Los dos cimientos
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Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Predica de Hoy: Los dos cimientos
Introducción
En las últimas dos predicaciones he tratado de que despertemos, y nos demos cuenta de la tormenta que estamos viendo acercarse en el horizonte. En las últimas dos predicaciones he estado sonando la trompeta de alarma, para que los fieles creyentes corran a sus armas [1], y estén listos para defender el Reino de Dios en todo momento.
Como les he venido diciendo, el mundo, directamente influenciado por Satanás, está buscando eliminar al verdadero Dios y a Su santa y divina palabra, de las mentes de las personas. El mundo, directamente influenciado por Satanás, esta cambiando la verdad de Dios por doctrinas y filosofías humanas, y todo en el nombre del progreso.
¿Cuántos han escuchado la frase “el movimiento progresivo”? Especialmente en estos tiempos, cuando estamos acercándonos a las elecciones presidenciales del 2020. Esta es una frase bastante pegajosa, ya que a todo ser humano le gusta progresar, ¿no es así?
A todos nos gusta movernos hacia delante y mejorar, prosperar, y tener mejor calidad de vida, pero lo que sucede es que este movimiento supuestamente progresivo, en realidad no es progresivo, sino que es regresivo. ¿Por qué digo que es regresivo? Lo digo porque este movimiento a lo único que nos conduce es a cometer los mismos errores del pasado.
El movimiento progresivo conduce a que muchos cometan los mismos errores que cometió el pueblo escogido de Dios, como podemos encontrar en los estudios bíblicos acerca de Israel, Judá, y el pueblo judío en general. ¿Qué nos revelan los estudios bíblicos y predicas cristianas acerca de este asunto? Lo que nos revelan es que ese pueblo que Dios escogió le dio las espaldas a Dios, y que adoptaron y prefirieron seguir doctrinas y costumbres de hombres; ¡cuidado con esto! [2].
El pueblo de Dios escogió seguir doctrinas de hombre
¿Por qué fue que el pueblo escogido de Dios escogió adoptar y seguir doctrinas de hombre?
Esto sucedió porque ese pueblo se unió al movimiento progresivo. Muchos piensan que el movimiento progresivo es algo de la era moderna, pero en realidad no lo es. Ahora la pregunta que debemos hacernos es; ¿cómo podemos nosotros evitar que lo mismo nos suceda a nosotros? Este será el tema principal que estaremos explorando en el día de hoy. Pasemos ahora a la palabra de Dios.
Lucas 6:46-49 – “¿Por qué me llaman: ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que digo? 47 Yo les mostraré a qué es semejante todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las hace. 48 Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundo y puso los cimientos sobre la roca. Y cuando vino una inundación, el torrente golpeó con ímpetu contra aquella casa y no la pudo mover porque había sido bien construida. 49 Pero el que oye y no hace es semejante a un hombre que edificó su casa sobre tierra, sin cimientos. El torrente golpeó con ímpetu contra ella; en seguida cayó y fue grande la ruina de aquella casa”. (RVA-2015)
¿Por qué me llaman: Señor, Señor?
Quiero que prestemos mucha atención aquí al primer versículo cuando leemos: “¿Por qué me llaman: ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que digo?” Les llamo la atención a este versículo porque en él encontramos la razón principal por la que el pueblo de Dios dejó de existir como nación por dos mil años [3]. Después que Dios liberó al pueblo de la esclavitud, el Señor les dio instrucciones muy específicas de cómo tenían que conducir sus vidas [4], y también les dijo claramente lo que la obediencia y desobediencia causaría [5].
Pero el resultado final ya lo sabemos, al igual que Jesucristo lo sabía cuando hizo esta pregunta. Y de aquí nosotros tenemos mucho que aprender. Digo esto porque con frecuencia nosotros hacemos igual que el pueblo de ese entonces. Con frecuencia proclamamos con nuestras voces que seguimos y servimos a Cristo, pero en realidad no hacemos lo que Él nos manda. Con frecuencia adoptamos tradiciones y costumbres que van directamente en contra de la palabra de Dios.
Así que si algo debemos, y tenemos que aprender de la historia, es que no podemos cometer los mismos errores del pasado, ya que esto sería una locura. Como dijo Albert Einstein, «Locura: es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes.» También como dijo el filósofo Jorge Santayana, “Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo.” ¿Qué tenemos que hacer para evitar cometer los mismos errores del pasado, y ser desviados de los caminos de Dios? Lo que tenemos que hacer es construir sobre la roca de nuestra salvación, Jesucristo.
Ahora bien, al leer estos versículos aquí, todos podemos apreciar que ambos constructores tenían cosas en común. Digo esto porque ambos escucharon, ambos enfrentaron las mismas pruebas, ambos tuvieron las mismas oportunidades, y aparentemente, ambos construyeron casas parecidas. Pero a pesar de que ambos tenían estas cosas en común, la naturaleza de cada hombre era completamente distinta.
Como podemos apreciar, el Señor nos dice que uno era prudente; esto quiere decir que sabía discernir y distinguir entre el bien y el mal, y escoge hacer lo bueno. Mientras que el otro le llamo insensato; esto quiere decir que era descuidado, falto de razón o de entendimiento, y quizás lleno de presunción o vanidad infundada y ridícula.
Aquí vemos que la palabra nos dice: “…Yo les mostraré a qué es semejante todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las hace. 48 Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundo y puso los cimientos sobre la roca. Y cuando vino una inundación, el torrente golpeó con ímpetu contra aquella casa y no la pudo mover porque había sido bien construida…” (verss.47-48).
¿Qué nos está tratando de enseñar el Señor con esto?
Lo que el Señor nos está enseñando con esto, es que la fundación sobre la que tenemos que edificar es la verdad de Dios; y que nuestra obediencia es lo que solidifica esa fundación. Digo esto porque como podemos apreciar, el Señor no hizo distinción acerca de las casas. Él no dijo que una casa era de dos plantas, y que la otra era de una, o cosa similar. Esto quiere decir que la apariencia externa de las casas no es la clave, sino que la clave son los cimientos.
Como vengo diciendo hace dos semanas, tenemos que prepararnos para las tormentas que se acercan en el horizonte. Tenemos que edificar, fortalecer, y reconstruir, pero de nada nos valdrá hacer toda esa labor si primero no estamos seguros que estamos edificando sobre una base sólida.
¿Qué significa edificar sobre una base sólida?
Edificar sobre una base solida significa, que conduciremos una vida fundamentada en una relación personal con Cristo. Edificar sobre una base solida significa, que perseveraremos en guardar la palabra de Dios en todo momento. Edificar sobre una base solida significa, que perseveraremos en ser el ejemplo a seguir, en nuestro hogar, trabajo, reunión, y en todo lugar donde estemos.
Nunca nos olvidemos que escuchar la palabra de Dios no es suficiente [6]. Si no ponemos en práctica lo que escuchamos, tarde o temprano esto nos conducirá a la ruina espiritual. Sin embargo, cuando escuchamos y somos obedientes a lo que Dios nos dice, la fundación se solidifica, y podemos edificar una vida capaz de soportar todo ataque del enemigo. Podemos edificar una vida capaz de resistir cualquier tipo de tormenta.
Los estudios bíblicos nos enseñan que para poder servir a Dios en obediencia, necesitamos cambiar por completo. Necesitamos ser completamente renovados. Para poder servir a Dios en obediencia, necesitamos la nueva naturaleza que sólo el Espíritu Santo puede crear.
Fíjense bien como esto es algo que queda bien mencionado en Tito 3:4-6 cuando leemos: “…Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor por los hombres, 5 él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino según su misericordia; por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo 6 que él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador…” (RVA-2015)
Ninguna persona depravada, o que persevere en hacer lo que desagrada a Dios, heredará el reino de los cielos [7]. Y es exactamente por eso que siempre he dicho, y continuare diciendo, que necesitamos examinarnos diariamente para encontrar si existe algo en nosotros que desagrade a nuestro Padre celestial. ¿Por qué repito esto con tanta frecuencia?
Lo hago porque para poder servir a Dios en obediencia, necesitamos de Su continua ayuda. Fíjense bien como esto es algo que queda bien ilustrado en 1 Samuel 2:9 cuando leemos: “…Él guarda los pies de sus fieles, pero los impíos perecen en las tinieblas; porque nadie triunfará por su propia fuerza.…” (RVA-2015). Dile a la persona que tienes a tu lado: “…nadie triunfará por su propia fuerza…”
Al igual que estos dos hombres en la parábola que estamos examinando hoy, todos aquí tenemos algo en común. A pesar de que tenemos diferentes opiniones acerca de las cosas, lo que todos aquí tenemos en común es que todos buscamos fortalecer nuestra relación con Dios. Si este no fuera el caso, no estuviéramos aquí. Ahora la pregunta que queda es, ¿cómo podemos lograr nuestro objetivo?
Para lograr nuestro objetivo de fortalecer nuestra relación con Dios, y para poder edificar sobre la roca, lo primero que tenemos que hacer es concentrarnos en ser como la palabra de Dios nos llama a ser [8]. Dile a la persona que tienes a tu lado: Dios nos llama a vivir en santidad.
Pero todos estamos llenos de opiniones, y todos pensamos que somos buenos y que estamos bien como estamos, pero la realidad es que solamente existe uno bueno [9], así que mientras más pronto recibamos convicción de que bueno solo es Dios, más pronto nos reconciliaremos con Él, y comenzaremos a edificar sobre la roca.
Lo segundo que debemos hacer para lograr el objetivo de fortalecer nuestra relación con Dios, es mantener las líneas de comunicación abiertas. En otras palabras, debemos, y tenemos, que concentrarnos en nuestra vida de oración. Sé que en ocasiones las preocupaciones y situaciones que se nos presentan nos dejan sin mucho tiempo de hacer cosas, pero lo que no podemos permitir es que nos roben el tiempo que debemos, y que tenemos que dedicarle a Dios.
Puede que no te alcance el tiempo para asistir a una actividad o evento, pero el tiempo de oración nunca, pero nunca, puede faltar en tu vida. Después de todo, nosotros estamos llamados a orar sin cesar [10].
Tenemos que acercarnos a Dios en oración como nos dice la palabra en Hebreos 10:22 cuando leemos: “…acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura…” (RVR1960). ¿Qué nos quiere decir esto?
Esto significa que tenemos que llegar ante Su presencia mostrándole a Dios que nuestro corazón está completamente abierto a Él, y que vivimos sólo para Él. Mientras más pronto restablezcamos, o establezcamos nuestra comunicación con Dios, más pronto podremos reedificar, o edificar sobre el cimiento sólido.
Lo tercero que debemos hacer para lograr el objetivo de fortalecer nuestra relación con Dios, es que tenemos que permitir que Él sea quien guíe todos nuestros pasos. Tenemos que llegar a la convicción de lo que encontramos en Salmos 31:3 cuando leemos: “…Porque tú eres mi roca y mi castillo; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás…” (RVR1960).
Estas tres cosas que debemos, y tenemos que hacer, son simples de lograr, pero lamentablemente no son cosas que se enseñan en la mayoría de las congregaciones de hoy. Perseverar en la santidad, orar sin cesar, y permitir que Dios guíe tus pasos, son enseñanzas esenciales para todo creyente, que han sido remplazadas por doctrinas de hombres y huecas filosofías capaces de engañar a cualquiera.
Existen muchas personas al igual que el segundo constructor en esta parábola. Existen muchas personas que están enfrentando, o que están por enfrentar una gran destrucción, y no porque sean menos inteligentes que otros, sino por falta de reflexión.
Aquí vemos que el Señor dijo: “…Pero el que oye y no hace…” Y estas palabras son de suma importancia en la vida de todo cristiano. Digo esto porque estas palabras nos enseñan claramente, que Dios le habla a Su pueblo por medio de predicaciones y estudios bíblicos, pero que Él nunca forzara a nadie a obedecerle. Dile a la persona que tienes a tu lado: eres libre de obedecer.
Dios no te obliga, tú eliges obedecerle o no. Alrededor del mundo existen muchos creyentes con su vida en ruinas porque no han tomado el tiempo de meditar en la palabra de Dios. No han tomado el tiempo de meditar en las consecuencias que ciertas acciones o inacciones pueden, y con frecuencia producen en su vida.
Al igual que el pueblo de ese entonces, muchos piensan que porque los juicios de Dios no se producen en el instante en que le faltamos, o que nos apartamos de Su verdad, continúan en una vida pecaminosa. Pero; “…Pero el que oye y no hace…” produce grandes consecuencias.
Para concluir.
Una cosa muy importante que debemos notar en esta parábola, es que el Señor en ningún momento dijo que el hombre insensato era mala persona, o que era inmoral, etc. Quiero que notemos esto porque muchos piensan que porque no son malas personas han edificado sobre la fundación firme, pero esto no es necesariamente la verdad. El Señor simplemente nos dice que uno edificó sobre un cimiento sólido, y el otro sobre un cimiento inseguro. Ahora pregunto, ¿sobre qué cimiento has edificado tú?
Lo interesante acerca de los cimientos es que no son visibles al ojo humano, pero las pruebas si los revelan rápidamente. Existe un gran contraste en la manera que ambas casas soportaron las prueba. La casa construida por el prudente soportó todas las pruebas, mientras que la casa del insensato se derrumbó.
Cristo es nuestro cimiento; esto es algo fácilmente encontrado en 1 Corintios 3:11 cuando leemos: “…porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo…” (RVA-2015). Y toda otra cosa fuera de Cristo es simplemente fango.
Muchos construyen sus esperanzas en la prosperidad mundana, otros en una profesión externa de religión. Y sobre estas se arriesgan a edificar, pero están edificando sobre el fango; están edificando estructuras débiles incapaces de resistir las pruebas y las tormentas que se aparecen en el horizonte. Así que repito mi pregunta, ¿sobre qué cimiento has edificado tú?
[1] Efesios 6:10-18
[2] Isaías 29:13-15; Mateo 15:8-9
[3] Encyclopedia Britannica
[4] Éxodo 23; Deuteronomio 18:9-14
[5] Levítico 26; Deuteronomio 7:12-24; Deuteronomio 28:1-14
[6] Santiago 1:22
[7] 1 Corintios 6:9-10
[8] Levítico 20:7; 1 Pedro 1:16
[9] Marcos 10:18
[10] 1 Tesalonicenses 5:16-18
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