Profesar no es suficiente
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Predica de Hoy: Profesar no es suficiente
Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: Mateo 7:21-23
Introducción
En estas últimas semanas he hecho un gran énfasis en la necesidad de orar y mantenernos fiel a Dios. En otras palabras, desarrollar y cultivar una relación más intima con Dios. La razón por la que he hecho gran énfasis en estos temas es porque tenemos que darnos cuenta que existe un gran grupo de personas en el cuerpo de Cristo que nunca verán a Cristo, es decir, no le verán como piensan que le van a ver.
Una de las razones por la que esto sucederá se le puede atribuir a las falsas enseñanzas y doctrinas, en las que muchos se encuentran atrapados. Existen tantas falsas enseñanzas y doctrinas que lo único que hacen es confundir a las personas, y causar gran división dentro del mismo Cuerpo de Cristo.
Debido a esto es que deseo enfocar nuestro estudio bíblico de hoy, para contestar dos preguntas que estoy seguro muchos de nosotros nos hemos hecho cuando confrontamos las diferentes doctrinas y enseñanzas que existen en el mundo.
La primera pregunta es: ¿quién entrara en el Reino de Dios? Y la segunda pregunta que exploraremos en el sermón de hoy será: ¿entraran todos los que profesan el nombre de Cristo?
Les puedo asegurar que las respuestas a estas preguntas son lo que muchos se imaginan. Digo esto porque la realidad del caso es que no todos lo que profesan el nombre de Cristo serán admitidos en el Reino de Dios.
Y deseo que quede bien claro que lo que les acabo de decir no es inspiración o opinión propia; en otras palabras, yo no lo invente o lo dije basado en mi interpretación de la biblia. Como vernos al continuar con nuestro estudio bíblico, esto es algo que Jesucristo nos advierte claramente, sin espacio alguno para ser mal interpretado.
El problema que existe es que una gran porción de los supuestos creyentes solo le profesan en nombre y nada más. Estamos hablando acerca de todas esas personas que usan el vocabulario Cristiano, recitan sus creencias y oraciones, asisten a los servicios con regularidad, pero que en realidad no aceptan la Palabra de Dios.
Estamos hablando acerca de personas que no obedecen la Palabra de Dios y que realmente no conocen a Cristo. Es decir, no le conocen personalmente. Y es exactamente por esa razón que vemos que Jesucristo nos dice que ellos no entraran en el reino de los cielos.
Continuemos ahora con nuestro estudio bíblico de hoy y busquemos en nuestra biblia los versículos que nos revelaran el mensaje que Dios tiene para nosotros.
Leamos la palabra de Dios
Mateo 7:21-23– No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
En el primer versículo encontramos las respuestas a nuestras preguntas. Como les dije, Jesucristo nos deja saber claramente que no entraremos en el Reino de los cielos con solamente profesar que Cristo es el Señor.
La voluntad de Dios
Aquí vemos que Jesús nos esta diciendo que de la única manera que una persona entrara en el Reino de los cielos es haciendo la voluntad de Dios. Esta es la ley que gobierna la puerta y la entrada al cielo. En otras palabras tenemos que hacer mucho más que profesar Su santo nombre para entrar en el cielo.
El problema esta en que existen dos tipos de personas que dicen «Señor, Señor,» que en realidad están profesando falsamente.
Primero, están todos aquellos que profesan Su nombre, y eso es exactamente todo lo que hacen. Estamos hablando de personas que hablan confiadamente de su religión o iglesia. Personas que no tienen problemas algunos en entrar en discusiones teológicas y demás. Personas que sienten que la religión tiene su sitio en la vida del hombre y en la estructura social.
A estas personas nunca se les escapa un servicio de la iglesia, dan y sirven a otros según surja la necesidad para apacentar sus conciencias y acomodarse ellos mismos, pensando que de esta manera serán aceptables a Dios. Otros se sienten cómodos en asistir los servicios de vez en cuando, dando poco y sirviendo solo cuando se les pide. Algunos otros necesitan más y hacen más.
Segundo, existen muchos que profesan y laboran grandemente por sus iglesias y hacen grandes obras de caridad por la sociedad. Estas son las más sinceras personas que uno puede conocer; personas que profesan «Señor, Señor» en todos los aspectos de su vida. Les hablo acerca de la oración, apariencia, testimonio, conversación, predicar, ayudar a otros, y su constante asistencia al templo.
Pero, ¿por qué serán estas personas rechazadas del reino de los cielos, estas personas que llaman a Cristo como su Señor y que obran arduamente en Su nombre?
La razón por la que estas personas no lograran entrar en el reino de los cielos es porque profesar no es suficiente. Examinemos bien lo que encontramos en el versículo 22 para que entiendan lo que les estoy tratando de decir. Aquí leemos “..¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?..”
Estoy seguro que todos aquí estamos de acuerdo en que todo lo mencionado en este versículo son obras maravillosas, pero cuando nos paremos ante la presencia de Dios, cuando llegue el día de nuestro juicio, un creyente verdadero no estará haciendo declaración alguna de lo que ha hecho [1].
En ese momento lo único que un creyente verdadero hará es alabar a Jesucristo. Después de todo, ¿qué tipo de defensa podrá una persona presentarle a Dios Todopoderoso que justifique las malas acciones? Pensar que podremos articular palabra alguna ante la presencia de Dios que justifiquen nuestras acciones solo demuestra lo inadecuado que es nuestro entendimiento de Dios.
Pensar que en ese día cuando nos encontremos cara a cara con Dios podremos montar una defensa de nuestras acciones solo demuestra lo concentrado que estamos en nuestra propia habilidad. Sin embargo, todo aquel que se mantiene fie a la Palabra de Dios, todo aquel que acepta y hace la voluntad del Padre, todo aquel que genuinamente ama y obedece a Jesucristo, solo tendrá que alabar ante Su presencia porque Jesucristo será quien hablara por él [2].
La realidad es que solamente profesar rechaza lo que Dios nos revela a través de la biblia. ¿Por qué digo esto? Digo esto porque profesar no cumple la voluntad de Dios. ¿Cuál es la voluntad de Dios?
La voluntad de Dios es que guardemos sus mandamientos [3]. Solamente profesar nuestra creencia en Jesucristo pero no guardar lo que encontramos revelado en la biblia significa que estamos conduciendo una vida religiosa, y como he dicho en numerosas ocasiones, la religión no salva.
El problema que existe en el solamente profesar es que lo único que estamos haciendo es honrando y dándonos reconocimientos a nosotros mismos, y no a Cristo. Pero la realidad es que no existe nada que alguien pueda hacer para obtener la salvación. La obra de salvación fue hecha por el único capaz de hacerla; y su nombre es Jesús.
La obra redentora de Jesucristo en la cruz no fue porque el hombre se lo merecía, sino que fue por obra y gracia de Dios [4].
Jesucristo fue quien nos trajo la redención, y esto es exactamente lo que Dios busca que honremos. Dile a la persona que tienes a tu lado: honra a Jesucristo. Las personas que confían en la muerte y resurrección de Cristo, las personas que verdaderamente aman y honran a Cristo, esas y solo esas serán las personas serán admitidas en el reino de los cielos.
Nuevamente, esto no es algo que yo he inventado, sino que es algo que queda claramente expuesto por nuestro Señor en el versículo 21 cuando leemos:
«..No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos…»
Como podemos apreciar, aquí Jesús nos está hablando acerca de toda esa persona que esta genuinamente interesada en entrar en el cielo.
Hermanos el cielo debe ser el objetivo principal en nuestra vida; debe ser el lugar que todos buscamos entrar. Toda persona que quiere entrar en el cielo primero tiene que hacer la voluntad de Dios. Pero lo triste del caso es que no todos lo que quieren entrar en el cielo lo lograran. Existen muchas personas que le llaman Señor, pero no que serán admitidos. ¿Por qué no serán admitidos?
No serán admitidos porque no buscan hacer la voluntad del Padre, sino que buscan hacer su propia voluntad. Pero la realidad de todo es que para entrar en el cielo, tendremos que hacer la voluntad de Dios y no la voluntad del hombre. Una persona que hace la voluntad de Dios es una persona que cree genuinamente, obedece y ama al Hijo de Dios.
Existe gran diferencia entre las personas que profesan que su rectitud es la rectitud de Cristo, y las que profesan que sus obras agradan a Dios y le hacen aceptable a Él. El primer grupo de personas obran arduamente para Dios, creen que Cristo murió por sus pecados en la cruz, y que resucito para entregarles la corona de la vida.
Estas personas confían en que Dios les considera perdonadas y rectas en la muerte de Cristo. Estas personas se han dado cuenta de que Cristo ha hecho tanto por ellos con Su sacrificio en la cruz, que se rinden completamente al servicio de Cristo y perseveran en hacer la voluntad del Padre. Y estas son las personas que Dios ama, y le abre las puertas del cielo.
El segundo grupo de personas también obra arduamente, pero lo hacen para ser aceptados por Dios. Ellos piensan que sus obras agradan a Dios, así que piensa que Dios le acepta porque ellos hacen lo bueno y viven una vida recta. Pero la realidad es que lo que este grupo de personas tienen no es un amor genuino por Dios, sino más bien forman parte de una religión formal.
La confianza que poseen está completamente basada en su habilidad y potencia. En otras palabras Cristo no es honrado; el hombre es honrado.
Ahora bien, las obras que puedan hacer pueden ser maravillosas, y pueden ser de gran ayuda a la humanidad. Pero el gran problema que existe es que ellos descansan en sus obras y potencia, lo que les conduce a que solamente abrazen la mitad del evangelio. Y esto en si es un gran problema en el pueblo de Dios.
Muchos piensan que entraran en el cielo por lo mucho que han hecho.
Piensan que entraran en el cielo por lo que han predicado y enseñado, porque han hecho obras maravillosas, porque han visto que personas se convierten de sus malos caminos, porque han hecho todas estas cosas en el nombre del Señor.
Ellos han sido fieles y han dado a su iglesia y a los proyectos, pero la voluntad de Dios es una espada de doble filo. No es el solamente amarse los unos a los otros, es decir, no es el solamente predicar, enseñar y hacer cosas maravillosas. Todo esto es fantástico, pero lo primero que debemos y tenemos que hacer es desarrollar y mantener una relación intima con Su amado Hijo Jesús.
Los que profesan falsamente no conocen a Jesús íntimamente, no reconocen su redención y la necesidad de conocerle íntimamente. Es por eso que vemos que en el día de juicio ellos trágicamente escucharan:
“…Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad…»
Esto le pasara a un gran numero de personas en el cuerpo de Cristo porque en vez de hacer la voluntad de Dios, en vez de darle a Él toda la gloria honor y alabanza, han hecho las cosas para obtener reconocimiento propio, han hecho las cosas para tratar de justificarse con Dios. Han estado buscándose a si mismos en vez de estar buscando de Dios. Es el seguimiento del yo y los deseos del ego en vez del seguimiento de la voluntad de Dios.
Para concluir.
El juicio final será público. Habrán muchos que clamaran diciendo Señor, Señor. Pero muchos serán apartados de la presencia de Dios, serán echados fuera de Su presencia y de donde Él habita. Es por esta razón que les he estado trayendo estos mensajes tan fuertes.
Estos mensajes que hacen examinarnos a nosotros mismos, mensajes que nos revelan exactamente donde nos podemos encontrar. Porque puede ser que donde nos encontremos no sea en el camino adecuado. Donde nos encontremos puede que sea el camino que no conduce a Su presencia, sino nos conduce muy lejos de Él.
No importa lo que el hombre pueda decir o pensar, Cristo nos ha dicho que el día pronto llegara a todos nosotros cuando Él le dirá a muchos «…apartaos de mí...»
Tengamos mucho cuidado, cuidemos mucho nuestra vida para que en ese día no oigamos esas palabras de nuestro Señor. Sirvámosle a Él no porque estamos tratando de ganarnos el cielo, sino sirvámosle porque le amamos de todo corazón.
[1] Apocalipsis 20:12-15
[2] Apocalipsis 3:5
[3] Juan 14:15; 14:21
[4] Efesios 2:5-8
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.