Obedientes hasta la muerte
Prédica de Hoy: Obedientes hasta la muerte
Tabla de Contenido
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:8)
Introducción
Lo que queremos escuchar no siempre es lo que viene a nuestra vida. Muchas veces las malas noticias llegan y es necesario aceptarlas o luchar contra ellas. Pero muchas veces esas noticias son consideradas como tales pero no lo son. Cuando escuchamos algo que no queremos nos ponemos a la defensiva e intentamos cambiar las cosas simplemente porque no es lo que buscamos.
La biblia es clara y debemos obedecer la palabra de Dios. Si la biblia dice que la paga del pecado es muerte debemos entender que el pecado es malo. Si la biblia dice que Hay un solo Dios y un mediador entre Dios y los hombres es porque así es y debemos obedecer. Muchos están cómodos con su pecado y no están dispuestos a dejarlo, aunque les cueste la vida eterna.
Pero los que hemos creído en nuestro Señor sabemos que obedecer es la mejor decisión que una persona puede tomar. Para muchos es difícil hacerlo pero quienes ya lo hemos hecho no nos arrepentimos en absoluto. Por lo tanto animamos a aquellos que están indecisos en obedecer a Dios o seguir obedeciendo al mundo y sus deseos.
Pero los cristianos no debemos obedecer a Dios en determinadas cosas y en otras no, sino que debemos ser obedientes en todo lo que el Señor nos mande. Leemos en su palabra la historia de los profetas que daban la palabra sin agregarle ni quitarle ni una letra a lo que el Señor les enviaba a decir. Así nuestra vida debe ser completa para Dios y obedientes hasta la muerte.
I. El ejemplo de Cristo (Filipenses 2:5)
Jesucristo es el mayor y mejor ejemplo que podemos seguir de vida obediente a Dios. Dice su palabra que fue tentado en todo pero sin pecado. Ciertamente nosotros hemos conocido el pecado y nos contaminó, pero por eso vino el Señor a esta tierra, para limpiarnos de el y darnos una nueva vida.
Debemos ser imitadores del Señor, así como Él desde pequeño estaba en la casa de Dios hablando sobre la palabra. Así como predicó el mensaje de salvación por donde andaba. Así como fue obediente al Padre hasta el día de su muerte.
Debe haber en nosotros este mismo sentir que hubo en el Señor, que no consideró el ser Dios, sino que fue obediente a la voluntad del Padre y vino a esta tierra de pecado para rescatarnos. Debemos seguir su ejemplo y dejar de considerar cualquier cosa y ser obedientes a Dios.
a. Sin aferrarse (Filipenses 2:6)
El Señor no se aferró al trono ni a la gloria que tenía con el Padre en el cielo. Él fue obediente y dejó esa gloria maravillosa y descendió a la tierra llena de pecado y maldad para estar entre nosotros, tomando forma de siervo dice su palabra.
Muchos se aferran al pecado, a una vida que les cuesta dejar. Muchos se aferran a los placeres del mundo, diciendo que en Cristo no los tendrán. Cualquier placer de esta vida es nada comparado con la gloria de Dios. Todas las cosas un día dejarán de existir pero Dios permanecerá para siempre. Así que no hay nada a que aferrarse, solo al Señor.
Debemos considerar esto, que si nos aferramos a lo material, al mundo o a los deseos de la carne, estamos despreciando a Dios. Pero si nos aferramos a Dios estamos ganando todo. Porque en Dios están todas las cosas.
b. Despojarse (Filipenses 2:7)
El Señor se despojó de esa gloria celestial y se hizo semejante a los hombres, vivió entre nosotros. En el cielo los ángeles le servían, legiones de ángeles le adoran, pero en la tierra los hombres buscaron su muerte desde que nació. El Señor es omnisciente y lo sabe todo, sabe lo que aquí pasaría, pero eso no le importó. El amor de Dios fue más grande y por eso descendió para morir por los pecadores.
Así nosotros debemos despojarnos del viejo hombre, debemos despojarnos de nuestra pasada manera de vivir y darle la bienvenida al Cordero en nuestro corazón para que viva en él para siempre. Debemos despojarnos de la maldad y todo lo que nos aleja de Dios. Debemos despojarnos de la vida mundana y abrazar la vida que Cristo nos ofrece.
No hay nada más valioso que la salvación que Cristo compró para nosotros. No existe nada que podamos considerar y desear más que esta salvación tan grande que se nos ofrece como regalo. No hay nada más importante, no hay nada que valga la pena más que esto. Por lo tanto debe resultar fácil despojarnos del pecado y aceptar a Cristo como nuestro Salvador.
II. Todo con humildad (Efesios 4:2)
Dios nos invita para que todo lo hagamos con humildad. Pero no solo nos lo dice, sino que nos ha dado el ejemplo de Jesús. Él no solo dejó su trono de gloria y se hizo hombre, sino que se humilló hasta morir en la cruz.
En el pasaje cuando los soldados apresan al Señor y uno sale en su defensa con una espada, el Señor le reprende diciéndole una gran verdad, que legiones de ángeles estarían listos para defenderlo si Él así lo mandara. Pero Él no se defendió y como cordero fue llevado al matadero por amor a nosotros.
Ese es el ejemplo de humildad que debemos seguir. Su palabra también nos dice que no seamos altivos, que no pretendamos ser superior a ninguno. Pablo declara que él sabe estar en abundancia, pero que también sabe vivir en escasez. No importa la situación que estemos viviendo, no somos superiores o inferiores a nadie, somos hijos de Dios y eso es lo que realmente importa.
Así que hagamos todo con humildad de corazón, como para el Señor. Si hacemos algo lo hacemos lo mejor que podemos y lo entregamos al Señor. Si hacemos una bondad con alguna persona al Señor estamos sirviendo. Si la otra persona lo agradece o no lo hace no debe de importarnos, pues al Señor es a quien estamos sirviendo.
III. Obedientes (Filemón 1:21)
El Señor nos habla y pide nuestra obediencia. El mundo rechaza obedecer al Señor pues el evangelio es locura para los que se pierden. El mundo nos aborrece porque piensa que obedecer a Dios es una locura. Escribe el apóstol que si esto es una locura, entonces nuestro manicomio está en el cielo. El mundo no lo entiende pero sus hijos si saben que obedecer a Dios es lo que debemos hacer.
Porque la desobediencia lleva pecado y la paga del pecado es muerte, pero la obediencia lleva recompensa. El Señor es fiel y justo para cumplir su palabra y bendecir a aquellos que obedecen sus mandamientos. Dios nos pide obediencia y debemos obedecer al Señor de señores por todo lo que Él ha hecho, por todo lo que Él es.
a. En todas las cosas (2 Corintios 2:9)
Nuestra entrega a Dios debe ser completa, en todas las cosas. Nuestro corazón no debe tener ninguna reserva. Debemos rendirnos al Señor por completo y entonces Él nos recibirá con los brazos abiertos.
No podemos pretender servir a Dios si seguimos sirviendo al mundo.
No podemos entrar el reino de Dios en pecado. Dios es santo y requiere que sus hijos lo seamos también. Es entonces que nos recibe en su reino y nos bendice, cuando nos rendimos completamente ante Él.
b. Hasta la muerte (Filipenses 2:8)
Jesus fue obediente hasta la muerte. Esteban fue el primer mártir que registran las escrituras, fue acusado y condenado a morir apedreado. Pero estando en esa condición no se arrepintió de servir a Cristo, estando listo para ser apedreado pudo ver la gloria de Dios. Esteban fue obediente hasta la muerte y recibió su recompensa.
En el mundo existe persecución, existen lugares donde los cristianos son perseguidos solo por predicar a Cristo, por profesar su fe. Debemos estar listos para defender nuestra fe, para predicar a nuestros detractores la verdad. Debemos ser obedientes en todo momento, en todo lugar y bajo cualquier circunstancia. Dios es superior a todo y debemos darle a Él toda la gloria.
IV. La recompensa divina (Mateo 24:13)
Cuando somos obedientes a Dios en todas las cosas estamos agradando a nuestro Padre. Jesús agradó al Padre siendo obediente y dice su palabra que Dios le exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre.
El Señor se sentó a la Diestra del Padre y ahí espera el momento en el que regresará por aquellos que siguen su ejemplo y son fuertes para ser obedientes hasta la muerte.
Dios no es hombre para mentir, el Señor nos ha prometido la vida eterna y le servimos sabiendo que un día entraremos a sus fiestas y nos gozaremos con Él para siempre. El Señor tiene cuidado de sus hijos y nos defiende de todo mal, porque en Él está el poder.
Conclusión
La salvación es demasiado grande como para descuidarla. Se necesita esfuerzo, se necesita determinación, se necesita un corazón rendido y humillado ante el Señor. Dios busca personas que le obedezcan en todo, no solo en las cosas fáciles, también en las difíciles.
Debemos seguir el ejemplo del Maestro y ser obedientes como Él. Obedientes hasta la muerte, no aferrarnos a nada de esta tierra sino despojarnos de todo y entregarnos completamente al Señor en humildad y amor. Porque el Señor busca adoradores, personas fieles en los que pueda confiar para hacer su obra en el mundo. Debemos ser esos obedientes que siguen a Dios y le buscan de todo corazón.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.
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Muy buena reflexión es una cura para el alma.