Los ataques del enemigo
Prédica de Hoy: Los ataques del enemigo
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: «Oyendo los filisteos que David había sido ungido por rey sobre Israel, subieron todos los filisteos para buscar a David; y cuando David lo oyó, descendió a la fortaleza. 18 Y vinieron los filisteos, y se extendieron por el valle de Refaim. 19 Entonces consultó David a Jehová, diciendo: ¿Iré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová respondió a David: Ve, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tu mano.» 2 Samuel 5:17-19
Introducción – El ataque del enemigo
La palabra de Dios nos dice que debemos buscar la paz con todos. Pero ya que las personas tienen un mundo de pensamientos completamente diferente al nuestro, este mandato del Señor se puede volver en algo difícil para algunos. Pero el amor de Dios en nosotros es suficiente para amar a todos los seres humanos, pues el amor de Dios es eterno, y para siempre es Su misericordia [1].
En el mundo existe mucha envidia, cuando ven a una persona tener éxito, pronto viene la envidia y le dice cosas que no son verdad acerca del éxito de la otra persona. La envidia ha destruido amistades y relaciones fuertes. Y es por eso que la palabra de Dios nos llama a no envidiar [2].
Cuando Dios empezó a levantar a David mientras Saúl reinaba, un espíritu empezó a atacar a Saúl y este tuvo celos de David [3], pues Dios estaba con Él.
Ahora bien, coo he repetido en numerosas predicaciones, cuando hacemos las cosas bien, esto es según la voluntad de Dios, siempre tendremos conflictos con el mundo. Sin embargo, si hacemos las cosas conforme al mundo, no encontramos resistencia. Pero al obedecer a Dios antes que a todo lo demás el conflicto se hace presente.
Pero no obstante lo que suceda, o las circunstancias que se puedan presentar, tenemos que permanecer firmes ante un mundo que presiona para que los valores cristianos desaparezcan. Debemos, y tenemos que estar firmes en nuestra fe, y resistir esos ataques del enemigo contra el pueblo de Dios.
I. El enemigo contra los hijos de Dios (1 Pedro 5:8)
La realidad es que el enemigo no está nada feliz cuando un alma viene a los pies de Cristo. El enemigo sabe que una persona convertida al Señor puede significar muchas más para la gloria de Dios. Esto es terreno perdido para el enemigo, y le causa daño. Es por eso que viene contra los hijos de Dios como un león buscando a su presa para devorarla.
Afortunadamente tenemos a un buen pastor que cuida a sus ovejas [4]. Jesús es el buen pastor y si queremos estar protegidos contra los ataques del enemigo, debemos estar bajo Su protección. El Señor no solo es un pastor, sino uno bueno. Uno que no dejará que ni siquiera una de sus ovejas se pierda. Eso lo dejó claro el Señor en la parábola de la oveja perdida, cuando se perdió una sola del redil y se fue a buscarla [5]. Cuando la encontró la tomó en sus brazos y la puso con el resto de sus ovejas.
El enemigo tiene un ejército que le sirve y viene a acampar contra los hijos de Dios. Es por eso que debemos tener puesta la armadura de Dios, para resistir esos ataques que se levantan contra nosotros [6]. Si estamos sirviendo a Dios, si hacemos las cosas como el Señor manda, no esperemos que el enemigo esté tranquilo. Buscará el mundo de volvernos a él, el diablo la buscará la manera de regresarnos a su esclavitud. Debemos permanecer firmes en Dios.
II. Desciende a la fortaleza
Pero el Señor debe dirigirnos, y nuestra obediencia debe ser total, para que los ataques del enemigo no prosperen contra nosotros. Cuando los Filisteos supieron que David había sido ungido por rey sobre Israel, se juntaron contra él. Así se juntará el enemigo y pondrá sitio contra los hijos de Dios. Pero debemos hacer lo mismo que David, ir a la fortaleza (vers. 19). Tenemos que acudir a Dios.
En el Salmo 121:1-3 el salmista hace una pregunta, «¿de dónde vendrá mi socorro?» Pero también nos provee la respuesta cuando leemos: «Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.» La realidad es que nuestro enemigo es fuerte, pero no hay comparación contra nuestro Dios [7].
El Señor nos pide que descendamos a la fortaleza, que vayamos al lugar donde estamos seguros. Ese lugar es la presencia de Dios. No hay mejor lugar en el mundo donde podamos estar tranquilos y quietos ante los ataques del maligno.
La presencia de Dios es la fuente del poder del cristiano, porque ahí en oración, en comunión con Dios y en la llenura del Espíritu Santo es donde somos invencibles. Y no porque seamos fuertes, sino porque estamos con Dios.
Si hemos estado alejados de ese lugar, ahora es el momento de regresar y permanecer en la presencia de Dios. El Señor nos fortalece con su Santo Espíritu, y somos llenos de fe para enfrentar esos ataques que ciertamente vendrán.
III. Consulta a Dios
David consultó al Señor si debía ir contra los enemigos. El Señor entonces le respondió que fuera. Aquí vemos que David no se movía sin el permiso del Señor, no hacía nada por su cuenta, pues sabía que aunque el enemigo fuera pequeño, sin Dios no podría derrotarlo. Pero aunque su enemigo fuera grande en extremo, podría derrotarlo fácilmente si Dios estaba con ellos.
También podemos darnos cuenta que David oraba a Dios. No podemos pretender ser fuertes en Dios si no pasamos tiempo en oración. En otras palabras, si no tenemos comunión con Él. Como he repetido en numerosas predicaciones, y nunca me cansare de repetir, tenemos que orar.
Un cristiano que no ora es un cristiano débil, y tarde o temprano cederá a las tentaciones. Y es por eso que repito, como verdaderos hijos de Dios, tenemos que apartar el tiempo y tener comunión con el Señor, recibiendo instrucciones, adorándolo y haciendo peticiones al Rey.