¡¡Hosanna!
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: ¡¡Hosanna!
Tabla de Contenido
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Mateo 21:8-11
Introducción
Hoy es el día cuando casi toda congregación cristiana se reúne para celebrar la entrada victoriosa de Jesucristo en Jerusalén. Y la razón por la que hacemos esto, es porque este día marca el principio de los últimos días de nuestro Señor Jesucristo antes de hacer el sacrificio perfecto en la cruz por todos nosotros.
Es por eso que durante esta semana, casi todo cristiano enfoca su atención en la muerte y resurrección de Jesús. En otras palabras, enfocamos nuestra atención en al acto de redención de pecado que Jesucristo hizo por cada uno de nosotros.
No creo que tenga que decir que durante este momento en la historia Jesucristo era bastante famoso, como dice ese refrán, su reputación le precedía. Y la razón por eso es porque durante Su ministerio, Él había hecho milagros, y existían muchos testigos de sus obras y enseñanzas. Y es exactamente por esa razón que al entrar en Jerusalén, muchos salieron a la calle a darle la bienvenida.
El pueblo salió a bien venir a los que muchos veían como el Rey que venía a liberarles del Imperio Romano, es decir, al Mecías como encontrado en las escrituras. Todos salieron jubilosos, todos salieron regocijándose, pero desdichadamente, esa euforia de júbilo y regocijo pronto cambiara de manara drástica. Ahora debemos preguntarnos, ¿Por qué ocurrió un cambio tan drástico en el ánimo y espíritu de estas personas? Esta pregunta será el tema principal de la predicación de hoy.
¡¡Hosanna al Hijo de David!
Mateo 21:8-11 – Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. 9Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡¡Hosanna al Hijo de David! ¡¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡¡Hosanna en las alturas! 10 Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? 11 Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.
Para tener un mejor entendimiento de lo que acabamos de leer, hagamos ahora un breve resumen de historia. Lo primero que sobresalta aquí es que Jerusalén estaba lleno de personas; la palabra nos dice que la multitud era numerosa.
Las pascuas
Pero lo que debemos saber es que las personas no habían llegado a Jerusalén para exclusivamente recibir a Jesucristo como a un Rey, sino que la multitud consistía de personas que habían llegado a la ciudad para celebrar las pascuas. Cuál es la celebración para conmemorar la liberación del pueblo judío de la esclavitud en Egipto [1].
El día cuando el pueblo judío fue liberado de las manos del Faraón, marcó el nacimiento de la nación judía, y fue exactamente por eso que Dios ordeno que desde ese día en adelante, esta fecha fuese observada y celebrada por todo el pueblo. Las pascuas eran y continúan siendo hasta el día de hoy, la celebración más importante para el pueblo judío.
Eran, y continúan siendo un tiempo de reuniones familiares, grandes cenas, reuniones de oración y demás. En Israel las pascuas son siete días feriados, y el primero y último día es celebrado como un gran festival. Manteniendo estos breves detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio bíblico.
Lo primero que observamos aquí es que se nos dice: “…Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino…” Pero, ¿qué significado tiene esto? De la manera que este pueblo actuó nos demuestra que ellos estaban recibiendo un rey. Digo esto porque tradicionalmente así es como se recibía a un rey que regresaba después de derrotar a sus enemigos, o de triunfar en los campos de batalla.
La biblia nos dice que muchos en la multitud tendían sus mantos en el camino, y que otros cortaban ramas de los árboles, pero ahora debemos preguntarnos, ¿qué significado tiene esto? Simplemente puesto, lo que esto significa es que muchos dentro de la multitud pensaban que la tierra no era lo suficientemente buena para que este hombre caminara sobre ella.
¡¡Hosanna en las alturas!.
Según Jesús entraba en la ciudad, esta multitud le adoraba y honraba. Fijémonos bien en lo que leímos aquí: “…Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡¡Hosanna al Hijo de David! ¡¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡¡Hosanna en las alturas!..”
Aquí vemos como esta multitud celebraba, y se regocijaba. Dile a la persona que tienes a tu lado: “…¡¡Hosanna en las alturas!..” El rey descrito en las profecías [2] había finalmente llegado a liberarles y ellos gritaban: ¡¡Hosanna! Todos los que habían creído en Él, todos los que habían sido testigos de los milagros y señales que Él demostró aclamaban a gran voz diciendo: ¡¡Hosanna! Pero ahora permítanme hacerles una pregunta. ¿Cuántos conocen el significado de esta palabra?
La palabra hosanna viene de la palabra hebrea “Yasha anna” y ésta palabra es definida como “Sálvanos ahora” [3]. ¿Por qué he deseado que sepamos la definición de esta palabra? La razón por la que he deseado que sepamos la definición de esta palabra es porque la definición nos permite ver que de la manera que ellos actuaron, y que de la manera que ellos se expresaron, lo que ellos en realidad estaban diciendo es: mi rey sálvanos ahora.
En otras palabras, esta multitud inicialmente le reconoció por quien Él es, el Rey de Reyes y Señor de Señores, pero todo esto pronto cambiaria. En solo poco tiempo las alabanzas, honra, y júbilo se convertirían en traición y condenación.
En solo un poco tiempo, este pueblo que aclamaba a gran voz diciendo “…¡Hosanna al Hijo de David!..” pronto escogería aceptar a un ladrón y homicida en la comunidad en vez de a Jesucristo [4]. Ahora debemos reflexionar y preguntarnos, ¿Por qué hubo un cambio tan drástico de opinión y sentimientos?
La razón principal fue para que se cumplieran todas las profecías acerca de nuestro Señor. En si existen más de 300 profecías mesiánicas, que nuestro Señor cumplió con su ministerio y muerte. Además, Él mismo les había enseñado a los discípulos lo que tenía que acontecer. Esto es algo que encontramos bien declarado en Mateo 20:18 cuando leemos: “…He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte…”
La otra razón por la que el pueblo hizo un cambio tan drástico es porque Jesús no actuó de la manera que ellos deseaban o esperaban que Él actuara.
El pueblo esperaba a un guerrero que dirigiría una revolución en contra del imperio Romano, pero envés Jesús llego desenmascarando el pecado que existía en los líderes religiosos de ese entonces.
Esto es algo que queda bien ilustrado en las palabras de nuestro Señor Mateo 23:27 cuando leemos: “.!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia…”
El pueblo judío esperaba un guerrero
El pueblo esperaba que llegara un guerrero que dirigiría una revolución en contra del imperio Romano para que no tuviesen que pagar más impuestos, pero envés de eso, Jesús les enseño que continuaran pagando [5]. El Señor les dijo: “…Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios…”
Ellos esperaban a un guerrero que dirigiera una revolución en contra del imperio Romano y que unificara a los líderes y comunidades, pero envés de eso, Jesús llego a Jerusalén revelando el pecado y la malicia que existía en el corazón de éste pueblo [6].
Ellos esperaban a un guerrero que dirigiría una revolución en contra del imperio Romano, pero la misión de nuestro Señor era mucho más superior que liberar a un solo pueblo de un imperio temporal. La misión de nuestro Señor Jesús fue de liberar al hombre del reino de las tinieblas, algo que continua aun en nuestros días, pero que no continuara para siempre.
Todo creyente fiel tiene la promesa de algo mucho superior a lo que se pueda encontrar aquí en la tierra; fíjense bien lo que nos dice la Palabra en Apocalipsis 22:1-5 cuando leemos: “…Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos…”
El pueblo de ese entonces y aun muchos hoy, no aceptan la verdadera identidad de nuestro Señor, y escogen aceptar doctrinas inventadas por el hombre.
Pero, el día llegara cuando sucederá lo que encontramos en Mateo 24:27 cuando leemos: “…Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre..;” desdichadamente para muchos éste día llegará muy tarde.
Esto no es algo que yo he inventado para asustar o intimidar a nadie. El Señor nos dice esto claramente en Mateo 24:30-31 cuando leemos: “…Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. 31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro…”
La pregunta que ahora debemos hacernos es: ¿por qué se le hace tan difícil al hombre aceptar la verdad de Dios? El pueblo de ese entonces y muchos hoy en día no aceptan la verdad de Dios porque muchos se acercan a Dios con una actitud incorrecta.
Muchos se acercan a Dios con la actitud de “¿Dios qué vas hacer tu por mi?”
Pero como fieles creyentes, nosotros nunca podemos adoptar ésta actitud, sino que nuestra actitud siempre debe ser, “Dios que más puedo hacer yo para agradarte.”
Una de las razones por la que el hombre adopta la actitud incorrecta es porque el hombre confía más en lo que ve que en lo que lee; ciertamente éste fue el caso con el pueblo de ese entonces.
Como les dije, el Señor cumplió más de 300 profecías encontradas en el antiguo testamento, y existe un gran peligro en confiar más en lo que vemos que en lo que leemos.
Digo esto porque cualquiera puede hacer un truco que nos deje sorprendidos o atónitos, y si no tenemos mucho cuidado, si no estamos parados firmes en la Palabra de Dios, entonces podemos ser engañados.
Esto es algo que el Señor nos advierte claramente en Marcos 13:22 cuando leemos: “…Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos…” Esto por supuesto es algo que no es difícil encontrar en el mundo de hoy.
Existen muchos que claman venir en el nombre del Señor, pero que cuando tomamos el tiempo de explorar la doctrina, cuando tomamos el tiempo de comparar lo que representan y enseñan con la palabra de Dios, entonces pronto descubrimos la mentira. Así que dile a la persona que tienes a tu lado, cuidado.
Para concluir.
Inicialmente éste pueblo recibió al Señor en la ciudad como a un rey triunfante, pero su actitud pronto cambio. Ellos le recibieron diciendo “¡Hosanna!”
Ellos le recibieron diciéndole “sálvanos ahora”, y a eso mismo es a lo que Él venía. Él venía a ofrecerles la reconciliación con Dios y a salvarles de las manos del diablo, algo que era, y es, mucho superior a ser liberado de la opresión temporal del hombre. Pero ellos no aceptaron lo que Él les ofrecía, es como nos dice la Palabra en Juan 1:10-11 cuando leemos: “…En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron…”
Te digo hoy, clama a Él y dile ¡¡Hosanna!! Señor mi Dios.
Clama a Él y pronto recibirás un galardón mucho superior a lo que esperas o mereces. Clama a Él diciendo ¡¡Hosanna!!, confiando siempre en lo que Él nos dice en Juan 6:37 cuando leemos: “…Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera…”
Permítele entrar en tu vida, y recíbele por quien Él es; Cristo es el Rey y Salvador triunfante que te ha entregado la victoria. Clama a Él hoy y dile ¡¡Hosanna!! Señor mi Dios.
[1] Éxodo 12:1-20
[2] Zacarías 9:9
[3] Diccionario Bíblico de Easton
[4] Marcos 15:15
[5] Mateo 22:17-21
[6] Mateo 21:12-13
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