La espada
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Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: La espada
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Mateo 10:34
Introducción
Yo no sé a cuantos de ustedes le pasa lo mismo que a mí, pero en ocasiones como que se me bloquea la mente. Por ejemplo, cuando me pongo a pensar en lo que voy a predicar, en ocasiones como que se me tupe la mente; oro y medito en la palabra de Dios, pero nada me habla, nada salta de las páginas y me motiva. Esto es algo que me paso esta semana.
Comencé a meditar en la palabra de Dios y en lo que debía predicar hoy, pero nada me venía a la mente. Con mi biblia en mano oraba para que el Señor me guiara al mensaje que Él deseaba que escucháramos hoy, pero nada sobresaltaba de las páginas de mi biblia; les puedo decir que llego el momento cuando me sentí bien frustrado.
Después de varias horas de buscar y buscar, y orar y orar, entonces me dije a mi mismo: déjame poner todo esto a un lado por un rato, y quizás después el Señor me hablara. Pero fue en ese mismo instante que recibí convicción de la predicación para el día de hoy. Fue algo sorprendente, porque no fue hasta que yo decidí darme por vencido y cerrar mi biblia que recibí convicción para el mensaje de hoy.
Déjenme decirles que este es el mensaje de hoy. En otras ocasiones hemos hablado acerca del poder de la oración y su importancia, pero hoy vamos a hablar acerca de nuestra espada.
Jesús vino al mundo con un propósito
¿Cuántos trajeron sus espadas hoy? ¿Se les olvido armarse antes de salir de sus casas? ¿Qué es la espada del espíritu? La espada es la Biblia, la espada es la palabra de Dios [1]. Manteniendo esto en mente vamos ha tomar nuestras espadas en mano y busquemos:
Mateo 10:34 – No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.
Prestemos mucha atención a esto aquí. Jesús vino al mundo, tomo el cuerpo y semejanza de un hombre, pero más importante de todo Él vino con un propósito. Jesucristo no vino simplemente por venir; Él vino ha combatir al diablo.
Jesucristo vino a traernos la salvación [2]; para liberarnos de las manos de Satanás [3]. El Señor dio Su vida por nosotros en la cruz para que pudiésemos ser salvos. Pero todo esto son principios básicos cristianos. Todos sabemos que Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados, pero ¿hemos tomado el tiempo para reflexionar en lo que Él nos dejo?
Como les dije anteriormente, Jesucristo no vino por venir, Él vino a combatir al enemigo, y a derrotarlo por nosotros. Jesucristo no vino al mundo para complacer a la muchedumbre, ya que esto hubiese sido extremadamente fácil de hacer. Él vino a combatir los poderes de las tinieblas. ¿Qué les estoy tratando de decir?
Lo que les estoy diciendo es que el Señor no vino con un acuerdo de paz para Satanás; Jesucristo vino armado y preparado para la batalla. Y es exactamente por eso que vemos que Él nos dice: «…No he venido para traer paz, sino espada…” Jesucristo vino a combatir armado con la espada, que es la palabra de Dios [4].
Cuando puse mi Biblia a un lado y decidí leerla más tarde, o al otro día, el mensaje que escuche fue bien claro y alto. Sin darme cuenta, yo estaba cometiendo el error que muchos cristianos alrededor del mundo cometen.
Sin darme cuenta permití que mi frustración me desarmara. Sin darme cuenta, permití que el enemigo quitara de mis manos la única arma capaz de derrotar sus ataques. Y como les acabo de decir, esto es un error que un gran número de cristianos cometen a diario.
El arma más poderosa que existe en el universo
La realidad es que todo cristiano posee el arma más poderosa que existe en el universo, la única arma con la cual nos podemos defender contra los poderes y potestades de las tinieblas, pero en la mayoría de los casos, muchos la tienen tirada a un lado. Esto me recuerda de un chiste que leí hace un tiempo atrás.
Resulta ser que el pastor de la iglesia fue a casa de una de sus feligreses, y cuando la señora le recibió, ella le sirvió un cafecito, con unos dulces y comenzaron a platicar, mientras que la hijita de la señora coloreaba en una pequeña mesa en la sala.
En su plática el pastor entonces le hablo de la importancia de leer la biblia a diario, y la señora le respondió que ella lo hacía, y que tenía sus versículos favoritos subrayados, los cuales leía todas las noches antes de dormir.
Fue entonces que la señora le dijo a su hijita, mi niña, haznos un favor, ve a mi dormitorio y tráenos mi libro preferido, el cual leo todas las noches que esta encima de la mesa de noche. La niña pronto hizo como la madre le dijo, y regreso con el catalogo de Sears. Algo cómico, ¿verdad? Pero la realidad es que sirve muy bien para ilústrales el punto que deseo hacer.
Todo cristiano tiene el arma más poderosa que existe en el universo, pero en la mayoría de las ocasiones la tenemos tirada a un lado. Puede que la leamos el domingo cuando vamos a la iglesia, pero si no fuese por eso, nuestra biblia esta tirada en un rincón cogiendo polvo, y lo más importante desafilándose. Escúchenme bien, si no usamos nuestra arma, entonces se desafila. Permítanme ilustrarle el punto que deseo de hacer de otra forma.
¿Cuántos aquí han usado una cuchilla de afeitar usada? Estoy hablándoles de una cuchilla que esta tirada a un lado después de ser usada. Estoy muy seguro que no fue una experiencia muy agradable; es más, me atrevo a decir que fue una experiencia dolorosa. Lo mismo se aplica a la palabra de Dios.
Si la tenemos tirada a un lado, si la leemos solo una vez a la semana, o solo de vez en cuando, entonces se vuelve dolorosa. Dolorosa en el sentido de que en realidad no entendemos lo que estamos leyendo, y la principal razón por la que esto sucede es porque no hemos tomado el tiempo de entenderla.
En la palabra de Dios podemos encontrar las repuestas a cualquier situación que pueda surgir, con la palabra de Dios podemos combatir los ataques de Satanás y sus demonios. Pero sin la palabra de Dios estamos derrotados.
¿Cómo podemos pretender defender el reino de Dios si no estamos armados?
¿Cómo nos vamos a defender contra Satanás? No existe manera posible que lo podamos hacer sin la palabra. Jesús nos dice:
Mateo 10:35-36 – Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa
Cuando meditamos en estas palabras del Señor, la mayoría de nosotros, sino todos, concluiremos que estas palabras son bastante alarmantes. Reflexionemos en esto por un momento para determinar si lo que les digo tiene sentido.
¿Vino el Señor a la tierra para causar disensión en nuestro hogar, o en nuestra familia? La realidad es que entre unas de las bellas bendiciones que recibimos del Señor cuando decidimos seguirle, es que recibimos Su paz [5].
Pero si al llegar a los caminos del Señor recibimos Su paz, entonces ¿qué nos está diciendo el Señor con todo esto? Meditemos en esto por un momento. ¿Se puede alguien recordar de haber sido humillado y ridiculizado?
¿Se puede alguien recordar que se haya hablado de nosotros de una manera derogatoria u ofensiva por nuestros amigos y familiares simplemente porque decidimos seguir a Jesús? Como he dicho en otras ocasiones, yo me recuerdo muy bien de haber perdido amigos, y haber hecho enemigos de otros, solo por el simple hecho de que decidí aceptar a Jesús como mi salvador personal.
Les puedo decir que se me ha llamado desde un religioso, hasta un fanático loco y todas las demás cosas que existen en el medio. Pero porque yo he tomado el tiempo de meditar en la palabra de Dios, y he tomado el tiempo de orar pidiéndole a Dios que guie mis pasos, el Señor me ha entregado la convicción de que no eran personas diciendo esas cosas, sino que eran demonios atacándome, tratando de abochornarme para que yo dejara los caminos de Dios.
¿Cómo puedo estar seguro de esto? Fácil; como dije, en la palabra de Dios encontramos las respuestas a todas nuestras preguntas, dudas, y/o inquietudes.
Mateo 16:21-23 – Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. 22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. 23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: !Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
En el desierto Jesucristo escucho el mensaje de Satanás
El demonio le dijo que Él podía tener cosas gloriosas y que no tenía que morir. Satanás le ofreció todos los reinos de la tierra si solamente Él le alabara, pero Jesús combatió la batalla con la palabra de Dios.
Cuando meditamos en estos versículos que acabamos de leer, pronto nos damos cuenta de que el Señor estaba básicamente escuchando el mismo mensaje que había oído de Satanás en el desierto, solo que en este momento estaba saliendo de la boca de Pedro.
Pero el Señor supo inmediatamente que no era Pedro diciendo estas cosas, sino que Satanás había puesto este pensamiento en su cabeza. Satanás estaba usando el amor que Pedro sentía por Jesús, ya que ningún apóstol quería que Jesús fuese matado, así que Satanás uso esto para tentar a Jesús una vez más. ¿Qué sucedió?
Jesús uso la espada, la palabra de Dios, y lo reprendió. Él le dijo: “!Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo…”. El Señor sabía que tenía que cumplir la misión que el Padre le había entregado, Él sabía que tendría que morir para que el mundo pudiese ser salvo.
El diablo usara la misma estrategia con nosotros, él usara el amor que sentimos por nuestros familiares y amistades, para tratar de separarnos de Dios. Y si no tomamos el tiempo de conocer la palabra de Dios, será muy fácil dejar de seguir a Jesús.
Es bien fácil no pelear, pero nosotros tenemos un arma secreta, tenemos la espada dejada atrás por nuestro Señor Jesucristo. Tenemos la palabra de Dios para defendernos de esos ataques, y ¿saben qué? Tenemos que aprender rápidamente como usarla y usar su poder. Cada vez que somos atacados tenemos que usar nuestra espada y responder con la palabra de Dios.
Tenemos que decir: Satanás tu estas tratando de confundirme, pero yo sé la verdad [6]. Lo más bello de esta arma es que Satanás sabe que existe, y que él no tiene nada en su arsenal con lo que el pueda ganarle. Pero la realidad es que si no sabemos usar la espada, entonces no nos podremos defender con ella.
Pensemos en lo que les acabo de decir por un instante. Cuando los soldados son enviados a la guerra, a ellos no solamente se les dan las armas y los mandan. Antes de ser enviados al frente, los soldados tienen que pasar un riguroso entrenamiento.
A ellos se les enseña como marchar, y nosotros aprendemos a caminar en Cristo [7]. A ellos se les enseña como usar sus armas, y nosotros tenemos que aprender a usar la palabra de Dios.
En otras palabras, tenemos que pasar por un entrenamiento riguroso, y esto es algo que obtenemos a través de congregarnos para escuchar las predicaciones, y estudios bíblicos que el Señor le inspira a sus siervos [8].
La realidad es que si no sabemos, o no entendemos lo que la palabra de Dios nos dice, entonces se nos hace imposible montar una buena ofensiva. Déjenme decirles que todo lo que tenemos que hacer es leer un periódico u oír las noticias, para darnos cuenta de las condiciones tan horribles que existen en este mundo.
Es hora de montar una buena ofensiva
Y les digo en el día de hoy, que como fieles siervos del Señor, es tiempo de montar una buena ofensiva; es tiempo de sacar nuestras espadas de la funda y entrar en la batalla.
Satanás y sus demonios no están descansando, ellos están en el mundo operando cada hora de cada día, tratando de destruir lo que Dios ha creado. Tratando de robarse el regalo más grande del universo cual es nuestra salvación. Y les digo en el día de hoy que si no empezamos a usar nuestras espadas con autoridad seremos derrotados.
Existen muchas maneras que el diablo usa para tratar de robarnos nuestra salvación, pero yo estimo que la que mejor resultado le ha dado es la religión. ¿Por qué digo esto? La razón por la que lo digo es porque la realidad es que existen un gran número de sectas y religiones en el mundo. Ahora pregunto, ¿creen que esto ha sucedido es por coincidencia? Claro que no.
Todas estas sectas y religiones han sido inspiradas e implantadas en el mundo por el mismo Satanás. Estas sectas y religiones han sido inspiradas e implantadas en el mundo con solo un propósito, y este propósito es para tratar de robarle la gloria a Dios, y para tratar de robarnos nuestra salvación.
Yo no sé cuantos de ustedes han tomado el tiempo de escuchar a esas personas que llegan a nosotros a hablarnos de su religión, pero en muchas ocasiones suenan bien convencedoras.
Estas personas, y llamémosle por lo que son, agentes del diablo, casi nunca dicen nada que suena malo, ellos traen un mensaje de paz y amor; pero mi punto es que si no conocemos la palabra de Dios, si no hemos tomado nuestra espada en mano, esos agentes del diablo pueden confundirnos fácilmente.
A mi me gusta mucho escucharles, suenan tan confiados de sí mismo; pero entonces, cuando yo saco mi espada de su funda, cuando la tomo en mano firmemente y la uso, las cosas empiezan a cambiar. ¿Qué sucede? Estas personas comienzan a frustrarse porque se dan cuenta que yo tengo la espada en mano, y que ellos no tienen nada con lo cual combatir.
Hermanos, lo que Pedro le dijo a Jesús no era malo; él no quería que Jesús fuese matado. Pero Jesús sabía que era la voluntad de Dios de que sufriera por estas cosas. Jesús no titubeo porque Él conocía el poder de la espada.
La palabra de Dios trae sanidad, nos trae prosperidad, nos da esperanza, nos libra de las angustias y tenemos que usarla para defendernos de los ataques del enemigo. Nuestra espada es tan poderosa, que yo no puedo ni siquiera empezar a describir todas las cosas grandiosas, y bellas, que podemos lograr con solamente usarla con autoridad.
Para concluir.
Jesucristo mismo quiere que nos armemos [9]. Él le dijo a sus discípulos que se armaran con espadas, porque Él sabía que pasarían por pruebas y tribulaciones, más o menos de la misma manera que las pasamos hoy en día.
Si deseamos ser personas victoriosas, si deseamos ser cristianos victoriosos, entonces tenemos que aprender y usar nuestra espada. Tenemos que armarnos con la palabra de Dios.
Recordemos que la biblia no nos hace de ningún bien, si la tenemos tirada colectando polvo, y leyéndola solamente quizás una vez por semana. La biblia, la palabra de Dios, es algo que tenemos que leer todos los días. La palabra de Dios es un arma muy poderosa, pero si no la sabemos usar, entonces de nada nos servirá.
Te digo en el día de hoy, es hora de sacar nuestra espada de su funda y afilarla. Es hora de sacar la espada de su funda y usarla con la autoridad que Jesús nos ha dado. Si no estamos leyendo y predicando la palabra de Dios, si no estamos usando el arma más poderosa que existe en el universo, entonces le estamos diciendo a Dios que no la necesitábamos.
Le estamos diciendo a Dios que no necesitábamos a Jesucristo para ser salvos. Estamos tirando todo regalo que Dios nos ha dado en la basura. Dejemos que hoy sea un día nuevo para todos, empecemos a usar nuestra espada. Es hora de:
Oseas 10:12 – Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia.
[1] Efesios 6:17
[2] Juan 3:16
[3] Colosenses 1:13; 1 Juan 3:8
[4] Mateo 4:4
[5] Juan 14:27
[6] Juan 8:32
[7] Gálatas 5:16; Efesios 5:8; Colosenses 1:10-11
[8] Hebreos 10:24-25
[9] Lucas 22:36
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