuando estamos conscientes de que seremos atacados, y que tendremos que sufrir a causa de Cristo.  La realidad de nuestra fe es que muchos tendremos que sufrir por causa de nuestra creencia, pero aún en medio del sufrimiento, el Señor nos bendice.

Fíjense bien lo que encontramos en Lucas 6:22-23 para que entiendan bien lo que les digo. Aquí vemos que el Señor nos dice: “…Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. 23 Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas…”  Dile a la persona que tienes a tu lado: gózate en la tribulación.

Pero ahora la pregunta que debemos hacernos es, ¿estamos dispuestos a sufrir?  Cuando estudiamos la palabra y buscamos acerca del ministerio de Pablo, en el libro de Hechos, encontramos que Pablo había sido un gran enemigo del cuerpo de Cristo [4]. También encontramos que fue escogido por el Señor con un propósito [5].

Manteniendo esto en mente, ahora deseo que notemos aquí cuando él dice: “…de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, 26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, 27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria…”  Este fue el propósito de Dios para Pablo, Dios le llamo para que anunciase Su palabra, y este es el mismo propósito de Dios con cada uno de nosotros [6].

No tenemos que ser pastores, diáconos o ministros para anunciar las buenas nuevas, solo tenemos que ser cristianos.  Muchos piensan que para poder ministrar se necesita un titulo otorgado por universidades o seminarios, pero esto no es cierto.  No hay que ser un sabio, no hay que ser un genio, no hay que ser maestros en teología [7]; para predicar el evangelio lo único que se necesita es un corazón dispuesto.  Lo que necesitamos es reconocer el propósito de Dios en nuestra vida, y aceptar la responsabilidad que se nos ha encargado.  Si lo oyeron bien, responsabilidad.  Dile a la persona que tienes a tu lado: Dios te ha dado una responsabilidad.

Hermanos, una vez que decidimos caminar con Cristo, todos obtuvimos el privilegio de ser llamados hijos de Dios, y de pasar a ser coherederos con Cristo [8]. Pero también asumimos una gran responsabilidad; asumimos la responsabilidad de anunciar las buenas nuevas de Jesús a todos aquellos que aún no le conocen [9].

Una vez que aceptamos a Cristo, hemos asumido la responsabilidad de amonestar, y de enseñar a todos aquellos que puedan estar confundidos y/o apartados.

En los versículos que estamos estudiando hoy leemos: “…para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios…”.  En otras palabras, el propósito es presentar la palabra de Dios en toda situación, aún cuando esto no pueda ser lo más popular o nos pueda causar un padecimiento; la palabra nos dice: “…que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina…” [10].

Esto es algo a lo que debemos, y tenemos que prestar mucha atención, especialmente hoy en día, ya que estamos viendo como la agenda homosexual, junto con otras doctrinas heréticas, están siendo promovidas e introducida en la iglesia lentamente, y muchos son los que las aceptan.  Pero la realidad es que el pecado es pecado, y la palabra de Dios es bien clara en cuanto al homosexualismo y todas otras cosas [11].

Como iglesia, y como verdaderos seguidores de Cristo, no podemos permitir que nada nos detenga de cumplir el propósito de Dios en nuestra vida.  No podemos mantenernos callados, o ser silenciados por las presiones sociales, o las opiniones de aquellos que buscan tergiversar la palabra de Dios. Y es exactamente por eso que aquí predicamos la palabra de Dios completa; es por eso que aquí no se predica para agradar los oídos de los hombres; aquí no se predica la palabra de Dios aguada o diluida; aquí se predica la palabra de Dios en su totalidad y sin adulterar.  Al pecado se le llama pecado, y no tratamos de esconder, o toleramos las cosas que no agradan a Dios.

Los falsos maestros en Colosas enseñaban y creían que la perfección espiritual era un plan escondido o misterio, y que solo un pequeño número de hombres privilegiados lo conocerían.  Pero Pablo enseño la verdad, él enseño  que Dios estaba llamando a todos a la fe en Cristo [12].

Cuando tomamos el tiempo de analizar nuestro alrededor, no es difícil encontrar que al igual que ese entonces, hoy en día existen falsos maestros que están engañando y confundiendo a muchos en este mundo.  Solo tenemos que abrir nuestros ojos y veremos que a través de la historia, y en nuestros días, han existido, y existen numerosas personas que claman ser los únicos que conocen o saben la verdad.  Si nos ponemos ha analizar todas las diferentes sectas y religiones que existen en este mundo, podremos ver que todas claman exactamente esto, todas claman que a través de sus doctrinas y teologías se puede alcanzar a Dios.

No quiero profundizar mucho en este tema, ya que de hacer eso no lo pudiéramos terminar en este corto tiempo que tenemos, pero sé que todos ustedes conocen muy bien lo que les estoy diciendo.  Conocen muy bien que existen sectas y religiones que no siguen la doctrina de Jesús, y que nunca lograran alcanzar a Dios; ya que solo existe una manera de alcanzar a Dios y su nombre es Jesús [13].

Continuando con nuestro estudio leemos: “…a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre…”.  Hermanos, si queremos cumplir con el propósito de Dios en nuestra vida, entonces tenemos que anunciar a Cristo en todo lo que hacemos. Tenemos que permitir que el Espíritu Santo obre, pero lamentablemente esto es algo que en muchas ocasiones nosotros no permitimos.

En Efesios 4:30 encontramos que se nos dice: “…Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención…”. En otras palabras, no podemos impedir que el Espíritu Santo obre; tenemos que testificar y hablarle a las personas de nuestra fe.  El propósito de Dios con un siervo fiel es el de amonestar, en otras palabras el de ayudar ha aquellos que puedan estar confundidos, y el de advertirle ha aquellos que puedan estar en malos caminos.

El propósito de Dios con un siervo fiel

El propósito de Dios con un siervo fiel es el de enseñar la grandeza, majestad, misericordia y poder de Dios a este mundo de tinieblas.   Sé que muchos ya están diciendo que eso suena todo muy lindo; también sé que a muchos todavía les falta la confianza para poder entablar una conversación acerca de Cristo con otra persona; sé que a muchos les falta la confianza para evangelizar.

Pero si encuentras que este es tu caso, reprende ese espíritu inmundo de tu vida hoy.  Reprende ese espíritu inmundo que solo sirve para atraparnos en la autosuficiencia, y que sirve para atraparnos a confiar más en nuestras habilidades que en Dios.  Digo esto porque cuando confiamos en Dios y su poder, entonces Él pondrá las palabras que se necesitan, y Él nos guiara en esos momentos de debilidad [14].

Fíjense bien como Pablo dice aquí: “…para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí…”.  Pablo trabajaba y  obraba para engrandecer el reino de Dios aquí en la tierra.  Pablo luchaba en contra de los poderes de ese entonces, luchaba en contra de las religiones establecidas y populares. Pero quiero que notemos bien cuando dice: “…según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí…”.  Pablo no dependía de sus fuerzas, él no estaba dependiendo de su sabiduría; Pablo estaba dependiendo del Espíritu Santo que ahora moraba en él.  Hermanos, nosotros tenemos que hacer lo mismo.

Si deseamos que el propósito de Dios se cumpla en nuestras vidas, entonces tenemos que aprender a depender menos de nosotros, y más del Espíritu Santo.  Tenemos que permitir que el Espíritu Santo nos guíe en todo momento, que guié nuestros pensamientos, nuestras pisadas, y nuestras palabras.

Pablo no dependió de su propia fuerza para cumplir con el propósito de Dios en su vida.  Nosotros tampoco podemos depender de nuestra propia fuerza, porque de hacer eso, entonces le fallaremos a Dios en todo momento.  El ser humano es débil, nosotros todos somos débiles, y es por eso que tenemos que depender en el poder de Dios.

Hermanos, cuando nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, entonces aprenderemos a confiar más en Dios que en nuestras habilidades.  Aprenderemos que por mucho que nosotros podamos hacer, en realidad no podremos obtener una victoria total sobre las situaciones, tribulaciones o dificultades por nuestras propias fuerzas.

Todos sabemos que cuando el Espíritu Santo mora en nosotros, el temor tiene que huir [15].  Pero, si no confiamos y dependemos de ese poder, entonces nunca cumpliremos con el propósito de Dios con nosotros.  Cuando no confiamos y dependemos del poder de Dios, entonces no evangelizaremos y testificaremos.

Para concluir. 

Son muchos los que se han levantado clamando ser los poseedores de la verdad, son muchos los que se han levantado clamando que solo a través de su religión o secta podrá una persona ser salva, u obtener vida eterna. Pero la salvación y la vida eterna no son porque pertenezcamos a una iglesia, o seamos miembros de un concilio o denominación.

La salvación es solo por obra y gracia de Dios [16].

No existe nada en este mundo, o nadie en este mundo que nos pueda salvar, no existe institución que nos pueda garantizar vida eterna, solo existe uno y su nombre es Jesús [17].  Pero esto no ha detenido a todos aquellos que predican un evangelio diferente; que tergiversan las escrituras para acomodarlas según sus necesidades, y para cumplir con sus propósitos.  Lo único que puede detener a estas personas malvadas son creyentes que comprenden el propósito de Dios.

Creyentes que estén dispuestos a cumplir con lo que Dios nos ha encargado, a cumplir con la responsabilidad que se nos ha entregado.  Cumplir con el propósito de Dios para con nosotros. Acepta hoy tu responsabilidad y comprende tu propósito.  La iglesia, el Cuerpo de Cristo necesita creyentes tal como Pablo.  Se necesitan creyentes dispuestos a sufrir y padecer; se necesita creyentes dispuestos a obrar para Dios en todo momento, aún cuando el obrar nos pueda causar un padecer o dolor.

La iglesia necesita que muchos reconozcan el propósito de Dios en su vida; así que ahora queda solo una pregunta, ¿lo reconoces tú?

[1] 2 Corintios 5:17
[2] The Wilkinson & Boa Bible Handbook – Colossians
[3] 1 Pedro 4:12-14
[4] Hechos 9:1-2
[5] Hechos 9:15-16
[6] Marcos 16:15
[7] 1 Corintios 1:27
[8] Romanos 8:16-17
[9] Mateo 28:19
[10] 2 Timoteo 4:1-3
[11] Levítico 18:22; 20:13; 1 Corintios 6:9-10; 1 Timoteo 1:9-10
[12] Efesios 3:6
[13] Juan 14:6
[14] Lucas 12:12; 21:14-15
[15] Santiago 4:7
[16] Efesios 2:8-9
[17] Hechos 4:11-12

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