Personas de palabra

Personas de palabra

Prédica de Hoy: Personas de palabra

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: «Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.» Mateo 5:37

Introducción

Yo no sé cuantos de ustedes están prestando atención a lo que está pasando en la política de este país, pero la realidad es que da asco. Tal parece que ya no existen personas integras que representen al pueblo; todos estos oficiales elegidos quizás hayan iniciado sus campañas con muy buenas intenciones y principios, pero una vez que son elegidos y comienzan a experimentar oposiciones, dificultades, y contratiempos, pronto abandonan sus principios, se les olvidan sus promesas, y se corrompen.

Se corrompen de tal manera, que lo que terminan haciendo ni tan siquiera se asemeja a lo que prometieron y/o dijeron.  Y lo más lindo del caso, es que no importa de cual partido sea, todos son iguales. Todos prometen, y prometen hacer lo correcto para el pueblo, pero al fin del caso, lo único que hacen es causar discordia, división, y sufrimiento.

Y me detengo aquí para hacer una aclaración, deseo que quede bien claro que la predicación de hoy no es acerca de la política.  Deseo que quede bien claro que no estoy aquí para predicar a favor o en contra de uno de los partidos políticos, y/o los oficiales políticos elegidos. ¿De qué entonces deseo predicarles hoy?

Hermanos, hoy deseo predicarles acerca de ser personas de palabra. 

La realidad es que la falta de cumplimento de palabra no solo se aplica a los políticos; a pesar de que ellos son un ejemplo primo, la realidad es que nosotros vivimos en un mundo cínico.

Las empresas privadas, ya sean farmacéuticas, electrónicas, limpieza, mantenimiento, etc., etc., sacan y anuncian productos que prometen hacer maravillas, pero que en realidad no lo hacen.  Y les voy a decir algo que quizás les sorprenda, el cinismo e incumplimiento de palabra es algo que también existe en la iglesia de hoy.

Digo esto porque la iglesia de hoy, y deseo que quede bien claro que me refiero a la iglesia de Cristo en su totalidad, y no necesariamente a esta congregación o una congregación en particular, está llena de cristianos que al igual que los políticos y vendedores, dicen y prometen cosas que no cumplen. Quizás hayan tenido muy buenas intenciones y un deseo genuino al inicio, pero terminan desilusionando y/o defraudando a aquellos que depositaron su confianza en ellos.  ¿Por qué sucede esto?

Hermanos, esto es algo que sucede, porque muchos no se han dado cuenta de la importancia que Dios le da a nuestra palabra.  Así que en el día de hoy vamos a explorar este tema; hoy vamos a estudiar acerca del valor de nuestra palabra ante los ojos de Dios.

Siendo personas de palabra

Ahora bien, como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. Lo principal que debemos saber, es que este versículo forma parte de la enseñanza de nuestro Señor acerca del juramento [1].

La razón principal por la que Jesús tuvo que enseñar acerca de este tema, es porque los líderes religiosos de ese entonces habían desarrollado un sistema elaborado, acerca del significado y aplicación de los juramentos.

En otras palabras, según este sistema, algunos juramentos eran considerados obligatorios, mientras que otros no [2]. Y esta es una de las razones por la que el Señor en más de una ocasión se refirió a ellos como  hipócritas [3], ya que ellos enseñaban una cosa, pero hacían otra.  Bueno, hasta aquí nuestro repaso de historia. Manteniendo estos breves detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.

Nuestra palabra tiene que ser nuestro vínculo

¿Qué nos está diciendo el Señor aquí cuando nos dice: “…Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no…”? Lo que el Señor le dice a todo creyente aquí, es que nuestra palabra tiene que ser nuestro vínculo.  En otras palabras, nuestra palabra tiene que ser firme y duradera. ¿Qué les estoy tratado de decir con esto?

Lo que les estoy diciendo es que como seguidores de Jesucristo, nosotros tenemos que ser muy diferentes del resto del mundo, ya que es exactamente a eso a lo que somos llamados.

Para que entiendan bien lo que les estoy tratando de decir, fíjense bien lo que nos dice la palabra en 1 Pedro 2:9 cuando leemos: “…Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…”. ¿Se están dando cuenta? Nosotros fuimos adquiridos por un precio muy alto [4], y con un propósito. ¿Cuál es este propósito?

La palabra nos lo declara aquí claramente cuando leemos: “…para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…”. Pero esto es algo que nunca podremos cumplir, si no somos personas de palabra.  ¿Qué les estoy diciendo?

Ser personas de palabra significa ser íntegros

Lo que les estoy diciendo es que como seguidores de Cristo, nosotros tenemos que ser personas de integridad. Tenemos que perseverar en ser personas rectas, probas, e intachables, porque de no ser así, entonces no estamos agradando a nuestro Dios [5].

Nuestra palabra debe, y tiene que ser nuestro vínculo. No podemos ser personas de doble ánimo, ya que como nos dice la palabra: “…El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos…” (Santiago 1:8).  Y como genuinos seguidores de Cristo, nosotros no podemos ser inconstantes en nuestro caminar cristiano, sino que tenemos que siempre andar: “…como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios…”  (Colosenses 1:10). Hermanos, si no estamos haciendo esto, entonces le estamos fallando a Dios.

¿Por qué es que ser personas de palabra es de tanta importancia?

La razón por la que ser personas de palabra es tan importante, es porque la reputación y el carácter de una persona, depende totalmente de su palabra.

Pensemos en esto por un breve momento, ¿confiarías tú en una persona que dice una cosa y hace otra? ¿Confiarías tu en una persona que se pasa la vida mintiendo? ¿Confiarías tú en una persona que te hable de Cristo, pero que vive mundanamente?  ¿Confiarías tú en una persona que te da su palabra, pero no la cumple? Claro que ¡no!

Jesús nos dice, y les voy a leer el mismo versículo que estamos explorando hoy, pero de la traducción Reina Valera Contemporánea: “…Cuando ustedes digan algo, que sea “sí, sí”, o “no, no”; porque lo que es más de esto, proviene del mal…”. En otras palabras, tenemos que ser personas de palabra. No hagamos compromisos, o digamos que vamos a hacer algo, al menos que estemos completamente dispuestos a cumplirlo pase lo que pase, y salga el sol por donde salga.  ¿Saben por qué digo esto?

Lo digo porque el Señor nos advierte claramente de que: “…de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio…” (Mateo 12:36).  [“Ociosa” de la palabra griega: “ἀργός” (pronunciada: är-ga’s), significado: “Perezoso, evitando el trabajo que uno debe realizar”. Blue Letter Bible Lexicon – Strong’s G692].

Los cristianos tenemos que ser personas de palabra

Hermanos, como verdaderos seguidores de Cristo, tenemos que ser personas de palabra. No podemos permitir que nuestra palabra no tenga valor. El concepto de ser personas de palabra, es decir, guardar nuestra palabra es algo que Dios valora grandemente, y es algo que quedó establecido claramente en el Antiguo Testamento. Para que entiendan bien el punto que deseo hacerles, fíjense bien lo que encontramos en Deuteronomio 23:21 cuando leemos: “…Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti…”.

Simplemente puesto, si no somos personas de palabra, si no cumplimos lo que decimos, si no cumplimos con el compromiso que hemos hecho con Dios, entonces esto será contado como pecado. Y yo no sé ustedes, pero yo no deseo acumular pecados, sino que busco acumular bendiciones.

¿Por qué es que Dios le da tanta importancia a que seamos personas de palabra? La respuesta a esta pregunta es muy fácil; Dios le da tanta importancia a nuestra palabra porque nuestra relación con Él está basada en la palabra. En Mateo 24:35 el Señor nos dice: “…El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán…”. Es en esto exactamente que todo cristiano ha basado su vida. Es en esto exactamente que todo cristiano confía. Dile a la persona que tienes a tu lado: confiamos en la palabra de Dios.

Nuestra relación con Dios está completamente basada en la palabra.

Nosotros confiamos en que: “…Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta…” (Números 23:19). Nosotros confiamos en que: “…Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos…” (Hebreos 13:8). Nosotros confiamos en que: “…Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá…” (Proverbios 19:21).

Nosotros confiamos en que: somos “…renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 24 Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; 25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada…” (1 Pedro 1:23-25).  Nosotros confiamos en que: “…Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna…”. (Juan 3:16)

Toda nuestra creencia, toda nuestra fe está basada en solo una cosa.  Toda nuestra creencia, toda nuestra fe está basada en la palabra de Dios, y es exactamente por esto que Dios le da tanta importancia a nuestra palabra.  Hermanos, al igual que Dios siempre cumple Su palabra [6], nosotros tenemos que cumplir nuestra palabra. Como nos dice el Señor, “…sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no…”.

Detengámonos ahora por un momento, para meditar en algo que servirá para mejor conducir el punto que deseo hacer. En su deseo de satisfacer los placeres de la carne con Betsabe, David rompió por lo menos cinco de los mandamientos de Dios, y lo hizo todo de un golpe; “No matarás, no cometerás adulterio, no hurtarás, no hablarás contra tu prójimo falso testimonio, no codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” [7].

Sin embargo, la palabra de Dios nos dice que David fue hombre conforme al corazón de Dios [8]. ¿Por qué creen ustedes que esto sucedió? Esto sucedió debido a tres características que David demostró.  ¿Cuáles fueron estas características?

Número uno. David fue un hombre que reconocía y se arrepentía de sus errores y pecados. Fíjense bien como él dijo en Salmo 51:1-3 cuando leemos: “…Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. 2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. 3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí…”  Hermanos, esto es algo que todos tenemos que aprender a hacer, ya que por muy santo que pensemos que somos, ninguno de nosotros aquí estamos libres de pecado [9].

Número dos. David confiaba completamente en Dios; esto es algo que se hace completamente evidente cuando David, aún siendo un adolescente se presento ante el gigante que hacia huir al ejército de Israel del campo de batalla, y le dijo: “…Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 46 Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47 Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos…” (1 Samuel 17:45-47). Te pregunto, ¿Qué gigante enfrentas tu hoy? ¿Qué gigante te detiene de cumplir tu palabra? ¿Qué gigante te detiene de recibir tus bendiciones?

Número tres. David fue un hombre que cumplía su palabra. El mejor ejemplo que les puedo dar de esto es cuando David le perdona la vida a Saúl en En-gadi.

Un breve recuento, el rey Saúl persiguió a David para matarlo, porque él sabía que David sería el próximo rey; Saúl entro en una cueva para hacer sus necesidades, y David estaba dentro de esa cueva con sus hombres. David pudo haberle matado en ese instante, pero no lo hizo así. Fue entonces que el rey Saúl le pidió a David que no matara a sus descendientes ni borrará el nombre de su familia, como era la costumbre en ese entonces, para que no existieran conflictos de reclamaciones del reino [10].

A pesar de que el rey Saúl era su enemigo, y buscaba matarle, David le dio su palabra y la cumplió. Dile a la persona que tienes a tu lado: David era un hombre de palabra.

Para concluir.

La relación de Dios con la humanidad está basada en una cosa, y esa cosa es la palabra. Así que como hijos de Dios que somos, al igual que Dios cumple Su palabra, nosotros tenemos que cumplir la nuestra.  Y esto se aplica a todo aspecto de nuestra vida.

Como les dije al inicio, estamos viviendo en un mundo cínico, son muchos los que prometen y dicen, pero son pocos los que cumplen. Y definitivamente, ningún cristiano puede ser incumplidor de su palabra ya que nuestra palabra es la que define nuestro carácter, y establece nuestra reputación. Así que cuando damos nuestra palabra tenemos que cumplirla, cumplirla en base de nuestro carácter, y no basada en influencias exteriores.

Claro está en que la lucha nunca es fácil, ya que nuestro enemigo es muy astuto y taimado, pero a pesar de todo esto, por la palabra de Dios sabemos que: “…Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová…” (Isaías 54:17). Y que pase lo que pase: “…todo lo puedo en Cristo que me fortalece…” (Filipenses 4:13).

El Señor nos dice: “…Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede…”

No permitamos que el enemigo nos detenga de cumplir nuestra palabra, sino que seamos activos para cumplirla. Si has dicho que harás algo, hazlo y no permitas que contratiempos y/o dificultades te detengan.

No permitas que contratiempos y/o dificultades, te desvíen del camino que Dios desea que sigas. Como verdaderos hijos de Dios, no podemos formar parte de este mundo donde la decadencia irreversible, y el cinismo elegante, se han convertido en un modo de vida estéticamente aceptable.

Como hijos de quien cumple Su palabra, nosotros tenemos que cumplir la nuestra, no obstante las situaciones o dificultades que se puedan presentar. Dejemos de hacer excusas, dejemos de inventar pretextos, y cumplamos con nuestra palabra, recordando siempre lo que nos dice el apóstol Pablo en 1 Corintios 15:58 cuando leemos: “…Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano…”.

[1] Mateo 5:33-37
[2] Mateo 23:16-22
[3] Mateo 23:13-15
[4] 1 Corintios 6:18-20; 7:22-23
[5] Salmos 5:4; Proverbios 11:20
[6] 2 Timoteo 2:13; Hebreos 10:23
[7] Éxodo 20:13-17
[8] Hechos 13:22
[9] Romanos 3:23
[10] 1 Samuel 24

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