El espíritu inmundo

El espíritu inmundo

Prédica de Hoy: El espíritu inmundo

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Mateo 12:43-45

Introducción

Si se recordaran, la semana pasada exploramos el tema de los demonios inmundo. Durante esa predicación exploramos dos preguntas que surgen en la mente de muchos, cuales fueron: ¿es posible que el diablo pueda estar presente ante la presencia de Jesucristo?, y ¿puede estar el diablo presente en las congregaciones? La repuesta a la primera pregunta fue sí, ya que como encontramos en la palabra de Dios, el mismísimo Satanás tentó a Jesucristo en el desierto [1].

Y la segunda respuesta fue un absoluto no, ya que Satanás no tiene los atributos de Dios, así que no puede estar presente en más de un lugar a la misma vez. Pero es exactamente por esa razón que él entonces envía a sus soldados, espíritus inmundos, a tratar de influenciar y/o interferir en la relación con Dios que todo cristiano ha desarrollado.

Pero ahora debemos preguntarnos, ¿pueden existir personas dentro de las congregaciones con espíritus inmundos? Como les dije durante la predicación de la semana pasada, lamentablemente las iglesias de hoy están llenas de personas con espíritus inmundos. Claro está en que no estamos hablando de personas poseídas por poderes sobrenaturales, que causan que pierdan el uso de sus facultades, etc.

Así que no estamos hablando de personas malas, o desagradables, sino que estamos hablando de personas que quizás sean honradas, amistosas, nobles, amables, y bondadosas, pero que en ocasiones no actúan de manera compatible con la fe, y/o con la manera que Cristo nos llama a actuar. Y es por eso que la palabra nos llama a abandonar nuestra antigua manera de ser, y renovar nuestra manera de  pensar [2].

Pero ahora la pregunta que debemos hacernos es, ¿por qué existen tantas personas dentro de la iglesia con espíritus inmundos? Y una pregunta aún más importante es: ¿qué tenemos que hacer para evitar que esto suceda en nuestra vida? Este será el tema que estaremos explorando hoy, así que pasemos ahora a la palabra de Dios.

Cuando el espíritu inmundo sale del hombre

Ahora bien, para poder tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, vamos a detenernos aquí para examinar dos palabras claves en estos versículos, las cuales nos ayudaran a mejor entender lo que el Señor nos está diciendo.

Primero de todo vamos a examinar la palabra “espíritu”; esta palabra usada aquí es una traducción de la palabra griega “πνεῦμα” (pronunciada: niu-má), cuya una de sus definiciones es: “1. La disposición o influencia que llena y gobierna el alma de cualquiera. 2. La fuente eficiente de cualquier poder, afecto, emoción, deseo, etc.” [3].

La segunda palabra que vamos examinar ahora es: “inmundo”; esta palabra usada aquí es una traducción de la palabra griega “ἀκάθαρτος” (pronunciada: acar-zatos), cuya una de sus definiciones es: “en un sentido moral: impuro en el pensamiento y la vida”, [4].

Los espíritus inmundos

Como podemos interpretar según las definiciones que hemos explorado, los espíritus inmundos pueden ser catalogados como todas esas cosas y/o pensamientos, que tratan de influenciarnos a actuar de manera que desagradan a Dios. Así que manteniendo estos breves detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.

Analicemos ahora la primera pregunta de hoy: ¿por qué existen tantas personas dentro de la iglesia con espíritus inmundos? La respuesta a esta pregunta, es fácilmente encontrada en los primeros versículos que estamos estudiando hoy.

Fíjense bien, aquí vemos que el Señor nos dice: “…Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla…” ¿Por qué digo que aquí encontramos la respuesta a nuestra primera pregunta de hoy?

La razón por la que digo que aquí encontramos la respuesta a nuestra primera pregunta de hoy, es porque en el primer párrafo encontramos exactamente lo que sucede una vez que una persona se entrega genuinamente a Dios.

Y deseo que noten que dije “genuinamente”. Y entregarnos a Dios genuinamente, es algo de lo que se nos advierte claramente en 1 Juan 3:18 cuando leemos: “…Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad…” Dile a la persona que tienes a tu lado: ama a Dios de hecho y en verdad.

Pero lamentablemente, existen muchos que escuchan la palabra de Dios, y de momento se entregan a Jesucristo, pero que no perseveran en la fe [5], y el resultado final es que terminan pretendiendo en vez de creyendo. Existen muchos que se entregan a Jesucristo de momento, pero que no perseveran en la santidad, y como todos sabemos, sin la santidad nadie verá al Señor. [6].

Muchos descuidan su condición espiritual

Lo que ha sucedido, y continúa sucediendo en la vida de muchos, es que no se preocupan, o completamente descuidan su condición espiritual. Y es por eso que las congregaciones de hoy están llenas de personas que no oran, esto es a pesar de que todos estamos llamados a como nos dice la palabra: “…Orad sin cesar….” (1 Tesalonicenses 5:17).

Las congregaciones de hoy, están llenas de personas que no cumplen con la responsabilidad que se nos ha encomendado [7]; personas que aún viendo una necesidad no se ofrecen para ayudar [8]; personas que lo mismo de la venir a la iglesia que quedarse en su casa, y/o participar de cualquiera otra cosa en vez asistir a la iglesia para compartir con sus hermanos, aprender de la palabra de Dios, y alabar al único merecedor de toda alabanza [9].

¿Por qué es que existen tantas personas así dentro de las congregaciones? La razón es porque estas personas han permitido que espíritus inmundos influencien, y/o interfieran en su relación con Dios.

En los pasajes bíblicos que estamos estudiando hoy, el Señor estaba describiendo la condición espiritual del pueblo en ese entonces.  Y en unos versículos anteriores Él la había descrito como una generación “mala y adultera” [10], y aquí vemos que nuevamente les llama una “generación mala.”

Estamos rodeados de espíritu inmundo

La realidad es que cuando meditamos un poco en  las condiciones del mundo de hoy, no es difícil llegar a la conclusión que no existe mucha diferencia entre el mundo de hoy, y el mundo de ese entonces. Digo esto porque la realidad es que nosotros estamos rodeados de personas que no buscan hacer el bien, sino que hacen el mal.

Los cristianos están rodeados de personas que se disfrazan como siervos de Dios, pero que en realidad son lobos rapaces [11]. Y estas personas, y les voy a llamar por lo que son, obreros del diablo, son responsable de que muchos cristianos pierdan su fe y esperanza. En otras palabras, que su casa (mente y corazón) este completamente desocupada. ¿Qué sucede entonces?

La palabra nos dice que esos demonios de los que fuimos liberados dicen: “…Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. 45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero…”

Y ahora debemos explorar la segunda pregunta de hoy: ¿qué tenemos que hacer para evitar que esto suceda en nuestra vida? Hermanos, lo primero que tenemos que hacer para evitar que esto suceda en nuestra vida, es darle a Dios el primer lugar que solo Él se merece.

¿Como podemos evitar que el espíritu inmundo regrese?

Para evitar que los espíritus inmundos de los que fuimos liberados regresen a la casa de donde salieron (nuestra vida), tenemos que asegurarnos que la casa no este desocupada, sino que este rebosada con la presencia del Espíritu Santo. ¿Cómo podemos lograr esto?

Cuando Satanás tentó a Jesús en el desierto a que convirtiera las piedras en pan, el Señor le contesto diciendo: “…Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios…” (Mateo 4:4). ¿Qué les estoy tratando de decir con esto?

Lo que les estoy diciendo es que el primer paso a tomar, es que tenemos que alimentar el fuego del Espíritu Santo en nuestra vida. Y de la única manera que alimentamos el fuego del espíritu Santo en nuestra vida, es a través de vivir según la palabra de Dios.

No podemos ser simplemente oidores de la palabra, sino que tenemos que ser hacedores de ella, ya que si no practicamos lo que aprendemos, entonces nos estamos engañando a nosotros mismos [12]. De no practicar lo que aprendemos, entonces el mundo nunca vera el amor, misericordia, y gracia de Dios reflejado en nosotros.

Ninguno de nosotros somos perfectos

La realidad es que ninguno de nosotros somos perfectos; por muy perfectos que nos pensemos, en nuestra vida aún puede existir una, o varias cosas que tenemos que superar. En nuestra vida aún puede existir una, o varias cosas que tenemos que cambiar, ya que nos mantienen atados, pero esto es algo que solo podemos hacer cuando aprendemos a reconocer nuestras faltas y errores.

En la palabra de Dios encontramos que se nos dice: “…Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad…” (1 Juan 1:9). Y me detengo aquí para aclarar algo.

Aquí vemos que se nos dice que confesemos nuestros pecados, pero esto aquí no quiere decir que confesemos nuestros pecados a un hombre, como enseña la religión católica, ya que ningún hombre tiene la capacidad o poder para perdonar pecado.

Sino que la palabra “confesamos” usada aquí, es una definición de la palabra griega: “ὁμολογέω” (pronunciada: jama-lagueo), cuya definición es: “1. No negar 2. Admitir o declararse culpable de lo que se le acusa” [13]. ¿Qué les estoy tratando de decir con esto?

Lo que les estoy diciendo con todo esto, es que el segundo paso a tomar, es que no podemos vivir en la negación; es decir, negando que no podemos ser afectados, sino tenemos admitir nuestras faltas, y aprender a reconocer a esos espíritus inmundos que puedan estar presentes en nuestra vida, y/o quizás acampados a nuestro alrededor esperando regresar.

Lo que les estoy diciendo es que no podemos permitir ser guiados por los impulsos de la carne; esos arranques y emociones; esos impulsos por gustos o placeres pasajeros, sino que tenemos que permitir que el Espíritu Santo sea quien guie nuestros pasos en todo momento. Porque de no hacer esto, entonces como nos dice la palabra: “…el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero…”

El espíritu inmundo no descansa

Como les he predicado en numerosas ocasiones, los espíritus inmundos no descansan en su ataque, y trataran de influenciar nuestra manera de ser, actuar, y pensar, pero lo que nunca pueden hacer es forzarnos a tomar una decisión, y/o forzarnos a actuar de una manera específica. Esto es algo que queda muy bien declarado en Santiago 4:7 cuando leemos: “…Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de nosotros…”

¿Cuál es la lección que el Señor desea que aprendamos de todo esto? La lección que el Señor desea que aprendamos de estos versículos que estamos estudiando hoy, es que tenemos que dejar de jugar a la iglesia, y serles fiel a Dios.

No podemos ser personas de doble ánimo, es decir, hoy creo en Dios y confío en Su palabra porque todo me van bien, pero en el momento que las cosas se ponen un poco difícil, o nos toca pasar por alguna prueba, entonces dejamos de confiar en Él, y tratamos de resolver las situaciones por nuestra propia fuerza y voluntad. No podemos ser personas que hoy tenemos una completa convicción, pero dependiendo de lo que nos suceda, mañana no. ¿Qué les estoy tratando de decir con todo esto?

Lo que les estoy diciendo es que no podemos llenar nuestro corazón, (casa), con cosas desagradables e impuras, sino  tenemos que llenarlo con alabanza a Dios. Tenemos que aprender a reconocer que cuando a notros lleguen esos pensamientos y/o impulsos mundanos, estos son espíritus inmundos que están tratando de infiltrase nuevamente en nuestra vida.

Recordemos que Cristo murió en esa cruz para hacernos libres; en 1 Pedro 2:24 encontramos que se nos dice: “…quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados…”.

Cristo nos libero, pero nosotros somos los responsables de mantenernos libres, y esto es algo que solo podremos lograr cuando nos mantenemos fieles a Dios. Una vez que genuinamente aceptamos a Cristo, los espíritus inmundos salen de nosotros, y solo tú los puedes dejar entrar nuevamente.

Para concluir.

Voy a terminar el servicio de hoy con un chiste que escuche hace un tiempo atrás, y que quizás hayan escuchado en otra ocasión, pero que pienso que es muy apropiado para hacernos reflexionar en el mensaje principal de hoy.

Resulta ser que había este hombre que era muy rico y tenía una casa muy lujosa, pero todos los días llegaba el diablo a las cuatro de la tarde y se la destruía.  Esto sucedía día tras día, y este hombre se encontraba grandemente angustiado.

Comentando lo que le sucedía con un amigo un día, este hombre escucho de que había uno llamado Jesús, y que si él permitía que Jesús viviera en su casa, el diablo no podría destruírsela.  Este hombre entonces fue en busca de Jesús, lo halló, y le pidió que morara en su casa.

Jesús le acompaño, y cuando entraron, el hombre le dijo que podía quedarse en la habitación del tercer piso, y así lo hizo Jesús.  Al día siguiente, como de costumbre, el diablo toco a la puerta, y cuando el hombre la abrió, el diablo se coló en la mansión y destruyo los primeros dos pisos, pero no toco el tercero.  Después de lo sucedido, el hombre le reclamo a Jesús diciéndole que le había mentido, ya que el diablo había destruido su bella mansión aun Jesús estando dentro.

Claro que si, le dijo Jesús, pero mira donde me tienes, me tienes en el tercer piso en la habitación de atrás, que podía hacer yo.  El hombre, muy molesto por lo acontecido, entonces le dijo a Jesús también se tomara el segundo piso, y así lo hizo Jesús.

Al próximo día, como de costumbre, el diablo toco a la puerta, y cuando el hombre la abrió, el diablo se coló y destruyo todo el primer piso.  Nuevamente el hombre muy molesto le reclamo a Jesús, diciéndole que le había mentido, ya que el diablo había destruido la casa aun Jesús estando dentro.

Nuevamente Jesús le dijo, si, pero mira donde me tienes, me tienes en el segundo y tercer piso, que puedo hacer yo.  El hombre, muy molesto por lo acontecido, entonces le dijo que Jesús podía tomarse la mansión completa, y que hiciera lo que quisiera, y así lo hizo Jesús.

Al otro día, como de costumbre, el diablo toco a la puerta, pero esta vez Jesús fue quien le abrió, a lo que el diablo inmediatamente dijo “perdón, me equivoque de casa.”

Como les dije, es algo cómico, pero es algo que nos ayuda a retener el mensaje que el Señor ha deseado que Su iglesia escuche. Así que ahora solo me queda preguntar:

¿En qué condición se encuentra tú casa?  ¿Esta barrida y adornada, pero desocupada? ¿Le has dado a Cristo el completo control de tu vida, o lo tienes en solo una esquinita de tu corazón?

Solo preguntas para reflexionar.

[1] Mateo 4:1-11; Marcos 1:12-13; Lucas 4:1-13
[2] Efesios 4:22-24
[3] Blue Letter Bible Lexicon – Strong’s G4151
[4] Blue Letter Bible Lexicon – Strong’s G169
[5] Mateo 13:20-22
[6] Hebreos 12:14
[7] Mateo 28:19-20
[8] Gálatas 6:10
[9] 1 Timoteo 1:17
[10] Mateo 12:39
[11] Mateo 7:15; Hechos 20:29
[12] Santiago 1:22-27
[13] Blue Letter Bible Lexicon – Strong’s G3670

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