Tierras Desconocidas
Deseo basar nuestro estudio bíblico de hoy alrededor de una sola palabra, y esta palabra es «temor».
La razón principal por la que deseo basar la predicación de hoy alrededor de esta palabra, es porque existen muchos cristianos que han permitido, y que permiten, que el temor les detenga de servir a Dios como Él desea que le sirvamos.
Esta pequeña palabrita es la que causa que un buen número de cristianos huyan de, o rehúsen las cosas que consideran dañosas, arriesgadas o peligrosas.
El temor a lo que pueda suceder, a lo que puedan decir o pensar de nosotros y demás, es responsable de detener el crecimiento espiritual de muchos, y causa que dejen de confiar en la palabra de Dios.
Como les dije la semana pasada, y he repetido en numerosas predicaciones y estudios bíblicos, para agradar a Dios tenemos que tener fe [1], ya que nuestra fe es lo único que nos separa a nosotros del resto del mundo. Pensemos en esto por un breve instante para determinar si lo que les digo tiene sentido o no.
¿Qué separa a los cristianos del resto de las religiones, sectas, y grupos filosóficos, y el resto del mundo?
Lo que separa o destaca a los cristianos del resto del mundo es nuestra fe en Jesucristo. Lo que separa o destaca a los cristianos del resto del mundo, es nuestra confianza en la palabra de Dios.
Pero confiar en Dios plenamente no es algo fácil de hacer, ya que el ser humano, por naturaleza tiende a confiar más en las cosas que puede palpar, y ver, que en cosas que no. Y es por eso que existen tantos cristianos que rehúsan, o huyen de hacer lo que la palabra de Dios indica, porque en ocasiones, y yo diría que es en la mayor parte de las ocasiones, la palabra de Dios nos llama a hacer cosas que nos pueden lucir dañosas, arriesgadas o peligrosas.
Ahora preguntémonos, ¿creo Dios al hombre con espíritu de temor? La respuesta es NO [2]. Dios no creo al hombre con espíritu de temor o cobardía, ya que si este fuera el caso, entonces Dios estuviera condenando a todas las personas al: «…lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda…» [3].
Dios no desea condenar al hombre, sino que desea que todos obtengamos la salvación [4]. Dios desea guiar al hombre al reino de los cielos [5], y no al infierno.
Así que examinemos ahora un evento histórico que nos provee un gran ejemplo de lo que es tener fe, a pesar de lo dañosa, arriesgada, o peligrosa que las situaciones nos puedan lucir. Pasemos ahora a la palabra de Dios.
Génesis 46:2-4 – Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob, Jacob. Y él respondió: Heme aquí. 3 Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. 4 Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré volver; y la mano de José cerrará tus ojos.
Ahora bien, como acostumbro a decir, para lograr un mejor entendimiento de lo que la palabra de Dios nos esta diciendo, será necesario hacer un breve repaso histórico. Como todos nosotros sabemos, Jacob fue un hijo de Isaac, quien fue un descendiente de Abraham [6]. Isaac y su esposa Rebeca tuvieron gemelos, Esaú nació primero (primogénito) y Jacob nació segundo.
La palabra de Dios también nos enseña, que Esaú le vendió los privilegios de la primogenitura a su hermano Jacob, por un plato de lentejas [7]. Este acto de rebeldía por parte de Jacob, causo que él eventualmente tuviera que huir después de la muerte de su padre, porque Esaú buscaba matarle [8].
La palabra también nos enseña que Jacob fue un hombre determinado; digo esto porque él lucho contra un ángel, y no le soltó hasta recibir la bendición de Dios [9]. Desde ese momento en adelante su nombre cambio de Jacob a Israel, y un tiempo después de esta lucha, Dios visito nuevamente a Jacob y le hizo la promesa que él sería el padre de los israelitas [10].
Jacob tuvo doce hijos, quienes representan las doce tribus de Israel. Pero entre estos hijos hubo discordia; los hermanos envidiaban a José, el hijo favorito de Jacob, y buscaron matarle. Pero no llegaron a matarle, sino que lo vendieron como esclavo a unos madianitas, quienes vendieron a José en Egipto a Potifar, quien era el capitán de la guardia [11].
A partir del momento que José fue vendido en adelante, sucedieron cosas que causaron que José fuera nombrado como el segundo del Faraón [12]. Pasado un tiempo, hubo gran hambre en la tierra, menos en Egipto, y Jacob envío a sus hijos a Egipto a comprar alimentos, trigo, etc. [13].
Los hermanos fueron reconocidos por José, y él manipuló las situaciones de tal manera, que eventualmente produjeron que su padre conociera la verdad, y que viajara a Egipto. Y todo este repaso histórico nos conduce a más o menos este punto en la vida de Jacob. Así que manteniendo estos breves detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio bíblico de hoy.
Lo primero que encontramos aquí es que Dios le dijo a Jacob que dejara su tierra y que viajara a una tierra lejana, a una tierra que él desconocía. Y seguramente que algunos piensen y digan que en realidad Jacob no corría riesgo alguno, ya que como aprendimos con el repaso histórico, José era el gobernador de Egipto; pero la realidad de todo es que las situaciones políticas pueden, y suelen a cambiar de un momento a otro.
Así que abandonar lo que Jacob conocía y tenía tomó fe y valentía. Hermanos, la realidad es que Dios ha llamado a todo cristiano fiel a hacer lo mismo que Jacob.
Dios ha llamado a todo cristiano fiel a abandonar esa área de confort en la que nos podemos encontrar, y que le sigamos al lugar donde Él desea bendecirnos.
Algo que sucede con frecuencia, y es algo que he predicado en otras ocasiones, es que la mayoría de los cristianos se han acomodado tanto en su salvación, que raramente obran para el reino de Dios. Pero la realidad es que los cristianos no estamos llamados a estar sentados en los bancos y sillas de la iglesia, los cristianos estamos llamados a obrar para Dios [14].