Y tocó su manto
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Y tocó su manto
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Marcos 5:24-29
Introducción
En estas semanas les he traído estudios bíblicos, y predicaciones bastantes fuertes. Les he presentado predicaciones que nos hacen reflexionar. Predicas que nos hacen pensar en la manera que actuamos y nos comportamos. Estudios bíblicos que nos llaman al arrepentimiento y a un compromiso genuino con Dios. La razón por la que he escogido esa línea de predicaciones es porque todos necesitamos despertar a la realidad.
La realidad siendo que no podemos seguir en una relación a medias con Dios, sino tenemos que fortalecer nuestro espíritu y nuestra fe en todo momento.
Es por eso que hoy deseo que analicemos un acontecimiento histórico acerca de la fe. Hoy vamos a analizar la fe de una mujer, para determinar si nuestra fe se encuentra en el mismo nivel. Pasemos a la Palabra de Dios.
Marcos 5:24-29 – Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. 25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. 28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
Como todos podemos apreciar, aquí vemos descrito uno de los milagros de Dios; sin embargo, cuando tomamos el tiempo de meditar en estos versículos fácilmente encontramos que además de un milagro, en ellos encontramos una gran lección, y un buen reflejo de la vida de muchos cristianos hoy en día.
Vamos a analizar estos versículos con más detalle para desarrollar nuestro estudio bíblico de hoy, y para determinar si lo que les digo es cierto.
En este punto de la historia Jesús había hecho milagros
Sus enseñanzas y reputación crecían por día; por todos los lugares que Él pasaba, el pueblo salía a verle. Los que habían aceptado Sus enseñanzas salían para recibirle, y los que no creían en Sus enseñanzas salían para determinar si lo que habían escuchado acerca de Él era verdad. Y esta es la razón por la que lo primero que leemos en estos versículos es: “…y le seguía una gran multitud, y le apretaban….”
En este momento en la historia Jesús estaba en camino hacia la casa de Jairo, porque él le había pedido que fuese a su casa y sanara a su hija que estaba gravemente enferma [1]. Como les dije hace un breve momento, estos versículos no revelan la condición espiritual de un gran por ciento de cristianos.
Digo esto porque existen muchas personas que al igual que muchos en esta multitud, salen a verle y le siguen, pero no le siguen por fe sino para ver qué pasa. Este fue el caso aquí; estoy seguro que dentro de la multitud había algunos que salieron a recibirle porque creían Sus enseñanzas y tenían fe, pero también estoy seguro que la mayoría de la multitud salió a verle y le seguían solo por curiosidad. Desdichadamente esto es algo que se encuentra mucho en las iglesias.
La iglesia de hoy
Las iglesias y congregaciones están llenas de personas que siguen a Cristo, pero siento informarles que seguir a Cristo no es suficiente.
Digo esto porque Dios no quiere que solamente sigamos a Cristo, sino que caminemos a Su lado. Pero muchos de nosotros cometemos el grave error de pensar que con simplemente seguirle cumplimos.
Le seguimos por curiosidad, le seguimos para ver qué pasa, le seguimos por si las moscas.
En sí, le seguimos por diferentes razones, pero el problema está en que no le seguimos con la fe inquebrantable que Dios espera y demanda de nosotros [2].
Continuando con la lectura vemos que nos dice: “…Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor….” Pensemos en esto por uno momento y veamos si se aplica a la vida de muchas personas.
Creo que no tenemos que pensar mucho en esto y veremos que aquí encontramos la descripción de muchas personas que todavía no conocen a Cristo, pero también describe a muchos cristianos.
Estoy seguro que la mayoría de nosotros si no todos, en un punto de nuestra vida nos encontramos al igual que esta mujer. Sabíamos que estábamos mal, sabíamos que tenía que haber algo más, padecíamos de una enfermedad espiritual y buscábamos la solución pero no la encontrábamos.
Estoy seguro que muchos de nosotros si no todos tratamos por todos los medios habido y por haber de encontrar un descanso, hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance, pero las cosas nunca mejoraron sino que empeoraron. Buscábamos y buscábamos pero no encontrábamos.
La solución solo se encuentra en Cristo
Muchos buscaron la solución en las drogas, en el alcohol, en las falsas doctrinas, y hasta en los poderes de las tinieblas, (brujería, santería, horóscopos, amuletos, etc. etc.), pero la realidad es que la solución no puede ser encontrada en ninguna de esas cosas. No hallamos la solución a ese vacío que una vez sentimos hasta que llego a nuestra vida ese mensajero de Dios, quien nos revelo el único lugar de reposo y paz que tanto anhelábamos [3].
En otras palabras, recibimos el mensaje de salvación, aceptamos a Jesús como Rey y Salvador personal, y comenzamos a seguirle.
Hasta aquí todo está perfecto; tenemos que comenzar nuestra relación con Dios siguiendo a Jesús, pero como les dije, solamente seguirle no es suficiente, es un buen inicio, pero no es suficiente.
Hermanos digo que no es suficiente porque Dios espera que no solo le sigas, sino que camines a Su lado. Dile a la persona que tienes a tu lado: camina paso a paso con Jesús.
En estos acontecimientos vemos que esta mujer sabía exactamente lo que le afectaba, ella tenía una condición física, una enfermedad con síntomas, pero les digo en el día de hoy que existen muchos cristianos que al igual que esta mujer sufren de una enfermedad, pero no física sino espiritual.
Las bendiciones de Dios
Existen muchos cristianos que se pierden las bendiciones que Dios derrama sobre Su pueblo, y lo único que pueden hacer es preguntarse ¿por qué?
A ti que te preguntas ¿por qué? te digo que es porque en tu vida existe una perdida. En el caso de esta mujer vemos que tenía una pérdida de sangre, sufrió con este padecimiento por mucho tiempo.
Al igual que esta mujer existen muchos creyentes que sufrimos de una perdida espiritual. Es por eso que examinar nuestra vida, condición espiritual, y nuestra manera de ser y pensar es de suma importancia. La realidad es que si no nos examinamos con frecuencia, entonces nunca encontraremos donde esta nuestra perdida.
Permítanme hacerles una breve ilustración para que entiendan bien lo que les estoy diciendo. Digamos que al salir al parqueo notamos que el neumático de nuestro automóvil esta bajo de aire. ¿Cuál sería nuestro primer instinto? Yo diría que lo que la mayoría de nosotros haríamos es manejar hasta la gasolinera más cercana, le echaríamos aire al neumático, y seguiríamos nuestro camino, ¿verdad? Pero, ¿qué sucede?
Puede ser que lleguemos a nuestro destino sin problema, puede ser que todo aparente estar bien, pero tarde o temprano el neumático quedara sin aire. Quedara sin aire porque nunca tomamos el tiempo de buscar el salidero, nunca tomamos el tiempo de repararlo.
Puede ser una cosa lenta, pero tal como puede ser un proceso lento también puede ser una cosa inmediata. Puede ser que vallamos en camino y de repente se explote el neumático, perdamos control del vehículo y tengamos un accidente.
¿Dirían ustedes que esto puede suceder? ¿Le ha sucedido a alguien alguna vez? Y, ¿por qué nos sucedió? Nos sucedió porque no tomamos el tiempo de reparar el salidero cuando tuvimos la oportunidad.
Sé que ya deben estarse diciendo, muy bien pastor revisare los neumáticos del auto cuando salga. Pero yo no estoy parado aquí al frente para presentarles una clase de mecánica; sino que es una clase acerca de nuestra vida espiritual. Les estoy hablando acerca de ese salidero que existe en la vida de muchas personas, el salidero cual es el pecado.
La realidad es que al igual que en el caso del neumático, si no reconocemos donde está el pecado o la falta en nuestro compromiso con Dios, eventualmente llegara el momento cuando nos encontraremos vacíos.
Puede ser que tratemos de llenar el vació yendo a la iglesia una vez por semana, puede ser que tratemos de llenar el vació yendo a la iglesia dos veces por semana, y cuando recibimos Palabra de Dios, y confraternizamos con nuestros hermanos, esto es algo que nos llena, pero esto es solo una solución temporaria; en otras palabras rellenamos el neumático. Pero existe un peligro en esto, y el peligro es la palabra “temporaria.”
Digo esto porque la realidad del caso es que si no arreglamos el problema, tarde o temprano nos vamos a encontrar en un camino desolado y oscuro, con nuestra vida espiritual completamente desinflada. Si no arreglamos el salidero tarde o temprano, cuando menos lo esperemos, todo a nuestro alrededor se vendrá abajo, nuestra familia, amistades, esposo, esposa, hijas, hijos, todo pero todo será afectado. Dile a la persona que tienes a tu lado: arregla el salidero.
¿Cómo podemos arreglar el salidero?
Fijémonos bien en lo que hizo esta mujer, aquí leemos: “…cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto…” Aquí existen tres cosas a notar que son de suma importancia. Primero, ella oyó hablar de Jesús. Les pregunto, ¿cuántos han oído que Cristo es la solución? Pero la pregunta más difícil a contestar es ¿cuántos están convencidos de que Él es la solución?
Muchos de nosotros hemos oído de Cristo, oímos y oímos, pero en realidad no escuchamos. Oímos y oímos pero no estamos convencidos. Este es uno de los salideros que puede existir en nuestra vida, el no estar completamente convencidos que Él es la solución.
Segundo, aquí leemos que ella tuvo que abrirse camino entre la multitud que la separaba de Jesús. No sé a cuantos les ha tocado hacer esto, no sé a cuantos les ha tocado tener que abrirse paso entre una gran multitud, pero les puedo decir que no es nada fácil. No hay nada más desesperante que tratar de llegar a un punto específico y que muchas personas estén atravesadas y no deseen moverse.
Estoy seguro que este fue el caso aquí, ya que esta multitud se había reunido para verle. Estoy seguro que ella no dijo “permisito por favor” y todos se echaron a un lado y le abrieron camino. Estoy seguro que ella tuvo que abrirse camino a empujones, codazos y pisotones.
Estoy seguro que no le fue nada fácil, tuvo que batallar y forcejear todo el camino hasta llegar a Él. ¿Describe esto de la manera que nosotros llegamos a Jesús? ¿Nos encontramos mirando de lejos sin poder llegar a Él? Preguntémonos, ¿qué multitud nos separa a nosotros de Jesús hoy en día?
Le vemos y le escuchamos a través de Su santa y divina Palabra, pero no logramos llegar a Él. Algo nos separa, existen barreras que tendremos que romper, multitudes que tendremos que atravesar. Pero, ¿cuántos están dispuestos hacer como esta mujer?
¿Cuántos están dispuestos a empujar todo a un lado, a forzar todo a un lado, y abrirse un camino derecho y recto a Jesús? Porque esto mismo es lo que nos hace falta hacer, nos hace falta poner de nuestra parte, nos hace falta encontrar los fallos en nuestra vida, nos hace falta abrirnos el camino hacia donde Él se encuentra.
No es suficiente seguirle, tenemos que caminar a Su lado
Pero para poder caminar a Su lado primero tenemos que abrirnos camino. Tenemos que abrirnos paso de en medio de esa multitud que nos separa, esa multitud de espíritu religioso, esa multitud de vicios, esa multitud de rencores, esa multitud de celos, esa multitud de dudas; en sí de todas esas cosas que el enemigo ha puesto y continua poniendo entre nosotros y Dios.
Tercero, leemos que ella toco su manto. Pero, ¿cómo lo toco? La Palabra aquí nos dice: “…Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva...” En otras palabras lo toco completamente convencida, lo toco sabiendo que Él le sanaría.
Para concluir
¿Cuál fue el resultado de su fe? “…Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote…” Con solo tocar Su manto ella quedo completamente sana. Con solo tocar Su manto esa aflicción de la cual sufrió por tantos años quedo completamente sanada.
Les digo hoy que existen muchos en el mundo, y dentro del cuerpo de Cristo que se encuentran en la misma situación que se encontraba esta mujer. Sufriendo y penando, buscando y tratando, pero las cosas no les van nada mejor.
Existen muchos en el Cuerpo de Cristo que sufren a causa de una perdida, a causa de una perdida en nuestro espíritu, a causa del pecado, o por falta de fe. Esta es la enfermedad de la cual sufrimos, la enfermedad la cual padecemos sin lograr ver la solución.
Pero en el día de hoy les digo que Cristo está presente. Él está aquí para sanar tu espíritu, Él está aquí para eliminar tu dolor, Él está aquí para que hoy recibas las bendiciones que el Padre tiene para ti. No le permitas al enemigo que ponga una multitud en el medio.
No dudes que Él está presente, se valiente y atraviesa por en medio de las situaciones, se valiente y ábrete camino, llega a Él toca Su manto y serás sanado.
Esta mujer estaba completamente convencida de que Jesús le podía sanar; su fe fue inquebrantable, y su recompensa fue su sanidad. Ahora pregunto, ¿está tu fe al mismo nivel del de esta mujer? Solo una pregunta para reflexionar.
[1] Marcos 5:22-23
[2] Hebreos 11:6
[3] Mateo 11:28
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