Venciendo gigantes

Venciendo los gigantes en nuestra vida

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: Venciendo gigantes en nuestra vida

Predicas Cristianas Texto Bíblico: 1 Samuel 17

Introducción

En esta noche deseo que exploremos un acontecimiento histórico, el cual estoy seguros que todos conocen.  Digo esto porque este recuento histórico no solo es el más reconocido por los creyentes, sino que la gran mayoría de los no creyentes también han escuchado de él, y en muchas ocasiones lo citan.  ¿De qué acontecimiento histórico hablo? Bueno, hoy vamos a explorar la historia de David y Goliat.

Deseo que exploremos este evento histórico, porque lamentablemente los eventos descritos en esta pequeña porción de las escrituras, continúan sucediendo en la vida de muchos. En otras palabras, la batalla descrita en esta porción de las escrituras continúa siendo peleada hoy en día, pero lamentablemente no toda pelea ha tenido el mismo resultado, sino que muchos han perdido y caído muerto en el campo de batalla.

Claro está en que cuando digo que muchos han caído muertos no me estoy refiriendo a la muerte física, aunque en situaciones drásticas, como el suicido y el homicidio, si pueden suceder. Pero de la muerte que les estoy hablando en esta noche no es la muerte física, sino que les estoy hablando acerca de la muerte espiritual, cual es mucho peor que la muerte física.

Hoy vamos a explorar 1 Samuel 17, pero no les leeré el capitulo sino que usare los versículos claves, que servirán para ilustrar el tema de hoy. Pasemos ahora a la palabra de Dios.

1 Samuel 17:1-3Los filisteos reunieron sus ejércitos para la guerra, concentrando sus fuerzas en Soco, pueblo de Judá. Acamparon en Efesdamín, situado entre Soco y Azeca. 2 Por su parte, Saúl y los israelitas se reunieron también y, acampando en el valle de Elá, ordenaron sus filas para la batalla contra los filisteos. 3 Con el valle de por medio, los filisteos y los israelitas tomaron posiciones en montes opuestos. (NVI)

Deseo que prestemos mucha atención a ésta pequeña sección de las escrituras de hoy. Deseo que prestemos mucha atención, porque en ésta pequeña porción de las escrituras, encontramos muy bien reflejado lo que sucede en la vida de muchos hoy en día.  ¿Cómo así?

Pensemos por un breve momento en lo que acabamos de leer para determinar si lo que les digo tiene sentido o no.

Venciendo Gigantes – ¿Quiénes eran los Filisteos?

Bueno, como todos nosotros sabemos, los filisteos eran una fuerza poderosa que pretendía conquistar al pueblo de Israel, y para lograr su propósito, ellos acamparon su ejército en la tierra de Judá. La realidad es que los filisteos no tenían derecho alguno de estar en ese lugar.

Ellos no tenían derecho alguno de estar en ese lugar porque está era la tierra que Dios le había entregado a Su pueblo. Pero ahora ellos la ocupaban por fuerza, y pretendían arrebatársela. ¿Por qué he tomado el tiempo de explorar éste detalle?

He tomado el tiempo de explorar este detalle que a primera vista aparenta insignificante, porque cuando hacemos una comparación entre lo que sucedió en ese instante, y lo que sucede en la vida de muchos hoy en día, pronto llegaremos a la conclusión que no existe mucha diferencia entre los eventos de ese entonces y los eventos de hoy.

Claro está en que no tenemos un ejército físico acampado a nuestro alrededor, o acampado a la puerta de nuestro hogar. Pero si existe un ejército de principados y potestades malignas acampados a nuestro alrededor, que a diario tratan de desviarnos de la voluntad de Dios [1]. Estamos hablando de los poderes de las tinieblas que luchan sin descansar para tratar de desviarnos.  ¿Cómo opera éste ejército?

El ejército del maligno opera influenciando a aquellos que nos rodean, y en ocasiones a nosotros mismos, para que surjan circunstancias o situaciones que nos roben la paz y el gozo que Cristo nos ha entregado. En otras palabras, circunstancias o situaciones que solo sirven de piedra de tropiezo en nuestra perseverancia en la fe.

Pero la realidad de todo es que al igual que el ejército filisteo no tenía derecho alguno de acampar en la tierra de Judá, esas circunstancias o situaciones no tienen derecho alguno de invadir nuestra vida, ya que el Señor nos libero [2]. Repite conmigo: ¡soy libre en Cristo!

El ejército del enemigo puede acampar a nuestro alrededor, pero no puede apoderarse de nosotros, no puede apoderarse de lo que Dios nos ha entregado. No puede apoderarse de lo que Dios nos ha entregado, porque nosotros le pertenecemos a Dios [3], y Dios nos da la fortaleza y autoridad para echarles fuera de nuestra vida [4].

Venciendo Gigantes – ¿Qué te detiene?

Pero ahora la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué detiene que muchos no puedan echar fuera de su vida esas potestades que aparentan ser invencibles? Para contestar ésta pregunta continuemos examinando lo que sucedió a continuación.

1 Samuel 17:4-7Entonces, de las tropas de los filisteos salió un paladín que se llamaba Goliat, de Gat. Este tenía de estatura casi tres metros. 5 Llevaba un casco de bronce en la cabeza y estaba vestido con una cota de malla de bronce que pesaba cincuenta kilos. 6 Sobre sus piernas tenía grebas de bronce y entre sus hombros llevaba una jabalina de bronce. 7 El asta de su lanza parecía un rodillo de telar, y su punta de hierro pesaba siete kilos. Y su escudero iba delante de él.” (RVA-2015)

Como podemos ver, aquí encontramos que el campeón de los Filisteos salió a mortificar e intimidar al pueblo de Dios. En la descripción de este hombre encontramos lo que muchos, sino todos, dirían que es la descripción de un hombre invencible. Digo esto porque vemos que la descripción de este hombre era de “casi tres metros”. ¿Qué quiere decir esto?

Para que podamos entender el significado de ésta descripción tendremos que convertir éstas dimensiones a términos modernos. Un metro es aproximadamente 39 pulgadas, lo que quiere decir que éste hombre media casi diez pies (9.84 pies). Pero no solo eso, sino que este guerrero tenía que ser una persona extremadamente fuerte. Digo esto porque que la armadura que él tenía puesta pesaba “cincuenta kilos” (110 lbs.), y solamente la punta de su lanza pesaba “siete kilos” (15 lbs.). Solamente la presencia de este guerrero era algo amedrentador y alarmante.

Ahora pregunto: ¿le suena esto conocido a alguien? En realidad todo esto nos debe sonar conocido a todos nosotros, ya que en numerosas ocasiones el creyente fiel siempre tendrá que enfrentar gigantes en nuestra vida que aparentan ser invencibles. ¿Por qué aparentan ser invencibles? Continuemos con nuestro estudio para encontrar la respuesta a nuestra pregunta.

1 Samuel 17:8-11 “-Entonces se detuvo y gritó al ejército de Israel, diciendo: —¿Para qué salen a disponer la batalla? ¿No soy yo el filisteo, y ustedes los siervos de Saúl? ¡Escojan de entre ustedes un hombre que venga contra mí! 9 Si él puede luchar conmigo y me vence, nosotros seremos sus esclavos. Pero si yo puedo más que él y lo venzo, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán. 10 —Y el filisteo añadió—: ¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Denme un hombre para que luche contra mí! 11 Cuando Saúl y todo Israel oyeron estas palabras del filisteo, se amedrentaron y tuvieron mucho temor.” (RVA-2015)

¿Se pueden imaginar cómo esto le sonó al ejército de Israel? Éste hombre se paro frente a ellos y básicamente les dijo que ellos no valían nada; que él solo derrotaría a cualquiera que ellos mandaran. ¿Qué resultado tuvo esto? El resultado fue que ellos temblaron al oír lo que éste hombre gritaba, y no hubo un hombre en todo el ejército de Israel que estuviera dispuesto a enfrentarle.

Cuando reflexionamos por un momento en el asunto, creo que todos estaremos de acuerdo cuando digo, que esto es exactamente lo que sucede en nuestra vida cuando confrontamos esas situaciones o circunstancias que aparentan invencibles. La intimidación y el temor nos roban nuestra voluntad de servir a Dios, nos arrebatan la victoria que Jesús nos entrego en la cruz, y detienen el propósito de Dios para con nosotros. ¿Por qué digo esto?

Digo esto porque como todos aquí sabemos, nosotros no estamos llamados a vivir en sufrimientos, nosotros estamos llamados a vivir en victoria [5]. Pero en muchas ocasiones dejamos que los gigantes nos arrebaten nuestra felicidad, dejamos que arrebaten nuestro honor.  Eso fue lo que le paso al pueblo de Israel, y es lo mismo que le sucede a muchos hoy en día.

¿Por qué sucede esto? Yo diría que la razón principal por la que esto le sucede a muchos, es porque muchos han permitido que la intimidación y el miedo les conduzcan a tratar de hacer paz con los gigantes. En otras palabras, a que comprometan su fe y sus principios.  Pero esto es algo que nunca podemos hacer. No podemos estar con Dios y con el diablo a la misma vez [6]. ¿Qué les estoy tratando de decir?

Lo que les estoy diciendo es que no podemos hacer la paz con los gigantes. Hermanos, no podemos hacer paz con el diablo. La realidad es que o servimos a Dios como Él merece y demando, o somos esclavos del diablo. No existe una tregua. ¿Qué tenemos hacer?

Tenemos que pelear. Tenemos que confiar en el poder de Dios y derrotar a esos gigantes. ¡Tenemos que suplir lo que quizás carezcamos en valor con fe!

Cuando leemos los versículos del 12-37, vemos que alguien finalmente tuvo el valor para enfrentarse a este tirano. ¡David dio el paso al frente! Pero quiero que nos fijemos bien en lo que sucedió cuando él dio ese paso al frente.

1 Samuel 17:38-39Saúl vistió a David con su propia armadura. Le puso un casco de bronce sobre su cabeza y lo vistió con una cota de malla. 39 Luego David se ciñó la espada de él sobre su ropa e intentó andar, porque no estaba acostumbrado. Entonces David dijo a Saúl: —Yo no puedo andar con esto, porque no estoy acostumbrado. David se quitó de encima aquellas cosas.” (RVA-2015)

¿Se pueden imaginar la sorpresa del rey en esta situación? Estoy seguro que el rey se quedo completamente sorprendió, al ver como solamente este joven estaba dispuesto a enfrentar al gigante. Pensemos en esto por un breve momento.

El rey tenía un ejército de soldados, pero ninguno de ellos tuvo el valor de aceptar el reto. Pero no solo no tuvieron el valor de aceptar el reto, sino que cuando leemos la historia completa encontramos que el mismo rey trato de convencer a David de que no lo hiciera (vers. 33). Trato, pero no pudo. ¿Saben por qué no pudo?

No pudo porque David tenía algo que ellos no tenían. David tenía fe, y una confianza absoluta en Dios, y al ver que no podía convencerle de que abandonara el reto, el rey le vistió con la mejor armadura que tenían para que se enfrentase al combate.  Ahora pregunto: ¿le suena algo de esto conocido? En realidad, esto es algo que nos debe sonar conocido a todos.

Digo que lo que aconteció nos debe sonar conocido, porque la realidad del caso es que muchos de nosotros actuamos de la misma manera que actúo el rey en éste instante. En otras palabras, al enfrentarnos a esos gigantes, tratamos de pelear con nuestra propia fuerza, y nos cubrimos con nuestra propia armadura. ¿De qué armadura les hablo?

Les hablo de nuestra fuerza de voluntad, determinación, y orgullo. Nos ponemos esa armadura que NO nos sirve. No nos sirve porque sin el poder de Dios, nosotros nunca podremos derrotar la obra del enemigo en nuestra vida. Sin la asistencia de Dios, nunca podremos derrotar a esos gigantes que tratan de separarnos de las bendiciones de Dios. Y es por eso que les digo en esta noche, que como fieles cristianos, es hora de comenzar a seguir el ejemplo de David.

Venciendo Gigantes – Es hora de quitarnos esa armadura que NO nos sirve.

Esa armadura que nos limita y NO permite que nos podamos mover libremente. Como fieles seguidores de Cristo tenemos que aprender a confiar en la voluntad y poder de Dios. Como les dije hace un instante, nosotros no estamos peleando una guerra física, sino una guerra espiritual. Esto significa que las armas que tenemos que emplear para defendernos y conquistar no pueden ser carnales.

La realidad de todo es que todo tipo de solución humana simplemente no funciona. Todo tipo de solución humana no derrota a los gigantes que se levantan en contra de nosotros, y es por eso que Dios nos indica a que actuemos completamente diferente. ¿Cómo desea Dios que actuemos? Para contestar esta pregunta examinemos lo que sucedió a continuación.

1 Samuel 17:40Entonces tomó su cayado en su mano y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en la bolsa pastoril, en el zurrón que llevaba. Y con su honda en su mano, se fue hacia el filisteo.

Cuando comenzamos con nuestro estudio, vimos que el gigante había desmoralizado al ejército de Israel. Él les había intimidado y había causado gran temor entre ellos. Pero como podemos ver, las cosas estaban a punto de cambiar drásticamente.

Digo esto porque cuando leemos los versículos del 41-44, vemos que ahora el gigante era quien había sido desmoralizado. Vemos que ahora el gigante era quien estaba insultado.  Pensemos en como esto sucedió.

El ejército de Israel estaba acampado cerca del ejército de los filisteos, y consistía de un buen número de hombres. Pero ninguno de los hombres de guerra salió a confrontar al gigante. Ellos enviaron a un joven, pero no solo habían enviado a un joven, sino que le habían permitido proceder al combate con solo una vara de pastor y una honda. David no tenía en sus manos una espada; él no tenía un escudo; David no tenía puesto ninguna armadura.

Esto causo gran indignación en los ojos del gigante. Después de todo, ¿cómo se atrevían ellos a enviar a un niño a hacer el trabajo de un guerrero?

La indignación que el gigante sintió fue tan grande que causo que no se diera cuenta de que David no tenía necesidad de ningún arma forjada por el hombre. El gigante no se dio cuenta de que David ejercía el arma más poderosa que existe en el universo. Repite conmigo: David tenía la unción de Dios.

El gigante trato de insultarle, de intimidarle, pero David le respondió diciendo:

“…Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina. Pero yo voy contra ti en el nombre del SEÑOR de los Ejércitos, Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado. 46 El SEÑOR te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré. Te cortaré la cabeza y daré hoy los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a los animales del campo. ¡Y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel! 47 También todos estos congregados sabrán que el SEÑOR no libra con espada ni con lanza. ¡Del SEÑOR es la batalla! ¡Y él te entregará en nuestra mano!1 Samuel 17:45-47 (RVA-2015).

¿Vieron que fantástico esto? Con esto aquí, David le dijo cuatro cosas bien importantes. David  le dijo: «el tiempo de hablar se acabo;» «no habrá ningún tipo de negociación;” “no me rendiré y no correré;» «tu no me puedes intimidar.» ¿Qué sucedió cuando David le dijo estas cosas al gigante?

Fíjense bien: “…Cuando Goliat se acercó para atacarlo, David fue corriendo para enfrentarse con él. 49 Metió la mano en su bolsa de pastor, sacó una piedra, la lanzó con su honda y golpeó al filisteo en la frente. La piedra se le incrustó allí y Goliat se tambaleó y cayó de cara al suelo.1 Samuel 17:48-49 (NTV).

Lo que sucedió fue absolutamente magnifico. Y quiero que notemos que David no camino o trato de emplear una táctica militar para enfrentar al gigante. Repite conmigo, David corrió hacia él. ¿Por qué pudo David correr hacia él? David pudo correr a la batalla porque él había depositado toda su confianza en Dios.

Hermanos, la fe genuina es agresiva; la fe genuina es activa; la fe genuina es actuar en base de confiar en Dios absolutamente, y estar seguros que Él vencerá cualquier situación.

Para concluir.

Estoy seguro que algunos se deben estar preguntando: ¿si David tenía tanta fe, entonces por qué recogió cinco piedras en vez de solo una?

Pero la razón por la que algunos hacen esa pregunta es porque desconocen que Goliat tenía cuatro hermanos (2 Samuel 21:15-22) y si era necesario, David les mataría a ellos también.

Esto es lo que nosotros tenemos que estar listos para hacer. Podemos estar frente a un gigante, problemas que aparentan ser invencibles, enfermedades, personas, circunstancias, vicios, o cualquier otra cosa. Pero tenemos que estar listos para pelear.

Recordemos que se nos ha garantizado la victoria, y todo lo que tenemos que hacer es tomarla. Tenemos que movernos en oposición a los gigantes, no importa lo que sea. Tenemos que confiar que Dios los derribara, y que nos moveremos a través de cualquier situación a un lugar de victoria.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

[1] Efesios 6:12
[2] Juan 8:36
[3] Salmos 95:7
[4] Lucas 10:19
[5] 1 Corintios 15:56-57
[6] 1 Corintios 10:21

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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